viernes, 26 de septiembre de 2008

MI TIA LAURA

Era la mas joven de los veintiún hermanos de mi padre y se habia criado y educado con los privilegios que su condición de hija del Sr. Notario le otorgaban; los mejores colégios, las mas distinguidas amistades, los mas apuestos pretendientes, etc. Su aspecto físico iba en consonancia con su posición. Su ostentación no era mas que pura y llanamente su extraordinaria personalidad, que hacia que cualquiera que se le acercase sintiera el respeto que inspira la presencia de una gran dama. Era mas bien alta, morena de pelo y tez blanquisima, con una belleza genuinamente noble, sin maquillaje alguno, elegantisima e impecable en el vestir y en el hablar y con una sonrisa que por lo delicada, mas bien se intuia, sin descomponer jamás la serenidad de su semblante y trasmitiendo una sensación de bienestar que invitaba a estar a su lado.
En su casa siempre se vivió con desahogo económico, pero sin derroche ni opulencia, teniendo en cuenta que en las fechas en que estoy situando el inicio de este relato, en España, todavia habia mucha necesidad y era un privilegio el que en una casa pudiese olerse con frecuencia a café con leche y pan tostado. Yo se que en la de mi tía se olia a eso y es mas tambien a mantequilla por que algunas veces habia untado un trozo de pan y me lo habia dado y su café con leche era de verdad y no de leche en polvo y achicoria o malta como tomabamos los que teniamos ese privilegio en los estratos algo menos favorecidos. Su esposo, mi tio Hipólito, que era primo hermano de mi madre; era mas bajo que ella, de aspecto agradable y con una visible fortaleza física, además de una simpatia que derrochaba a raudales; estaba bien situado con varios negocios que funcionaban más o menos y un importante patrimonio inmobiliario. Mis primos Pedro Antonio, Guillermo y Mari Laura fruto de este matrimonmio feliz, a todas luces, eran en verdad unos hijos ejemplares. Pedro Antonio por su reconocida bondad, Guillermo por su innegable inteligencia que lo hacia destacarse en los estudios y Mari Laura un alma de Dios a quien todos querian por su ingenuidad y dulzura. Completaba el entorno de la ejemplar família Rosa, la señora que hacia las labores de la casa y "Olga", la perra mas bonita que recuerdo haber visto. De tamaño mediano, toda blanquisima y con unos ojos oscuros que hablaban. Lo que mas recuerdo de mi tio son sus regresos del trabajo, alegre, cariñosisimo con todos y con mi tía espectacular como si de un novio se tratara, colmandola de caricias, besos y atenciones. Mi tia tambien lo adoraba y era gratisimo verlos pasear los domingos por El Casino Eldense, protegidos del sol por la sombrilla que mi tia solia usar los días calurosos.

Dejemos pasar unos cuantos años en este ambiente de felicidad y Pedro Antonio ya estará a punto de casarse, Guillermo en el final de su carrera y Mari Laura es novia de un chico de excelente familia que está enamoradisimo de ella. Practicamente ya estaban colmados todos los sueños que rondaban por aquel hogar, pero no estamos en el Paraiso. Mi Tía Laura trás un gran suspiro dejó de existir, y a lo largo de aquel larguisimo y casi interminable suspiro ¿Que importancia pudo tener para ella la próxima boda de Pedro Antonio o el fín de carrera de Guillermo o las ilusiones de Laurita en su flamante relación sentimental?. Y para mi tio y mis primos ¡ Que inmenso dolor, que perdida irreparable, que terrible desgracia!. Muy bien, pero ¿despues qué?. NADA TIENE IMPORTANCIA, NADA, NADA, NADA. Cuando no se habian repuesto todavia de la muerta de mi tia, Mari Laura se marchó con ella. Nadie daba crédito a aquella desgracia sin fundamento. Laurita habia muerto desnucada en un accidente de coche intrascendente. Su novio iba conduciendo y no tuvo el mas mínimo rasguño o contusión ¿Quien se lo diria a su padre? ¿Podria encajar esta nueva desgracia? Si, la encajó y además superó tambien la muerte de Pedro Antonio unos años despues y la de Guillermo casi de inmediato, ambos murieron de infarto. Ya completamente solo, entregó su alma a Dios en el Asilo de Ancianos de Monovar siendo mas joven que el que esto suscribe, "habiendo tenido la previsión unos meses antes, de poner todos los bienes de que disponia, (de los que naturalmente ya no pudo disponer), a nombre de su queridisima nuera, que tuvo la gentileza de acompañarlo hasta la misma puerta del Asilo. Ya veis que tonteria, Las Monjitas digeron que el pobre habia muerto de pena.

lunes, 22 de septiembre de 2008

" TRANQUILO "



Yo tenia una finca grandísima en Caprala, en una zona agreste y montuosa en la que aún podian verse animales salvajes que desgraciadamente ya estaban desapareciendo de nuestro entorno.
Siempre he amado la naturaleza y cuando disponía de tiempo me daba una vuelta por aquellos predios, cuyos árboles de cultivo eran tan sólo el recuerdo de lo que en otros tiempos habian sido. Los pinos, las chumberas y los matorrales habían invadido las pequeñas parcelas apareciendo sólo de vez en cuando entre la frondosidad, algun almendro u olivo, solitarios, tratando de elevar sus ramas para buscar la luz y la supervivencia entre la maraña salvaje que los rodeaba.
De trecho en trecho podia encontrarse también alguna higuera que, a pesar de tener sus ramas y su tronco carcomidos por los años, aún podia, si estabamos en temporada, endulzarnos con alguna breva diezmada o algún pequeño higo dulcísimo.
Había algunas cuevas que daban su frescor y cobijo a los pocos que se internaban a través de sus cañadas en busca de aventura, porque realmente era una aventura pisar aquellos parajes mas propios para cabras y alimañas que para el pie del hombre.
Nunca me crucé con nadie en mis incursiones por aquellos vericuetos ya calcinados, ya sombríos, pero siempre bellísimos. A menudo me sentía como el monarca de un reino sin mas súbditos que los animales salvajes que lo habitaban; las tórtolas que oia arruyarse el la frondosidad con su sonoro Ruu, Ruu, las cabras que se dejaban ver en el atardecer, tan esbeltas, por lo alto de los más escabrosos riscos, los zorros que zigzagueaban con su cola casi en paralelo al dorso olfateando el rastro de alguna presa, las perdices que a veces explosionaban su vuelo a un metro escaso de distancia compensando mi susto inicial por una satisfacción inmensa, y así la infinidad de conejos, torcaces, serpientes, etc. que por uno u otro lado aparecían sin darme a veces siquiera tiempo para poder exteriorizar mi asombro.

Una tarde llegué al pie de la cuesta donde empezaba la finca y al bajar del coche se acercó hasta mi un perro flacucho, herido en el costado y con una apariencia famélica y enfermiza que me produjo cierta aversión, incluso temor. Lo rehuí y subí la cuesta con precipitación, mostrándome lo menos amigable que pude para evitar que me siguiera. Conseguí mi proposito y ya en mi reino me olvide de todo contemplando aquel entorno que tanto me relajaba y que siempre me aportaba algo nuevo que poder admirar. No me alejé mucho porque solo disponia de tres horas si queria salir con la luz del atardecer.
Estaba allí, echado junto al coche, esperando paciente mi regreso.
Yo llevaba jugueteando en mis dedos el papel de una madalena que acababa de comerme y haciéndolo una bola se lo lance como si de una piedra se tratara, para intimidarlo, pero el perro se levantó, la olió y se la tragó sin masticar. No obstante, su distracción me permitió subir al coche y salír de allí lo mas rápido que pude. Por el retrovisor pude ver como el perro me seguia con gran ansiedad, como si en ello fuera su vida y me dió tanta lástima su desesperada insistencia que pensé: " Si paro el coche, abro la puerta, y el perro sin tener que insistirle o ayudarle sube al coche, me lo llevo a casa y cuando se reponga ya veremos que hago con él"
Habrán adivinado que nunca salió de mi casa, en cuya parcela de 3.500 m2 se sintió el rey como yo lo hiciera en la finca de Caprala.
Jamás se permitió entrar al recinto de mi casa. El techo que a mí me cubria siempre lo consideró sagrado. Nunca hizo ninguna necesidad ni grande ni pequeña en el recinto de la parcela, siempre salia para ello a los alrededores, y siempre me obedeció en todo con una sumisión y respeto fuera de lo común. Cuando queria algo de él se lo explicaba como si fuera una persona y él lo comprendía exactamente como yo se lo habia explicado.
Era un enemigo temible de los gatos que no osaban acercarse a mi recinto so pena de morir en sus fauces, pero un día llegó mi hija a casa con un gatito. Temiéndome lo peor me acerque a él con el gatito en las manos diciendole: " A este gato no debes hacerle dáño, este gato es nuestro amigo" y mientras le hablaba acariciaba su hocico con la suavísima piel del minino.
No hizo falta insistir, jamás le hizo ningún daño, ni siquiera mostró ningún tipo de enfrentamiento.
Decidí llamarlo TRANQUILO, porque no se inmutaba por nada. Cuando pasaban o tornaban junto a el, se limitaba a abrir un ojo para después cerrarlo de inmediato, sin aparentemente mostrar la más mínima atención, pero si aparecia por las inmediaciones alguien que él consideraba peligroso, con una actitud fuera de lo común se le enfrentaba con el mayor rigor, sin permitir que pasase de las puertas del camino, con una agresividad impropia de su carácter.
Era una mezcla de setter y bretón, de color blanco con manchas marrones y ya llegó a nosotros con la cola cortada luciendo tan solo un pequeño muñón que inutilmente movia si buscaba otro fin que no fuera mostrar su regocijo.
A veces lo llevábamos al pueblo y para que no nos siguiera a todas partes le decia: " Tranquilo, tú no puedes entrar en las tiendas, está prohibido, quédate aquí cuidando del coche y no te muevas".
Nunca osó levantarse ni moverse sin mi permiso, aunque nos estuviese viendo desde lejos. Sin embargo, bastaba un solo gesto para que se reuniese con nosotros de inmediato.
A mis hijos Fran y Ana los acompañaba al colegio y puntualmente volvia a recogerlos a la salida. ¿Qué extraño mecanismo le ayudaria a intuir la hora?
En mi casa todos mimaban y jugaban con tranquilo, pero cuando yo llegaba, ya no habia nadie más para él. Si estaba alegre, saltaba a mi lado de alegría, pero si me veia triste andaba silencioso, pegado a mis piernas y conpungido como si mis preocupaciones fueran más suyas que mías.
Apoyaba su cabeza en mis rodillas y me miraba con tal expresión de tristeza que me veia obligado a cambiar el chip aunque solo fuera para no verlo tan abatido.
Un día mis hijos jugaban con un pajarito que aún no volaba y yo los insté a que lo pusieran en una rama para que a los padres les fuera más facil localizarlo y alimentarlo. Lo situamos en la rama de un naranjo y nos metimos a la casa para comer. Poco después empezó a llover intensamente y a mitad de comida notamos como arañaban suavemente la puerta de la cocina. Cual no fue nuestra sorpresa cuando tras la puerta vimos a Tranquilo, empapado, llevando en la boca entreabierta, con toda la ternura que una madre pudiera tener para su bebé, al pajarito que había sido derribado de la rama por el viento y por la lluvia y al que Tranquilo había salvado.
Lo sacamos de la cuna de sus fauces y lo secamos no sin antes felicitar con efusión aquel ser al que no sé cómo calificar, porque desde luego no era un animal como a tales se califica, ni un humano tal como nosotros lo reconocemos. Yo creo que era mucho más.
A veces llevaba en su mirada escrito con MAYUSCULAS " He hecho esto porque creí que debia hacerlo, pero no se si va a gustaros" y cuando comprobaba que lo habia hecho bien, por nuestro regocijo, saltaba de alegria.
Le ponia la comida en la esquina del corral y siempre esperaba a que le autorizase a empezar ya con una palabra, ya con un gesto, pero no impaciente ni con desasosiego, sino "tranquilo" y educado.
Ultimamente, cuando le instaba a que comiese, tímidamente y como si me pidiera perdón, se retiraba de la comida y se alejaba. A los pocos días descubrí el misterio; detrás del corral habia parido una perra y el, muy cortés, le cedía su comida. Impresionado por su gesto lo llamé y le dije:" Pero hombre, podias haberme dicho que eras padre y hubiese puesto comida para los dos " y acercándonos a donde estaba la perra y la camada contemplamos gozosos aquella hermosa estampa mientras la perra, para que pudiese ver mejor a los cachorros levantaba la pata trasera mientras los amamantaba. Desde entonces comieron juntos la doble ración y algo más.
Sería interminable contar todas las increibles hazañas que Tranquilo hizo en los doce años que vivió con nosotros y de las que he omitido la inmensa mayoria no porque las haya olvidado o porque me parezcan de menor interés que las que he referido, sino en verdad porque harian interminable esta historia.
Si cualquiera de sus hazañas escritas u omitidas es digna de que Tranquilo permaneciese siempre en nuestro recuerdo, en su conjunto, es tal su palmarés que dudo haya habido perro con más méritos en los confines del mundo.
Una mañana el hombre que venia a hacer las labores de la huerta me dijo que habia encontrado al perro muerto y que lo habia enterrado. Me sentí desposeido como si me hubiesen usurpado algo que a mí sólo correspondía, pero ¿qué iba a hacer? Comprendí su actitud y no quise reprocharle lo que habia hecho en su ignorancia.
Sé que tampoco lo hubiera comprendido, pero desde entonces, siempre que lo revive mi recuerdo, después de sentir la alegría de haber tenido un tan buen amigo y la tristeza de haberlo perdido, no puedo además, evitar el verlo enterrado, sin respeto, por una mano extraña y sin el calor de mi última caricia y noto una punzada que, inevitablemente, me duele como una espina en el corazón...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

MISERIA O GRANDEZA




El otro día, tras escribir un articulo, pensé que las generaciones futuras lo leerían, luego recordé la terrible cantidad de papeles que se tiran cuando se hace una limpieza general y me pareció mas difícil. Pero siempre al menos me queda una puerta abierta a la esperanza de que alguien, quizás antes de tirarme a la basura, por pura curiosidad, lea lo que de una forma u otra se haya podido conservar. Esta necesidad espiritual no creo que sea otra cosa que mi encubierto anhelo de eternidad.
Los grandes personajes no corren ese riesgo. Sus biografías están en todas las bibliotecas que se precien y sus nombres se repiten en todos los libros de texto pasando a formar parte de la cultura de muchísimos estudiosos, que entre otras cosas, ven compensados sus esfuerzos al saber contestar a las preguntas que, sobre aquellos, se hacen en los concursos de televisión. Me apena que muchas personas con méritos mas que suficientes para haber formado parte del grupo de los inmortales hayan pasado su vida en el mas oscuro de los anonimatos.
Siempre he sentido curiosidad por conocer el baremo por el que se puntúan "los méritos" que dan acceso a la inmortalidad y según mi criterio nunca se ha tenido en cuenta de forma efectiva "el sacrificado esfuerzo". ¿Cuantos científicos, por poner un ejemplo, se habrán dejado la vista delante de sus microscopios, día tras día, año, tras año, en su intento de lograr ese descubrimiento que los llevase a la gloria.? Decepción tras decepción y sufriendo la falta de medios al que su fracaso les empujaba, han seguido luchando sin ver ni por asomo el mas mínimo galardón que los premiara. ¿Toda una vida de esfuerzo carece de valor? ¿El merito solo radica en el hallazgo, aunque sea casual? ¡Nunca se levantará una estatua al valor del esfuerzo y el sacrificio de alguien que luchó en la vida sin éxito!. Lo que cifra en el baremo de la historia es el éxito, casual o no, logrado sin ayuda o apoyado en el trabajo de muchos fracasados que dejaron abierta la puerta del camino que se debía seguir. El récord es el récord, ¿quien recuerda a los segundos, aunque el vencedor haya obtenido la victoria por una centésima. ¿Que importa a veces la verdad, cuando el mundo ha elegido a su héroe.?.
Yo no voy a dedicar este articulo a los que alcanzaron la gloria por el éxito, casual o no, ni tampoco a los que no la alcanzaron nunca por haber seguido un camino equivocado, aunque reconozca que su esfuerzo en la decepción, tiene tanto merito como el del que alcanzó la gloria. Tampoco voy a hablar de nosotros, que en nuestra humildad disfrutamos de las mejores riquezas: Amor, amistad, bienestar económico, fé en el futuro, incluso la posibilidad de una inmortalidad mas o menos efímera si es que nuestros escritos llegan a manos de otras generaciones. Tampoco quiero hablar de los pobres, de los necesitados, de los afligidos, porque todavía tienen esperanza de escapar de esa condición.
Quiero hablar de los pobres de espíritu que sufrieron nuestra humillación y nunca se rebelaron, de los ignorados, pues todos los conocíamos y jamás quisimos saber de su vida, ni nos importaron sus penalidades, sus angustias o sus anhelos. De los desposeídos porque todos ellos tuvieron una familia o al menos una madre que algún día los colmó de besos, para después quedarse completamente solos; de los tontos porque nunca nos acercábamos a ellos con bondad y por eso nos rehuían con temor; de los locos porque a veces no podían aguantar nuestros insultos y creíamos que eran gritos incongruentes sus sollozos de impotencia.
Por eso quiero hacer un humilde homenaje a todos los tarados de mi pueblo, de los que nos mofábamos en nuestra insensibilidad pensando que bajo una apariencia tan grotesca no podía haber un alma divina.
Honor a tí "Tano", que recibías lo que te daban pero que nunca pedías. Nunca supimos lo que habia bajo la venda que siempre rodeaba tu cabeza. Algunos decían que tapaba un tercer ojo que tenias en el cogote. Bendito seas "Paquico El Tonto" que llevabas tu casa a cuestas; mantas cruzadas en el pecho a lo militar, cuerdas, sartenes, cacerolas y cantimploras que colgaban por debajo de tu chaqueta y en los bolsillos o colgados en ristra, platos de aluminio y cucharas de madera y un bote de tomate vacío como vaso. Gloria a ti "No tene dentes" humilde gangoso, retrasado mental con flequillo a "lo hospicio" y apariencia grotesca al que un día dieron una paliza de muerte porque mordió en la oreja a un rapaz que lo acosaba y al que quiso demostrar que sí tenia dentes. Hermosa sea por siempre "La Yaya" cuya mayor satisfacción era que le dijeran que era guapa y cuyo último refugio fue el Hospital Municipal donde limpiaba las salas de los enfermos hasta que Dios quiso llevársela con El. Y también "El Azafanero", aquel hombretón que siempre llevaba varias chaquetas aunque fuera verano y del que se decía que en una de ellas llevaba cosidos todos los ahorros de su vida y al que una noche atacaron en su cueva y le robaron dejándolo medio muerto y sin un céntimo.
¿Que pensarían estos personajes cuando se quedasen en el silencio de la noche aún mas solos de lo que siempre estaban?, ¿Le pedirían a Dios? ¿Les quedaría alguna lágrima para desahogar su desconsuelo? o ¿verdaderamente tendrían la dicha de ser tan tontos o tan locos como para no darse cuenta de su miserable situación? Bendita locura si por ella no se sintieron nunca desgraciados. Pido a Dios que no tuviesen nunca un solo momento de lucidez, ni siquiera en su muerte. ¡Que perdidos y aturdidos se hubiesen tenido que ver en ese momento. Mejor que llegasen todos al Cielo, guiados por el tercer ojo del Tano y anunciados con toda pompa por el ruido de las sartenes y las cacerolas de Paquico El Tonto.

domingo, 14 de septiembre de 2008

RACISMO Y XENOFOBIA O INSTINTO DE CONSERVACIÓN

Ante todo pido disculpas a las excepciones que pudiera haber en las afirmaciones que pueda hacer a lo largo del presente escrito.
En España convivimos con varias minorias étnicas. Unos, los hemos visto deambular en nuestro entorno, otros, los hemos tenido como vecinos, otros han sido sus víctimas y otros, solo han oido hablar de ellos, pero nunca creo que hayan oido lindezas. Precisamente de este último grupo, si no han tenido ningúna experiencia que los haya convencido de lo contrario, es de donde habran salido los ecuánimes defensores de esas étnias minoritarias, no tan minoritarias en otros aspectos (vease la población carcelaria y verán que la étnias minoritarias son mayoritarias en la actividad delictiva), pero claro está solo se rasca el que le pica. Las etnias minoritarias realizan sus actividades a lo largo y ancho de las poblaciones, pero suelen agruparse en barrios en los que la propia policia se siente incómoda. La entrada de uno o más de estas étnias en cualquier establecimiento implica muchos riesgos para su propietario, incluso para los demás clientes, el cruzarte con un grupo de ellos por cualquier lugar apartado produce deshazón y temor justificado y meterte en sus barrios no es mas que una temeridad. Las reiteradas quejas ante sus desagradables actitudes de convivencia y las de las victimas de sus desmanes, se ven ahogadas ante una inexplicable impunidad y ante el fundado temor de las represalias que pudiera acarrear cualquier muestra de enfrentamiento. Pues bien, los pocos que se atreven a ello los califican "legalmente" de racistas y xenofobos. ¿No creen Vds. que mas bien es una muestra de defensa propia? Ahora esta situación se ha hecho extensiva con los inmigrantes, pero no con las personas que fueron a España para trabajar y vivir dignamente, sino con los delincuentes que basan su suprvivencia en la extorsión, el robo y el crimen. ¡Que narices de racismo y xenofobia!. Benditos los inmigrantes y las étnias minoritarias, cuantos mas haya mejor, que trabajan, conviven y se integran por su intachable conducta ya que gracias a ellos España tambien crece y se enriquece, pero un no rotundo a los desperdicios humanos que son tan solo parasitos que restringen nuestras libertades y que además nos roban y a veces nos matan. Preguntenle a los taxistas por poner un ejemplo. No quiero que queden fuera de la canasta nuestros paisanos aficionados a las mismas prácticas, leña con ellos pero sobretodo quiero plasmar mi mas severa e indignada oposición a esos juececillos que tienen tan pocas luces que cuando alguien exterioriza sus sentimientos, basado en la mas rotunda verdad, demostrada y por todos conocida, los sentencian por el solo hecho de tratar de defenderse, acusandolos además de racismo y xenofobia. Vaya Vd. a saber el racismo y xenofobia que le iba yo a tener a cualquier preciosidad de la étnia minoritaria si no supiera que por el solo hecho de tratar de hacer amistad con ella podria encontrarme con una navaja en el cuello. Lástima que por culpa de algunos retrasados mentales que realizan actos evidentemente xenofobos, que a todos nos averguenzan, algunas grupos de la élite no ultrajada y algunos esnobistas trasnochados califican con esos terminos a los que solamente exteriorizan su instinto de conservación. Mas realismo y menos esnobismo. Ya se acordarán de mi cuando tengan un punzón o una navaja en el cuello.

jueves, 11 de septiembre de 2008

RIZANDO EL RIZO

Estoy en un país que me sorprende en muchos aspectos.
Los negativos hoy en día se padecen en casi todos los paises, quizás aquí con mas intensidad, pero solo de forma relativa, no quedándome la menor duda de que existe una lista muy larga de los que ya quisieran parecerse al que me ha dado acogida.
Los positivos seria prolijo relacionarlos por lo que voy a remitirme a uno en concreto que en mis latitudes europeas está arraigando pero de forma completamente opuesta. Me refiero a la buena costumbre de decir las cosas por su nombre.
Aquí es expresión natural dirigirte directamente a una persona que no conoces distinguiéndolo de los demás por su color;
"Eh, tú, negro, ¿a qué tienes los guineos (platanos)? En Europa podria ser motivo para que te multasen o denunciasen por racismo, aquí lo unico que puede pasar es que se vuelva otro negro cercano pensando que se lo dices a él. Creo que en Europa, cuando hablas de los negros, debes decir, si no lo han cambiado, "personas de color" para no discriminarlos. Creo que hay más discriminación en esa forma de expresión impuesta pues además de seguir discriminándoles se rehuye del color natural de su piel y eso conlleva a vistas claras rechazo a su color y temor de ofenderlos por algo que va implicito en sus características raciales de las que todos debemos estar orgullosos.
Aquí, si el mesero que te atiende es grueso, no se ofende porque le llames gordo, ni el manco o el cojo al que requieras su atención tampoco se ofenderá porque le digas mocho. Se empeñan en Europa rehuir la palabra ciego sustituyendola por invidente, creyendo quizás que el ciego va a ser menos ciego sabiendose invidente, o como si la palabra ciego implicase algún menosprecio. En cuanto a los inválidos los denominan minusvalidos (menos validos), por qué? Si es que queremos hacer una distinción en cuanto a las posibilidades de cada cual tendriamos que ser mas elevados. Hay una inmensa cantidad de invalidos, perdón minusválidos que son mas válidos para la comunidad que infinidad de válidos que no sirven para nada. Mejor seria haberlos llamado " impedidos", que es menos peyorativa y su significado etimologico se ajusta mas a la realidad. Está impedido para remar un manco , pero puede ser un fabusolo escritor, recuerdese a Cervantes por ejemplo; está impedido para jugar al futbol un cojo pero puede ser un magnifico atleta en paralelas o anillas por poner ejemplos deportivos en los que mas taras pueden tener los impedidos, pero en lo demás son personas completamente normales, juzgo por lo tanto que al crear la palabra minuválido pretendieron huir de los inadecuados sinónimos que habian empleado los diccionarios en su definición: "lisiado", "tullido" y claro está hubo que crear una palabra en cuya definición no aparecieran términos tan traumatizantes. Lo lamentable es que mejoraron la definición y se olvidaron del calificativo que sigue siendo peyorativo. Cualquiera de los validos, por analogia a minusválido puede estar en cualquier momento impedido para realizar una función, pero nunca nos llamaran minusválido. Mejor seria haber cambiado la definición " "impedido" en el diccionario que podria haber sido: Persona incapacitada para algunas actividades de forma temporal o permanente, pero apta en todas las demás. Esto es de pena. Y no digamos de otras muchas que dan risa. ¿A quien se le ha ocurrido la infamia de calificar de "Restaurador" al hostelero? ¿Que restaura? ¿Los guisos?. Los verdaderos restauradores se vén obligados ahora a decir soy restaurador pero no de cocina. ¿Y las imposiciones de las feministas, no son tambien un poema? ¿Quien cuando vá al medico se extraña de que lo atienda una hermosa señorita? ¿Por qué pretender que se les llame medicas? Despues no podriamos decir voy al médico porque se sentirian desplazadas. ¿Saben estas señoras que en castellano hay palabras unisex como en las peluquerias? ¿ Por qué se sienten ofendidas cuando se las llama La Juez y pretenden ser Juezas. Si llamo al taller para hablar con la mecanico o el mecanico pienso que me entenderan y no estaré haciendo ninguna discriminación, pero si pregunto por la mecanica y el que me atiende es locuaz quizás me haga una disertación sobre la parte de la física a la que pertenece. Figurese que vá al cuartel a preguntar por la "soldada" o que un machista, que los hay en demasiá, perteneciese a la secreta y pretendiera que lo llamasen "policio". Aberraciones pueden haber muchas, pero llevarlas a tales extremos raya en locura. Lo grave es que nuestros Academicos de la Lengua acepten estos desaguisados.

CONCATENACION

Gota a gota resbalando del alero,
de la lluvia, de la nieve, del rocío;
gota a gota, del verano de mi hastío,
del tedio que socava mis cimientos.
Gota a gota se nubla mi semblante
mostrando con crudeza el desaliento;
gota a gota se agota mi entereza
y vaga ya sin luz mi pensamiento.
Empapada de dudas, mi cabeza,
se ahogaba gota a gota de tristeza
hundiéndose en un mar de desconsuelo.
Y ¿Cual fue mi pecado y mi torpeza?
¡Era tan simple y pobre mi deseo!...
"Encontrar un cobijo que me diera
más calor en el frio de mi invierno"

miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL LLANTO


El llanto es la expresión más sublime de nuestros más profundos sentimientos, ni se le invita ni puede eludirse, simplemente surje..., a veces en silencio, otras como una explosión. Puede acudir en el hogar, en el trabajo o en la misma calle; por amor, por ira , por dolor, por tisteza, por impotencia, por decepción...
Es terrible no poder llorar con plenitud hasta llegar a ese ¡Ay madre! que tanto desahoga y aún mucho más tener que tragarse las lágrimas entre mudos sollozos para que no te vean, para que no te escuchen, para que no te aturdan con inútiles frases de consuelo.
En todas las casas, en las empresas y en todos los lugares públicos, deberia haber un lugar unicamente destinado al llanto. Su rotulo podria ser "PARA LLORAR".
Para llorar, se necesita un sitio ovalado, sin esquinas, tapizado en papél secante, recogido y abrigado para evitar el frio de la soledad. Para llorar, el pensamiento debe de estar por encima del plano de la consciencia, procurando analizar desde todas las perspectivas, incluyendo la cuarta dimensión y olvidando si es necesario la razón, para justificar la sinrazón y el desencanto.
El llanto surge a pesar de la luz, de la distancia, de la ausencia de afectos, incluso a pesar de la no existencia. Si se llora hay que morir un poco en cada lágrima, en cada sollozo.
Si cuando se llora, por cualquier resquicio, llega a nuestra alma la luz de un pensamiento que alarga nuestros labios haciendonos esbozar una sonrisa, la caricatura de una sonrisa, incluso una mueca que recuerde una sonrisa, podemos estar a un paso de nuestra salvación.

NO HAY NADA MAS TRISTE QUE NO HALLAR UN RAYO DE ESPERANZA
DESPUES DE HABER LLORADO AMARGAMENTE.


martes, 9 de septiembre de 2008

MI AVENTURA MADRILEÑA - Segunda Parte

En mis quehaceres en Midco, S.A., pude observar que en las liquidaciones de Seguridad Social venian pagando un 4% de la base de cotización por concepto de Mejorada de Mutualismo Laboral y yo sabia que esa Mejorada no era asimilable a la actividad que la empresa realizaba, es decir, estaban pagando una millonada por algo que después no les iba a repercutir. Tambien ví que los empleados de las secciones de alimentación carecian del Carnet de Manipuladores de Alimentos, que era y sigue siendo imprescindible para este tipo de trabajo, lo que podia ocasionasionarles una cuantiosa multa y además ciertos impuestos los estaban pagando sobre el volumen total de ventas, cuando por la diversidad de productos que se vendian , estos impuestos solamente repercutian sobre algunos de ellos y siempre por un porcentaje menor de lo que se venia pagando, con lo que tambien estaban teniendo una pérdida absurda. En pocas palabras, ví una posibilidad de afianzar mi puesto en la empresa y ni corto ni perezoso preparé un informe dirgido al Director de la misma D. Plácido Arango, (hoy todo un personaje, aunque debe ser muy mayor), y lo dejé sobre su mesa. Al día siguiente el encargado de mi sección, que ni me conocia, me localizó diciendo mi nombre a viva voz y me concertó una entrevista con el Sr. Arango a petición del mismo, lo que dejó a todos, incluso al Jefe de Sección muy intrigados. Me uní con ellos a la sorpresa pero sin decir una palabra de lo de mi informe. No fué D. Placido quien me recibió sino el Sr. Lara, un Jefazo de la multinacional que estaba en viaje de inspección y que por lo que supe superaba en el organigrama de la empresa al propio Sr. Arango. Era mejicano, todos los inversionistas tambien lo eran, así como los puestos de mayor entidad estaban a cargo de mejicanos . El Sr. Lara tenia todo el aspecto de un ranchero de Texas, incluso lucia el caracteristico sombrero. Tras una larga conversación sobre los temas de mi informe y otros aspectos de la empresa me pidió que le hablase sin interrupción de cualquier tema que se me antojase, instandome, cuando hacia alguna pausa, a que siguiese. Mi monologo se me hizo eterno y lo orienté a las aspiraciones que me habian conducido a Madrid y a mi sueño de poder traerme a mi esposa y a mi hijo de los que estaba separado ya muchos meses. Parece que le complació la forma en que me expresé porque una vez terminada mi disertación decidió contratarme nada menos que con la categoria de Jefe de Personal y con un excelente sueldo, permitiendome un espacio de cadencia para que pudiera seguir en la Citröen hasta que finalizase el mes.
Ante la buena nueva, saqué hasta el último céntimo ahorrado y conseguí alquilar un apartamento en la calle Carnicer, muy ceca de su esquina con la Murillo, a la altura del que cro desaparecido Cine Cristal y del legendario Mercado Maravillas. El apartamento era pequeño, lo suficiente para nosostros tres, pero estaba hecho una pena. A la cama de matimonio le faltaba una pata y estaba apoyada sobre dos ladrillos y el resto de los muebles estaban hechos una verdadera ruina, pero yo sabia que cuando Ana viniese lo iba a transformar. En mi primera inspección en solitario, al tratar de abrir la puerta de cristal de la galeria,que estaba encajada, se me rompió el cristal, que terrible desgracia ya que
aún faltaban unos días para cobrar en la Citröen y me habia quedado con lo justo para pasar el resto del mes, teniendo en cuenta que habia pagado la fianza y dos meses por adelantado de alquiler. No podia por otra parte dejar el cistal en esas condiciones ante la inminente llegada de Ana, ya que por esas fechas hacia bastante frio y decidí emplear mis últimos fondos en la reparación.
Salí a la calle y enfrente mismo de mi puerta habia un pobre tullido vendiendo loteria . Le pregunté donde podria encontrar un cristalero y me informó detalladamente, despues me pidió que le comprase un decimo. Me dolió en el alma no poder atender su petición. Ante su insistencia tuve que explicarle que apenas llevaba dinero para pagar el cristal pero el me insistió diciendome que me iba a tocar y yo volví a lamentarme de no poderlo atender despues de haber sido tan amable. Y aquí volvió a intervenir la Providencia. Ese pobre tullido, que se ganaba a duras penas su subsistencia con las propinas que recibia por cada venta, en un Madrid inmenso y a una persona que jamás habia visto me dijo: "Llevese el decimo que le va a tocar, ya me lo pagará cuando pueda", pero hombre le contesté, si Vd. no me conoce de nada y el me dijo, no importa, yo sé que Vd. me lo vá a pagar. Aunque fuera lo último que hiciera en mi vida le pagaré el decimo en el momento en que cobre, le dije y me marché. Era viernes y al día siguiente mi decimo salió premiado con quince mil pesetas, busque al tullido y le dí mil pesetas de propina, recuperando lo pagado por el cristal y quedandome todavía dinero suficiente para recibir a Ana con cierta olgura economica. A PESAR DE QUE VIVÍ EN ESA CALLE MAS DE CUATRO MESES JAMAS VOLVI A VER A AQUEL ANGEL.
La llegada de Ana y de mi hijo Juan recien cumpliditos los dos años fué la culminación de todas mis ilusiones, me sentia seguro de mi mismo, en una empresa de porvenir y con un cargo envidiable. No se puede describir la escena de nuestro encuentro ni voy a tratar de hacerlo, eso queda para mi solo, permitirme que no lo comparta, si os diré que mi hijo con dos añitos recien cumplidos me cantó de principio a fin la canción La,La,La de Masiel y a partir de entonces no hubo vecino que no le pidiese que la cantase. Con la llegada de mi esposa, aquél esperpento de vivienda se transformo en un verdadero hogar como yo sabia de antemano, quedando precioso con los retoques y arreglos que Ana le hizo. Sin duda esa epoca fué una de las mejores que recuerdo de mi vida porque jamás hubo mas cabida en ella que mi esposa, mi hijo y mi trabajo.
Que fabuloso porvenir si el Sr. Lara no se hubiese marchado a Mejico antes de incorporarme definitivamente a la nueva empresa. Se hizo cargo de mi contratación definitiva el Jefe de Administración, hoy tambien un gran personaje, pero que mencionaré utilizando las siglas de su nombre J.R.N. por no ser muy loables los comentarios que tengo que hacer.
J.R.N. no se vió muy complacido con mi contratación, tengase en cuenta que todos los fallos por mí detectados eran de su exclusiva responsabilidad y desde el primer momento trató de anularme. Cualquier tipo de comunicación se hacia por medio de memorandum y siempre siguiendo el curso reglamentario. Yo dependia directamente de J.R.N., así que todas mis informaciones, hallazgos y propuestas tenian que pasar por sus manos, y el, impunemente,las trasladaba a Dirección General como suyas. Trabajos que a mi me habian costado muchisimas horas de esfuerzo, que no me habian sido encargados, sino que los hacia por mi propia iniciativa, J.R.N. se los apropiaba y los presentaba como suyos llevandose todos los honores. No he conocido jamás un hombre tan cinico y perverso como el.
Todo lo descubrí a raiz de un estudio de rentabilidad de mercado que me fué costosisimo teniendo en cuenta que tenia que conjugar muy escrupulosamente "espacio ocupado, costos de stocks, espleados que se requerian para la atención y mantenimiento, margenes comerciales de los productos, historial de mermas controladas y sin controlar y un sin fín de aspectos que bien hilvanados nos iban a proporcinar información real sobre las secciones que se debian ampliar, reducir e incluso anular. Surgiendo de mi tabajo conclusiones tan enfrentadas que incluso parecian absurdas pero que bien estudiadas demostraban que secciones cuyo volumen de ventas era muy aceptable, en realidad no eran rentables.
Este trabajo me llevó algún tiempo y la secretaria del director general pasaba a veces por mi despacho y en broma calculaba conmigo los royos de papel de calculadora que habria gastado. Yo a veces le comentaba lo que estaba haciendo y concretamente le hable bastante sobre este trabajo. El informe lo pasé a J.R.N. y a los pocos días entró la secretaria del Sr. Arango en mi despacho y me dijo: " Sr. Cabrera le voy a decir una cosa pero me tiene que prometer que no vá a decir nada que me pueda perjudicar, J.R.N. está en la sala de juntas con el Sr. Arango, Con D. Amilcar Corrochano (Jefe de Compras) y con D. Juan Antonio Escudero (Jefe de Ventas), presentando y explicando en la pizarra, como suyo, el tabajo que Vd. hizo últimamente. Ya lo habia hecho antes con otros trabajos pero no me atreví a decirselo, pero cuando he visto que lo felicitaban despues de todo lo que le ha costado a Vd. hacerlo me he indignado tanto que he venido a decirselo.
A partir de entonces no volví a hacer otra cosa que no fuera cumplir estrictamente con lo que por mi cargo me correspondía, mientras el canalla de J.R.N. me instaba diciendome ¿Es que se le han acabado las ideas Sr. Cabrera?
Mi hermano Guillermo me visitó, tenia entre manos un negocio que parecia muy bueno y estaba dispuesto a pagarme lo que alli cobraba si me iba con el ya que necesitaba una persona de toda su confianza. Ana habia regresado a Petrel en ´las últimas semanas de su embarazo y acababa de parir a Tomás y yo me moria por abrazarlos y J.R.N. era un dique imposible de salvar, así que me presenté en su despacho con el escrito de mi dimisión, no sin antes decirle lo canalla, cinico y mezquino que era.

ASI TERMINO MI AVENTURA MADRILEÑA.

lunes, 8 de septiembre de 2008

MI AVENTURA MADRILEÑA - Primera Parte

El año 1967 para mi "aciago y explendoroso" me merché a Madrid a abrírme camino. Mi impetú era irrefrenable y mi ilusión quizás mas un sueño que una esperanza. Sabia que si fracasaba iba a sumirme en el estado de depresión del que acababa de salir y seria muy dificil que me recuperase. Intuia que de aquél viaje dependia en gran parte mi futuro y las palabras "viaje a Madrid" llevaban implicitas todas mis esperanzas y mis quimeras. Dejé a Ana, mi esposa con un hijo de algo mas de un año y para que subsistiesen, lo justo para un mes a duras penas. Yo me llevé algo mas de dos mil pesetas.
No tenia ningún programa, ni experiencia en ningun tipo de trabajo, ni preparación suficiente como para solicitar un empleo concreto. Solo disponia de unos conocimientos mas teóricos que prácticos, una gran fé en mi mismo y la ayuda de Dios que se manifestó en mas de una ocasión de forma expontanea y siempre cuando mas lo necesité..
Para ahorrar, cogí mi maleta y me fuí a la carretera a hacer auto-stop, alguien me llevó a lo que por entonces se conocia como "Curva de Santa Barbara" y allí se manifestó Dios por primera vez. Ví acercarse un Renault Dauphine amarillo que paró a mi altura. ¡Que sorpresa tan grande cuando nos reconocimos! El conductor era mi amigo Antonio Vidal Berenguer, que pocos años después se haria monje benedictino en El Monasterio de Silos (Burgos), desde donde creo, aún recordará nuestras andanzas, pero eso es otra historia, lo cierto es que por aquel estonces habiamos pérdido el contacto y no sabiamos nada el uno del otro, lo que sin duda reafirma mi convicción de que nuestro encuentro fué guiado por la mano de Dios. Nuestra sorpresa fué in crescendo cuando descubrimos que ambos íbamos a Madrid, que los dos pretendiamos cambiar de horizontes para abrirnos camino y que la decisión no habia sido premeditada sino siguiendo un impulso que se habia transformado en necesidad. Habiamos decidido salir el mismo día, a la misma hora y habiamos tenido la suerte de encontrarnos, de forma tan inusual,unos segundos despues de haber llegado yo a ese sitio. ¿No son demasiadas casualidades? Que grande fué nuestro mutuo apoyo en todos los abatares que nos acontecieron, que reconfortante la compañia de un fraternal amigo, que sensación de bienestar al no sentirnos solos; los animos que nos trasmitiamos, el generoso y sentido consuelo en los momentos en que la angustia y la impotencia se transformaban en llanto.
Nadie puede imaginar eso si antes no lo ha vivido. Las cartas que enviaba a mi esposa trataban de ser alentadoras pero estaban escritas con lágrimas, sacabamos, no se de donde, fuerzas de flaqueza en nuestra lucha contra reloj, ya que sus medios eran escasamente mayores que los mios y en conjunto una pequeña miseria que decrecia de forma alarmante y el retorno con las manos vacias nos aterraba, a mi especialmente.
Que patético peregrinar por las oficinas de empleo donde a veces nos facilitaban alguna dirección, pero que cuando llegabamos habian decenas de personas para cubrir un miserable puesto de trabajo. De los periodicos tambien obteniamos información, pero siempre habian terribles colas en las que reconociamos a otros muchos que ya habian coincidido con nosotros en otros intentos, con el mismo afán pero con la cara de amargura que, sin duda, nosotros tambien reflejabamos. Por la noche en la pensión escribiamos infinidad de cartas para solicitar los empleos en los que se exigia acompañar el Curriculum Vitae y jamás recibimos respuesta a una sola de ellas. Lo importante era que cualquiera de los dos consiguiera un empleo; viviriamos de ese sueldo mientras el otro encontrase algo también, pero la suerte no nos acompañaba. Por fín "el premio", no pudo llegar mas a tiempo. En la C/. Joaquin Garcia Morato, creo recordar nº 179, la empresa Mecanización de Oficinas nos dio la oportunidad, de trabajar como vendedores de maquinas calculadoras, con un sueldo: Tres mil quinientas pesetas al mes mas comisiones. Esto nos permitió mantener nuestras esperanzas, ya que las comisiones se pagaban inmediatamente después de cada venta y era imprescindible que ingresasemos algo de inmediato. Fichabamos por la mañana y provistos de una calculadora de aquellas de manivela no muy pesada, pero que al mediodia nos parecia un saco de harína, cogiamos cada cual una ruta y nos volviamos a encontrar en la oficina a la hora de fichar. Nos dirigiamos a la pensión a comer y por la tarde la misma operación, contandonos despues todas las incidencias y anecdotas de la jornada y a pesar de nuestros problemas nos reiamos a lo grande con las caidas de Antonio o nos emocionabamos cuando surgia alguna buena posibilidad de venta fuese cual fuese el que la habia conseguido. Yo no quise desaprovechar mis visitas y trás cumplir con mi cometido solicitaba un puesto de trabajo en las empresas que creia que valian la pena.
Un día acudí a una Agencia de la Casa Citröen que mostraba unas magnificas instalaciones, teniendo la suerte de ser recibido por su propietario. No tendria mas de treinta y cinco años y era afable y respetuoso. Que bien me sentí en su despacho tratado con respeto y consideración, cosa no muy frecuente en mi peregrinar que en la mayoria de los casos te recibian de mala gana y con una palpable impaciencia mientras trataba de hacer ver las excelencias de nuestro producto. No le interesó ni la calculadora ni ninguno de los productos que llevaba en catálogo, pero charlamos un buen rato y viendo que mi conversación le agradaba le dije: "Ya vé que soy un malisimo vendedor, pero me encantaria, si fuese posible, trabajar para Vd. en cualquier puesto, que me ofrezca" y entonces llegó la temible pregunta ¿ Y que labor podria realizar? ... ¿.....? Yo era aprendiz de mucho pero maestro de nada. De coches sabia por entonces los mismo que mi hijo o quizás menos. Ni siquiera habia tenido ninguno y del funcionamiento de una Agencia de Automóbiles tampoco tenia la menor idea, pero la Providencia puso en mi boca una frase que le hizo gracia: "Puedo desde barrele las instalaciones a presiderle el Consejo de Administración, dentro de estas dos escalas a Vd. corresponde asignarme el puesto." D. Simón Mamam Péres que así se llamaba, judio y magnifica persona, habia delegado todo el peso de su empresa a uno de esos hombres que se encuentran con lupa; integro, competente, trabajador nato, que llevaba el control de todo de una forma impecable. Estaba asediado de trabajo y mi misión no fué otra que ayudar a ese hombre en su labor. De forma paciente y a un nivel de compañerismo envidiable me fué imponiendo en todos los quehaceres, de tal forma y con tal acierto que llegó el momento en que podia delegar en mi cualquier función que el no pudiera atender, con toda confianza.
Hay algo curioso que me ha pasado en otras ocasiones y que me molesta muchísimo. Recuerdo, datos fechas y nombres que no han sido relevantes en mi vida y en otros casos olvido el nombre de personas que como este caballero encomiable han significado tanto para mi. Por más esfurzos que hago no consigo recordar ni el nombre de Pila de este magnifico señor que con tan buen talante me acogió como un verdadero compañero. Si recuerdo el nombre de Maria del Pilar, una administrativa dulcisima y bondadosa que hablaba muy suavecito y que diariamente gastaba una caja de pañuelitos de papel por una persistente moquita que no le remitia y que la llevaba mártir. Pensabamos que era un resfriado crónico pero al fín supimos que se trataba de una fistula en el cerebro. No sé que habrá sido de ella pero siempre que la recuerdo veo en su cara esa alegria distante y agridulce de los elegidos.
Mi salida de Mecanización de Oficinas prácticamente no me distanció de Antonio Vidal, mi queridisimo amigo, ya que lo unico que cambió fueron las idas y regresos del trabajo que como es obvio, tuvieron desde entonces itinerarios difrentes, pero no dejamos de compartir todo el tiempo libre del que disponiamos. Nos habiamos instalado en la Peníón Falfes, daban bien de comer, estaba limpia aunque sin ningún lujo y sobretodo era muy económica. Un domingo ví en la prensa un anuncio en el que se solicitaba personal para cubrir el Departamento de Cuentas por Pagar de una empresa llamada Midco, S.A.. Era un trabajo que comenzaba a partir de las 7,30 de la tarde, compatible por lo tanto para mi, que terminaba a las siete en la Casa Citröen y que podia redondearme un sueldo que me permitiese traer a Madrid a mi esposa e hijo. Las oficinas estaban situadas en el número 123 de la C/ Gúzmán El Bueno, y casi anexas a unos grandes almacenes de su propiedad llamados AURRERA y situados en los bajos del Edificio Parque de las Naciones, muy cerquita del Palacio de Loterias. Conseguí el puesto, pero tuve que renunciar a la cena porque la media hora de que disponia desde mi salida de la Citröen la consumia en mi desplazamiento hasta Guzmán El Bueno y el trabajo en Midco, S.A. por razones de urgencia nos ocupaba como mínimo hasta las doce y media de la noche y en muchos casos hasta las dos de la mañana.
En la Pensión Falfes atendia la mesas un solteron muy amanerado que tenia todas las trazas de ser marica pero que jamás nos faltó a nadie al respeto y como se percató de que nunca venia a cenar me dijo: "Juan, te vás a morir, estás en los huesos. ¡Dios sabe que harás por las noches! Le conté exactamente lo que me pasaba y de forma exageradamente amanerada me dijo: " Ah no, eso no lo puedo permitir, e instandome a que lo acompañase me llevó hasta una mesa que habia en un rincón, en la que se apilaban los platos limpios y en cuyo angulo, apoyado en la pared habia una lámina enmarcada, con unos galgos tratando de dar caza a una liebre. La separó de la pared y me dijo: "Aquí, en este rinconcito, detrás de este precioso cuadro, te voy a dejar todas las noches la cena. Cuando termines dejas aquí mismo los platos y los cubiertos que yo los retiraré. ¡No quiero que te dejes ni una miguita." Nunca me faltó la cena y a veces incluso me dejaba un vaso de vino. Dios siempre está presente, lo que ocurre es que nunca tratamos de verlo. ¡Bendito sea Pedro, aquél mesero cuya vida es para mi una incognita pero que abrazaria con cariño a pesar de su condición si algún día tuviese la dicha de volver a verlo. Mi pluriempleo si que hizo disminuir casi totalmente mi contacto con Antonio Vidal. Por la mañana teniamos el tiempo justo para asearnos, vestirnos y despedirnos hasta el día siguiente ya que por la noche cuando yo regresaba el estaba dormido. Una mañana se despidió de mi, volvia para Elda, su aventura madrileña habia terminado, ya iniciaria una aventura muchisimo mas sublime, pero antes de marcharse sacó todo el dinero que tenia en la cartera y despues de retirar lo necesario para su viaje de regreso tomo el resto y me dijo, Juan, quiero que aceptes este dinero, yo me voy para casa y allí no voy a pasar ninguna necesidad, tu lo necesitas mas que yo. A pesar de mis protestas no permitió que se lo rechazase. Se lo acepté porque sabia que me lo daba con todo su corazón. Gracias Antonio, sabes muy bien lo que tu gesto significó para mi y quiero que sepas que le dí un muy buen uso a tu dinero. La verdad es que a pesar de estar tantisimo tiempo sin ver a mi esposa, no hubo persona mas fiel que yo ni hombre mas entregado a su trabajo. Nunca busque otra mujer ni gasté un solo centimo para darme el mínimo capricho.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

miércoles, 3 de septiembre de 2008

ALGO QUE NO ADVERTÍ CUANDO EMPECÉ MI BLOG

Cuando alguien escribe fantasias no tiene limites. Puede crear, destruir o cambiar a su antojo situaciones con el unico y muy loable esfuerzo de imaginar una solución providencial.
El lector se divierte dejandose llevar por las lucubraciones del que escribe pero es consciente de que le están contando un cuento chino.
Pueden haber relatos con un trasfondo de verdad, pero está tan adulterada en su fondo o en su forma, o en ambas cosas a la vez que termina siendo una fantasia.
Tambien puede ocurrir que se presenten unos hechos factibles (cualquier situación que se pueda imaginar sin duda ha acontecido, aunque desconozcamos donde, cuando, como y por qué e ignoremos la identidad de sus responsables) y que el que escribe cuente el donde, cuando, como y por qué, incluso ponga en boca de los personajes las frases mas adecuadas en cada situación, pero nunca sera el verdadero donde, cuando, como y por qué, ni serán reales esos personajes, ni dirán las frases que realmente dijeron, ni estarán situados en el escenario donde los hechos acaecieron, ni siquiera se corresponderan con la epoca en que ocurrió el evento.
. Un mismo hecho podria escribirse de mil formas diferentes cambiando sustancialmente su contenido, sin llegar jamás a otra verdad que no sea la impronta de la idiosincrasia de su autor y sus convencionalismos, tan dificiles de desterrar si se quiere ser objetivo. Pero, ¿que importa el objetivismo cuando las frases que se ponen en boca de los personajes no son mas que pura especulación?
La verdad solo tiene una forma y un camino, es una ciencia exacta y si algo en ella se adultera deja de ser verdad.
Me hace feliz contar historias y anécdotas siempre que tengan un mensaje aleccionador o una impronta espiritual que realmente ocupe un lugar en mi corazon. No me gusta añadir a ellas condimentos imaginarios que las desvirtuen, ni cambiar frases por otras que no se dijeron, porque quizás si las frases se hubiesen dicho de otra forma podrian haber cambiado tambien los acontecimientos. Esto puede en ocasiones resultar menos atractivo y mas tedioso pero siempre tendrá la expontaneidad y frescura del recuerdo imborrable a través del que podreis entrar en contacto con personajes reales , en los escenarios reales y con las frases que realmente dijeron.
Podeis por lo tanto tener por seguro que cuando me leasis tendreis ante vosotros La Verdad, Toda la Verdad y Nada mas que la Verdad-

UNA NOCHE DE ESPANTO


A lo largo de mi vida y por razones que se escapan a mi conocimiento, ha habido dos situaciones, distanciadas en el tiempo, en las que fuí sujeto activo y pasivo y que me marcaron, en ciertos aspectos de forma permanente.
La primera fue un día de excursión al Cid, majestuoso monte de mi entorno cuya mole parece estar cortada a pico y cuya silueta se aprecia desde cualquier punto de nuestro Valle.
Estaba tranquilamente conversando con mis amigos a la sombra de los pinos cuando vi en un cortado un arbusto de Madroños que estaba atestado de fruto. El lugar era muy peligroso, de ahí el que hubiera sido respetado, pero mi temeridad y falta de reflexión me empujó a conseguir alguno de esos frutos como postre para el almuerzo que de forma inminente íbamos a comenzar. Aplastando mi cuerpo sobre el inclinadísimo suelo y arrastrándome prácticamente como un reptil llegué a una cornisa que me permitía apoyar las puntas de mis pies y de mis manos a lo largo de una repisa que no distaba mas de dos metros del ansiado fruto.
Todo fue bien hasta que debido a lo forzado de la posición y siendo mínimo mi punto de apoyo, mis piernas empezaron a temblar, quedando en una situación en la que me era completamente imposible intentar dar un solo paso más. El pánico comenzó cuando me dí cuenta de que tampoco podía retroceder, tal era la fuerza con que mis piernas se agitaban. Observé el terrible barranco que se abría debajo de mí, cuyo fondo era un embudo de rocas puntiagudas amenazantes que descartaba la posibilidad de salir con vida si llegaba a resbalar y ya me era difícil seguir manteniendo mi posición porque el temblor de mis propias piernas me desplazaba de mis puntos de apoyo.
A todo esto, desde abajo, otros excursionistas me increpaban por mi temeridad y escuché perfectamente como alguno decía: "Así se matan y después dicen que ha sido un accidente".
Llegué a pensar un momento en dejarme caer porque mis fuerzas estaban completamente agotadas, pero una luz me hizo comprender que lo que me estaba impidiendo moverme eran las terribles oscilaciones de mis piernas y decidí algo definitivo; me sujetaría lo mejor posible con mis manos a la repisa y dejaría colgar mis piernas en el vacío para ver si se recuperaban, mas valía morir en el intento que dejarme caer ante mi impotencia.
En este, como otros muchos actos de mi vida, fue mi voluntad la que me salvó.
Llevé toda mi fuerza a la punta de los dedos de mis manos que me sostenían y eliminé la tensión de mis piernas dejándolas descansar unos segundos en el vacío. Después con mucho tiento volví a apoyarlas, el temblor había desaparecido y muy poco a poco fui retrocediendo hasta salir del peligro.
A PARTIR DE ENTONCES EL SOLO SUBIRME A UNA SILLA ME PRODUCE VÉRTIGO.
La otra situación que me ha marcado es ver la sangre, no sé cuál es el origen de mi fobia pero podría ser una intervención de poca monta en la que tenían que extraerme una esquirla de metal que se me había alojado en el dedo pulgar de mi mano y en cuyo proceso me desmayé como una señorita. Ver sangre y darme una terrible angustia es un hecho.

Era imprescindible hacer referencia a estos dos handicaps para que se pueda comprender con mayor conocimiento de causa, la grandeza de los hechos que voy a referir y además para dar ánimo a cualquiera que pueda tener algún complejo, haciéndole ver que lo que en estos momentos se crean incapaces de hacer estoy completamente seguro que en la hora de la verdad lo harán quizás mejor que otros que se creen preparados ante cualquier contingencia.

Eran las 10,30 de una noche de invierno en la que un terrible temporal de lluvia y viento azotaba las calles de Benidorm.
Me disponía a cenar cuando recibí la llamada telefónica del vigilante de Apartamentos Valencia advirtiéndome que en el último piso de los Apartamentos Navasa, que yo administraba, se habían dejado un toldo abierto y que el vendaval lo estaba haciendo golpear sobre el tejado.
Dejé mi cena y de inmediato me dirigí al edificio en cuestión, vecino al mio, pero en vez de ir por la acera me salí casi hasta el arcén de la carretera de circunvalación que por allí pasaba, con el fín de poder observar mejor qué toldo era el que estaba suelto.
Localizado el balcón, correspondía al sexto y último piso del Bloque Navasa III.
Observé que la barra de hierro que hace de contrapesa en el extremo del toldo, estaba golpeando las tejas de tal forma que de un momento a otro iba a romperlas, arrastrándolas en su ir y venir pudiendo ocasionar algún percance.
Estando en estas cavilaciones observé que hacia ese punto se acercaba una señora e inmediatamente la advertí desde lejos del riesgo y le pedí que no diese un paso más, pero no me oyó y siguió derecha hacia el peligro. Volví a gritarle con todas mis fuerzas pero fue inútil, levanto las manos como diciendo que no me entendía y siguió andando.
La fatalidad sigue sus designios y los temores que había previsto con sólo contemplar las embestidas del toldo se fueron a materializar en el mismísimo momento en que la señora estaba debajo de mismo, sin que mis gritos y mis aspavientos de peligro consiguiesen detenerla ante su destino.
La barra del toldo arrastró varias tejas rotas que cayeron sobre la señora.
Era un milagro, que en aquella lluvia asesina ningún trozo de teja la hubiera golpeado y ella permanecía en pie con los brazos extendidos hacia mí y yo corrí hacia ella como una exhalación sin importarme que el toldo pudiese provocar otra avalancha.
Cuando llegué hasta ella una fuente de sangre surgía por la parte de atrás de su pierna izquierda. Para hacerle esa incisión la teja tenia que haber pasado rozando su cabeza, su espalda y haber cortado un gran filete de su pierna que estaría algo retrasada antes de dar el siguiente paso.
De hecho la teja le cortó la femoral y todos los músculos anexos, casi en el vértice que forma pierna y el muslo, algo incomprensible, teniendo en cuenta que solo lesionó este punto.
La cogí en brazos mientras la sangre me empapaba, notaba su calor recorriendo mi vientre y mis muslos mientras chorreaba por la punta de mis perneras. Mis calcetines de lana estaban empapados sintiendo al andar una amortiguación extraña y pringosa.
Atravesé la carretera sin siquiera mirar si venia algún vehículo y entré en la farmacia de enfrente que "providencialmente"estaba de guardia.
No fue mucha la ayuda que me prestaron, sólo ideas.
Me sugirieron que la llevase a la Clínica Virgen de Fátima y que ellos desde allí llamarían para que nos estuviesen esperando.
A la puerta de la farmacia se paró un taxi y esto si que fue providencial. No quería ensuciar el coche pero vio en mis ojos una desesperación que a cualquiera persuadiría.
Efectivamente estaban esperando nuestra llegada. Allí quedo "en buenas manos" y yo regresé a mi casa.
¿Como evitarle el susto a mi esposa? Llamé y sujetando la puerta antes de abrirla le dije, "No te asustes, voy empapado de sangre hasta la cabeza pero no me ocurre nada".
Y mientras refería los hechos, me acordé que el toldo asesino aún estaba suelto y que a pesar de la hora y del mal tiempo podía volver a pasar otra víctima. No había tiempo que perder.
El propietario estaba ausente y no quedaba otro medio que saltar por el balcón colindante.
De balcón a balcón podía haber aproximadamente un metro, no puedo mentir pues allí está todavía el edificio Eran seis plantas y además el toldo con su contrapesa de hierro bajaba y subía con las embestidas del viento.
Había que calcular: "uno, dos, tres... ¡ahora!" y así fue.
No sé cómo fue que me golpeé en un codo y en la nariz y me empezó a sangrar. Qué insignificancia después de todo.
La puerta corrediza de la sala no estaba cerrada por dentro, se salvó de que tuviera que romper el cristal ya que no estaba dispuesto a hacer el mismo recorrido de retorno.
Cuando llegué a casa, después de quitarme toda aquella ropa empapada y restregarme en la ducha la sangre coagulada que prácticamente me envolvía, y una vez perfumado y con un pijama limpio recién puesto, me dispuse a relatar a mi esposa lo acontecido en esa noche de espanto, teniendo que aplazar mi relato por la terrible angustia que me sobrevino de la forma más inesperada.

lunes, 1 de septiembre de 2008

UNA MAÑANA AJETREADA

Me habia levantado a las siete como de costumbre, pero no me dirigí a la Cafeteria de la Gasolinera Idella para desayunar, como solia hacer, porque la víspera, habia quedado citado con mi amigo y proveedor Juan Tartajo para hacer una renovación de existencias en uno de mis Videoclubs de Novelda y queria, antes de salir, retirar de los paneles de mi Videoclub de Petrel algunas películas que ya no tenian demanda. De este modo mataba dos pajaros de un tiro y evitaba a mi buen amigo hacer dos desplazamientos. Tenia tiempo mas que de sobra para todo ya que estabamos citados a las díez de la mañana y entre seleccionar el material a cambiar, empacarlo, desayunar después y trasladarme a Novelda, no podia tardar mas de dos horas, por lo que todavia me quedaba una hora en blanco. De siempre he tenido un concepto de la puntualidad tan arraigado que puedo vanagloriarme de haber sido siempre puntual en mis citas y desde luego no haber faltado jamás a ninguna de ellas. Podré haber cambiado un programa, pero nunca he faltado a un compromiso pactado, fuese de la indole que fuese y a pesar de que en tantisimas ocasiones hayan sido los demás quienes me han defraudado. Por eso, cuando ya lo tenia todo empacado, cargado en mi coche y dispuesto a desayunar tranquilamente y ví aparecer a otro proveedor, mi primer pensamiento fué eludirlo y seguir mi programa, pero tengo otro defecto tambien muy arraigado y es mi consideración por los demás y pensé que era innoble por mi parte permitir que despues de haberse desplazado para verme lo dejase con un palmo de narices, por lo que haciendo un calculo rapidisimo de mis posibilidades, estimé que podria atenderlo rápidamente, renunciando a mi desayuno y utilizando parte de la hora que tenia en blanco. Mis cálculos fallaron y consumí algo mas del tiempo del que disponia. Irremisiblemente iba a llegar tarde a mi cita con Tartajo pero aún dentro de un margen de cortesia aceptable. Traté de ganar tiempo al tiempo dirigiendome a la autovia por las calles menos transitadas, pero al llegar a la Avenida del Mediterraneo, accediendo a ella a la altura del Club de Campo, debido a las obras que por aquel entonces se estaban realizando, solo habia un carril, que por su poca anchura hacia impensable cualquier adelantamiento, y para colmo de mi desesperación delante de mi solo habia un coche, no una fila de coches, si no un unico coche, los que delante de él hubiera habido estaban ya fuera del alcance de mi vista, tal era la parsimonia con la que conducia el que me adelantaba que podia, de ira, levantar a un muerto.Si hubiese entrado en la avenida díez segundos antes la habría encontrado diáfana para mi solo, pero no , la fatalidad habia puesto ante mí ese coche que a pesar de mis pitadas, no para que se apartase, que era imposible, sino para que acelerase su marcha fueron inútiles. Aquel dominguero de pacotilla habia sacado su carnet de conducir en una tombola y con solo ver la silueta de su cuerpo se adivinaba que su lentitud no era debida mas que a su inseguridad. Su cabeza, que no superaba la altura del volante en mas de quince centimetros, iba pegada al mismo como queriendo ver a través del parabrisas lo que sus ruedas iban a pisar, sus brazos cogiendo el volante, formaban un plano, brazo y antebrazo quedaban casi a la altura de los hombros y mis señales auditivas ni lo inmutaban. Podria tener unos cincuenta años de edad y junto a el iba sentada una señora de algo mas de sesenta, corpulenta, vestida de negro y el pelo blanquisimo, recogido formando hondas para rematar en el típico moño que solian hacerse la mujeres mayores antiguamente. Era muchisimo mas corpulenta y alta que el hombre ya que su barbilla coincidia exactamente con el final de la cabeza del conductor. Completaba el grupo un chaval de no mas de ocho años, blanquito, peinado a la raya, muy inquieto, que me saludaba con efusión a través del cristal de la puerta posterior, arrodillado en el asiento y apoyado sobre el respaldo del mismo. La puerta trasera derecha iba descolgada, cerrada, pero como si solo fuese cogida por el primer seguro. Se me hizo interminable aquella cabalgata, tras la princesa que saludaba por doquier, representada en aquel niño que ya empezaba a caerme gordo a pesar de su inocencia. No pude deshacerme de ellos hasta llegar a la autovia, primero por las obras, despues por la raya continua del puente y despues porque en los pequeños espacios que quedaban para poder adelantar coincidió algún vehiculo que venia de cara. Ya en la autovia aceleré a fondo y me alejé de ellos como quien huye del deminio. Llegando a la primera entrada para Novelda, carril que yo tenia que tomar para llegar a mi destino, tuve que reducir considerablemente la velocidad porque habia un vehiculo que lo ocupaba. En principio pensé que estaba parado pero no era así, su velocidad era tan lenta que así lo parecia y antes de terminar mi expresión "otro dominguero" ví con claridad que el vehiculo que de nuevo me impedia el paso era el Renault-6 verde, con su patético conductor, su impresionante matrona y el niño dicharachero que volvió a saludarme desde el asiento de atrás. La puerta seguia descolgada.
Estacioné lo mas pegado posible al accen y mientras el Renault-6 se alejaba lentamente, yo trataba de encontrar una explicación a todo lo ocurrido. Nunca la he encontrado y es una incognita que todavia me inquieta.
Naturalmente llegué tarde a mi cita.