jueves, 23 de diciembre de 2010

EL HOMBRE, ESE SER IMPREDECIBLE

Cuando en la tierra surgieron los primeros vestigios de vida, según los científicos bruscamente, por una emanación del medio ambiente ante el influjo de ciertas condiciones físico-químicas, se dice que los primeros seres vivientes fueron las bacterias, que a pesar de su microscópico tamaño, ofrecen una estrctura y propiedades bien definidas y "específicamente distintas" que, sobretodo, se traducen por las reacciones químicas que resultan de sus diferenciados metabolismos.
Los virus filtrantes que atraviesan incluso el cristal, ya ofrecen diferenciación de formas y de reacciones ante el medio, fijadas en su carácter específico, que distingue a unos de otros y a todos los de un grupo de todos los demás.

También se dice que de igual modo que la vida surgió en un momento preciso, también desaparecerá de forma tan brusca como se inició, teniendo en cuenta que en los términos científicos,  bruscamente signifique cientos de miles de años.
¿A dónde quiero llegar? Muy sencillo, simplemente a que desde su origen, la vida se mostró con caracteres diferenciados congénitos sin una explicación coherente, y en la evolución de las distintas especies fue insignificante la posibilidad de convivencia y promiscuidad.
Esto dió lugar a un evolucionismo diferenciado con las consecuentes especies que han ido apareciendo sobre la faz de la tierra a lo largo de millones de años, mas de dos mil millones según los expertos.
Pero según parece, esa evolución no progresó de forma proporcionada en las distintas especies en cuanto al intelecto, aunque sus instintos se fueran enriqueciendo en virtud de sus propias experiencias que de forma aún no definida se trasmite en los animales de forma inequívoca.

El hombre, contrariamente a los animales, se deja llevar por las apariencias y solamente, si es muy escrupuloso, necesitará mas de una evidencia para llegar a una conclusión. Son pocos los que ante ella, profundizan para no sacar una conclusión falsa, cosa que deberíamos hacer constantemente porque, lamentablemente, las evidencias pueden ser en muchos casos engañosas y lo que nos parece bueno puede llevarnos a un final desastroso.
Este problema no existe en los animales porque ellos actuan impulsados unicamente por su instinto. Pero, ¿en qué momento de la evolución el hombre empezó a prescindir de su instinto?... He aquí una pregunta que no es fácil de contestar y cuya respuesta solamente puede ser puramente especulativa, pero si alguna opinión tuviera que dar, sin duda me quedaría con el momento en que se percata de su facultad para pensar.

Lo que sí es evidente, y además comprobable, en la actitud del hombre, es que tras someter un hecho al análisis de su pensamiento, muchas veces, su actitud no coincide y a veces ni siquiera responde a la conclusión obtenida en el análisis previo a la acción, lo que demuestra que existen unos impulsos coercitivos, o unas necesidades espirituales, según el caso, que influyen en nuestras decisiones y que nos obligan, a veces, a actuar en contra de nuestros propios intereses y cómo no, de nuestro propio razonamiento.
No debe por ello quedar en entredicho el valor de nuestro razonamiento, aunque a veces, si insistimos mas allá de la apariencia podremos percatarnos de que en las actuaciones en que no hemos obrado de acuerdo con nuestro análisis previo, es porque inconscientemente hemos tenido en cuenta factores que, de una forma u otra, podrían afectar al hecho razonado de tal forma que lo que podría parecer que va en contra de lo bueno en "apariencia", es lo que realmente nos "interesa."
ESTAS ACTITUDES PODRÍAN SER EL RESIDUO DE NUESTRO INSTINTO, VINCULADO A NUESTRA RAZON.
Pero debemos ser muy cautos cuando sintamos esa tendencia a ir en contra de nuestro propio razonamiento. Podemos, incluso debemos, sacrificar a veces nuestros intereses, podemos mutilar nuestro ego y dar nuestro brazo a torcer en cuestiones más o menos intrascendentes, pero jamás debemos de traicionar nuestros principios.
EL HOMBRE QUE NO RESPETA SUS PRINCIPIOS SE TRAICIONA A SI MISMO Y A LOS DEMÁS, y si prescinde de ellos se transforma en alimaña.

Seria demencial concebir una vida auspiciada por el medio idóneo, regalada de los mejores alimentos y usufructuaria de los mejores placeres si tuvieramos que prescindir de unos principios que enriqueciesen nuestro espíritu. De ahí nuestras normas, nuestras reglas y nuestras leyes, que nos exigen el estricto cumplimiento de sus mandatos. Generalmente son obligaciones que no haría falta que estuvieran escritas, ni seria preciso que su inobservancia estuviera sancionada para que su cumplimiento se llevara a efecto por pura convicción, como algo normal y conveniente, pero si volvemos a nuestros orígenes y evidenciamos las variaciones en cuanto al comportamiento de los seres microscópicos que dieron lugar a nuestra existencia, no creo que nadie se lleve las manos a la cabeza porque no coincidan todos nuestros criterios, ni credos, ni a veces los mas elementales conceptos de belleza o de ética.

Hasta aquí esta diferenciación podria ser buena porque enriquecería nuestro entorno, dando diversidad a un conjunto homólogo. Lo malo es que esta diferenciación a veces provoca choque de intereses y de credos entre las partes y no es fácil la aceptación o sometimiento de ninguna de ellas, provocando conflictos que con el tiempo han dado lugar a todas las lacras y enfrentamientos que hemos padecido a lo largo de nuestra historia.

EL TEMOR AL ENFRENTAMIENTO CONDUCE AL SOMETIMIENTO Y ÉSTE AL RESENTIMIENTO Y AMBOS AL ODIO QUE INEXORABLEMENTE NOS VUELVE A ENFRENTAR AÑADIÉNDOSE UN NUEVO ESLABÓN A LA CADENA DE NUESTRA HISTORIA.

Cuando un lider consigue la convivencia pacifica de culturas diferentes, pongamos por ejemplo a Tito, en la que fue YUGOSLAVIA, estuvimos presenciando un milagro social. La muerte del lider reaviva los resentimientos de las distintas etnias con las consecuencias que todos conocemos.

¡Qué bomba de relojeria habría sido España si se hubiesen mantenido conviviendo los musulmanes, los judíos y los cristianos! Ni el más optimista de los sociólogos habría apostado por la posibilidad de una convivencia pacífica a través de los siglos, de igual modo que jamás ha sido posible una convivencia pacífica entre judios y palestinos.
¿Y quién tiene la razón en éste o en cualquier otro conflicto? No quepa duda de que variarán los criterios según el lugar, el credo, la tendencia política o simplemente la simpatía que cada cual le tenga a cada bando.
Pero ¿quién tiene derecho a juzgar? Y si alguien lo tiene ¿es incuestionable su veredicto? ¿Quién está capacitado y autorizado para enmendar un posible error si lo hubiera? ¿CÓMO ENTONCES PODRÁ IMPONERSE UNA VERDAD QUE POR INCOMPATIBLE NUNCA PODRÁ COINCIDIR CON EL CRITERIO DE CADA UNO DE LOS BANDOS? ¿TENDRÁ QUE HABER ALGUIEN QUE SE IMPONGA? ¿HA ESTADO ALGUNA VEZ BIEN VISTO EL QUE SE IMPONE? ¿QUÉ CONSECUENCIAS LE ACARREARÁ A LA LARGA SU IMPOSICIÓN?

El hombre está predestinado a auto destruirse. Va implícito en su constitución desde sus orígenes porque, como ser superior, potenciado por millones de seres unicelulares que lo forman y que no han renunciado nunca a su individualidad, carece de una identidad propia y el único camino para conseguir esa identidad le conduce indefectiblemente a su autodestrucción. Por lo que nuestra existencia pasada, presente y futura fue, es y será mientras dure, un maravilloso milagro.

3 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Un análisis excelente. Tan realista como desmoralizador.
Uno piensa en la paz mundial y enseguida aparece un pensamiento fatal, como de utopía irremediable.

A veces me he preguntado si la cosa cambiaría si se permitiera que el mundo entero fuera gobernado por mujeres- cosa tan utópica como lo de la paz mundial, por otra parte.
Pero creo que es más belicista la naturaleza del hombre que la de la mujer y sería interesante comprobar qué ocurriría.

pichiri dijo...

Me hace mucha gracia a mi eso de "politicamente correcto" cuando exteriorizar no ya el pensamiento sino las verdades irrefutables se considera "politicamente incorrecto" La verdad es una e inmutable y si esa verdad provoca malestar en los demás no es mi culpa.
Son muchisimas las guerras que podian haberse evitado con el consiguiente ahorro de vidas y de sufrimiento. Pero en otros muchisimos casos LA GUERRA FUÉ Y SERÁ INEVITABLE.
AUNQUE POSIBLEMENTE NO SERÁ LA GUERRA EL UNICO MOTIVO QUE DIEZMARÁ LA RAZA HUMANA,EL MAYOR MOTIVO SERÁ SU PROPIA CONDUCTA FRENTE AL MEDIO.

Unknown dijo...

Di con este blogger porque estaba viendo la televisión History sobre el papa y de momento se me vino la idea de que porqué necesitamos que un hombre nos guien en la fe o para tener fe en alguna divinidad y pense que tal ves es asi porque somos humanos impredecibles. Lei lo que escribio me parece excelente,me gusto mucho, me da la idea del por qué estamos sujetos desde nuestro nacimiento a depender de alguien o de algo de acuerdo a la cultura en la que nos desarrollamos. Bueno tal ves me escuche o sea ignorante pero me gusto mucho su artículo y también me entristece la realidad. Gracias.