viernes, 16 de agosto de 2013

UN TRIO MUY SINGULAR - ULTIMA PARTE.

Tuvieron que hacer un largo recorrido hasta llegar a la mejor papeleria de la ciudad, empleando ese tiempo en sugerirse mutuamente los útiles que pudieran precisar, anotandolos en unas servilletas de papel que solian llevar en el bolsillo, ya que los retretres del Parque, normalmente estaban huérfanos de los medios necesarios para la mas elemental higiene.

Se aprovisionaron de una regla; un cartabón; un bloc grande cuadriculado; tres blocs pequeños para que cada uno de ellos pudiera hacer sus propias anotaciones; unos pliegos de papél de barba, un compás; varios lapiceros; un sacapuntas; un borrador; dos lapiceros de dos colores (azul y rojo); unas chinchetas; dos tubos de pegamento y dos cartulinas blancas de mediano tamaño.

Provistos de su preciada mercancia regresaron al Kiosco y sentandose en la mesa mas alejada del tránsito y mas camuflada de las miradas, tras repartir un lapicero y un bloc pequeño para cada uno, el que habia sugerido cometer ese robo espectacular que les diese la gloria, lanzando una mirada inquisitiva a los otros dos, les dijo: Este es un momento trascendental en nuestras vidas, creo intuir que tanto a vosotros como a mí, lo que menos nos interesa es el botín que podamos obtener ya que lo que verdaderamente nos incentiva es el sabernos acreédores de la admiración popular, aunque siempre quedemos en el anonimato, por lo tanto, nuestro objetivo debe ser aquel que entrañe mayor dificultad. Pensemos unos minutos y que cada cual sugiera después su mejor idea y después, la mas votada será la que llevemos a efecto, y como somos tres no puede haber empate.

Aprovechando el ensimismamiento de nuestros protagonistas y llegados al alto grado de cuasi intimidad que a ellos nos une, creo que es el momento en que debeis conocerlos por sus respectivos nombres: El que emitió la última arenga y principal artifice de la idea se llamaba Aureliano, el que en principio se lamentó por su falta de notoriedad, Antonio y el que se quejaba de no haber hecho nunca una gran hazaña era Manuel.

Mientras os he estado informando de sus nombres, nuestros amigos se habian dispersado por los alrrededores del Kiosco anotando en su bloc las ideas que les llegaban a su magín, y trás asegurarse   que de entre ellas habian elegido la mejor,  desandando sus pasos volvieron a encontrarse alrrededor de la mesa que hacia las veces de improvisado cuartel general.

Leidas las respectivas propuestas procedieron a la votación, escribiendo cada uno de ellos en una cuartilla el nombre del que consideraban que habia tenido la mejor idea y para sorpresa de todos se produjo el empate que con anterioridad habian descartado por imposible y que se producia porque  Aureliano votó por Antonio, Manuel por Aureliano y Antonio por Manuel.

Lejos de lamentarse de la incidencia, abundaron sobre las insignificancias que por falta de un meticuloso analisis podian inducirles a error, cara a la dificilisima empresa que estaban decididos a afrontar, prometiendose a si mismos que en todo lo referente a la programación de su Proyecto, serian tan circunspectos que seria imposible el que pudieran volver a ser tan imprudentes.

El usufructuario del Kiosco, al cabo de algún tiempo, viendo las idas y venidas de esos tres viejetes a los que tanto apreciaba, rompiendo el silencio que hasta el momento le habia aconsejado su prudencia, se acercó a ellos y les dijo: Perdonad que me acerque a vosotros, siendo evidente que rehuís cualquier presencia que no sea la vuestra, NO ME GUIA LA CURIOSIDAD SINO LA PREOCUPACIÓN, por lo que nada os voy a preguntar sobre los motivos de vuestra extraña conducta, pero quiero que sepais que si hay algo que os preocupa me hareis un gran favor si me lo decís. Estais ajenos a cualquier tipo de relación, descuidais vuestras comidas que a veces retiro sin que hayais dado un solo bocado, no veis la tele siquiera cuando hay una buena película o un partido de futbol, no dormís la siesta apaciblemente como era vuestra costumbre, no habeis vuelto a jugar una sola partida de naipes o de dominó y vuestro aspecto personal ha dejado mucho que desear.

Mientras el cantinero así hablaba, el aludido trio, intercambiaba entre si miradas de complicidad, como buscando a través de ellas la respuesta que habrian de dar a su inquisitivo amigo.

Aureliano salio del paso, actuando con la expontaneidad que le caracterizaba, inventando una historia que hacia tragar saliva a sus complices y les impedia la respiración, cada vez que su compañero se atascaba o se iba por los cerros de ubeda en sus explicaciónes, pero al final, salvo algunos detalles que no supo explicar y que quedaron en el anonimato al decir muy seriamente que por razones de fuerza mayor no los podia comentar, le quedó una historia tan conviccente que el cantinero los dejó seguir con sus maquinaciones sin volverlos a molestar al respecto.

En las dos semanas siguientes ninguno de los tres amigos hizo acto de presencia por el Kiosco. Nadie pudo ponerse en contacto con ellos porque la telefonia movil no existia y en sus casas nadie habia. El plán ya estaba desarrollado sobre el papel. No habia un solo fallo, ni siquiera una duda. Sus calculos estaban cronometrados y comprobados, in situ, hasta el último detalle. El dia D, ya estaba señalado.

Cuando aparecieron de nuevo por el Kiosco dos días antes del elegido para realizar su hazaña, el cantinero, se avalanzó hacia ellos con los brazos abiertos y trás reprocharles su ausencia y su silencio, les dijo con toda efusión, "ya no teneis que hacer ninguna carta, ni solicitudes ni escritos, ni instancias ni peticiones de favor, ni a jueces ni a gobernadores; ya no vais a perder esas casas que pusisteis en garantía para colaborar en una buena causa" y poniendo en sus manos varias libretas en las que apareción los nombres de todos los que habian colaborado, sacó de detrás del mostrador un gran envase de cartón, en el que a duras penas cabian los sobres con las donaciones que sin excepción habian aportado todos los que los conocian y tambien los que sin conocerlos, habian querido colaborar a tan justa causa, siendo pocos los del pueblo que no participaron con su granito de arena para salvar a aquellos infelices.

Los tres homenajeados con lágrimas en los ojos, casi al unisono, dieron su última muestra de honradez diciendo que el problema ya estaba resuelto y que la deuda ya habia sido pagada por quien realmente la debia, manifestando su deseo de ser ellos personalmente los que agradecieran y devolvieran esas dádivas que por haber salido del corazón eran para ellos una gloria mayor que la que les pudiera haber deparado la mas grande hazaña.

No hay comentarios: