lunes, 10 de noviembre de 2008

Y AHORA UNA HISTORIA DE LA MILI - FINAL


Mi salida del hospital me ponia en una encruicijada que no sabia como resolver. Puede que parezca irrisorio, pero para mi era vital conseguir un destino en el que tuviera solventados mis problemas de intendencia. Mis experiencias anteriores me habian puesto en guardia del peligro que me suponia no encontrar un recurso que me permitiera echar de vez en cuando algo al estómago, y volver a las oficinas me condenaba a ser el fantasma de los bocatas durante los trece meses de mili que me quedaban, con el consiguiente riesgo de ser linchado si en alguna escaramuza me sorprendian. Me incorporé a la Plana Mayor de Mando, que era la compañia a la que pertenecia como todos los destinados a oficinas y cargos similares, pero no reclamé mi puesto en la Jefatura de Instrucción. Esto era atípico, pero era la unica forma de nadar y guardar la ropa. Si me hubiese reincorporado a las oficinas ya no hubiese podido dejar ese destino, pero si no me descubrian siempre podia reclamarlo, empleando el tiempo que pudiese aguantar en esa situación en buscar alguna vacante mas idónea para mis propositos que mi incomestible maquina de escribir, sin perder, con ella, mi último recurso de los bocatas. Tanto los destinos en Cocina como en Cantina estaban acaparados y no se me ocurria que otro lugar podria encontrar donde tener a mano un tasajo que echarme al buche. Mi abastecimiento de cigarrillos casi lo habia cubierto con cirto jueguecillo que puse de moda y que habia venido practicando con mucho exito en el Hospital. Se trataba de adivinar el nombre de un personaje, conocido mundialmente, haciendo diez preguntas a las que solo se me contestaba Si o No. En cierto modo es bastante dificil, pero yo conseguia diariamente bastantes cigarrillos. Pero la comida...
Mis días estaban contados porque solo disponia del dinero que me habia mandado mi padre durante mi estancia en el Hospital, que no habia gastado, mas noventa pesetas que como Cabo me pagaban al mes y que me abonaron cuando me reincorporé a la Compañia.
"Dios aprieta pero no ahoga" y esto lo he podido comprobar a lo largo de toda mi vida. Siempre me ha echado una mano cuando creia que iba a hundirme y en esta ocasión, como en todas, vino a salvarme. Cruzaba, muy abatido, el gran patio del Cuartel y alguien me saludó. Sinceramente yo no sabia de quien se trataba, pero el, me dijo: "No te acuerdas de mi? Soy el Contable de la Renault. Yo habia ido varias veces con mi cuñado, (si, el que me llevó hasta las mismas puertas del Cuartel cuando ingresé de recluta), a ver a D. José Luis Curt, que era concesionario de la Renault en Alicante, buen amigo, paisano de mi cuñado. El motivo, comprarle un R-12 y este chico, Juanito, nos habia atendido en el tema de la documentación. Mi cuñado por donde pasaba dejaba huella y sin duda por su jovialidad y los buenos ratos que pasamos juntos, tambien se acordó de mi. Me alegré mucho de saludarlo; me pregunto por Tony, (mi cuñado), y tras las logicas complacencias me preguntó si tenia algún destino, a lo que le contesté que no. ¡Hombre!, me dijo, yo me licencio dentro de mes y medio y ya pensaba buscar alguien para que me sustituyera; estoy llevando la contabilidad de la granja y precisamente he venido a presentarle las cuentas mensuales al Teniente Coronel Mayor. Si quieres le pido que te reclame para que estés impuesto de tus obligaciones una vez yo me licencie. No te hubiese podido decir nada si no hubieses tenido galones, ya que si aceptas irás como Cabo Comandante de Puesto y nadie vá a molestarte. Aquello es un paraiso. No sabia si abrazarlo o besarlo y solo se me ocurrió preguntarle: ¿Pero tu crees que me darán el cargo? Claro que si ¿Supongo que sabrás llevar una contabilidad? y si no yo te enseño, no te preocupes. Esperate por aquí que cuando salga es posible que pueda decirte algo. Yo sabia que en la granja habian vacas y por lo tanto leche y gallinas y por lo tanto huevos. Además sabia que habian cerdos y que periodicamente se mataban algunos para la tropa por lo que tambien habia carne y que si me aceptaban yo iba a ser alli el Jefe y a nadie tendria que mendigar y reventando de felicidad no queria exteriorizarla por temor a que todo se derumbase como una torre de naipes. El tiempo se hizo interminable pero cuando salió del despacho y me vió, esbozó una simpatica sonrisa, levantó el brazo derecho y ví que en su mano llevaba un Oficio que no era otro que la orden para mi traslado al Campamento de Rabasa donde yo habia hecho todo mi """Periodo de Instrucción""" y donde se ubicaba La Granja. Como ya dije, mi Compañia era La Plana Mayor a la que pertenecian todos los destinos administrativos y similares y mi encuadramiento siguió en esa Compañia a pesar de mi traslado a Rabasa, quedando mi situación como Agregado al IV Grupo de Combate, con destino en la Granja y libre de servicios. ESTO ES MUY IMPORTANTE QUE LO RECORDEIS POR CIERTOS ACONTECIMIENTOS QUE MAS ADELANTE RELATARE.
Yo estaba en Rabasa pero como si no estuviese. Ni pasaba listas ni se contaba conmigo en absoluto. Juanito me puso al corriente de mis obligaciones, me presentó al Teniente encargado, que solo aparecia tres o cuatro veces a lo largo del año, al Veterinario, un civil, que nos trataba con mucho respeto y poco a poco a los dieciseis soldados que iban a quedar a mi cargo. Desde el primer día me dió dos consejos muy importantes 1º No permitir ninguna familiaridad por parte de los soldados, dejandoles que pensasen que tenia la recomendación de un altisimo cargo y 2º procurar no ser muy visto por el campamento y sobretodo, no comentar las excelencias de mi destino para evitar las envidias y sus consecuencias; dos sabios consejos. Juanito se licenció y me dejo un gran vacio, no habiendolo vuelto a ver jamás.
Los encargados de la cocina venian todos los días a recoger la leche para el desayuno de la Tropa, eso les suponia mucho trabajo, porque tenian que trasportarla, a mano, en grandes cazuelas pesadisimas, a lo largo de un gran trayecto. Para congraciarme con ellos y obtener sus favores, cada día hacia enganchar el carro a uno de los mulos de la granja y tras medirles la leche, con generoridad, volvian a la cocina a caballo y sin ningún esfuerzo. Lo mismo hacia a la hora de pesar y transportar la carne, y como periodicamente el veterinario procedia al castrado de los cerdos y se obtenian hermosisimas bandejas de creadillas que yo les regalaba, siempre fuí muy bien recibido en la cocina donde siempre encontré, incluso a veces hicieron exclusivamente para mi, un plato suculento. Aparte de esto, cuando los soldados recogian la caldereta de chocolate y los croissant o las ensaimadas de nuestro desayuno, siempre habia una ración doble para el Cabo. Los meses fueron pasando sin que me acuciase ninguna privación, siendo muy cordial mi trato con los soldados, a los que favorecí en todo lo que pude, y faltandome dos meses para licenciarme quise tener el mismo rasgo de generosidad que Juanito habia tenido conmigo, eligiendo como sustituto a un chico de Elda que ni conocia, pero era paisano y para mi fué suficiente. Cuando se lo presenté al Teniente Encargado hicieron muy buenas migas y yo los dejé hablando mientras seguia con mis ocupaciones. Al poco tiempo, en unas planicies que habian cercanas a la Granja iniciaron el rodaje de una pelicula," El Tigre de no sé qué " y corrió la voz de que necesitaban extras. No tardaron mis soldados en pedirme permiso para acudir al rodaje. No era facil que me descubrieran, pero era muy grande el riesgo si algo pasaba, al ser el unico responsable de la granja, y no accedí. Me tocaron la fibra sensible cuando me dijeron que ellos siempre habian cumplido conmigo, que estaban muy lejos de sus casas y que era la unica oportunidad de poder ver como se filmaba una pelicula y como colofón, no se les ocurrió otra cosa que decirme que no me pedian el favor pensando solo en ellos y que me darian una parte de lo que les gratificasen como Extras ya que ellos iban a divertirse y yo me quedaba trabajando y al fin y al cabo era el responsable ante la remota posibilidad que algo ocurriera. Esta última consideración me llegó al corazón y no pude resistirme, por lo que diariamente ocho soldados trabajaban y los otros ocho se iban al cine. Nuestro mutuo convenio, que se cumplia día a día religiosamente, se fué al traste cuando delatado por mi paisano pupilo, acudió el Teniente encargado y mientras transitaba a lo largo de la larguisima avenida de higueras que lo separaba de la granja distribuí a mis ocho soldados por los alrrededores para que, al llegar, viese movimiento de tropa en plena actividad. Trás cuadrarme con una perfección que nunca habia logrado, le dí el parte de sin novedad, observando que no me prestaba la mas mínima atención mientras miraba con insistencia a su alrrededor. De pronto me preguntó: ¿Donde esta Cristobal? Está en el Botiquin mi Teniente, es que se ha hecho un corte. ¿Y Julian?. Se quedó regando el fin de semana, que le tocaba rebaje y le he dado dos dias para compensarlo. ¿Y Pablo? - Han mandado recado del cuerpo de guardia de que habia llegado un familiar y lo he mandado ir. ¿Y..., al llegar al cuarto ¿Y? ya me habia dado cuenta por su gesto de que venia informado, por lo que cambié el chip y le dije:" Mire mi teniente, si quiere podemos pasar por los establos y verá que están limpios como una patena y las vacas ordeñadas, Las pocilgas, se puede comer en ellas de lo limpias, la hierva ya la ve usted, cortada y extendida al sol, los sembrados regados. No creo que encuentre nada que no esté en orden. Los chicos han trabajado bien y he permitido que alguno de ellos fuese a ver como filmaban una pelicula que están haciendo muy cerquita de aquí. Si cuando al tiempo que decia mi ultima palabra "aqui" no la hubiese esquivado ahora estaria cojo. Fué tal la fuerza con que me echo la patada a la espinilla que al no encontrar su destino y perderse en el aire, se calló de costado, mientras que con una cólera que me hizo estremecer y comprender que todo dialogo era vano, me decia "TE VOY A MATAR, TE VOY A MATAR" Yo dudé un momento, pero cuando ví que echaba mano a la pistolera salí corriendo y no paré hasta que llegué al Puesto de Guardia, mientras el Teniente Ferrero, que así se llamaba, vociferaba a todo pulmón, " PARATE CANALLA, TE VOY A MATARRR". Estaba de Oficial de Guardia el Comandante Sanchez, encargado de la Jefatura de Instrucción donde yo habia prestado mis servicios en el primer destino y al reconocerme y verme tan angustiado me pidió una explicación a lo que yo contestaba "ya le diré mi Comandante, ya le diré, pero ahora protejame, el Teniente Ferrero me quiere matar, ¿no lo oye?. Viendo que las cosas iban en serio me metió en el calabozo y cerró. En unos segundos apareció el Teniente, que era grande y gordo, completamente congestionado y cojeando por la caida y por el esfuerzo, con los faldones de la camisa fuera, la gorra en la mano y empapado de sudor, pidiendo mi cabeza. Siempre habia sentido simpatia por el Comandante Sanchez, y ese día fué mi Angel de la Guardia. Sosegó al Teniente haciendole ver que su actitud solo podia traerle problemas y le convenció de que el castigo debia imponerlo otro oficial para evitarse malos entendidos ofreciendose el mismo para llevar a cabo ese menester, asegurandole que me iba a aplicar un castigo ejemplar. No muy satisfecho, pero, como militar, consciente de que no podia ni debia discutir el criterio de un superior, aceptó tras asegurarse por segunda vez que el castigo iba a ser ejemplar.
Despues de marcharse el Teniente, el Comandante me abrió el calabozo y con una seriedad que nunca habia visto en el, me preguntó que habia pasado exactamente y que no intentase mentirle en lo mas mínimo porque de lo contrario tendria doble castigo. Le expliqué al pié de la letra cuanto habia pasado y cuando llegué a lo de la patada que esquivé y la caida del Teniente, no pudo aguantar su seriedad y explotó a reir a carcajadas. Me dijo que jamás estuviese a menos de dos kilometros del Teniente y que comprendiera que tenia que imponerme un castigo, aunque no iba a ser demasiado severo. Yo sé que el Comandante Sanchez me apreciaba pero como su presencia en Rabasa era solo por cuestión del Servicio, delegó el control de mi castigo al Sargento Macarro que era algo jodido y este sin duda, lo corrigió y lo aumento, pues a partir de entonces cuando no me ponian guardia me ponian ronda, cuando no vigilancia, al otro cuartel y si por casualidad un día no tenia servicio, me mandaba cabar los cimientos de las casas que se iban a construir para los suboficiales y arrojar los escombros a un vertedero que estaba casi a medio kilometro, con una carretilla que tenia el eje torcido y la rueda floja, que hacia que me acordase a todas horas de la familia del Teniente, del Comandante y sobretodo del Sargento que con tanta devoción, saña y entusiasmo me controlaba.
Me quedaban dos semanas para licenciarme, era viernes y el sábado empezaban los fiestas de Moros y Cristianos en Elda, yo estaba de cabo Cuartel ese día, jodido y cabreado, pensando que mientras yo estuviera de guardia o de trabajos forzados el fin de semana, el capullo de mi protegido delator iba a estar bailando y divirtiendose como cabo de escuadra, que era, de la Comparsa de Contrabandistas. Fué entonces cuando se me ocurrio una brillante idea que iba a terminar con todas mis desdichas y que además podia servirme de dulce venganza para mi pupilo. Calculé mi plan al milimetro y... El Oficial del IV Grupo de Combate era un militar muy escrupuloso. La tablilla de servicios quedaba expuesta en el tablón los viernes por la tarde, ordenando los servicios hasta el viernes de la semana siguiente. Al mediodia, me acerqué al Oficial y le dije: " Estoy muy preocupado mi Teniente, mi Compañia es la Plana Mayor de Mando en Benalua y fuí enviado a Rabasa como agregado, con destino en la Granja. Vd. lo puede comprobar en las planillas y en el Oficio con mis órdenes que aún conservo. Mi estancia aquí responde a mi destino en la Granja y yo he dejado como sustituto a otro cabo porque en unos días me licencio, este está de forma interina porque fuí yo el que lo reclamé para cuando me licenciara y de momento sigue perteneciendo a esta Compañia, y lo que me preocupa es que creo que cuando dejé la granja, en vez de instalarme en este IV Grupo de Combate debia haberme reincorporado a mi Compañia. Es algo que me ha venido a la cabeza esta misma mañana y desde entonces me encuentro nervioso. La chispa que yo esperaba surgió de inmediato. NATURALMENTE, SI TE MANDARON PARA ESTAR EN LA GRANJA Y YA NO ESTAS EN ELLA DEBIAS HABER COMUNICADO TU SITUACION Y PEDIDO TU TRASLADO. Eso es lo que yo he pensado, por eso se lo digo, para pedirle el oficio de traslado. Cuando ya tenia el oficio en mi bolsillo agregué. Mi teniente, no sé si me irán a asignar algún servicio para estos días. Seria conveniente que me diese una nota para el Cabo Furriel para que me dé de baja en sus listas. Dicho y hecho. Me fué muy facil, para que no se calentase mucho la cabeza, convencer al Furriel de que debido a mi orden de traslado, el Cabo idoneo para que cubriese mis servicios fuese el de la Granja, que de momento no estaba rebajado de servicio oficialmente, y todo lo demás discurrió sobre ruedas. Cumplí con mi servicio de Cabo de Cuartel lo que quedaba del viernes y el sábado por la mañana, despues del desayuno salí de Rabasa por la puerta grande. Como el plan tenia que ser perfecto para evitar represalias faltandome unos días para mi licencia, me presenté en Benalua consciente de que la planilla de servicios ya estaba expuesta y que naturalmente yo no aparecia en ella. Me presenté al Oficial de mi Compañia en La Plana Mayor que tomó nota de mi orden de traslado y me anotó en las listas y una vez cumplidos los requisitos reglamentarios le dije: "Mi Alferez, como acabo de incorporarme, tengo ropa sucia y no tengo ningún servicio esta semana, ¿podria darme un rebaje ordinario de sábado a lunes para arreglar mis cosas?. No vió ningún inconveniente y me marché a ver los Moros y Cristianos de mi pueblo con mi rebaje en el bolsillo. Cuando mi paisanete pudo comunicarse con el Teniente Ferrero y le contó que habia tenido que tragarse todos los servicios, que gracias a el me habian endosado, queria abrirme un Consejo de Guerra, pero como yo habia hecho todo lo que correctamente se podia esperar de mi, de acuerdo con las ordenanzas y siguiendo todos los conductos reglamentarios y no se podia hacer mención de mi castigo porque no habia sido impuesto de forma oficial, nadie tuvo legalmente nada que reclamarme y el chivato de mi paisano bailó los pasodobles festeros con el mosquetón.
El día de la Licencia salian del Cuartel: La Plana Mayor, Morteros y el II Grupo de Combate, es decir 345 entre soldados y cabos, Todos estabamos listos para la salida pero la liquidación de haberes la anunciaron para despues de la comida. ¿Quien iba a esperarse por una miseria?. Yo comprendí la jugada del Sargento Pagador y sabia la impaciencia de los soldados por lo que me subí a mi antigua oficina y encabecé varios folios de la siguiente forma: "Los abajo firmantes autorizamos al Cabo Juan Ramón Cabrera Amat, pera que en nuestro nombre cobre los haberes que nos corresponden en el presente mes. Con estos folios me fuí a la puerta de salida y conforme se iban marchando les pedia el autografo diciendo ¿Que preferís que se lo chupe el Sargento o que haga yo una fiesta en vuestro recuerdo? y eran muy pocos los que no me firmaban, poniendo logicamente bajo, el Fdo: y su nombre completo y Compañia. A lo largo de toda la mañana conseguí infinidad de firmas y esperé en la puerta de Pagaduria. Cuando el Sargento vió que quedabamos cuatro gatos abrió y el ver su cara cuando extendí ante sus ojos los folios con casi doscientas firmas fué la mejor imagen que pude quedarme como recuerdo de aquellos veinte meses. Esta fué mi última putada.

FIN DE LA HISTORIA.-

5 comentarios:

C dijo...

Seré breve porque tengo prisa.
Estoy muy contenta de saber que alguien comprende lo que trato de expresar. Estoy más contenta aún de que sea alguien que también comprende y vive con la misma fuerza con que intento hacerlo yo, y triplemente feliz, porque me escribe desde Colombia, país que SUEÑO conocer algún día. Tengo amistades colombianas avecindadas en Madrid, muy buenas personas...Un abrazo.

Txema Rico dijo...

Hay que ver lo que curte la mili...o mejor dicho, curtía...claro a quien curtiera o curtiese ya que servidor se libró por excedente de cupo.Je je je!!!

JuanRa Diablo dijo...

Lo dicho, en menos que dura un suspiro creo haber pasado toooda la mili contigo. Me gusta tu capacidad de condensación, cosa que muchos literatos consideran un arte.
Me he afanado por encontrar en internet el título de aquella película que por allí se rodaba pero no parece tarea fácil. De todas formas no sería tan iteresante como la película real que nos has contado.

JuanRa Diablo dijo...

Por cierto, me encanta la nueva imagen de tu blog. Cómo me suenan las caras de esos niños...

Arena dijo...

Tengo que felicitarte, permiteme que te tutee porque a pesar de que no te conozco, solo leyendo tus historias me pareces una persona muy cercana. A los que como tu tambien hemos pasado bastantes meses en la antigua "mili", seguramente algunas situaciones les resultaran familiares, al menos a mi si y además me has hecho recordar esos momentos que permanecian adormecidos en mi cabeza, gracias. Ha sido un placer recorrer tus vivencias, casi me he sentido de nuevo en el cuartel, incluso fui cabo como tu... un saludo.