miércoles, 26 de enero de 2011

ANÉCDOTAS AMERICANAS 4


El destino tiene sus caminos trazados y siempre hay algo que nos empuja hacia ellos.
El día que decidí abandonar Isla Margarita (Venezuela) para marcharme a Colombia, influyeron en mí dos cosas que me empujaron con fuerza irrefrenable:
1ª) Tenía la corazonada de que mi verdadero camino no estaba en Venezuela y recordaba con cariño a una chica que había conocido en Colombia en mi viaje del año 2.OO4 y de la que tenía muy gratos recuerdos. Esta chica, llamada Gloriela, estaba en los últimos años de su carrera de Derecho cuando la conocí. Era vecina de la Sra. Lidia en cuya casa estuvimos alojados en el viaje al que hago referencia. Era culta y bonita, ojitos achinados y un tipito de ensueño. Había habido entre nosotros buenas vibraciones, sintiéndonos atraídos mutuamente y me apetecía muchísimo volver a verla.
2ª) Yonheida me había llamado arrepentida de su comportamiento, reconociendo su error y convencida de que me quería con toda su alma. Yo no me dejé impresionar, pero ambos sabíamos que si acudía a mí de nuevo la perdonaría. Por eso, cuando a pesar de mi negativa me aseguró que esa misma mañana iba a viajar a Porlamar desde Valencia, a unas 10 horas de viaje, comprendí que la única forma de evitar el complicarme la vida con una mujer a la que le había perdido la confianza era marcharme de allí a cualquier destino, así que definitivamente me decidí por Colombia.

Sin pensarlo más, preparé la maleta, cogí un taxi, me dirigí al puerto y me embarqué en el primer ferry que salía dos horas mas tarde camino de Puerto La Cruz (Venezuela). De allí iría en autobús a Caracas y de allí en avión a Bogotá para después hacer trasbordo para Barranquilla (26 horas de viaje)

El Ferry era un barco muy hermoso y cómodo y el recorrido hasta Puerto La Cruz duraba algo más de siete horas.
Estando tomando un tentempie
, faltando una hora aproximadamente para que el Ferry llegara a Puerto La Cruz, sonó mi celular y apareció en la pantalla el número de Yoneida. Era muy probable que ya hubiese llegado a Porlamar y estuviese tratando de localizarme. La sorpresa fue inquietante ya que quien me llamaba era el energúmeno de su marido que me saludo con estas palabras:

"Aunque te escondas debajo de las piedras te voy a encontrar y te voy a meter la lengua por la raja que voy a hacerte debajo del cuello, rompe parejas!!"

No sé de que modo había descubierto que su mujer me iba a venir a buscar y lo único que sí sabía era que quien me estaba buscando no era sino el cabronazo de su marido que venia a matarme. Me llamó más de 20 veces en lo poco que quedaba para desembarcar. Yo rechazaba las llamadas pero a veces trataba de hacerlo entrar en razón, cosa que lo irritaba más, por lo que definitivamente apagué el celular. ¡Qué bendita decisión la mía de salir de Porlamar de incógnito!

Quizás pueda resultar cómica esta situación, pero podía haber terminado trágicamente.

Me enteré de todo lo ocurrido en Caracas poco antes de coger el avión para Bogotá. Conecté el celular en la sala de espera, que como sabéis había apagado en el Ferry, y casi de inmediato recibí llamada de Yoneida que me contó a grandes rasgos lo ocurrido como sigue tambien a grandes rasgos:

Alguien, parece ser de su propia familia, avisó a su marido de que su mujer estaba preparando la maleta para irse a Porlamar a reunirse con un tipo español que la estaba esperando y muy contrariamente a la forma en que solía actuar aquel sinverguenza, acudió a la casa muy amablemente y le dijo que comprendía que quisiera marcharse pero que le preocupaba que yo pudiera hacerle daño. Ella sorprendida, pero creyendo que era una oportunidad de oro para que ya no nos molestase le habló de mí todo lo mejor que supo, hasta que lograda la información que pretendiera le dijo que el viaje a Porlamar lo iba a hacer él y que iba a traerle de regalo MIS COJONES.

Le arrebató su celular en cuya agenda aparecia mi número, la ató y la encerró en uno de los cuartos de la casa no sin antes darle un puñetazo que la dejó inconsciente. Había conseguido soltarse después de varias horas y logró escapar pero no pudo llamarme porque aquel bestia, le había robado el celular y la había dejado sin cinco céntimos, agravándose la situación cuando tras conseguir el medio para comunicarse tampoco lo había logrado porque mi celular estaba apagado, sin conseguir hacerlo hasta que lo conecté.

Como ella no sabía que yo estaba a punto de embarcar camino de Bogotá y pensaba que aún estaria en Porlamar, me propuso que cogiera el Ferry y que nos encontrásemos en Puerto La Cruz para perdernos después donde nadie nos pudiera encontrar, pero yo le mentí diciendole que ya estaba camino de regreso a España y que ya no iba a volver. Conservo el nº de teléfono de Yoneida pero nunca tuve el valor de llamarla temiendo enterarme de algo desagradable.

CONTINUARÁ....

1 comentario:

JuanRa Diablo dijo...

Tremendo!
Tu vida corrió un serio peligro en aquellos días.

Me gusta lo trepidante de la narración. Tras cada CONTINUARÁ me quedo con ganas de más.