viernes, 9 de agosto de 2013

DE ALGUNOS RECUERDOS RESCATADOS DEL OLVIDO.

A nadie debe extrañar, si afirmo, que a partir de esa edad en la que todos podemos empezar a hacer un recuento de nuestra vida, al hacer el balance de cualquiera de las etapas que hemos atravesado y comprobar los caminos que hemos tenido que seguir para llegar al punto en el que estamos haciendo el análisis, los más sorprendidos somos nosotros. Pero más sorprendidos quedamos con el paso de los años, al descubrir o recordar por nosotros mismos o por boca de otros, cantidad de detalles olvidados que jamás habíamos tenido en cuenta.

En cierta ocasión, mirando entre los papeles que encontré en el rincón de un armario, descubrí unos versos que al leerlos elevaron mi espíritu de tal forma que quise saber de inmediato a que autor pertenecían y haciendo memoria llegué a la conclusión de que eran míos, sin llegar a alcanzar el cuando y el por qué me surgió tan bello poema que curiosamente volví a traspapelar.

En otra ocasión se acercó a mi un hombre de mediana edad con el que ya me había cruzado en otras ocasiones y que siempre me había saludado con una sonrisa afectuosa. Se paró ante mi y tendiéndome la mano para estrechar la mía dijo: Usted no se acuerda de mi ¿verdad?. _ Realmente sabia que siempre me saludaba con afecto, pero no tenia ni idea de quien era, por lo que al verme perplejo me aclaró: "Cuando yo era un niño, al verme descalzo, me llevó a una zapateria, le pidió a una dependienta que me consiguiese unos calcetines y me compró un bonito par de zapatos de colegial. Tras asegurarse de que no me venían estrechos ni me apretaban, me cogió de la mano y me llevó a un Bar,  pidió para mi un bocadillo de ternera y una gaseosa; se esperó a que me lo comiera y después dándome un pequeño cachete en la cabeza me dijo vete a tu casa. 

Casi de inmediato llegó a mi la carita de aquel chaval demacrado y escuálido que no hubiera recordado jamás a no ser por la versión contada de sí mismo y de todos los pasos, gestos y movimientos que yo hice, que por lo visto siempre quedaron gravados en su memoria.

Por la diferencia de edad, en el momento en que se produjo el reencuentro, cuando acontecieron los hechos yo no podría tener mas de veinticuatro años y mi primer hijo solamente unos meses y la verdad sea dicha, mi economía por aquel entonces estaba muy depauperada por lo que debió ser muy grande el poder de persuasión del Ángel que cruzó nuestros destinos ya que por aquellas fechas había días en que tenia que trasladarme andando desde Petral a Elda por no tener la peseta que cobraba el autobús.

Pocos meses después me iría a Madrid, para ver si allí me abría camino.


No hay comentarios: