jueves, 22 de agosto de 2013

DEL AMOR Y DEL PERDÓN.

El amor, como ya he manifestado en algún otro articulo, es un sentimiento que no se fundamenta en nada que lo justifique. Si existe "ese algo" que explique el por qué de ese sentimiento, nunca podremos estar hablando de amor.

Con mas frecuencia de lo que seria deseable se confunde el amor con la  admiración, el agradecimiento, el deseo, o simplemente la atracción, etc., pudiendo concurrir tal cantidad de motivos que acercan a una pareja que no les quede mas remedio que pensar que están enamorados, pero por mas que sean esos motivos que los unen, ninguno de ellos, ni todos en conjunto pueden alcanzar siquiera el calificativo de sinónimo de lo que es el verdadero Amor.

Como ya a veces chocheo, es muy posible que lo que voy a decir ya lo haya dicho anteriormente, pero como la reiteración, lejos de hacer daño, a veces, es casi conveniente, os diré o repetiré, según convenga, que en todos mis años, la mejor definición que ha llegado hasta mí del amor es la que va implícita en la escena de la Película "Como un Torrente", en la que Shirley MacLain ante la pregunta de su amiga del por qué está enamorada de un hombre que casi la ignora; con una decisión que parece que vaya a comerse el mundo, al ir a contestar..., titubea... y tras no encontrar ningún motivo que justifique ese por qué, dice lisa y llanamente: no sé por qué..., ¡pero lo amo con toda mi alma!

A lo largo de la película se evidencia que lo dicho por el personaje que representa la incomparable Shirley, no solo son palabras, al culminar con la entrega de su vida, para salvar la del hombre que ama.

No pretendo insinuar que para que exista el amor se exijan renuncias previas. Benditas las parejas que gozan de su amor con el regalo de todos esos otros sentimientos que lo dulcifican, pero si reafirmo que si el amor se acaba, no es que este haya sucumbido, sino porque nunca existió.

Doy fe de lo que digo, sin necesidad de tener que rebuscar entre los textos literarios o las escenas de ese u otros filmes con los que nos ha robado alguna que otra lágrima el cinema, a lo largo de la vida, especialmente entre las gentes mas humildes, está presente el amor cuando al culminar esos días larguísimos y amargos de penuria e incertidumbre, el más rústico de los matrimonios, sin reproches, se funde en un abrazo de esperanzada ilusión.

Nada puede haber en ese abrazo que implique admiración o deseo; no creo que pueda haber otra afinidad entre ellos que no sea la complacencia mutua de jugar a la baraja, posiblemente a la luz de un candil, y a ciertas edades, salvo por esa necesidad que con los años se disipa, difícil será que mutuamente se inspiren alguna atracción, por lo que el único sentimiento que perdura es el amor, cuya existencia no responde a ningún por qué, que lo enmarque en una determinada definición.

Lo único que va implícito en el amor, sin llegar a ser ningún sentimiento es la comprensión. La comprensión no motiva el amor, pero sin embargo, no puede haber amor sin que haya comprensión. Si existe comprensión nunca será preciso tener que recurrir al perdón, que aún siendo considerado como la mas sublime expresión del amor, puede implicar un impásse inadmisible en ese sentimiento.

Se puede odiar, maldecir y llorar ante un hecho o unas circunstancias, pero si el sentimiento del amor es verdadero, jamás se puede dejar de amar, por lo que el perdón en este caso no puede aplicarse como una reanudación de ese sentimiento, sino como una ofrenda al mismo, que no debe manifestarse con la palabra sino con el silencio. 






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