jueves, 20 de noviembre de 2008

RETOS Y LOGROS


Yo tenia una finca grandisima en Petrel, lindaba por el Norte y el Este con Castalla y por el Oeste con Sax. Era montuosa y agreste y en ella habia todavía especies animales dificiles de ver en otros entornos. Esta, es la finca donde acaecieron los hechos que cuenta mi hijo Juan Ramón en una de las entradas de su blog, concretamente la titulada: "Excursión a la Cueva del Olmo" y esta Cueva del Olmo es precisamente tambien donde concluiria una aventura digna de pasar a la posteridad, que voy a relataros, al igual que quizás lo haga con otras muchas que tambien merecen ser recordadas
En una de mis excursiones en solitario, observé que en el fondo de la Cueva, en el vertice inferior de la izquierda, entrando en la misma, podia apreciarse cierta humedad. A mi nunca me ha gustado especular, siempre he afrontado los hechos lo mas directo que he podido, lo que naturalmente, en esta ocasión, me obligaba a cabar para ver lo que de alli salia. Lo humedad fué acentuandose, hasta que lo que era tierra húmeda se transformó en barro y este en caldo, al mismo tiempo que rompia y sacaba gran cantidad de raices. Era obvio que de allí surgia el agua y que para limpiar aquello debidamente necesitaba herramienta adecuada y algunas cosas más, por lo que a pesar de mi entusiasmo ante aquel hallazgo decidí posponerlo para otra ocasión en la que contase con todo lo necesario para llevar a buen fín mi empresa.
Me era dificil conciliar el sueño; revivia mentalmente todo lo ocurrido, imaginando como podria eliminar, de forma definitiva, aquellas raices que entorpecian el paso del agua, tambien imaginaba la forma y profundidad de la pileta que se requeria para mis fines, considerando que era imprescindible darle una salida en el nivel adecuado para que el agua no permaneciese estancada y corriese hasta el exterior. Era pues imprescindible acarrear hasta allí un pico, una paleta de albañil, un saco de cemento, un nivel y unos veinticinco metros de manguera de diametro no inferior a una pulgada. La arena y la grava podia obtenerla de la rambla que atravesaba aquel paraje y los ladrillos podian ser sustituidos con piedras que logicamente por allí no faltaban. Para tener exito en mi cometido era imprescindible profundizar hasta que se apreciase a simple vista como el agua brotaba y retenerla mediante una pileta cuya altura no debia exceder mas de diez centimetros por encima del nivel que alcanzara el agua en su espansión, dejando justo cinco centimetros por debajo de ese nivel un orificio donde se instalaria un extremo de la manguera. Tomando este punto como referencia inicial, se debia abrir una pequeña zanja con un declive mínimo de un 5%, a lo largo de la cual se extenderia y cubriria la manguera cuyo extremo saldria al exterior de la cueva desaguando en otra pileta lo suficientemente amplia para que pudiera beber cualquier ser viviente.
Fuí comprando todos los materiales y útiles necesarios y cuando ya todo estaba dispuesto, me dirigí a la finca dispuesto a culminar mi proyecto, teniendo que añadir a mi impedimenta una cantimplora con agua y unos bocatas. Llegué al pie de la finca a las ocho de la mañana. A partir de allí todo el camino tenia que ser a pie. Yo sabia que me iba a ser muy penoso transportar un bagaje tan pesado e incomodo, pero antes de salir habia preparado con unas cuerdas, el saco de cemento, como si de una mochila se tratase. El pico formaba parte de este bulto, sujeto al saco de cemento, al estilo militar. La manguera enrollada al máximo la sujetaria en forma de bandolera, pasando mi cabeza y uno de mis brazos por el hueco. Esta impedimenta me resultó penosisima porque como elegí una manguera muy rigida para evitar que se chafase, su excesivo diametro hacia que me arrastrase de forma ostensible, molestandome muchisimo al andar, teniendo que hacerlo practicamente de lado para evitar tropezarme con ella. La paleta y el nivel iban sujetos a mi correa, al igual que la cantimplora y la bolsa con los bocadillos. Sentado en la trasera del Renault-6 en que me habia desplazado, fuí colocandome el equipo y sujetandolo lo mejor que pude y cuando ya estaba listo me dí impulso y no pude levantarme, aquello pesaba mas que El Monasterio del Escorial. Me concentré todo lo que pude, redoble el esfuerzo y a duras penas pude ponerme en pie, bajé la puerta trasera del coche y me dispuse a caminar. A no mas de treinta metros habia un pino grandisimo y pensé que no seria capaz de llegar hasta el y cuando lo conseguí apoyé la bolsa de cemento en su tronco y fuí escurriendome hasta apoyar mis posaderas en el suelo, convencido de que mi proyecto era impracticable y que no habia en el mundo persona capaz de tal proeza. Estas manifestaciones solamente pueden comprenderlas los que han ido a la Cueva El Olmo. Sin ninguna impedimenta, libre de pies y manos ya es una hazaña por la distancia y por lo impracticable del camino. Imaginense en mi situación, con una bolsa de cemento que como mínimo pesaba 30 kilos, un pico, un rollo de manguera de 25 metros, que me arrastraba por el suelo y que se enganchaba en todos los matorrales que encontraba a su paso,con el nivel, la paleta, la cantimplora y los bocadillos todo ello colgado de mi correa como piñatas en serie que se bamboleaban a cada paso que daba, golpeandome a veces las partes nobles y las menos nobles y teniendo que subirme los pantalones cada diez pasos porque por el peso de tanto colgajo se me bajaban y me pisaba los camales bajo un sol que ya empezaba a quemar como un demonio. Para cualquiera ese punto hubiera sido el final del trayecto, pero mi caracter se agiganta ante la dificultad y me planteé el siguiente razonamiento: "Si fuera facil cualquiera lo habria hecho. Es imposible que hagas el recorrido de un tirón, pero si te vas imponiendo unas metas quizás lo consigas. Imagina que este pino es la primera meta que tenias que alcanzar, calcula ahora que distancia eres capaz de recorrer y alli paras de nuevo y descansas. Así me lo propuse y así lo hice, teniendo que hacer un par de nuevos orificios en mi correa y volver a enrollar varias veces la manguera que al ir enganchandose por todas partes se aflojaba y cada vez me arrastraba más y más. Lo que mejor recuerdo de este reto que me habia impuesto, no son precisamente las penalidades sufridas a lo largo del trayecto, ni los pinchazos con los espinos, ni mis rasguños con los matorrales, ni el par de caidas en las que casi me dejo las rodillas, ni siquiera ese calor insoportable que estaba poniendo a prueba mi resistencia, de lo que verdaderamente me acuerdo, o mejor, lo que recuerdo con mas cariño y me hace sonreir tantas veces como viene a mi memoria, es mi alegria a lo largo del trayecto, sobretodo cuando mas penosa era mi situación, yo me reia a carcajadas imaginando que pensarian de mi si me estuviesen observando, mas que andando, arrastrandome por aquellos parajes inhospitos, en algunas ocasiones en posiciones tragi-comicas no exentas de peligro, con aquella impedimenta a rastras que anulaba toda mi agilidad y aquél terrible peso a mis espaldas que me exigia tumbarme a cada paso. Creerian sin duda que era un demente o un brujo realizando un ritual extraño. ¿Quien podria imaginarse, ni remotamente, que todo aquel esfuerzo fisico y economico no tenia mas fín que construir una pileta donde pudieran calmar su sed los animales de la zona y algún que otro aventurero que como yo fuese capaz de internarse por aquellos vericuetos?.
No sé si el fruto de mi trabajo subsistirá aún hoy, o si algún gracioso de turno habrá destruido mi esfuerzo, pero yo siempre llevaré en mi corazón la satisfacción de haber contribuido en aquel entorno, con una humilde hazaña, digna al menos de ser relatada al calor de la lumbre de algún frio invierno, con la nostalgia, impresa en mi recuerdo, de las vivencias de aquellos tiempos que nunca volverán.

2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Desde luego esta hazaña merecía quedar escrita como mínimo. Y fíjate que siempre que veo un saco de cemento me acuerdo de tí. Aquello debió ser sobrehumano, como para tirar e hígado por la boca.
Cuando considere que Samuel tiene la edad apropiada le llevaré a aquel lugar y entonces le contaré aquella odisea que logró su abuelo un día.

Anónimo dijo...

Parecerías Cristo en penosa procesión al Monte Calvario, con caídas incluidas... También me gustan a mí los retos, pero de otro tipo, más al alcance del hogar pero árduos en su realización: hacer cerveza casera, mejorar las figuras realizadas, reproducir la arqueta de la tumba de Tutankhamon, etc... FRAN