domingo, 15 de marzo de 2009

UNA VERDADERA GANGA


Ya vé, todo se está arruinando. No me dá ninguna ilusión mantener en pié lo que fué mi hogar. Hacia años que no venia por aquí y si hubiese podido evitar el acompañarle tampoco lo habria hecho. Construí esta casa con la ayuda de mi padre siendo mozo. El gastó en ella todo lo que tenia ahorrado y no habia día que no me dijese que lo que estabamos haciendo era la mejor inversión. Cuando hicimos los cimientos de cada dependencia el comentaba: Aquí estará la cocina donde tu mujer será una reina, aquí  el amasador; la chimenea junto al horno para no tener que andurrear con las ascuas y en este lateral que queda libre pondremos unas hermosas alacenas; dejando frente a ella espacio suficiente para que quepa una buena mesa donde todos podamos sentarnos con comodidad. Tendremos que hacer cuatro cuartos, uno para mi; otro para ti y para la que sea tu mujer y dos mas, porque no sabemos los hijos que tendréis y siempre es buenos que no se junten los machos con las hembras, así, uno para los chicos y otro para las chicas, _. Pero padre, reclamaba yo..., si no tengo ni novia, usted va muy deprisa, pero el insistia; el tiempo pasa como un soplo y en la cueva tu y yo tira que vá, pero una familia como Dios manda debe tener una casa y yo un cuarto para mi solo y así no estorbar. ¿Acaso no piensas tener hijos?, pues ya lo ves, los hijos también tienen que tener su cuarto.
Mi pobre padre murió antes de que pudieramos terminar la casa, pero yo hice su cuarto sobre los cimientos que el mismo habia preparado. Tuve que parar la obra cuando me fuí a la cantera; lo poco que quedaba se me fue con el entierro y en la lápida, "mire por donde tuvo un dormitorio para el solo". Dos años ahorrando para poder terminar y amueblar la casa, muy pobremente ya lo vé, pero las alacenas, la mesa y las camas en los cuartos que el queria ahí están.

En este cuarto...,  en esta cama..., fue donde me acosté por primera vez con Carmen, si, mi esposa se llamaba Carmen, igual que la hija con la que vivo. La conocí en las fiestas de Salinas y ya vé ahora vivo allí yo tambien ya díez años, uno menos de los que ella ya falta. Yo ya tenia la casa terminada y no sabe las ganas de estrenarla, porque mientras no me casé seguí viviendo en la cueva con mi padre, aunque no dejaba de venir ningún día para darle algún retoque a la casa y ponerle algún adorno. Mire, mire usted este perchero..., lo hice yo a punta de navaja, ¿a que parece de tienda?. Pues si, en esta cama no sabe cuanto disfrutamos mi mujer y yo,  y en ella vinieron nuestros hijos. usted no los conoce pero los conocerá.

Ellos me dicen: padre, venda la casa; allí no vamos a ir nunca, nuestra vida está en Salinas donde tenemos nuestro trabajo y nuestro bienestar, venda la casa y el corral mientras se mantengan en pié; y como usted parece interesado, pues en eso estoy, vendiéndosela si es que la quiere. Si mi esposa viviera jamás se vendería, los dos aquí, aunque solos, hubiéramos sido felices como lo fuimos mientras ella vivió; aquí bajo el cubierto de esta terraza, tenia cuatro perdigones, para el reclamo y con el que estaba mas fuerte salia a cazar cuando se levantaba la veda; mientras yo los arreglaba ella tendía la ropa y cantaba..., mejor que los ángeles.... Mire Sr. Juan, ¿puede creerse que en los veintiséis años que pasé con ella nunca discutimos?

Tuvo que encargarse de los animales y de la huerta que había ahí, en ese perdido, al lado de las chumberas, porque yo tuve que volver a la cantera; los hijos llegaron pronto y por aquellos tiempos si no te espabilabas no comías. Cualquier otra se hubiera quejado de llevar todo el peso de la casa, con todo lo que le he dicho y además los crios, que no era como ahora que se dejan en cualquier parte y sin embargo, cuando yo llegaba los sábados por la noche, aún tenia arrestos para lavarme los pies, cortarme las uñas y darme una friega por donde mis manos no llegaban y aunque pronto íbamos a irnos a la cama me ponía muda limpia, camisa blanca y los pantalones del domingo para que cenáramos como personas decentes. Los domingos íbamos a misa con los críos, era a lo único que, no es que me obligara, pero yo sabia que la hacia feliz y como era tan poco lo que podía regalarle, pues ya me ve cuesta abajo hacia la iglesia, mientras mis amigos jugaban a la bola en la rambla. Después no le importaba que me perdiera, aunque siempre quiso que fuera puntual a la hora de la comida y que nunca llegase bebido, para no dar mal ejemplo a los niños..., y tenia razón. Mis hijos han salido muy serios y formales, por eso cuando me enviudé, a pesar de que me negué y aguante un año aquí solo, al final me llevaron con ellos.

Paso algún tiempo en la casa de cada uno, pero lo que se dice vivir, vivo con Carmen, mi hija mayor, esa hija que ya durmió con nosotros en la primera noche de boda y que parió mi Carmen a los nueve meses justo. Recuerdo que el día que me dijo que estaba preñada, estaba clavando detrás de esta puerta este Corazón de Jesús que mire lo bien que se conserva. La verdad es que sin Carmen yo era casi como una momia y con esta cojera, tras el accidente en la cantera, ¿que podía hacer yo aquí?. Estuve viniendo algunos domingos, pero cuando entraba en el cuarto y veía la cama donde también murió, lloraba; si me subía a la terraza la veia tendiendo y cantando y lloraba y cuando volvía a Salinas me notaban las ojeras, así que ya no me dejaron volver, ni yo quise, hasta hoy, porque usted me lo ha pedido y aunque no lo crea no sabe cuanto me está costando aguantar las lágrimas.
¿Que precio cree que podemos ponerle a la casa? Ya sé que no está en muy buenas condiciones pero haciéndole algunos arreglos puede quedar muy bonita ¿no le parece?. La estructura es fuerte, se lo aseguro, tenga en cuenta que la hicimos para nosotros y no escatimamos; ¡me imagino que diría mi padre si me viese vendiéndola!.

_.Querido amigo, usted no puede vender esta casa. Si necesita dinero le compro el corral, y si no vendiéndomela a mi va a vendérsela a otro, yo estoy el primero, pero no la venda, a no ser que le sea imprescindible ese dinero. Cuando usted falte, que sus hijos hagan con ella lo que quieran, pero usted no la venda; en cada uno de estos rincones está su vida, la de la mujer que lo quiso y a la que usted aún ama; también está la mayor parte de la vida de sus hijos aunque ellos lo ignoren. Lo poco que pudiera darle va a durar lo que tarde en repartidlo y se va a quedar en nada y sin nada y aquí está toda su vida. No es malo que llore, pero no llore de tristeza sino de alegría y satisfacción por haber gozado de una vida plena en compañía de una mujer enamorada; no la defraude y venga de vez en cuando a hacerle compañía como lo hacia cuando eran novios y si cada vez que llegue aquí llora, no le importe llorar, ya ve, yo soy un hombre y también lloro y lo abracé como si fuera un hermano.

9 comentarios:

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Bueno, al final el comprador tuvo su corazoncito y no la compró. Un relato lleno de nostalgia, Las casas siempre tienen esos recuerdos impregnados en las paredes, es un misterio.

¿es autobiográfico el relato¿

Saludos,
Juanma

pichiri dijo...

Efectivamente, este hecho acaeció, tal como lo cuento, cuando yo podia tener cincuenta años. Es muy poco lo que haya podido adornarlo y me alegro de haberlo vivido y de haber hecho lo que hice. Cuantas Carmenes habrán quedado en el anonimato, pero esta, aunque sea de forma tan humilde, quiero que siga viviendo en mi blog, tal como vivió en el corazón de aquel hombre, aunque ya, quizás, ni sus propios hijos se acuerden de ella.

adriana rey dijo...

Hola Juan Ramón, de blog en blog he llegado aquí, y la verdad me ha llegado tu relato. Me trajo recuerdos y me hizo pensar en cuánto perdemos cuando perdemos una casa en la que hemos vivido. Me gustó mucho. Volveré. Saludos!

Anónimo dijo...

¡Qué bonita historia papá! Está narrada con la sencillez que refleja en el relato ese honrado aldeaño... Son muchísimos los rincones cargados de historias anónimas en cada pueblo, en cada casa y en cada habitación y es una lástima que se pierdan. Hay veces que dan ganas de que no se meta en una caja nuestro cuerpo al final de nuestros días porque al fín y al cabo quedará en nada...Valdría más la pena llenar la caja de nuestros más preciados recuerdos y que alguien en un futuro pudiera participar durante unos minutos de las cosas que nos hicieron tan felices. Enhorabuena por la historia. Un abrazo FRAN.

JuanRa Diablo dijo...

Me ha emocionado la historia. Además me ha resultado muy original el que nos la cuentes con ese casi monólogo tan realista. Pensaba que era algo que te había sucedido allí en Colombia pero leo por aquí que no.
Muy hermoso todo lo que trasciende tras su lectura y lo que le contestaste refleja tus nobles sentimientos. No podías arrebatarle un lugar que significó tanto para él, aunque ya no lo visitara.
Sublime papá.

pichiri dijo...

Querido hijo Juan, la casa a la que me refiero es la que hay en la C/. Elda, en las Casas del Señor, está sola rodeada de lo que fué un huerto, solo tienes que iniciar la pendiente de esa calle y la verás a la izquierda en un plano inferior, es de dos plantas y detrás de ella no hay ninguna edificación. Si te dás una vuelta por allí dime como se conserva.
Un abrazo.-

JuanRa Diablo dijo...

Pues la fotografiaré y te enviaré algunas fotos para que la veas tú mismo.

Anónimo dijo...

Me ha emocionado esta historia y me ha conmovido como la cuenta.
Dice un refrán castellano "de tal palo tal astilla" ahora comprendo mejor los escritos de JuanRa.
A pesar de que ya me ha enganchado a su blog, le prometo no volver a leerle sin tener antes su permiso, son unas historias tan intimas, que me parece no tengo derecho a inmiscuirme en ellas.
Permitame, aunque no nos conocemos despedirme con un abrazo.
Rasanliz

anahija dijo...

Me habìan hablado de esta historia, y no se habìan quedado cortos.Hay muchas personas que te leen y te disfrutan y que despuès no te escriben que te han leìdo.Una de ellas es Ana Belèn(azafràn)Te acuerdas de mi compañera de piso la murcianica?,Isabel y Alicia tambièn te leen de vez en cuando y todas disfrutan con tu don,como yo lo disfruto,y como espero lo hagan mis hijas dentro de muchos años.
Un beso papà.ENHORABUENA POR ESTA HISTORIA TAN CONMOVEDORA