martes, 17 de septiembre de 2013

Y OCHO, DIECISEIS.

Como quiera que, tratando de ilustrar de algún modo esta última tanda de artículos, los he titulado inspirándome en una cancioncilla infantil, que a la par de servir como repaso aritmético, encierra un significado filosófico evidente, tal cual es la fatídica realidad irremisible de los números, voy a cerrar el ciclo abriendo un resquicio a la esperanza.

Estamos atravesando un mal momento. La mayoría de vosotros no lo vivisteis, pero los más viejos hemos pasado por situaciones mucho mas difíciles, en las que las iniciativas terminaban sucumbiendo ante una miseria generalizada, en la que la mayor aspiración era llevar a la casa un pedazo de pan para distraer el hambre. (POR FAVOR, CULPABILICEN A LOS VERDADEROS RESPONSABLES DE ESA MISERIA).

Hasta el momento, dentro de lo que cabe, la mayoría de las cosas aún funcionan con relativa normalidad, gracias al tesón y a la honesta actuación de un Gobierno que lucha denodadamente para paliar la deuda y el mal hacer de los que le precedieron, a sabiendas de que ciertas medidas, necesarias pero impopulares, pueden suponerles el alejamiento de sus votantes. ¡Que no sea así!, que no ocurra lo que generalmente viene ocurriendo; que el fruto del esfuerzo de unos no vaya a pasar limpiamente a las manos de quienes propiciaron nuestra desgracia. No nos dejemos llevar por las críticas insidiosas de los cafres que, como ya he repetido en muchas ocasiones, son los que mejor nadan en el fango. ¡CONTÉMONOS ENTRE LOS QUE ANTE ESTA SITUACIÓN, EN VEZ DE QUEJARSE DEL GOBIERNO, COMO LAMENTABLEMENTE OCURRE, REDOBLAN SU INDIGNACIÓN ANTE QUIENES PROVOCARON NUESTRAS DESDICHAS!

El caer en la trampa hacia la que nos empujan es el verdadero peligro.

Debemos estar unidos como nunca, en torno a nuestro Presidente. No hay mejor lucha ante la crítica mal intencionada que la indiferencia y el desprecio, tened en cuenta que estamos poniendo en juego nuestro futuro y si, como podéis comprobar con solo dar un repaso a la historia, la causa de todos nuestros males siempre ha surgido de las mismas SIGLAS, démosles la espalda a nuestros verdugos y que no les quede más remedio que emigrar al tercer mundo en busca de los que aún se dejen embaucar por su eterna cantinela.

Os puedo asegurar que la mayor parte de los capitales que yo he conocido a lo largo de mi vida estaban en manos de los que en su juventud fueron simples peones más o menos cualificados de las más diversas actividades, que cuando la iniciativa dejó de ser un sueño impracticable, supieron escalar a las más altas cotas, por su valía, por su incansable entrega y por su indiscutible vocación.

Confiemos en los que por estadística más nos convienen, por su amor a la Patria, por su valía y por su honestidad demostrada. Y cuanto más nos alejemos de quienes sistemáticamente nos perjudican, más a salvo estaremos de sus insidias y de las consecuencias que las mismas nos puedan provocar.

NO ESTAMOS EN UN MOMENTO EN EL QUE SEA ACONSEJABLE LA DIPLOMACIA, LO POLITICAMENTE CORRECTO ES LA TRAMPA EN LA QUE NOS HACEN CAER QUIENES QUIEREN ELUDIR LAS CRITICAS QUE SE MERECEN.

NUNCA HA SIDO INCORRECTO EN POLÍTICA DECIR LA VERDAD, EN TODO CASO HA SIDO PELIGROSO, PERO COMO LAS VERDADES QUE YO HUMILDEMENTE ESGRIMO SON TAN DEL DOMINIO PÚBLICO QUE HAN PASADO YA A FORMAR PARTE DE LOS ANALES DE LA HISTORIA, LAS REPRESALIAS DE LOS INFORTUNADOS ALUDIDOS SOLO NOS PODRÁN RECAER, SI PONEMOS DE NUEVO EN SUS MANOS LAS RIENDAS DE UNA ESPAÑA, QUE SI HUBIESE ESTADO HUÉRFANA DE TAN INDIGESTO COMISTRAJO, NO ESTARÍA PADECIENDO LOS RIGORES QUE AHORA NOS DESCONSUELAN.

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