viernes, 5 de julio de 2013

UNA INCURSIÓN EN EL PASADO

He salido del Colégio, tengo nueve años y unas ansias locas de reunirme con mis amigos de la calle para jugar. Mi madre me besa cuando llego a casa y sin mas preambulos, corta una buena rebanada de pán y sobre ella, echa con tiento un chorrito de aceite de oliva, esperando que la molla se empape para que mi merienda tenga el suficiente alimento; después le pone unas pizquitas de sal para darle mas sabor.

Mientras hace los preparativos, sacio mi sed, orientando a mi boca con gran maestria, el pitorro del botijo que sobre un plato, se mantiene al fresco en el hueco de la ventana, a cuyo través se ilumina el comedor con la luz del patio y al ponerme frente a ella, veo su jaula y me acuerdo que he de dar de comer a mi Cobaya.

En un plis plás, cumplo mi obligación, me engullo la merienda, hago el paripé de que estoy haciendo los deberes de la clase y pido permiso para salir un ratito a jugar.

Bajo las escaleras de tres en tres sujetandome a la baranda de medio lado y en el último tramo doy un salto a manos libres de hasta cinco o seis escalones. Me detengo en el portal y oriento mi vista hacia un lado y después hacia el otro, comprobando que en la calle no hay ni un solo amigo.

La cruzo en diagonal y una vez superado el Bar de Miguel y de Mercedes y El Cuartico de Roberto, entro en la explanada que antecede a la entrada del Cine Ideal Cinema. Está vacia..., solo está el Galileo en un rincón, con su pata cortada hasta la ingle y la otra extendida casi al rás del suelo, sentado en un minúsculo taburete engrasando su triciclo y un par de chicas observando los afiches y las carteleras de las peliculas que se van a dar. Salgo de aquel pátio y me dirijo a la fábrica que colinda por ver si en su amplia entrada están jugando al futbol. Silencio total.

La casa del Cabecilla está enfrente... ¿Está Antoñin? Pregunto a su madre desde la puerta que está abierta.
- Nó, Juanito, Salió ya hace mas de media hora.
Armando, El Morro Goma, tampoco está en su casa...

Desando lo recorrido y me dirijo a casa de Pedro y ni él, ni sus hermanos Alejandro El Calderilla, ni Juanji El Cabeza Buque han dejado recado de a donde iban.

Al salir, me topo de frante con Vicentín El Chato que anda a toda prisa y por él me entero que todos se han ido a ver entrenar al Eldense, primer equipo local, que milita en la Tercera División y que los Miercoles, entrena a puerta abierta en El Parque, el Campo de Futbol Municipal. El otro equipo eldense es La Unión Deportiva pero como está en Primera Regional no nos causa el mismo entusiasmo.

Me acomodo al paso del Chato, que mas bien es un pequeño trote y trás dejarnos atrás a derecha e izquierda, la Taberna del Tio Bernardo; la Panaderia del Tio Aramís; la casa de D. Francisco Hellín Almodovar; La Casa del Primer Legón, como siempre con los portones cerrados; La Escuela de D. Antonio Borruel; el Taller de Mármol de Silvestre; el despacho de La Curtidora Alicantina; La Tienda de Ultramarinos de Sebastián; la Esquina del Guardia; La Jaula, donde cuando no hay gente, el Tio Pepe nos deja jugar al billar,para pagarle el sábado; El Garaje Monumental, inmenso y vacio; el Despacho Central donde se recogen las mercancías para después transportarlas a través de la Renfe; La Fonda y el Gimnasio de Genaro,  dejando atrás, a la derecha la calle Pizarro, llegamos a "La Fuente de los Burros", situada en una placeta trapezoidal a la derecha de la Avda. de Chapí y frente al Garaje Mendiola también vació, al igual que la Fábrica de Almendras con la que colinda, que desde mucho está cerrada.

Enjugamos el sudor sumergiendo nuestras cabezas en la fuente, que realmente es un abrevadero de acémilas, casi único medio de transporte local y tras una corta espera, regresa el Chato con una gaseosa fresquista, que con la calderilla de unas sisas ha comprado en la Fabrica de Hielo de Tobias Vergara. La compartimos como buenos amigos y de inmediato reemprendemos nuestra marcha, no tardando en llegar a nuestro destino.

Allí están todos, sin faltar Horacio El Viejo, Luis El Sevillano, Pascualico El Tartana; Pepe El Cinco Minutos, Angelito El Cuco, Pepe El Cojo, incluso Antonio Olmos que no suele ser muy adicto a nuestra pandilla.

Terminado el entrenamiento sin que faltasen las risas y los chascarrillos, burlándonos de los fallos de los "mas malos", casi todos amateur de la cantera local y de Petrel, que con el tiempo vendrían a darnos algunas glorias coincidiendo con la Presidencia de D, Luis Cremades que fué el promotor y mayor entusiasta de nuestras mejores etapas futbolisticas, salimos del recinto impregnados de tal espíritu deportivo, que retamos a un partido de fútbol a otro grupo que tambien habia acudido al entrenamiento, plantándonos cara en uno de los solares del Campico, sufriendo una derrota tan amplia que no la podré olvidar.

Ya casi anocheciendo, vuelvo a mi casa, cansado y hambriento, esperando que mis padres no me regañen si me he pasado de la hora, pero no es así. Los encuentro sentados apaciblemente en aquellas sillas de anea..., tomando el fresco en la acera, a la puerta de la casa de mis abuelos, que viven abajo de nosotros. Yo he sido el primero en volver y esperamos que lleguen mis otros hermanos para cenar todos juntos como Dios manda. Mi madre me sienta en sus rodillas con cariño y mientras yo me acomodo pasando uno de mis brazos por su cuello, mi padre, poco dado a las caricias, con manifiesto orgullo, me mira con una sonrisa inefable de satisfacción.


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