miércoles, 30 de julio de 2008

MI ABUELA CONCHA


Mis abuelos maternos Tomás y Concha vivian en casa de mi tia Lucia o quizás fuese ella la que vivia en casa de mis abuelos, lo que sí sé es que mientras mi tía vivió todos decian la casa de Lucia y trás su muerte todos empezaron a decir la casa de la abuela; nó de Tiburcio o del Abuelo, sino "La casa de la Abuela". Quizás esta jerarquia iba implicita en lo que cada una de ellas representaba en el clán familiar. Lucia era la energia dinámica, la estabilidad economica y mi abuela era la energia estatica, el nexo de conexión entre todos, el órden.
Mi abuela era el puntal alrrededor del que giraba todo el quehacer propio de la casa. Ella, con la no demasiada colaboración de mis primas se ocupaba de la limpieza, de que todo estuviese dispuesto a sus horas; desayunos, comida y cena, se ocupaba tambien de las pequeñas compras de entresemana y si le quedaba tiempo ayudaba a mi tía en las tareas de aparado, dando de cemen, preparando y cortando hilitos, etc. Los demás en la casa eran, digamos, el resto de la familia y
todos se sentian protegidos y seguros en lo ecoómico por mi tia Lucia y en lo demás por mi abuela que además estaba pendiente de que mi abuelo Tomás saliese a la calle como un pincel. Casi elegante teniendo en cuenta la indumentaria de que por sus medios disponia y por su trabajo requeria, pero eso sí , las camisas siempre limpias y planchadas y sus pantalones impecables.
A pesar de su edad mis abuelos eran una pareja en la que todavía se intuian devaneos y gestos de complicidad más evidentes que en matrimonios más jóvenes. Mi abuela estaba enamoradisima de mi abuelo.
Cuando se ponia a ayudar a mi tia lucia en las tareas de aparado, ambas cantaban a dúo unas canciones preciosas: "A la Orilla del Palmar", "Canta y no llores", "Acuerdate de Acapulco" y muchas más y la casa siempre estaba alegre. Al morir mi tía todo cambió. El reloj de péndulo cuyas campanadas llegaban hasta el último rincón de la casa se paró y mi tio Tiburcio que era el que lo atendia YA NO VOLVIO A DARLE CUERDA. Todo quedó en silencio. Mi abuela pasaba las horas que antes dedicaba a ayudar a su hija sentada junto a la mesa camilla ensimismada y triste.
Yo puedo describir y vosotros podeis imaginar a mi abuela sola en aquel caserón, sentada junto a la mesa con las manos entrelazadas y a veces apoyada su cabeza sobre ellas, pero lo que nunca podremos saber son los pensamientos que pasaban por su mente. Yo quiero creer que serian añoranzas de tiempos mejores, pero aún así ¿Que puede ser mas triste que la añoranza de un tiempo irrepetible?. Ya no le quedaba mas ilusión que los domingos, alguno de sus nietos la llevase a casa de Ezequiel donde vivian sus hermanas: Teresa,madre de este y Paca la mayor de las tres hermanas que tambien habia sido acogida por aquél buen hombre que además tenia esposa y tres hijos (El mayor retrasado mental).
Por qué han de pasar por la vida sin gloria y con tantas penas estos hombres que nunca se quejan y de los que posiblemnte no quede mas recuerdo que el que está surgiendo en este momento. ¡Cuantos como él habran habido! y a la vez, lamentablemente ¡que pocos.!
Como decia, mi abuela anhelaba estar con sus hermanas y como nadie se brindaba a llevarla, los domingos me sobornaba para que yo la acompañase, llegando a darme una peseta que en aquellos tiempos, para un niño de mi edad, era una pequeña fortuna.
Cuando mi abuela llegaba a casa de sus hermanas su cara se iluminaba y revivia como esas plantas que tras parecer que se están marchitando, reviven tras un buen riego. Yo jugaba con el pequeño de la casa que tendria mi edad y ellas hablaban, reian y a veces lloraban, pero no con ese llanto que ahoga en la soledad, sino con el que desahoga y libera, ese llanto, abierto, surgido por la evocación de dichas de recuerdos entrañables y no profundo y ahogado como tantas veces la habia visto llorar en su soledad.
Cuando viví estos hechos que acabo de referir yo ya podia tener unos once años, pero siendo mas niño, muy a menudo, cuando salia por la tarde del colegio y no habia nadie en mi casa. llegaba con hambre y bajaba a casa de mi abuela enfadado. Mi abuela me abrazaba y calmaba y después me preparaba la merienda, "una rebanada de pan moreno, que cuando estaba tierno era una delicia, y una buena chorrada de aceite con un poquito de sal. Lleno el estomago me iba a jugar y ella se quedaba zurciendo calcetines o planchando. Cuando volvia de jugar nos saliamos al portón de la casa que tenia una portilla de cristal a través de la que se veia todo el movimiento de la calle. Se sentaba en un sillón de mimbre y me tomaba en brazos , contandome alguna historia o cantandome muy bajito y así me quedaba dormido hasta que llegaban mis padres y me recogian.
Años mas tarde, un día en que se fué sola a casa de sus hermanas porque nadie quiso acompañarla, resbaló y se rompió la cadera. Tardó muchos meses en recuperarse y ya nunca fué la de antes. Se desplazaba de un lado a otro apoyandose en una silla de anea, muy liviana, que llegó a manejar con gran soltura, lo que le permitia atender la cocina, pero las visitas a sus hermanas se suspendieron. Estas, tan inutiles para andar como ella vinieron en un taxi una vez a verla, pero ya no se pudo repetir ese gasto prohibitivo por aquellos tiempos de tanta necesidad.
Y hablando de taxis debeis saber que por aquel entonces en Elda solamente habia dos taxis y que yo recuerde solamete tres coches, el de Porta, un fabricante de calzado muy querido y al que el pueblo espero haya recordado poniendo su nombre a alguna calle, el de Paco Vera, excelente viajante de calzado hombre entrañable con una experiencia mundana que dejaba con la boca abierta a todos cuantos le oian y el de Emilano Bellot "El Frasco" un almacenista de curtidos. El coche de este último era realmente una furgoneta que abordabamos los chiquillos para que nos diese un paseo, a lo que accedia generalmente haciendo el reparto de los curtidos con la furgoneta llena de chiquillos. Todos los chavales lo adorabamos y todos lloramos cuando se murió. Unos miserables lo arruinaron y por lo visto se le cruzaron los cables. Salió de su casa muy temprano con la soga bajo el brazo y se cruzó con el vigilante que ya se retiraba; éste le dió los buenos dias y le dijo:" Emilano, mucho has madrugado hoy " y el Frasco señalando la cuerda le respondió: "Es que voy a ahorcarme" y ambos se rieron.
"Estoy seguro que a pesar de ello, Dios le habrá acondicionado un rinconcito en el Cielo aunque no sea en un lugar preferente. Es imposible que un hombre tan bueno y con un historial intachable tenga que estar purgando eternamente un arrebato de desesperación.
Mi abuela desde hacia algún tiempo estaba perdiendo la vista y el oido y como sus contertulias no estaban mucho mejor, seguir una conversación entre ellas era un poema. Una tarde estaban hablando de un enfermo que habian hospitalizado en una clinica de gran renombre "El Perpetuo Socorro" y una de ellas dijo: " Pues sí, lo han tenido que ingresar en el Pepito Socorro" y mi abuela contestó corrigiendola: ¿Como en el Pepito Socorro?, ¡ En el Prospecto Socorro!" y los que habia presentes rieron toda la tarde a costa de ellas.
En otra ocasión mi abuelo estaba muy enfermo y desganado y llamó a mi abuela y le dijo : "Concha, me gustaria comerme unas brevicas. Mi abuela salió de la habitación sonriente y esperanzada y dirigiendose a mi madre le dijo : "Creo que el padre está mucho mejor" y bajando el tono de voz y mirando a mi madre con increible picardia: "dice que le gustaria tocarme la brevica".
Mi abuela sobrevivió a mi abuelo que murió de cangrena con terribles dolores, Siempre habia tenido fama de quejica y desde que estando en cama porque no soportaba los dolores llamaron al medico y cuando este llegó, mi abuelo se habia vestido y estaba en el bar jugando "la partidica", todos se indignaron y ya nadie le hizo caso cuando se quejaba. Lo cierto es que en verdad estaba sufriendo lo indecible y cuando lo tomaron en serio ya era demasiado tarde.
Mi abuelo en sus últimos momentos pidió que acudiesemos todos a su habitación, nos habló a cada uno mas o menos, confesó ante todos sus miserias y pidió perdón especialmete a mi padre, no sé por qué seria y a mi abuela , despues se despidió de todos y a los pocos minutos cerró los ojos para siempre.
Ya habia dado un bajón mi abuela con la muerte de Lucia y otro muy notable con la rotura de su cadera, pero la muerte de mi abuelo la sumió en un estado de depresión que vino a empeorarse por la muerte de sus hermanas en cortisimo tiempo.
No quiero recordar la vida de mi abuela despues de estos acontecimientos porque me ahoga la tristeza y siempre llevaré esta pena en el corazón. Ya, aún niño, presentia que ese recuerdo me iba a marcar, de joven con remordimiento , de hombre con reproche hacia mi mismo y hacia todos los que podian haber hecho algo más por ella y ahora a la vejez, mas identificado con ella, de tristeza y cariñosisimo recuerdo a una mujer cuya meta mas alta nunca salió de los fogones de su cocina porque sabia que con ello colaboraba en la felicidad todos a los que queria.
DIOS TE TENGA EN SU GLORIA PORQUE TE LO MERECES y que nos perdone a todos los que pudimos hacer algo más por tí y te ignoramos creyendote además una carga.
PERDON, PERDON, PERDON

3 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Me parece maravillosa la idea de dejar en tu blog un recuerdo tan cariñoso de nuestros antepasados y que sirva de homenaje a aquellas personas que en tí tanto influyeron. Es curioso que el único recuerdo que tengo de mi bisabuela Concha es el del día en que murió. Yo quería entrar en aquella habitación en la que tanta gente entraba y salía llorando. La abuela Paquita y la tía Ceci me apartaban de allí cada vez que lo intentaba. Me consta que aquella mujer sí llegó a conocerme, en cambio yo no la recuerdo. Pero ahora has conseguido que sí tenga la sensación de haberla conocido y desde luego que la quiera más.

JuanRa Diablo dijo...

Por cierto, ¿sabes que tu nieta Anna reza por los bisabuelos que no conoció y hasta llora emocionada a veces porque le gustaría haberlos conocido?

Unknown dijo...

La abuela Concha...Yo sí que no la conocí,pero conmigo también has conseguido al escribir estas letras que tenga la sensación de conocerla y además no pueda evitar quererla.Seguró que te perdonó ya hace mucho papá. Ana