domingo, 2 de noviembre de 2008

LA SEÑORA BHENSON



Cuando mi cuñado Antonio Olaya, (q.e.p.d.), recibió la comunicación de su próximo traslado a Sevilla, quedaba vacante su puesto en la Empresa Sufeco S.A. en Benidorm y sin vacilar, tras mi consentimiento, propuso a sus superiores que yo ocupase el cargo. No hubo ningún inconveniente por parte de D. Alfredo Corral al que tuve el gusto de conocer casi de inmediato, manteniendo con él una interesante conversación, tras la cual quedamos ambos sumamente complacidos.
D. Alfredo Corral era un hombre de unos cuarenta años, bien perecido, afable, sencillo y culto que me causó una gran impresión porque en su trato se veia que queria rodearse de amigos más que de empleados y como mi cuñado era para él un gran amigo y además una persona de toda su confianza, trasladó hacia mi ese afecto y de inmediato me sentí volcado a servirle con toda mi dedicación y empeño. El sueldo no era muy grande pero nos permitiria a Ana y a mi, junto a nuestros hijos Juan y Tomás vivir con decoro si ajustabamos nuestro presupuesto, y como además teniamos la vivienda gratis, habia perspectivas de mejoras y mi jefe, al que solo veria de largo en largo me simpatizaba, eran ingredientes suficientes para sentirme feliz en aquel empleo que además se intuia tranquilo y duradero.
El traslado de mi cuñado se fué posponiendo y vivimos durante casi dos años juntos; él con mi hermana Paquita y sus hijos en el tercer piso y nosotros en el cuarto de una de los bloques de viviendas de la Colonia Corral, siendo esa etapa una de las mas bonitas que recuerdo, con una convivencia familiar envidiable y un sin fin de anecdotas y chirigotas de Tony que jamás he olvidado. A nivel familiar comiamos muy a menudo en una u otra vivienda y entre sus tres hijos, Juan, Tony y Maria Jose; los mios Juan y Tomas y algun que otro chiquillo de la escalera que se apuntaba; con sus gritos y sus risas, sin contar las cancioncillas y estribillos de Tony padre y mis exteriorizaciones de alegria mientras me frotaba las manos y gritaba a todo pulmon mis Matilditas aquello era un poema. Despues saliamos a pasear y si nos sentabamos en cualquier terraza ocupabamos dos mesas impacientando al camarero mas tranquilo con las indecisiones de todos aquellos mocosos a la hora de pedir cualquier cosa. Paqui y Ana hicieron muy buenas migas y salian por su cuenta a comprar o a entretenerse entre el revuelo de todos los infantes, mientras nosotros estabamos en la oficina y como eramos nuestros propios jefes y la verdad es que teniamos muy poco trabajo, cada dos por tres estabamos en el vecino bar de "La caguemos" acompañados de Joaquin el Jardinero, Pedro el Conserje de Apartamentos Valencia I y Aniceto, Conserje de Apartamentos Valencia II, bien tomando un cafe con leche o como ya era un ritual todos los sabados tomando una cerveza y unas gambitas saladas que a todos nosotros nos parecian deliciosas, todo ello mientras jugabamos la consumicion a los chinos entre risas y chirigotas. El nombre de Bar "La Caguemos " surgió a raíz de una visita que hicimos a dicho bar en la que trás pedir las gambitas nos comunicaron que se les habian acabado, a lo que con mucha tristeza dijo Joaquin El Jardinero:LA CAGUEMOS y así se quedó con el nombrecito. Yo salia todos los domingos a pescar en una barca propiedad de un fontanero vecino nuestro de la Colonia, se llamaba Felix y la barca Locomotora. Saliamos casi de noche y al medio dia tras repartir el pescado llegabamos cada uno a la casa con una buena bandeja de Pageles, Besugos, Doncellas, Verderones y otras especies, todas ellas muy sabrosas y nos dabamos unos banquetes fabulosos. Trás marcharse Tony todo fué diferente. En la casa, aquella algarabia que a veces nos resultaba molesta desapareció y en la oficina, aunque seguiamos yendo a La Caguemos, nuestras visitas eran menos frecuentes y desde luego mas aburridas. Tony era mucho Tony.
Poco antes de marcharse nos visitó una inglesa interesada en comprar un apartamento; fué Tony quien la atendió. Preparó los contratos, relleno los efectos y trás firmarlos la Sra. Bhenson manifestó:"¨Si llegase a pagar la cantidad que adeudo antes de finalizar el plazo que me conceden supongo que me devolveran los intereses que correspondan" a lo que mi cuñado respondió: Naturalmente. Cualquier adelanto que Vd. haga está libre de intereses, de igual modo que si Vd. se demorase tambien se le cargarian.
Este fué el trato y así quedó convenido.
El apartamento que se vendió era de un socio de D. Alfredo Corral cuyas propiedades en Benidorm administraba mi cuñado y esta transacción no tuvo nada que ver con D. Alfredo Corral. Omito el nombre de la parte interesada por razones de ética.
Pasaron los años y cuando le quedaban a la Sra. Bhenson dos letras pendientes de pago por un montante de unas catorce mil pesetas, se presentó en mi depacho y me solicitó que dichos efectos fueran cancelados habida cuenta de que ella habia adelantado el pago en tiempo suficiente para que los intereses a descontar anulasen el importe pendiente. Una vez sacadas las debidas cuentas comprobé que efectivamente los intereses a descontar superaban el importe cuyo descuento solicitaba y le dí la razón, sugiriendole que pasase al día siguiente con el fin de obtener el visto bueno del propietario, del que en ningún momento pensé se negara. Con mucha sorpresa por mi parte me pregunto si ese convenio aparecia en el contrato y al decirle que no me sugirió que si no estaba escrito cobrase los efectos. Mi indignación llegó a su cenit cuando despues de haberle hecho considerar que esa actitud ponia en entredicho la palabra de mi cuñado que así la empeñó y suponia una complicidadpor mi parte en algo que consideraba lamentable me contestó alzando el tono de su voz que yo me limitase hacer lo que el ordenaba.¡ Vd. se equivoca conmigo!, le dije; no solamente no le voy a cobrar los efectos sino que exijo que con su propia mano devuelva a esta señora lo que es suyo, NO PIENSO LIQUIDARLE LOS COBROS DE SUS ALQUILERES HASTA QUE NO LO HAGA y le colgué.
Inmediatamente me puse al habla con un alto cargo de Sufeco, S.A., mi amigo José Marco (q.e.p.d.) al que conté lo ocurrido quedando impresionado por mi hazaña pero haciendome ver que me habia jugado el puesto y me pidió que llamase de nuevo al Sr.??? pidiendole disculpas antes de que el moviese sus tentaculos para estrangularme. Le dí las gracias y colgué.
Me dirigí entonces a la Notaria de D. José Monfort en la calle Gambo donde haciamos todas las escrituras de la empresa y con el que tenia una buena amistad. Terminada mi explicación le solicité que me extendiese un Acta de Manifestaciones en la que apareciesen todos los extremos que le habia explicado y el motivo de mi actitud, para evitar que ese señor pudiese inventar otra historia que me comprometiese, pero D. José Monfort me pidió que le eludiese de esa responsabilidad ya que no queria una enemistad que pudiese hacerle perder una importante cantidad de escrituras al año y aunque su actuación fuese indirecta y meramente profesional, podia dar lugar a ello y me suplicó que no le obligase a hacer lo que no me podia negarme en aras de nuestra amistad, sugiriendome que me dirigiese al Juzgado. Como no sabia en que podia desembocar aquel asunto quise asegurarme de que contaba con el apoyo incondicional de la Sra. Bhenson y me presenté en su casa para explicarle como estaba la situación y que necesitaba su ayuda por si tenia que comparecer como testigo de los hechos y cuando la buena señora me oyó decir que posiblemente tendria que pasar por el Juzgado, temblando como si hubiera visto una aparición y sin tener en cuenta el terrible conflicto en el que estaba metido por querer defender su dinero me dijo: Sr. Cabrera, por favor, no me meta en lios. Si pierdo el dinero no importa, pero no me meta en lios.
Lo mas cortesmente que pude le dije que no se preocupara en absoluto y me marché. Tenia ganas de llorar porque la unica victima de mi quijotesca hazaña era yo. Sentí desprecio por la Sra. Bhenson y por el Sr. ???? casi en la misma proporción y solo deseaba no tener que arrepentirme de todo lo que habia hecho, por lo que haciendo de tripas corazón cogí el telefono y sin responder al saludo inicial me limité a decir: " la liquidación de sus alquileres está preparada y puede venir cuando quiera por su dinero, la Sra. Bhenson le pagará sus letras, y, por favor, buscase otro administrador para sus asuntos, tengo mucho trabajo y ya no voy a poder atender sus cosas. De acuerdo, contestó y esas fueron las ultimas palabras que escuché de sus labios ya que la liquidación me la hizo quien tenia que sustituirme en esos menesteres y a los pocos meses me enteré de que nuestro caballero incognito habia muerto (q.e.p.d.)

3 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Ha quedado más que patente en tu trayectoria laboral (y en toda en tu vida en conjunto) que siempre has sido fiel a la palabra dada. Por más que se torciesen luego las cosas e incluso te perjudicaran, siempre que has dado tu palabra sobre algo, la has cumplido con rigor. De eso podemos dar fe tu familia y la gente que te conoce.
Me ha tocado la fibra ese recuerdo al tío. Dices que cuando se fue de Benidorm todo fue diferente porque el tío Toni era mucho tio Toni. Qué cierto. Siento haber perdido los vínculos con los primos de Sevilla desde que él - el nexo de unión cariñoso verdadero- se fue de entre nosotros.

Txema Rico dijo...

Ay Sr.Cabrera, Sr.Cabrera, ya no queda gente así...uno que yo me sé, de tu quinta, (q.e.p.d) era igual...eso creo que lo he heredado de él, pero creeme que hoy en dia, en este mundo cargado de hipocresía, ya no vale. Por ello, en estos últimos años me he ido dejando unos cuantos amigos por el camino...o quizás, no eran tan amigos? Un abrazo.

Anónimo dijo...

Me sumo al grato recuerdo del tío Toni. A veces la vida nos da disgustos de este tipo...uno se esfuerza por hacer las cosas bién e incluso beneficiar al prójimo y todo acaba volviéndose contra tí dejandote un amargo recuerdo y en esos casos no sientes lástima por los demás sino por tí mismo...FRAN