jueves, 8 de agosto de 2013

DE LOS OLVIDADOS - EL TIO TONI.

Con que alegria me ha llegado a la memoria un personaje que solo los paisanos de mi edad y algo mas viejos recordaran, se trata del Tio Toni.

No sé mucho sobre los antecedentes de este personaje que fué una verdadera institución para los chavales que convivimos en los últimos años de los cuarenta y media década de los cincuenta, en aquella Elda de mi infancia en la que todos nos conociamos.

No habia todavía ninguna calle pavimentada en Elda y las únicas que estaban asfaltadas eran la Avda. de Santa Bárbara, la calle Queipo de Llano y la Avenida de Chapí, por las que discurria la carretera general, antiguo Camino Real Madrid-Alicante que atravesaba nuestra ciudad. Digo pomposamente nuestra ciudad porque así lo era desde el año 1.904 en que recibió ese titulo, que unido al de Fidelisima que le otorgó Felipe V doscientos años antes, la convirtieron en la Fidelisima Ciudad de Elda, que para nuestro orgullo nos vió nacer.

Pero volvamos con el Tio Toni, que sin duda está esperando que alguien algo os diga de el, para así justificar al menos, esta parte de su existencia que de otro modo no habría tenido razón de ser, a pesar de que en su humildad siempre supo que nadie se iba a maravillar de sus pícaras hazañas, ni de las intrascendentes anecdotas de su absurda vida, pero yo quiero ir un poco más lejos en cuanto a los motivos que le movieron sin que su consciencia lo pudiera advertir y que sin duda fueron, más que perseguir un medio de sustento, poder huir de la soledad a la que de otro modo habria estado condenado.

Estaria próximo a los setenta años de edad, era chaparro, iba mal vestido con lo que en otro tiempo pudo ser un traje elegante y lucia exageradamente sucio, no solo en cuanto a sus prendas llenas de lamparones, sino en lo que se refiere a su higiene personal que exhibia salvo en raras excepciones unas legañas blancuzco-amarillentas que producian nauseas y unas uñas, tan largas y enlutadas por la mugre que cualquier roce con ellas encerraba un grave peligro de infección mortal. Su hablar era lento, pausado y apacible, no levantando el tono ni aún cuando nos increpaba y a pesar de que jamás nos fiaba y era muy estricto en las normas por las que regia su negocio, a veces dejaba entreveer algunos rasgos de bondad cuando al abrir la fiambrera donde traia su alimento, alzando la vista, ofrecia un tasajo al que con mas hambre lo miraba.

 Su negocio, que instalaba a cielo abierto, se ubicaba a la entrada de la calle Menendez Pelayo que confluia en perpendicular con la de Queipo de Llano, ahora Jardines, y allí acudía diariamente sin excepción, cargado con la impedimenta de sus enseres que consistian en una pequeña mesa plegable, en cuyo centro,  como fruto de su ingenio, habia adosado un pequeño eje en el que se insertaba una cruceta que al girar  señalaba con una flechita que habia al extremo de uno de sus brazos, determinados espacios en los que se leia "doble" o "nada", respondiendo ese resultado a la apuesta que cada cual hacia, según lo que señalase la flecha una vez en reposo, habiendo naturalmente muchos mas "nada" que "doble", por lo que estadisticamente, las apuestas, a la larga, siempre fluctuaban a su favor. Completaba el patrimonio de su pequeño emporio una bolsa de lona en la que guardaba sus existencias y una banqueta plegable en la que cuando se sentia cansado apoyaba sus posaderas.

Las apuestas siempre eran canicas, sinquetas, estampas, tebeos, incluso novelas baratas que también solia intercambiar por un módico precio. Siendo muy apreciadas las que por entonces publicaba en rústica y a muy buen precio la Editorial Bruguera, siendo famosisimas entre las mujeres las novelas de amor de Corín Tellado y entre los hombres las del Oeste del escritor español Marcial Lafuente Estefania,

Como entre sus clientes habia algunos coleccionistas, cuando alguno de ellos llegaba, exhibía sus existencias, indicando su cánon de beneficio que oscilaba según la dificultad que entrañaba el conseguir las estámpas y tebeos solicitados y tambien de la abundancia entre sus existencias de lo que se pretendiera dar a cambio.

A pesar del aspecto obnubilado de nuestro querido amigo, estaba impuesto como el que más en el valor de las estámpas que de cada colección eran mas perseguidas por la dificultad que ofrecia el conseguirlas, siendo imposible engañarle en este aspecto, manteniendose siempre desinteresado ante las ofertas que no eran super ventajosas para él.

Los que habian tenido mala racha jugando al rolde o al guá, acudian a él para abastecerse de canicas, comprandolas o cambiandolas a veces por mármoles, que como sabreis son canicas hechas con este material, que se cotizaban muy por encima de las normales que eran de arcilla horneada. En estas transacciones, revistiendose de una circunspección absoluta, observaba y valoraba las piezas, teniendo en cuenta el tamaño, la perfección y el color, desestimando las que estaban picadas o con chepas que se desvalorizaban hasta el extremo de ser mercancia sin salida, siendo los buenos ejemplares tan solicitados que sus precios llegaban a cotas altisimas, teniendo en cuenta que hablo en los términos en que hablaria un chaval de la posguerra.

Al ser muchos los que acudiamos a la "Rifica del Tio Toni", en su entorno soliamos formar grupos, organizando los mas variados juegos. Entre ellos, a lo que yo solia jugar era al Membrullo, que por lo que han evolucionado las cosas os explicaré en que consistia:
Intervenian dos jugadores. Uno alojaba en una de sus manos un puñado de estampas, que no podian pasar de díez, lo mas ordenadas posible y con la otra mano las tapaba. Una vez preparado decia: "Membrullo" y el que tenia que acertar el número de estampas que ocultaba contestaba: Alza el Puño y con rapidez vertiginosa el increpado levantaba la mano exhibiendo por un instante las estampas que ocultaba. Si acertaba el contrincante, se quedaba con las estampas y si nó, la diferencia entre las dichas y las que habia eran las que tenia que pagar el que no habia acertado. Esta operación se repetia después cambiando los puestos y os puedo asegurar que habia algunos que tenian una vista tal que pocas veces no acertaban, estando siempre allí el Tio Tony para abastecer a los que habian caido en mala racha.

No sé a quien pueda importar lo que un viejo cuente de otro viejo cuando no hay morbo ni notoriedad y desde que empecé el relato intuí que no iba a despertar mucho interés su cotidianidad, pero como tambien sé que tampoco despertará ningún interés la mia y a pesar de ello me gustaria que alguien me nombre cuando crea que todos me han olvidado, no he querido limitarme a nombrarlo de pasada, ni voy a conformarme describiendo sus miserias, pudiendo como puedo tambien ensalzar la entrañable labor que inconscientemente nos ofrecio el Tio Toni con su presencia, además de ser el lugar de encuentro donde se reforzaron muchos aprecios y donde tuvimos un ejemplo a seguir, si para nuestra desgracia, a esa edad, no supieramos de que forma alcanzar nuestro sustento, o estuvieramos castigados por la mas triste soledad.





No hay comentarios: