jueves, 22 de enero de 2009

EVOCACIONES

Estaba buscando una idea para proseguir con mi serie de Relatos que Pudieron ser Ciertos cuando he recordado una bellisima etapa de mi vida que quiero evocar con todos vosotros. Comprende un peridodo de aproximadamente tres o cuatro años y cuando comenzó podria yo tener unos doce, estando por lo tanto en el segundo curso de Bachillerato. Todo empezó una mañana en la que apareció mi hermano con un precioso palomo en las manos; era de color azul cielo, con la mitad de las alas blancas a partir de la articulación que en nosotros es el codo; en el argot de los aficionados: aliblanco azul. Las plumas de su buche, casi hasta llegar a la base de su pico, emitian reflejos multicolores con un brillo espectacular. Yo no habia visto nunca un palomo a tan corta distancia y mi primer impulso fué acariciarlo, recibiendo de inmediato un picotazó que me hizo retirar la mano sin quedarme ganas de ponerme de nuevo a su alcance. Estaba absorto contemplando aquel precioso animal mientras mi hermano explicaba a mis padres su procedencia. Se lo habia regalado un palomista de la vecindad que conocia su afición por todo lo que estuviera relacionado con las aves. He de aclarar que mi hermano tiene once años mas que yo y que actualmente es una autoridad reconocida mundialmente en el campo de la ornitologia, habiendo publicado un libro que no puede faltar en la libreria de cualquier ornitologo que se precie. Tras las logicas protestas de mi madre y las prudentes consideraciones de mi padre, salimos a la terraza y mi hermano que por lo visto ya lo tenia todo previsto, señaló un murete que podria llegar a la altura de mi pecho, sobre el que podia instalarse el jaulón idoneo para este tipo de aves. Seria prolijo hacer un gráfico, pero si es preciso saber, por si a alguno le entrase la afición, que el jaulón cuenta con dos receptaculos en cada extremo, completamente cerrados, con tan solo unos orificios laterales para permitir la respiración de un único ejemplar en cada uno de los receptaculos y dos aberturas por las que se introduce la pileta del bebedero y el cajoncito de la comida del animal, además de dos puertecitas compactas del tamaño de una mano; una para poder coger el animal si fuera preciso y la otra que se abre, cuando quiere darse salida al mismo y que se comunica con un espacio libre entre los dos receptaculos, con una longitud de unos setenta centimetros y una anchura de unos cincuenta. Este espacio está cerrado por los laterales, y por arriba, dispone de una redecilla metalica deslizante que permite si está echada que el animal pueda solazarse sin poder escapar o bien, si la redecilla se recoge, pueda salir a volar. Los receptaculos suelen medir 40x50x40, un espacio, con suficiente olgura para el animal, que normalmente está solo, y su pareja, de forma eventual, cuando la consigue.

Como dije, mi hermano lo tenia todo previsto, pues tras la aprobación de mis padres, empezó de inmediato a construir un palomar para dos ejemplares, con los materiales mas improvisados, conseguidos de los deshechos de alguna que otra carpinteria, asi como algunos cajones de embalaje que le regalaron en los comercios del barrio. La rejilla la fabricó el mismo, entrelazando la cadenilla de unas viejas persianas y aunque quedaron horribles, cumplieron la función que se pretendia. No fué mucha mi colaboración, pero si contribuí en lo que pude en las tareas de abastecimiento.

Listo el palomar solo quedaba suscribirse en la Sociedad Colombofila. Por una cuota semanal, muy pequeña, creo recordar que eran dos pesetas y por ellas, tenias derecho a volar uno o dos palomos diarios que competirian con todos los de lo demás socios para llevar a su cajón una de las seis hembras que diariamente se soltaban y que los aficionados distinguiamos en su vuelo a simple vista porque en su cola recortada casi hasta la base, se ataba una pluma blanca, este distintivo se le ponia para que la distinguiesen los menos avezados, ya que a los a entendidos no les hacia falta ningún distintivo para distinguir una hembra en vuelo. Todos los machos sueltos se iban agrupando detrás de una u otra paloma formandose lo que en el argot se conocia como "piñas", que podian verse surcando el cielo por distintas zonas de la población. Los aficionados y sobretodo los propietarios de los palomos, especialmente en los domingos y días festivos, seguian esas piñas en sus desplazamientos, formando grupos que comentaban las excelencias de cada palomo y como nó, tambien de la hembra, algunas mas idóneas que otras para este tipo de competición, según unas caracteristicas que conocian los especialistas en este tipo de certamenes con tan solo contemplarlas en los jaulones antes de proceder a la suelta. Como es lógico, cada propietario seguia a la piña en la que volaba su palomo, que al surcar el cielo distinguia porque bajo sus alas llevaba pintado unos determinados colores que eran el distintivo de cada socio pudiendo identificarlo a simple vista. Una de las muestras de la afición es que cada socio conocia los colores de todos los demás y era habitual el que cuando alguien trataba de localizar a su palomo siempre hubiera el que le dijese por que zona iba volando y si iba solo, o agrupado en una piña, tambien el que si algun animal destacaba en su actuación se oyese exclamar "ese palomo es de fulanito o meganito", e incluso se supieran el nombre del palomo. Puede que esta interconoxión parezca exagerada pero hay dos razones fundamentales que la justifican. Elda no era un pueblo muy grande por aquellos tiempos y consecuentemente no eran muchos los aficionados a este deporte de minorias; por otra parte era costumbre que despues del trabajo se acudiera a la sede de la Sociedad, que entonces se ubicaba en la C/. Legionarios donde se hacia tertulia sobre el tema y a donde como es logico nunca dejaban de acudir los socios cuyos palomos habian conseguido llevar a su palomar, las hembras que se habian soltado por la mañana de ese mismo día. El secretario, con cierta solemnidad, señalaba en el gráfico correspondiente las entregas, poniendo una cruz roja en la linea correspondiente a los colores que habian conseguido la captura y después se procedia de identica forma en el gráfico particular de cada palomo. Este pequeño homenaje daba lugar a los comentarios sobre cada animal triunfador, cuyo palmarés iba haciendo ascender su valor crematistico a través del tiempo. Era un orgullo para cualquier palomista, que así es como les calificaba la gente en general, acudir a la devolución de las hembras conseguidas por sus palomos y cuando este hecho se repetia a menudo iba in crescendo su prestigio como socio y como criador, subiendo por lo tanto el valor de sus ejemplares. Las competiciones eran muy reñidas, porque las hembras solo se entregaban al ejemplar que les demostraba ser el mejor padre potencial para sus crias y esta selección natural de la hembra respondia a una serie de valores que el macho le demostraba a lo largo de su persecución en la que competian a veces varias docenas de ejemplares. Los viejos aficionados sabian cuales eran y en los eventos importantes, en los que solo se soltaba una hembra y la participación se limitaba a palomos con un reconocido palmarés y tambien otros ejemplares famosos de otras poblaciones, siempre habia un jurado que puntuaba las muestras demostradas por cada palomo para despues otorgar los respectivos premios que se repartian tras el concurso, premios que se añadian al historial de cada palomo pudiendo llegarse a valorar algunos ejemplares en unos precios millonarios. En vuelo, el palomo que se mantenia mas tiempo en la competición cubriendo a la paloma era el mas puntuado, considerandose tambien a los que en en la piña mas cerca estaban de la misma. Cuando paraban en cualquier punto, el que con mas ardor protegia a la hembra; el que mejor la arrullaba y el que mas tiempo permanecia a su lado aguantando las embestidas de todos los demás, ese, era el mejor puntuado. Esta actitud podia durar muchas horas, incluso podia llegar la noche sin que nadie pudiera llevar la hembra a su jaulón, tal era la competencia a veces encarnizada que se desarrollaba y en este caso se entragaba el galardón al palomo que mas puntuación hubiese logrado a lo largo de la contienda, aunque normalmente siempre habia un palomo que conseguia seducirla. Para ello, y eso tambien puntuaba, el palomo que mas cerca habia estado de la paloma, debia renunciar a su posición privilegiada haciendo una salida en dirección a su palomar para comprobar si la hembra le seguia, cosa que no conseguia ni mucho menos en el primer intento. Lo malo es que cuando regresaba, otro palomo habia ocupado su puesto de privilegio y para volver a ocuparlo tenia que atravesar la maraña de candidatos que pretendian lo mismo que él y despues despalzar al que estaba mas cerca de la paloma, labor que cuando se conseguia era a costa de gran cantidad de peleas intermedias en las que tenia que salir vencedor y muchos ya no eran capaces de conseguir la supremacia. Por ello, esas salidas estaban muy bien puntuadas. Cuando el macho salia varias veces y volvia a situarse sobre la hembra tantas veces como lo intentaba ya era un candidato de primer órden para el premio, salvo que hubiera otro que consiguiese llevarse la hembra a su palomar aunque hubiese conseguido menos puntos que él, cosa que no solia suceder, pero a veces los baremos establecidos por el instinto de la hembra estaban por encima de los establecidos por los hombres y aquellos eran los que prevalecian. Quiero hacer notar que las parejas nunca se abandonan entre sí y aunque el macho pueda tener algún que otro escarceo siempre cria con una sola hembra. Si alguno de los dos muriese siempre sacará adelante a los pichones el superviviente. A pesar de su agresividad con los estraños, con el dueño llegan a unirle ciertos vinculos de amistad y de sumisión. Siempre crian en los mismos lugares, que no abandonan jamás salvo en rarisimas ocasiones. Tambien hay muchisimas anecdotas en la vida de algunos palomos, cual de ellas mas bonita. Como una muestra, un palomo de mi propiedad estuvo alimentando a una hembra durante muchos días hasta que descubrimos el motivo de sus largas ausencias. Tratando de protegerse de la piña habia quedado encajada en un hueco del que no podia salir y mi macho todos los dias la embuchaba para que no muriese. Lo descubrimos con la colaboración de otros aficionados que lo vieron entrar varias veces en el mismo lugar y nos lo comunicaron, fué muy emocionante comprobar la solicitud con que el macho alimentaba a la hembra embuchandola como si de un pichón se tratase. Esa hembra fué llevada a la sede de la Sociedad que por unanimidad decidió otorgarsela al macho que le habia salvado la vida. Al macho le llamabamos Español y era de color senderino, blanco, con tantas incrustaciones de otros colores oscuros que el blanco se desvanecia; muy parecido a lo que ocurre con los caballos pintos.
Crió con aquella hembra y nos sacaron dos hermosos machos que llegaron a ser muy reconocidos por todos los aficionados por su estampa y por su palmarés. Desde el primer momento elegimos, a mi petición, los colores los de la Bandera Española que por lo vistosos y faciles de identificar pasearon, nuestra presencia en el cielo de nuestro pueblo durante varios años. Quizás esto haya influido en el gran amor que siempre he sentido por la enseña de mi partia, hoy tan lastimosamente denigrada por la insidia y desidia de algunos gobernantes y grupos politicos. Mi padre que jamás habia tenido mas jovi que su trabajo se hizo cargo de los palomos cuando mi hemano se trasladó a Alicante, primero a regañadientes y después con las muestras del mayor cariño y dedicación, llenando todas sus horas de asueto, desgraciadamente pocas, por lo que yo tuve que ayudarle con el mayor entusiasmo. Mi afición llegó a tal extremo que ya me permitia hacer comentarios ante los expertos, muy aplaudidos por todos, que me tenian verdadero cariño. Distinguia perfectamente un palomo borrao de un fumao y conocí la totalidad de los colores y sus combinaciones. Supe distinguir un laudino entre las distintas variedades y razas; pude distinguir si un palomo llevaba mezcla con alguna otra raza y con cual era y supe distinguir entre las hembras del gran jaulón que habia en la sede, cuales eran las mas propicias para que dieran un buen juego, por lo que cuando yo estaba allí me encargaban que fuese yo quien las eligiera, aconsejandome solo a veces un cambio, dandome las razones del por qué. "Juanito, esa que has cogido es buena pero está muy fuerte y se vá a ir con el primero que se le acerque"; "Juanito, esa no porque ha puesto un huevo y está a punto de poner el segundo y vá a volar poco tratando de echarse en cualquier momento. Es conveniente que todos sepan que las hembras se volaban solo una vez para que no las influyera ninguna querencia y que una vez voladas se canjeaban con otras de las provincias mas alejadas, para que cuando fueran soltadas se sintieran perdidas y a expensas de que un galán, el mas idoneo según sus instintos la invitase a su casa. Construimos hasta cuatro jaulones y mi padre delegó en mi las funciones de entrega de hembras seducidas y asistencia a la sociedad con lo que me convertí en el aficionado mas joven del grupo, gozando de las simpatias de todas aquellas gentes, generalemnte sencillas, que demostraron su generosidad y cariño regalandome algunos ejemplares y llenandome de sus inestimables consejos. A esas alturas ya habiamos destinado un cobertizo del patio para albergar los machos y hembras destinados a la cria. Al salir del colegio me iba a mi casa con una inmensa ilusión para ver si alguno de mis palomos habia conseguido su hembra, despues en el cobertizo observaba las parejas que estaban haciendo nido, las que ya tenian huevos y tambien como se iban emplumando los pichones, estando muy atento para en su momento anillar sus patas. Esta era su documentación. cada anilla llevaba un número que coincidia con la chapa de propiedad, que a la vez se registraba en unos libros oficiales en los que figuraba el dueño del palomo, las caracteristicas de plumaje, la garantia de su raza, el nombre de sus padres y el suyo propio. Este trámite era tan serio que cualquier omisión al respecto podia diezmar el valor del ejemplar en caso de venta y quedar vedado para cualquier competición oficial. Mientras cambiaba el agua, y reponia comida, cantaba a viva voz las canciones que mas se oian por la radio, llegando a aprenderme muchas de ellas que aún canto a veces, por lo bajini, cuando estoy solo. Me preparaba la merienda que durante un largo periodo solió ser una gran ensalada con tomate, cebolla y alguna otra verdura que regaba con gran cantidad de aceite de oliva y que me comia con abundante pan y buenos tragos de agua fresca del botijo y algún que otro traguito de vino. Cuando salia depués a la calle con mis amigos no habia quien se acercara a mi por el tremendo olor de cebolla, pero no por eso desistí de aquella merienda que tanto me seducia, debiendo comentar que jamás he vuelto a sentir el sabor de aquel aceite que por lo visto ya ha desaparecido de los mercados. Me es muy grato recordar a mi padre, tan serio y siempre tan impecable en el vestir, como con un delantal de mi madre se ponia a curar a los pichones tanto de la pepitilla como del fuego que en la punta de la lengua y en las tragaderas se les alojaba produciendoles unas terribles heridas supurantes, que él, que era incapaz de ver sangre, haciendo de tripas corazón, los limpiaba con una pinza, los desinfectaba y después aplicaba el remedio recomendado, haciendoles tragar después media pastilla de sulfamida cuyo nombre no recuerdo. Y lo más insolito, verlo formar parte de los grupitos que seguian a la piña cuando algún palomo nuestro entraba en concurso. El, que para hablarle se descubrian, corriendo de un sitio a otro como uno mas de aquellos bienaventurados que se sentian enaltecidos en su afición por su sola presencia y que le decian "Don Juan, su palomo lo está haciendo muy bien y el, que no tenia ni idea de lo que estaba bien o mal sonreia humildemente agradecido. Es algo que jamás podré olvidar.
Se que a pocos pueden importar estos recuerdos para mi tan entrañables, pero siempre al menos tendreis un mejor conocimeinto del Palomo Laudino, noble, orgulloso, tenaz, luchador, enamorado, fiel, responsable con su pareja y con sus crias, docil con su dueño y amante del entorno en que nació como pocos. ¿Que mas se puede pedir de un animal.?

4 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Desconocía que hubiéses llegado a tener tanta afición por este mundo de los palomistas. Lo has contado tan bien y con tanto detalle que me parece haberlo vivido.
A primera vista me parece dificilísimo saber reconocer a un ejemplar cuando van volando en grupo y tan rápido. Las veces en las que he visto a algunos pasar sobre mí ha sido un visto y no visto.
Y lo del abuelo Juan encargándose e incluso participando, si no es porque lo cuentas, nunca lo hubiera dicho. Me parece surrealista!!
El tío Guillermo sigue hablando con pasión sobre las aves. Tanto le gusta que no se da cuenta de que puede pasar horas contándote cosas sin cansarse. Al final te apetece ser ave y tener alas para salir volando de allí.

Txema Rico dijo...

Sí, yo tambien recuerdo las "excursiones" de palomistas por los alrededores de Almafrá, enfervorizados siguiendo a los grupos de palomos...De hecho el abuelo del "Pimpo" fue un afamado palomista, y tenia un palomar muy grande aquí al lado de mi casa. Yo de pequeño tambien crié algunos palomos, de esos que se iban todo el dia por ahí y volvian por la noche. Al final mi padre se cansó de tanta "mierda" que limpiar y acabaron en el cocido....
Tambien recuerdo las "palomas" fresquicas del verano con Anis Tenis...hummm que buenas...
Ahora, ser "palomo" tiene otra connotación...ja ja ja...y ahora es impensable ver a un niño dejar la Nintendo o la WII por un laudino de esos.
Saludos...

Io dijo...

No imaginaba que pudiese haber un mundo tan fascinante alrededor de la cría de palomas.

Y resulta muy reconfortante leer acerca de niños que dedicaban su tiempo libre a hermanar con el mundo animal, yendo más allá de perros o gatos.

El relato me ha parecido una preciosidad. Creo que, cuando evocas tus recuerdos, es cuando más sentimiento transmites. Le devuelves la vida al entorno, a los paisajes, a los árboles, a los animales, a las personas que formaron parte de tu mundo como simples actores secundarios, y a aquellos otros como tu padre o tu hermano que, al parecer, encontraban en tí el mejor depositario de sus sueños y aficiones.

Algunas de las descripciones que has relatado me han evocado los más bellos pasajes de una novela que no sé si habrás leído: "Cometas en el Cielo". Esas carreras mirando al cielo persiguiendo la "piña" y teniendo muy en cuenta la identificación de cada ejemplar...

Yo no sabría distinguir una paloma de otra. Hasta ahora me conformaba con diferenciar a una paloma de una gaviota, ja,ja, pero después de leer esto, la próxima vez que vea una me voy a fijar.

Gracias por compartir tus preciosos recuerdos, y enhorabuena por saber expresarlos con tanto sentimiento.

Un fuerte abrazo!!!

Iván Arribas dijo...

Qué historia tan fascinante!!!.
Ahora tengo cuatro tórtolas blancas. Las estoy amaestrando para que, una vez lanzadas en cuaquier direccción, tras su vuelo, regresen a mi mano. Las voy a utilizar en mis actuaciones de magia. La verdad, son dóciles y muy fáciles de domesticar, ganarse su confianza con paciencia...
Me has recordado que puedo pedirle consejo al tío Guillermo...
La historia de las palomas, tan intensa, unida al cariño que les voy cogiendo a mis tórtolas, me han hecho sentirla casi mía.