jueves, 15 de agosto de 2013

UN TRIO MUY SINGULAR - PRIMERA PARTE.

A lo largo del año, salvo raras excepciones, la Cafeteria-Bar-Restaurate y Tienda de miscelaneas, improvisada en un Kiosco situado en el lateral en un frondoso parque de algo mas de una hectarea de superficie, ubicado casi en el centro de la población, abria sus puertas, ganando el espacio que le faltaba en su interior, con el que ocupaba bajo los toldos distribuidos alrrededor de su perímetro, bajo los cuales, se acomodaban las mesas y sillas que se pudieran precisar, según fuese festivo o no y siempre dependiendo del mal o buen tiempo que pudiera lucir.

La dependencia tambien se ajustaba a las circunstancias, pero indefectiblemente, el matrimonio que pagaba el arriendo al Ayuntamiento, su hija y un camarero fijo, eran la plantilla permanente a la que se agregaban tantos ayudantes como fuera preciso, cuando por las fiestas o por los eventos que allí se celebraban así lo exigia. Solia estar integrado este personal eventual por jubilados que en cualquier momento estaban dispuestos a ganarse un jornal medianamente remunerado y que incluso agradecian sus paros intermitentes para reponerse de las fuerzas que tenian que "derrochar" en los pocos días en que eran requeridos. 

La zona que ocupaba el Kiosco y sus ensanches era muy pintoresca y en el verano muy acogedora ya que bajo las frondas de antiquisimos pinos se disfrutaba de unas sombras por las que no se filtraban los rayos del sol ni siquiera durante los rigores de la canicula.

Los clientes iban goteando a lo largo del día y sus permanencias no solian ser muy largas, pero habia tres abuelos de esos que todavía se extasían mirando una hermosa mujer, que con la puntualidad de un reloj suizo acudian siempre a la misma hora y permanecian en el local y sus alrrededores, desde la apertura al cierre del establecimiento, desayunando, almorzando y haciendo la merienda cena en él como si de su casa se tratara, por lo que tanto el gasto que generaban como su educado y agradable comportamiento, les habia granjeado la simpatía de los dueños del Kiosco y de la dependencia, que sin excepción los conocia, dada su persistente presencia.

Eran tres jubilados que se habian quedado solos por diversas circunstancias y que huyendo de la soledad de sus casas vacías, por los caprichos del azar, se habian conocido en ese lugar, decidiendo volver a encontrarse allí en lo sucesivo, primero para desayunar, después para desayunar y jugar a los naipes y al dominó, hasta que un día embebecidos en la partida "muy reñida", para no tener que posponerla decidieron comer allí tambien, haciendo antes de marcharse una merienda cena que marcó la pauta a seguir en lo sucesivo.

Realmente allí lo tenian todo..., compañia, distracción, convivencia, tertulia, televisor cuando les apetecia y un lugar bajo el sombraje de aquella campiña improvisada bajo el cual, sabiendose seguros, podian dormir la siesta en las hamacas que compraron al efecto y que después quedaban guardadas en el Kiosco hasta el día siguiente.

No era infrecuente tampoco el que nuestros simpáticos amigos echaran una mano al cantinero cuando acudía mas gente de la prevista, sirviendo las órdenes y retirando los servicios, sin que esto llegase nunca a suponer ninguna obligación para ellos que siempre lo hicieron por su iniciativa, en justa correspondencia a las atenciones de los que para ellos ya eran casi su familia, hasta el extremo de que cuando el trio no se completaba por incomparecencia de alguno de ellos, le faltaba tiempo al cantinero, para en su coche, en compañia de los otros dós personarse en la casa del ausente por si estuviera enfermo o tuviera algún problema que el le pudiera resolver, circunstancia esta que, Gracias a Dios, a lo largo de los años pocas veces se repitió.

Un buen día se fueron los tres al cine, extraordinario que juntos nunca habian hecho y en solitario ni se acordaban cuando habia sido la última vez. Se echaba la película RUFUFÚ, del Director Mario Monicelli, interpretada por Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman, Claudia Cardinalle y Memmo Coretenuto entre otros.

A pesar de tratarse de una película de humor negro en la que los ladrones no salieron muy bien parados, a nuestros jubilados les impactó de tal forma, que lejos de reirse del fracaso rotundo de aquel frustrado robo, individualmente tomaron buena nota de los errores cometidos por tan inespertos delincuentes, llegando a la conclusión de que si no hubieran sido tan brutos, sin duda habrian logrado un gran botín y la gloria de ser los autores de tan gran hazaña.

Terminada la película se despidieron y cada cual se fué a su casa, pero a ninguno de ellos le fué facil conciliar el sueño, pensando en lo torpes que habian sido los incompetentes ladrones y lo facil que hubiera resultado tan fantástico robo si lo hubieran programado con mas rigor.

Al día siguiente, todos pensaban en lo mismo pero ninguno de ellos decia una sola palabra, hasta que uno se atrevió a decir: "Anoche estuve dando un repaso a mi existencia, buscando algo en ella por lo que me pudiese sentir orgulloso y me dormí sin encontrar nada que se saliese de la rutina. Desde que tuve edad para ello, lo unico que he hecho ha sido trabajar, sin mas gloria ni permio que haber llegado a esta edad y poder subsistir bajo el techo que me legaron mis padres y con la pensión que me concedió el Gobierno, trás tantisimos años de esfuerzo. No quiero morirme sin sentir la satisfacción de ganarme la admiración de todos aunque solo sea por un día."

Sus dos amigos lo escuchaban atentamente asintiendo ante sus quejas al estar inmersos en las misma inquietudes. En verdad, ya iba siendo hora de que hicieran algo grande que permitiese que su recuerdo pasase a la posteridad, para poder exhalar su último suspiro con una sonrisa de satisfacción, pero a sus años, faltos del vigor y de la fuerza de la juventud ¿que podrian hacer?...

Tomó la palabra el que a pesar de la emoción aún podia hablar y dijo: "Yo tuve la dicha de tener una familia que era la fuente de todas mis complacencias, no habia sacrificio que eludiese con tal de darles el mayor bienestar, porque su felicidad era la mia. Cuando tenia que enfrentarme con problemas que superaban mi capacidad, era tal mi empeño, que dejando a un lado mis limitaciones los afrontaba y los resolvia con la ayuda de Dios, disfrutando de ese éxito en lo mas íntimo de mi corazón. Pero eran tan humildes mis logros que jamás pude sentirme orgulloso por una verdadera hazaña"

El que hasta el momento habia permanecido en silencio, golpeando energicamente con un puño la mesa exclamó: "¿Y a que estamos esperando? Ya no somos jóvenes, pero tenemos la experiencia de la que ellos carecen, recordad las estupideces de la cuadrilla de mentecatos, en la película de anoche, ¿no lo podiamos haber hecho nosotros cien mil veces mejor?

Trás la alusión a la película, los ojos de los trés, brillaron de entusiasmo, comentando y abundando cada cual en la opinión de los demás respecto a los imperdonables errores que habian cometido los ineptos ladrones, riendose a carcajadas entonces de las escenas que en el cine ni les habian provocado una sonrisa.

Dicho y hecho, se acercaron al mostrador, engulleron de pié su desayuno, bebieron de un trago la copita de cantueso con la que se solian recrear y que saboreaban normalmente y con un "hasta luego" se despidieron de los presentes que no salian de su asombro.




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