martes, 7 de diciembre de 2010

LAS PELICULAS, OTRAS COMPAÑERAS


No dudo que todos tenemos algunas películas favoritas que no nos cansamos de ver. También las hay que nos causaron un gran impacto cuando las vimos, pero cuando hemos tenido oportunidad nos ha dado pereza volverlas a ver.
Para elegir una película, el titulo puede influir a la hora de seleccionarla; la sinopsis puede que nos ayude a decidir, pero quien definitivamente elegirá el tema será nuestro estado de ánimo. Y ES QUE EL CINE ES LA VIDA MISMA.

No estamos siempre igualmente dispuestos para una misma cosa, ni preparados para iniciar una determinada tarea, ni inspirados para poner en orden nuestro pensamiento. Sin embargo, podemos, en medio de la apatía mas exasperante, intuir un proyecto que nos transforma en un instante de poltrones redomados en diligentes infatigables, de igual modo que en cualquier otra ocasión podemos sufrir una decepción en plena euforia y sumirnos en la más monolítica de las apatías.

Lo que diferencia la vida real de la del cine es que las personas, a diferencia de los personajes, en cada instante podemos elegir nuestra linea de conducta, pudiendo salirnos "digamos de nuestro guión" rozando o incluso superarando lo absurdo hasta extremos insospechados, aunque no haya mas propósito en ello que demostrarnos que nuestra libertad de acción no tiene límites.
Lo malo es que ciertos alardes en este aspecto PUEDEN NO CONSIDERARSE COMO GENIALIDADES y podrían afectar seriamente la carrera y la fama del que se excediera, por muy transitoria que científicamente se calificase su locura o por muy elocuente que fuese su discurso en defensa de la libertad.

Lo que sí es cierto y en esto incluyo el supuesto anterior, es que no siendo posible actuar de dos formas diferentes en un mismo momento, aunque seamos conscientes de que podríamos cambiar nuestro talante y nuestro diálogo de mil formas diferentes, invariablemente, siempre tendremos que decantarnos por una determinada que es la que va a marcar nuestra linea de "actuación", porque ¿QUÉ OTRA COSA ES LA VIDA?

Y ES AQUÍ CUANDO LLEGA UNA PREGUNTA QUE NO TIENE RESPUESTA INTANGIBLE Y QUE PODRÍA PONER EN DUDA NUESTRA CREENCIA INALIENABLE DE QUE SOMOS DUEÑOS Y POR TANTO ÚNICOS RESPONSABLES DE NUESTROS ACTOS:

¿ELEGIMOS NOSOTROS NUESTRA FORMA DE ACTUACIÓN EN CADA MOMENTO DE NUESTRA VIDA O LA ELECCIÓN QUE REALIZAMOS ESTA IMPUESTA POR LAS CIRCUNSTANCIAS, LOS CONVENCIONALISMOS, LOS ESTADOS DE ANIMO, LAS DECEPCIONES, LAS APATÍAS, LOS ENTUSIASMOS INCONTROLADOS, LOS AFANES METAFÍSICOS, LOS MIEDOS AL FRACASO, LOS TEMORES A LA CRÍTICA, ETC.?

¿QUÉ CLASE DE LIBERTAD ES ESA CUYOS LIMITES, SALVANDO LÓGICAMENTE LOS DERECHOS DEL PRÓJIMO, NO ESTÁN IMPUESTOS ÚNICAMENTE POR NUESTRO PERSONALISMO CRITERIO?

LA VERDADERA LIBERTAD NO PUEDE EXCLUIR JAMÁS EL DERECHO A EQUIVOCARSE.

AL ERROR NUNCA SE LE DEBIERON APLICAR EPÍTETOS QUE FUERAN SINÓNIMOS DE FRACASO O DE INCOMPETENCIA, MÁXIME CUANDO EL ERROR JAMÁS ES ABSOLUTO Y MENOS TENIENDO EN CUENTA QUE COMO MÍNIMO CONTRIBUYE A LA IDENTIFICACIÓN DE LA VERDAD AUNQUE SOLO SEA POR EXCLUSIÓN.

Los personajes en el cine están siempre circunscritos a su guión. No importa que los mortales que los observamos hagamos todo tipo de esfuerzos mentales para sacarlos de su destino fatídico. Podremos detener el desenlace apagando el reproductor, pero siempre quedará un trágico final pendiente sobre sus cabezas, aunque siempre podamos reiniciar la película hasta llegar al culmen de la felicidad y volvamos a apagarla cuando va a iniciarse el declive que los conducirá a la tragedia.

Quizás es esto lo que motiva la pereza de volver a ver algunas películas por grande que haya sido el impacto que nos causó cuando la vimos por primera vez y es que sabemos que irremisiblemente vamos a volver a sufrir sin que el no siempre hermoso final compense nuestra inevitable angustia.

Por eso son pocas las películas que no nos cansamos de ver y éstas no son otras que aquellas cuyos personajes actúan como nosotros hubiéramos querido actuar si hubiésemos estado en su situación, viéndonos en la pantalla plano a plano, escena tras escena, no importando saber que no estamos rodeados de un mundo exquisito, (aunque de serlo, para mí mucho mejor), ni siendo necesario que al final triunfen nuestros personajes ni sus proyectos, (aunque me encanta cuando así ocurre), porque nos conformamos tan solo con que siempre hagan lo que a nuestro criterio es conveniente y que de su esfuerzo obtengan la recompensa necesaria para poder sacar adelante sus familias, llegando a un final lleno de esperanza, con un espacio inmenso por delante que se abre como una promesa ante sus ojos que ríen con sus pequeñas satisfacciones y que lloran ante el gozo inefable de sus sencillas emociones.

Dentro de las películas que no me canso de ver se encuentra Las Noches de Cabiria que por cierto no se ajusta al patrón que he marcado como película peculiar según mi criterio. Por eso la cito como excepción, como también hablaré como excepción de Marcelino Pan y Vino de Pablito Calvo q.e.p.d..

En Las Noches de Cabiria se sufre y se llora, pero COMO PASO A PASO vamos viendo que Cabiria está ganando todo aquello que ya nadie va a poder arrebatarle, siendo mucho lo que pierde, es tantísimo más lo que gana que nadie se siente estafado por la pérdida, especialmente cuando después de haber estado llorando tantísimas horas amargamente, aparece en su semblante esa sonrisa dulcísima, tan expresiva y tan llena de conformidad y de esperanza que su insignificancia se engrandece hasta una cota tan alta de sublimidad que creo que no hay varón que la vea que no sienta un inmenso deseo de amarla, con la ternura con que se presentaría, si pudiera materializarse, el amor mismo.

SI CUANDO SE LLORA, POR ALGÚN RESQUICIO, LLEGA A NUESTRA ALMA LA LUZ DE UN PENSAMIENTO QUE NOS HACE ESBOZAR UNA SONRISA, ESTAMOS SOLO A UN PASO DE NUESTRA SALVACIÓN.

En Marcelino Pan y Vino dudo que haya nadie que no llorase cuando Jesús le dice a Marcelino que ha sido un niño muy bueno y que por ello quiere concederle el deseo que le pida. Marcelino no lo duda y le dice que lo que el más quiere es ver a su madre. Jesús lo toma en su regazo y le pregunta ¿dónde está tu madre? y el inocente niño le contesta absolutamente convencido: está en el Cielo con la tuya. Jesús lo acuna en sus brazos y le dice: ahora mismo estarás en el Cielo con tu madre pero debes dormirte. Y Marcelino contesta: - Si, si, llévame pronto

Dios mío, benditas lagrimas que brotan sin ser llamadas en una explosión de dicha emocionada.

EL LLANTO ES LA EXPRESIÓN MÁS SUBLIME DE NUESTROS MÁS PROFUNDOS SENTIMIENTOS y cuando surge espontáneamente, sin ira, sin dolor, sin tristeza, sin impotencia, sin decepción... sino por todo lo contrario, es como un bálsamo que cura las heridas del alma y nos empuja a desear ser mejores.

2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Son muchas las veces que he intentado escribir una entrada en el blog sobre Las noches de Cabiria, sobre el impacto que me causó y lo mucho que me sigue gustando. De alguna manera has dejado aquí escrito lo que yo habría querido decir.

Esa sonrisa final de la protagonista cuando la saludan con alegría, ese destello de luz en sus ojos que demuestra cómo rebrota su fe en la humanidad por encima del tremendo dolor que la embarga, produce una emoción inmensa y es un hermoso ejemplo a recordar cuando, en más de una ocasión sin duda, nos salga al paso la desesperanza.

Sigue siendo mi película favorita.

anahija dijo...

Y yo,naturalmente,te doy un 10 a tí.