domingo, 8 de marzo de 2009

LA ERMITA DE SAN PASCUAL BAILON

En Orito, una Pedania de Monforte del Cid y bastante alejada de la Aldea, se ubica desde no sé cuando la Ermita de San Pascual Bailón, hermano laico de los frailes descalzos de San Francisco. Está emplazada en lo alto de un cerro que al sur y al este domina toda una campiña de vides que recuerdo como un vergel y a cuyo poniente y norte se aprecian alguna colinas, estribaciones del cerro principal, que vierten las aguas de las lluvias a través de sus laderas sobre un paraje semidesertico e inhospito de quebradas y alvares socavados por las lluvias torrenciales cuyas avalanchas abrieron en sus tierras blanquecinas, a lo largo del tiempo, amplios y profundos caminos que en una encrucijada que se pierde hasta donde la vista alcanza, forma un laberinto gigantesco y sobrecogedor, sin mas vegetación que espartos y algunos pinos distanciados y raquiticos que descarnadas sus raices sobreviven por un milagro de la naturaleza.
En lo alto del cerro, casi incrustada entre las rocas está emplazada la Ermita, que antaño no era mas que una pequeña concavidad en la que el Santo, pastor de cabras, se refugiaba de las inclemencias del tiempo y en la que tras su muerte y canonización fué instalada, tallada en madera, su imagen que en verdad tiene tal sencillez y es tan acertada y natural su expresión que cuando te acercas sientes un inmenso deseo de haberlo podido conocer personalmente. Tal es el talante de ese San Pascual, que inspira confianza y despierta devoción.
Aunque de lejos, siempre que pasabamos con el coche frente a la Ermita, camino de Alicante, ya mi madre cuando vivia, o mi esposa cuando mi madre nos dejó, decian en voz alta:Pascual ¿que haces? y todos contestabamos: "Señor, contemplo" y ya todos: "Bendito sea el Santisimo Sacramento", estas frases se repetian tres veces y después rezabamos un Padre Nuestro.
El acceso de los penitentes a la cueva se realizaba por una rampa, tan descarnada ya por la erosión que era dificilisimo el ascenso, por lo que las personas que no estaban en plenas facultades físicas tenian que dar un gran rodeo por un sendero también abrupto pero mas transitable.
Rodeando al Santo y sin un hueco que no estuviera ocupado, tanto en el techo como en las paredes, colgaban las ofrendas que sus fieles habian depositado en reconocimiento a las concesiones que el Bendito San Pascual les habia hecho y en los días de su fiesta, día 17 de Mayo acudian de todos los rincones penitentes,fieles, curiosos, invalidos, enfermos, pobres y desahuciados además de una caterva de tullidos que exhibian sus miserias esperando una limosna por caridad. Los tiempos cambiaron y se amplió el recinto de la cueva y anexo a la misma se construyó una nave socavada en la roca para poder dar cabida a un mayor número de personas. En otra, de obra, se instalaron las ofrendas y aún se hizo una más para encender las velas y luminarias que antes se encendian en el altar y que por su número provocaron en cierta ocasión un conato de incendio que puso en peligro la integridad de la imagen. Los alrrededores de la Ermita que antes eran de tierra y a veces barro fueron embaldosados y el sendero del que hablé anteriormente se ensanchó y se pavimentó, permitiendo la subida de los coches hasta un extenso aparcamiento a pocos pasos de la Ermita.
Quizás todos estos cambios puedan influirnos negativamente al haber transformado el entorno en el que aquel Santo se movia y pueda hacernos intuir un trasfondo puramente comercial alrrededor de su figura que pueda mermar ese sentimiento que surgia en la intimidad de su prístino refugio, pero la realidad es que si acudimos a él fuera de las fiestas señaladas y en horas que no es lógica ninguna concurrencia, especialmente en el atardecer en que a lo sumo podemos encontrar algún fraile de la aldea orando en cualquier rincón; ante su presencia y bajo su mirada que parece decirnos que no hagamos caso a cuanto nos rodea, podemos sentir lo que en el solo debemos buscar, sin que el mundano juicio de nuestra mente perturbe el hondo sentimiento de nuestra alma, como hacen los que todavia eligen la rampa erosionada para llegar a su Santo de devoción a pesar de que las fuerzas ya no les acompañan. La Penitencia no es una imposición que llega desde fuera, es una necesidad que surge de nosotros mismos y si no nos llama, no debemos criticar a los que así lo sienten, ni justificar nuesro rechazo por la mentira que a la VERDAD rodea.

8 comentarios:

pichiri dijo...

Con todo mi cariño, en recuerdo a un comentario que un día me hizo una amiga.

Juan Manuel Rodríguez de Sousa dijo...

Un post denso,

Yo no soy muy creyente, ni tampoco espiritual, pero si me gusta la paz, por eso esos lugares, como otros me atraen de una forma u otra.

Seguro que tu amiga te lo agradece,

Un saludo,
Juanma

JuanRa Diablo dijo...

Siento las mismas cosas que describes acerca de este lugar. Y el rostro del San Pascual de la cueva irradia una paz y una bondad que no he visto en otras imágenes.
Te he enviado un par de fotos del lugar por si quisieras que acompañaran a este texto.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Cuántos momentos evocados de la subida a la cueva, cuantos recuerdos en la paz de la iglesia de la aldea de Orito en la que el cura decía misa medio cantada, como antiguamente, en un ambiente perfumado de incienso en el que se oía a un lado a las monjas de clausura tras una reja acortinada detras del altar... Aún acudo allí en ocasiones con mi querida Laura, a veces por petición de ella misma, y siempre pido lo mejor para nosotros y todos vosotros, mi familia, tras besar el cordón de su hábito.¿Sabias que la virgen de Orito sale en el Guiness de los Records por ser la patrona más pequeñ del mundo? es más pequeña que un dedal. FRAN.

Io dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Io dijo...

Aunque no soy creyente, los templos siempre me dieron mucha paz, sobre todo cuando están vacíos. Existe una extraña fuerza entre sus muros que sobrecoge el alma y eleva el espíritu.

Yo no creo en la penitencia voluntaria, a parte de que el término "penitencia" me parece uno de los símbolos más representativos del oscurantismo de la iglesia católica.

La vida no se queda con nada de nadie. Cuando se ha cometido una falta grave, cuando se ha inflingido daño a un semejante de forma gratuita e injusta, al final siempre se paga. Pero eso suele suceder cuando menos lo esperamos, y no se puede evitar por mucha "penitencia" autoimpuesta que hayamos hecho con anterioridad, pues no nos corresponde a nosotros determinar el precio al no saber el alcance del daño que hicimos.

Esa balanza no está en nuestras manos.

Como siempre, una maravilla de relato. Y mis felicitaciones a tu amiga por serlo. Imagino que se sentirá orgullosa de poder llamarse así.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con "Io" sobre su visión de la penitencia, es más, hace poco fuimos Laura y yo a Orito y el párroco que ofició la misa ese día dejó muy claro que no le gustaba la actitud de los penitentes de subir de rodillas la penosa cuesta hasta la cueva ni ninguna otra. A grandes rasgos dijo: "Dios no quiere vernos sufrir por promesas, Dios sin duda prefiere que demostremos nuestra gratitud por medio del bién al prójimo y por un comportamiento cristiano del día a día. No es mejor cristiano el que se destroza sin sentido más las rodillas sino el que entrega parte de su vida a ayudar a los demás..." FRAN.

pichiri dijo...

Queridisimo hijo Francisco:
A lo largo de mi vida he opinado como tú y como ese sin duda sapientisimo Parroco al que aludes y sigo pensando lo absurdo que me parece subir esa penosa cuesta por cumplir una promesa. Hay mucho de eso en muchos penitentes. "Me diste y te doy", cuando Dios se sentiria mas gratificado con una muestra de caridad. Pero no te quepa duda de que por fuera de esas manifestaciones absurdas hay verdaderos actos de penitencia que no surgen como respuesta a algún don concedido sino a un arrepentimiento tan hondo que el que lo siente aún a sabiendas de la infinita misericordia de Dios, le sabe a poco congraciarse con Él mediante la oración o la limosna porque, si es poca, por su humildad, tambien es poco ante su propia conciencia y así tambien si es mucha por su riqueza no deja de ser una transacción comercial y es por ello por lo que necesita ofrecer algo que le cuesta un esfuerzo, un dolor físico irreemplazable por un gesto generoso. En estos casos el hombre además de la oración, además de esos rasgos generosos, necesita mortificarse fisicamente para encontrar en su propio sacrificio la única moneda de cambio que, a sus ojos, y aunque Dios no se la pida, el creé que tiene que pagar; es cuestión de conciencia, y si el arrepentimiento es sicero y el pecado grave, estoy seguro que nunca se dará por satisfecho a pesar lo lo duro que sea el sacrificio que se inflija. Pero ahí está Dios para decirle directa o indirectamente basta. Recuerda la película "La Misión" Cuando despues de matar a su harmano carga sobre sí todas sus armas arrastrandolas a través de la jungla. Es un ejemplo que quizás te haga comprender lo que te trato de decir.