lunes, 9 de marzo de 2009

LOS CONVENCIONALISMOS

A veces temo aburriros con mis cavilaciones, pero como las conclusiones a las que he llegado a lo largo de mi vida, me la hacen ver con tal claridad, que casi adivino como se van a desarrollar los acontecimientos, me entristece no compartir esa visión con los demás, sabiendo que les podria servir de mucho en su vida cotidiana y sobretodo en esos momentos de incertidumbre en los que centramos el estudio de la solucion a nuestras inquietudes apoyandonos en convencionalismos que en muchisimos casos son absurdos y en los demás no responden a la verdad absoluta y es por ello por lo que no solemos obrener el diagnostico ecertado para nuestra conclusión final.


La razón no puede responder a un baremo generalizado. Siempre debe surgir, incluso para sorpresa nuestra, tras la deducción razonada y no hay ningún hecho que no pueda y deba contemplarse desde todos sus posibles angulos, y aún así, hay tantas circunstacias que escapan al que quiere deliberar con justicia que siempre quedaria algún aspecto a tener en cuenta. Por eso el único juicio valido es el de Dios que está en posesión de hasta el mas mínimo detalle y en El no hay ninguna animosidad que pueda influir en la conclusión final.


La ventaja de generalizar radica en que de una forma u otra estamos coincidiendo con la opinión mayoritaria y cuando esto sucede, podemos estar vulnerando las excepciones, que aunque confirmen la regla, ahí estan, con su evidente diferenciación y por tanto dignas de juzgarse por separado sin que les afecten los convencionalismos que lastimosamente siempre aplicamos sin tener en cuenta los argumentos que sin duda sobreseerian un juicio traumático; argumentos que por desgracia ignoramos totalmente por lo general.


El valle puede a veces parecernos mas bonito viendolo a través del sucio cristal del ventanuco donde sufrimos nuestro encierro, pero de cuanta belleza prescindimos contemplandolo a través de un marco que no nos deja abarcar la totalidad del panorama. Cuantas cosas que aparentemente pueden parecer deformes y grotescas a través del cristal que opaca nuestros sentimientos y nuestra razón, podrian verse como algo sublime si las afrontasemos, desnudos de la impedimenta que ahoga el horizonte de nuestras miras bajo las aguas turbias de los juicios preconcebidos surgidos de una educación que confunde el mal con el bien, porque para llegar a él se haya podido seguir un camino tortuoso. A veces hay que tomar decisiones con valentia, rozando el pecado y no hay delito cuando todo el posible mal de la acción no tenga otra repercusón que pueda recaer en nadie que no sea uno mismo y si hay algun bien, este, sea en beneficio de terceros. Sacrificarse por los demás es una de las mas evidentes formas de expresar el amor en su expresión caritativa, pero la reiteración, como norma, aniquila la grandeza de cualquier sacrificio que atente sobre nuestra integridad moral. "No podemos evitar que la gaviota se pose en nuestras cabezas, pero seria imperdonable que permitiesemos que hiciese nido y que incubase sus huevos sobre ella. En casos extremos todos podemos ser victimas de nuestras propias decisiones, pero si ellas van encaminadas al bien de otros, SIN PERJUDICAR A NADIE MAS QUE A NOSOTROS, PUEDEN LLEGAR A LA SUBLIMIDAD. Pero en el extraño e insolito caso de que por uno de esos azares vislumbremos ese trasfondo de sublimidad, que cambia nuestro criterio, viendo en la acción de la victima no ya un pecado sino un sacrificio, no un mal sino un bien, ¿ perdonaremos al verdugo que ejecutó su acción sobre la que ahora consideramos victima, siendo como es, el elemento imprescindible para que pudiese alcanzarse el fín último por el que se ha realizado tal sacrificio, a pesar de que ese verdugo pueda desconocer las causas que han movido a ese ser a aceptar lo que el no sabe que es tal sacrificio?. Si nadie hubiese hecho oidos a las peticiones de la victima, ella, no habria logrado los medios para conseguir su fin y por lo tanto su verdugo es su mejor aliado indirectamente. He querido poner un ejemplo que creo todos entenderan pero existen otros de la vida cotidiana que nos afectan a todos, sirva el caso de aceptar un trabajo que nos denigra o nos degrada por la necesidad de llevar un sueldo a casa o cuando damos la cara por nuestro jefe en las situaciones en que el quiere quedar en buen lugar ante una presunta victima o cuando callamos sabiendo que el que lo interpela tiene la razón y con nuestra omisión, por defender al que nos paga, estamos negando un apoyo que con los ojos se nos pide con amargura, etc..En todos los casos estamos sacrificando nuestro honor, nuestros principios y todos nuestros valores para poder alimentar a nuestros hijos, pagar el recibo del alquiler, la luz, el agua, el colegio... y si en la discusión la victima nos invita a que hablemos porque estabamos delante cuando ocurrieron los hechos, la luz, el agua, el colegio el alquiler y el pan de nuestros hijos hablará por nosotros y diremos que no recordamos nada de lo que el dice. ¡Que traumatico para nuestro espiritu! Pero que bendición para nuestra familia que jamás comprenderia que nos hubieramos dejado despedir por no colaborar con nuestro jefe.


En estos últimos ejemplos, esa actitud nuestra, es muchisimo mas grave que en la que expuse anteriormente porque aquí la victima, además de nosotros es la que no ha encontrado nuestro justo apoyo. VEREIS QUE MANIFESTAR UN OLVIDO O NO INTERVENIR APOSTANDO POR LA RAZON PUEDE SER MAS NEGATIVO QUE EL QUE UNA JOVEN PUEDA VENDER SU CUERPO, pero el baremo que establecen los convencionalismos castiga con mucha mas dureza, lo que sin duda menos lo merece.



No os quepa duda de que muchos de los casos que se presentan con exagerados tintes de morbosidad encierran una historia completamente diferente. La mentira es innata en el hombre, hasta en las cosas intrascendentes, benditos los que entran en la excepción que confirma esta regla. Ninguno vemos nuestros defectos, ni queremos aceptarlos, siempre lo hecho, en nuestro caso, estaba justificado, pero sin embargo lo callamos o lo negamos por norma porque en el fondo sabemos que hemos actuado mal y aquí viene lo que puede trastocar el buen orden en nuestra convivencia. La mentira. ¡Que horror, sentirse descubierto en una mentira! Y que cúmulo de mentiras para eludir ser descubierto en una de ellas y ¿por qué?, muy sencillo, porque nosotros somos los mejores jueces de nuesros actos, pero el no ser descubiertos, el permanecer impunes en nuestras cobardías nos da una gran sensación de seguridad, por eso tenemos que fingir y mentir si fuera preciso para mantener una reputación que no merecemos.



Que duro es ser fiel a una verdad que nos desmerece y denigra en el baremo equivoco que ante los ojos de los hombres la valora, pero que satisfacción queda en el espiritu cuando te muestras tal como eres en realidad, sin importarte mas que tu propio criterio desnudo de prejuicios y convencionalismos. La relación social básica comienza con dos y a ellos les incumbre establecer la norma de esa relación. La aparición de un tercero, cuarto, quinto, hasta llegar a un pueblo, una nación, un continente,... no puede afectar al acuerdo establecido por las unidades de la relación social básica, y sus acuerdos no deben ser vulnerados por la opinión de los demás, salvo que atenten contra ellos, si queremos tener una verdadera libertad. La opinión de un grupo ni puede ni debe coartar la libertad individual, insisto, siempre que la libertad individual no atente contra la integridad y a la libertad de los demás.



Si la relación laboral lleva implicito un sometimiento, aunque esté enmascarado por convenios colectivos, no deja de obligarnos. Es algo "inevitable" y todos lo admitimos, pero sin embargo no queremos admitir en los demás, ningún tipo de sometimiento, aunque estuviese pactado y aceptado con todos los beneplacitos, pudiendo además "evitarlo" si le complace.



¿Y para que reincidir en lo que es evidente? Queremos imponer nuestros criterios sin importarnos la opinión de los que piensan de forma contraria y si somos mayoria podemos además imponer leyes que prohiban y coharten a la minoria, es decir, la mitad menos uno. ¿Hasta cuando vamos a estar sometidos a la mayoria?

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