martes, 29 de julio de 2008

MI TIA LUCIA

Mi tía Lucia era la mayor de cuatro hermanos, tres mujeres y un varón, nacidos del matrimonio formado por mis abuelos maternos Tomás y Concha. Le seguian por edad mi tío Enrique, mi madre Paquita y mi tia Conchita.
Salvo alguna visita que algún día le hiciese, acompañando a mi madre, realmente tuve conciencia de su existencia a partir de nuestro traslado desde la C/. Tropas Gallegas a la C/. Antonio Maura, nº 16 donde ocupamos en alquiler una vivienda que precisamente estaba situada sobre los bajos que ocupaba mi tía con su esposo Tiburcio, sus hijas Maruja, Carmen y Lucia y mis referidos abuelos maternos Tomás y Concha.
Las dueñas del inmueble Dª Luisa y Dª Encarna ya de respetable edad y ambas solteronas, alquilaron a mi padre el piso que iba a permitir que mi tía, mi madre y mis abuelos estuviesen prácticamente juntos despues de muchos años y que entre mis primas y mis hermanos, Guillermo,Conchita, Paqui y yo, Cecilia nacería cinco o seis años después, se estrecharan los vinculos familiares, que con el roce y el tiempo tanto arraigarían.
Yo era Juanito para todos y por entonces no creo que tuviera mas de tres años. Mi hermano Guillermo me llevaba once años y a el se le trataba como a un hombre. Era por lo tanto yo el unico niño de la casa y mi tia que era un torbellino no sabia que hacerse conmigo, riendose a carcajadas por cualquier diablura que hiciera y consintiendome todo. Ella era mi baluarte y mi refugio y a ella acudia cuando mi madre me reprimia, seguro de que mi tía siempre me iba a consolar con sus palabras, con sus caricias y con sus regalos, generalmente chucherias de las que siempre iba provista. Si algo queria y de mis padres no lo habia podido obtener, siempre me quedaba mi tia Lucia que me lo conseguiria o abogaria para que lo consiguiera. Cuando me aburria en casa, bajaba a ver a mi tía que me recibia con alegria. Su saludo solia ser: "A ver como tienes hoy la pistolica " y me echaba mano a la bragueta exclamando lo grande y bonita que la tenia y despues solia darme una monedita de díez centimos para que me comprara estrato,anisicos o carmelos.
Era una trabajadora incansable. Tenia la maquina de aparadora en una amplia sala frente a un gran ventanal que daba al patio, lleno de macetas con flores multicolores, sobretodo, margaritas, claveles y geranios. En invierno, los días de sol, abria los portones de par en par y se situaba de forma que podia gozar de su tibio calor manteniendo en la sombra la cabeza y mientras aparaba las tareas cantaba infinidad de canciones con una voz firme y melodiosa que hacia las delicias de cuantos podian escucharla. Si mi abuela habia terminado de las muchisimas tareas que hacia en la casa, se sentaba junto a mi tia Lucia para cortar los hilitos del aparado y cantaba con ella formando un duo que en verdad era una maravilla. Yo mientras tanto jugaba en el patio con los bichos y las hormigas, llenaba la pila de agua y echaba papelitos que para mi eran hermosos barcos donde alojaba arañas, hormigas, moscas a las que arrancaba las alas y cualquier otro desgraciado insecto que llegara a mis manos, que imaginaba como temibles corsarios y cuando se me antojaba, movia el agua con mis brazos, haciendo remolinos como si de una tormenta se tratara, tirando piedrecitas, que eran rayos terribles, sobre los "barcos" , hasta que los hundia, quedando todos los "corsarios" a merced de las olas.

Mi tía salia al patio de vez en cuando para ver lo que hacía y se moria de risa con las historias que yo le contaba. A veces me pedia que me sentase a su lado y era ella la que me contaba cosas de la vida que yo no llegaba a comprender pero que me distraian por la forma tan bonita que lo decia. Otras veces intentaba que aprendiese alguna canción para cantarla juntos pero yo no estaba mucho por la labor y con cualquier escusa me marchaba.

Por la tarde, mi tia acudia al "Ideal Cinema" un cine que habia casi enfrente de la casa y del que
era la taquillera. Los sábados y festivos mi tio Tiburcio la ayudaba en una de las dos taquillas que habia para la venta de localidades. Esta actividad de mi tía fué un privilegio para mi, ya que los jueves, día de poca afluencia de público, yo podia entrar gratis al cine, siempre que la película fuera autorizada para menores.

Los sábados por la mañana mi tía iba al mercado a hacer la compra de la semana. Se ponia sus mejores galas y adornaba su pelo con dos claveles. A pesar de sus casi cuarenta años era una mujer atractiva, con su tez morena , su pelo negro y su cara bonita y sonriente. Tenia los incisivos superiores inclinados hacia afuera, pero como siempre reia, lejos de afearla, le daban un aspecto de mayor simpatia. No habia tendero, hombre o mujer al que no se dirigiese por su nombre e increpase para que fuese mas generoso a la hora de pesar, consiguiendo de todos lo mejor y al mejor precio y si pasaba de largo por algún puesto la llamaban "Lucia, que te olvidas de mí y ella siempre tenia una respuesta graciosa que lanzar a viva voz provocando las carcajadas de todos.

A mi tía todo el mundo la queria, desde los niños hasta los ancianos con los que siempre compartia la alegria que le rebosaba a raudales.

Me habia prometido que si aprendia una canción me llevaria a la feria. ¡Cuando a mí me entusiasmaba algo ponia mucho interés en conseguirlo y aprendí la canción! : "Estando en domingo de San Perigallo, cogí mi caballo, me fuí a pasear, ví a unos ladrones co
giendo piñones, les pedí unos poquitos, no me quisieron dar.Cogí mi casporra y los hice rebailar"

¡Tuve un premio colosal! Me llevó a la feria, me subió a todas las atracciones; Caballitos de sube y baja, Noria, Autos de choque Tren fantasma, etc. Ella subia conmigo y disfrutaba mas que yo, riendo a carcajadas que contagiaban su alegria a todos los que la oian y como no habia nadie que no la conociera y todos la querian, de algún modo pretendian formar parte de su vida y la saludaban y piropeaban y si alguien le preguntaba si habia vuelto a la niñez, ella justificaba de su juerga infantil diciendo que su sobrino, refiriendose a mi, era nuy pequeño para subir solo a las atracciones, lo que realmente no dejaba de ser cierto. Nunca olvidaré ese día, salimos de la feria comiendonos unos monumentales algodones de azucar, mientros yo presumia ante los otros niños del garrote de carameto que me habia regalado y que no se cuantisimo tiempo me duró.

 Por estas fechas mi prima Carmen se habia quedado embarazada y mi tia conforme se iba acercando la fecha del parto iba comprando regalos para su nieto. Ella deseaba que fuera un niño porque se moria de las ganas de tocarle la pistolica a su nieto. Efectivamente fué un niño, pero mi tia Lucia, aquel torbellino de energia, salud, simpatia, bondad y ganas de vivir no lo pudo conocer... Poco antes del parto, la madrugada de un día de reyes entregó su alma a Dios victima de una peritonitis que el médico confundió con un colico nefritico.

Creo que a su entierro acudió todo el pueblo de Elda, el pueblo que tanto la quiso. De boca en boca fué corriendo la noticia: "Se ha muerto Lucia,.. "la taquillera del Ideal", y nadie se lo creia. Hombres y mujeres, pobres y ricos, jovenes y viejos vinieron a despedirla y acompañarla a su última morada y mientras esto sucedia, yo, en mi inocencia, curiosamente insensible, no comprendiendo que jamás la volverúa a ver, queriendola como la queria, jugaba a la pelota con otros niños en el patio del cine Ideal Cinema donde tantas veces habia estado con mi tía Lucia, a la que ya nunca volví a ver.

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

Entrañable.
Yo conocí a su hija Carmen,que continuó de taquillera en el Ideal y que en cuanto a cantar bien y al sentido del humor con que la recuerdo, debía parecerse a su madre.