jueves, 31 de julio de 2008

QUIMERAS

Has sido para mí como la estela
del barco que se aleja y que se pierde;
el rastro de la nave que mi cielo
recorrió tantos años dulcemente.

Esa estrella fugaz a quien pedí
los mejores deseos de mi alma,
ese bello cometa que yo vi
y no pude prender cuando pasaba.

¡Quiera Dios que ese barco llegue un día
a arribar en un puerto sin tormentas;
que la nave descubra otra galaxia
donde no se conozca la tristeza;
que la estrella fugaz no se disipe,
ni se pierda jamás entre las sombras
y que el cometa con mas luz que nunca,
recorridas un sin fin de órbitas,
compruebe que mis ojos aún te buscan
y que mis labios cuando rezan aún te nombran.!

miércoles, 30 de julio de 2008

MI ABUELA CONCHA


Mis abuelos maternos Tomás y Concha vivian en casa de mi tia Lucia o quizás fuese ella la que vivia en casa de mis abuelos, lo que sí sé es que mientras mi tía vivió todos decian la casa de Lucia y trás su muerte todos empezaron a decir la casa de la abuela; nó de Tiburcio o del Abuelo, sino "La casa de la Abuela". Quizás esta jerarquia iba implicita en lo que cada una de ellas representaba en el clán familiar. Lucia era la energia dinámica, la estabilidad economica y mi abuela era la energia estatica, el nexo de conexión entre todos, el órden.
Mi abuela era el puntal alrrededor del que giraba todo el quehacer propio de la casa. Ella, con la no demasiada colaboración de mis primas se ocupaba de la limpieza, de que todo estuviese dispuesto a sus horas; desayunos, comida y cena, se ocupaba tambien de las pequeñas compras de entresemana y si le quedaba tiempo ayudaba a mi tía en las tareas de aparado, dando de cemen, preparando y cortando hilitos, etc. Los demás en la casa eran, digamos, el resto de la familia y
todos se sentian protegidos y seguros en lo ecoómico por mi tia Lucia y en lo demás por mi abuela que además estaba pendiente de que mi abuelo Tomás saliese a la calle como un pincel. Casi elegante teniendo en cuenta la indumentaria de que por sus medios disponia y por su trabajo requeria, pero eso sí , las camisas siempre limpias y planchadas y sus pantalones impecables.
A pesar de su edad mis abuelos eran una pareja en la que todavía se intuian devaneos y gestos de complicidad más evidentes que en matrimonios más jóvenes. Mi abuela estaba enamoradisima de mi abuelo.
Cuando se ponia a ayudar a mi tia lucia en las tareas de aparado, ambas cantaban a dúo unas canciones preciosas: "A la Orilla del Palmar", "Canta y no llores", "Acuerdate de Acapulco" y muchas más y la casa siempre estaba alegre. Al morir mi tía todo cambió. El reloj de péndulo cuyas campanadas llegaban hasta el último rincón de la casa se paró y mi tio Tiburcio que era el que lo atendia YA NO VOLVIO A DARLE CUERDA. Todo quedó en silencio. Mi abuela pasaba las horas que antes dedicaba a ayudar a su hija sentada junto a la mesa camilla ensimismada y triste.
Yo puedo describir y vosotros podeis imaginar a mi abuela sola en aquel caserón, sentada junto a la mesa con las manos entrelazadas y a veces apoyada su cabeza sobre ellas, pero lo que nunca podremos saber son los pensamientos que pasaban por su mente. Yo quiero creer que serian añoranzas de tiempos mejores, pero aún así ¿Que puede ser mas triste que la añoranza de un tiempo irrepetible?. Ya no le quedaba mas ilusión que los domingos, alguno de sus nietos la llevase a casa de Ezequiel donde vivian sus hermanas: Teresa,madre de este y Paca la mayor de las tres hermanas que tambien habia sido acogida por aquél buen hombre que además tenia esposa y tres hijos (El mayor retrasado mental).
Por qué han de pasar por la vida sin gloria y con tantas penas estos hombres que nunca se quejan y de los que posiblemnte no quede mas recuerdo que el que está surgiendo en este momento. ¡Cuantos como él habran habido! y a la vez, lamentablemente ¡que pocos.!
Como decia, mi abuela anhelaba estar con sus hermanas y como nadie se brindaba a llevarla, los domingos me sobornaba para que yo la acompañase, llegando a darme una peseta que en aquellos tiempos, para un niño de mi edad, era una pequeña fortuna.
Cuando mi abuela llegaba a casa de sus hermanas su cara se iluminaba y revivia como esas plantas que tras parecer que se están marchitando, reviven tras un buen riego. Yo jugaba con el pequeño de la casa que tendria mi edad y ellas hablaban, reian y a veces lloraban, pero no con ese llanto que ahoga en la soledad, sino con el que desahoga y libera, ese llanto, abierto, surgido por la evocación de dichas de recuerdos entrañables y no profundo y ahogado como tantas veces la habia visto llorar en su soledad.
Cuando viví estos hechos que acabo de referir yo ya podia tener unos once años, pero siendo mas niño, muy a menudo, cuando salia por la tarde del colegio y no habia nadie en mi casa. llegaba con hambre y bajaba a casa de mi abuela enfadado. Mi abuela me abrazaba y calmaba y después me preparaba la merienda, "una rebanada de pan moreno, que cuando estaba tierno era una delicia, y una buena chorrada de aceite con un poquito de sal. Lleno el estomago me iba a jugar y ella se quedaba zurciendo calcetines o planchando. Cuando volvia de jugar nos saliamos al portón de la casa que tenia una portilla de cristal a través de la que se veia todo el movimiento de la calle. Se sentaba en un sillón de mimbre y me tomaba en brazos , contandome alguna historia o cantandome muy bajito y así me quedaba dormido hasta que llegaban mis padres y me recogian.
Años mas tarde, un día en que se fué sola a casa de sus hermanas porque nadie quiso acompañarla, resbaló y se rompió la cadera. Tardó muchos meses en recuperarse y ya nunca fué la de antes. Se desplazaba de un lado a otro apoyandose en una silla de anea, muy liviana, que llegó a manejar con gran soltura, lo que le permitia atender la cocina, pero las visitas a sus hermanas se suspendieron. Estas, tan inutiles para andar como ella vinieron en un taxi una vez a verla, pero ya no se pudo repetir ese gasto prohibitivo por aquellos tiempos de tanta necesidad.
Y hablando de taxis debeis saber que por aquel entonces en Elda solamente habia dos taxis y que yo recuerde solamete tres coches, el de Porta, un fabricante de calzado muy querido y al que el pueblo espero haya recordado poniendo su nombre a alguna calle, el de Paco Vera, excelente viajante de calzado hombre entrañable con una experiencia mundana que dejaba con la boca abierta a todos cuantos le oian y el de Emilano Bellot "El Frasco" un almacenista de curtidos. El coche de este último era realmente una furgoneta que abordabamos los chiquillos para que nos diese un paseo, a lo que accedia generalmente haciendo el reparto de los curtidos con la furgoneta llena de chiquillos. Todos los chavales lo adorabamos y todos lloramos cuando se murió. Unos miserables lo arruinaron y por lo visto se le cruzaron los cables. Salió de su casa muy temprano con la soga bajo el brazo y se cruzó con el vigilante que ya se retiraba; éste le dió los buenos dias y le dijo:" Emilano, mucho has madrugado hoy " y el Frasco señalando la cuerda le respondió: "Es que voy a ahorcarme" y ambos se rieron.
"Estoy seguro que a pesar de ello, Dios le habrá acondicionado un rinconcito en el Cielo aunque no sea en un lugar preferente. Es imposible que un hombre tan bueno y con un historial intachable tenga que estar purgando eternamente un arrebato de desesperación.
Mi abuela desde hacia algún tiempo estaba perdiendo la vista y el oido y como sus contertulias no estaban mucho mejor, seguir una conversación entre ellas era un poema. Una tarde estaban hablando de un enfermo que habian hospitalizado en una clinica de gran renombre "El Perpetuo Socorro" y una de ellas dijo: " Pues sí, lo han tenido que ingresar en el Pepito Socorro" y mi abuela contestó corrigiendola: ¿Como en el Pepito Socorro?, ¡ En el Prospecto Socorro!" y los que habia presentes rieron toda la tarde a costa de ellas.
En otra ocasión mi abuelo estaba muy enfermo y desganado y llamó a mi abuela y le dijo : "Concha, me gustaria comerme unas brevicas. Mi abuela salió de la habitación sonriente y esperanzada y dirigiendose a mi madre le dijo : "Creo que el padre está mucho mejor" y bajando el tono de voz y mirando a mi madre con increible picardia: "dice que le gustaria tocarme la brevica".
Mi abuela sobrevivió a mi abuelo que murió de cangrena con terribles dolores, Siempre habia tenido fama de quejica y desde que estando en cama porque no soportaba los dolores llamaron al medico y cuando este llegó, mi abuelo se habia vestido y estaba en el bar jugando "la partidica", todos se indignaron y ya nadie le hizo caso cuando se quejaba. Lo cierto es que en verdad estaba sufriendo lo indecible y cuando lo tomaron en serio ya era demasiado tarde.
Mi abuelo en sus últimos momentos pidió que acudiesemos todos a su habitación, nos habló a cada uno mas o menos, confesó ante todos sus miserias y pidió perdón especialmete a mi padre, no sé por qué seria y a mi abuela , despues se despidió de todos y a los pocos minutos cerró los ojos para siempre.
Ya habia dado un bajón mi abuela con la muerte de Lucia y otro muy notable con la rotura de su cadera, pero la muerte de mi abuelo la sumió en un estado de depresión que vino a empeorarse por la muerte de sus hermanas en cortisimo tiempo.
No quiero recordar la vida de mi abuela despues de estos acontecimientos porque me ahoga la tristeza y siempre llevaré esta pena en el corazón. Ya, aún niño, presentia que ese recuerdo me iba a marcar, de joven con remordimiento , de hombre con reproche hacia mi mismo y hacia todos los que podian haber hecho algo más por ella y ahora a la vejez, mas identificado con ella, de tristeza y cariñosisimo recuerdo a una mujer cuya meta mas alta nunca salió de los fogones de su cocina porque sabia que con ello colaboraba en la felicidad todos a los que queria.
DIOS TE TENGA EN SU GLORIA PORQUE TE LO MERECES y que nos perdone a todos los que pudimos hacer algo más por tí y te ignoramos creyendote además una carga.
PERDON, PERDON, PERDON

martes, 29 de julio de 2008

MI TIA LUCIA

Mi tía Lucia era la mayor de cuatro hermanos, tres mujeres y un varón, nacidos del matrimonio formado por mis abuelos maternos Tomás y Concha. Le seguian por edad mi tío Enrique, mi madre Paquita y mi tia Conchita.
Salvo alguna visita que algún día le hiciese, acompañando a mi madre, realmente tuve conciencia de su existencia a partir de nuestro traslado desde la C/. Tropas Gallegas a la C/. Antonio Maura, nº 16 donde ocupamos en alquiler una vivienda que precisamente estaba situada sobre los bajos que ocupaba mi tía con su esposo Tiburcio, sus hijas Maruja, Carmen y Lucia y mis referidos abuelos maternos Tomás y Concha.
Las dueñas del inmueble Dª Luisa y Dª Encarna ya de respetable edad y ambas solteronas, alquilaron a mi padre el piso que iba a permitir que mi tía, mi madre y mis abuelos estuviesen prácticamente juntos despues de muchos años y que entre mis primas y mis hermanos, Guillermo,Conchita, Paqui y yo, Cecilia nacería cinco o seis años después, se estrecharan los vinculos familiares, que con el roce y el tiempo tanto arraigarían.
Yo era Juanito para todos y por entonces no creo que tuviera mas de tres años. Mi hermano Guillermo me llevaba once años y a el se le trataba como a un hombre. Era por lo tanto yo el unico niño de la casa y mi tia que era un torbellino no sabia que hacerse conmigo, riendose a carcajadas por cualquier diablura que hiciera y consintiendome todo. Ella era mi baluarte y mi refugio y a ella acudia cuando mi madre me reprimia, seguro de que mi tía siempre me iba a consolar con sus palabras, con sus caricias y con sus regalos, generalmente chucherias de las que siempre iba provista. Si algo queria y de mis padres no lo habia podido obtener, siempre me quedaba mi tia Lucia que me lo conseguiria o abogaria para que lo consiguiera. Cuando me aburria en casa, bajaba a ver a mi tía que me recibia con alegria. Su saludo solia ser: "A ver como tienes hoy la pistolica " y me echaba mano a la bragueta exclamando lo grande y bonita que la tenia y despues solia darme una monedita de díez centimos para que me comprara estrato,anisicos o carmelos.
Era una trabajadora incansable. Tenia la maquina de aparadora en una amplia sala frente a un gran ventanal que daba al patio, lleno de macetas con flores multicolores, sobretodo, margaritas, claveles y geranios. En invierno, los días de sol, abria los portones de par en par y se situaba de forma que podia gozar de su tibio calor manteniendo en la sombra la cabeza y mientras aparaba las tareas cantaba infinidad de canciones con una voz firme y melodiosa que hacia las delicias de cuantos podian escucharla. Si mi abuela habia terminado de las muchisimas tareas que hacia en la casa, se sentaba junto a mi tia Lucia para cortar los hilitos del aparado y cantaba con ella formando un duo que en verdad era una maravilla. Yo mientras tanto jugaba en el patio con los bichos y las hormigas, llenaba la pila de agua y echaba papelitos que para mi eran hermosos barcos donde alojaba arañas, hormigas, moscas a las que arrancaba las alas y cualquier otro desgraciado insecto que llegara a mis manos, que imaginaba como temibles corsarios y cuando se me antojaba, movia el agua con mis brazos, haciendo remolinos como si de una tormenta se tratara, tirando piedrecitas, que eran rayos terribles, sobre los "barcos" , hasta que los hundia, quedando todos los "corsarios" a merced de las olas.

Mi tía salia al patio de vez en cuando para ver lo que hacía y se moria de risa con las historias que yo le contaba. A veces me pedia que me sentase a su lado y era ella la que me contaba cosas de la vida que yo no llegaba a comprender pero que me distraian por la forma tan bonita que lo decia. Otras veces intentaba que aprendiese alguna canción para cantarla juntos pero yo no estaba mucho por la labor y con cualquier escusa me marchaba.

Por la tarde, mi tia acudia al "Ideal Cinema" un cine que habia casi enfrente de la casa y del que
era la taquillera. Los sábados y festivos mi tio Tiburcio la ayudaba en una de las dos taquillas que habia para la venta de localidades. Esta actividad de mi tía fué un privilegio para mi, ya que los jueves, día de poca afluencia de público, yo podia entrar gratis al cine, siempre que la película fuera autorizada para menores.

Los sábados por la mañana mi tía iba al mercado a hacer la compra de la semana. Se ponia sus mejores galas y adornaba su pelo con dos claveles. A pesar de sus casi cuarenta años era una mujer atractiva, con su tez morena , su pelo negro y su cara bonita y sonriente. Tenia los incisivos superiores inclinados hacia afuera, pero como siempre reia, lejos de afearla, le daban un aspecto de mayor simpatia. No habia tendero, hombre o mujer al que no se dirigiese por su nombre e increpase para que fuese mas generoso a la hora de pesar, consiguiendo de todos lo mejor y al mejor precio y si pasaba de largo por algún puesto la llamaban "Lucia, que te olvidas de mí y ella siempre tenia una respuesta graciosa que lanzar a viva voz provocando las carcajadas de todos.

A mi tía todo el mundo la queria, desde los niños hasta los ancianos con los que siempre compartia la alegria que le rebosaba a raudales.

Me habia prometido que si aprendia una canción me llevaria a la feria. ¡Cuando a mí me entusiasmaba algo ponia mucho interés en conseguirlo y aprendí la canción! : "Estando en domingo de San Perigallo, cogí mi caballo, me fuí a pasear, ví a unos ladrones co
giendo piñones, les pedí unos poquitos, no me quisieron dar.Cogí mi casporra y los hice rebailar"

¡Tuve un premio colosal! Me llevó a la feria, me subió a todas las atracciones; Caballitos de sube y baja, Noria, Autos de choque Tren fantasma, etc. Ella subia conmigo y disfrutaba mas que yo, riendo a carcajadas que contagiaban su alegria a todos los que la oian y como no habia nadie que no la conociera y todos la querian, de algún modo pretendian formar parte de su vida y la saludaban y piropeaban y si alguien le preguntaba si habia vuelto a la niñez, ella justificaba de su juerga infantil diciendo que su sobrino, refiriendose a mi, era nuy pequeño para subir solo a las atracciones, lo que realmente no dejaba de ser cierto. Nunca olvidaré ese día, salimos de la feria comiendonos unos monumentales algodones de azucar, mientros yo presumia ante los otros niños del garrote de carameto que me habia regalado y que no se cuantisimo tiempo me duró.

 Por estas fechas mi prima Carmen se habia quedado embarazada y mi tia conforme se iba acercando la fecha del parto iba comprando regalos para su nieto. Ella deseaba que fuera un niño porque se moria de las ganas de tocarle la pistolica a su nieto. Efectivamente fué un niño, pero mi tia Lucia, aquel torbellino de energia, salud, simpatia, bondad y ganas de vivir no lo pudo conocer... Poco antes del parto, la madrugada de un día de reyes entregó su alma a Dios victima de una peritonitis que el médico confundió con un colico nefritico.

Creo que a su entierro acudió todo el pueblo de Elda, el pueblo que tanto la quiso. De boca en boca fué corriendo la noticia: "Se ha muerto Lucia,.. "la taquillera del Ideal", y nadie se lo creia. Hombres y mujeres, pobres y ricos, jovenes y viejos vinieron a despedirla y acompañarla a su última morada y mientras esto sucedia, yo, en mi inocencia, curiosamente insensible, no comprendiendo que jamás la volverúa a ver, queriendola como la queria, jugaba a la pelota con otros niños en el patio del cine Ideal Cinema donde tantas veces habia estado con mi tía Lucia, a la que ya nunca volví a ver.

viernes, 25 de julio de 2008

¿QUÉ LE VAMOS A HACER?

Sé, que si de otra forma me quería
sin duda, Dios, podría haberme hecho,
pero me dio también sabiduría
y quisiera intentar día tras día
llegar a ser igual que El me querría
y no me quiso hacer sin merecerlo.