domingo, 2 de junio de 2013

LOS TIEMPOS CAMBIAN.

En nuestro próximo pasado, cuando apareció el Teléfono Móvil, aquí en Colombia llamado Celular, dudo que fueran pocos los que no gozasen del espectáculo que suponía el ver a un individuo gesticulando por la calle mientras llevaba pegado a su oreja uno de aquellos teléfonos que en poco tiempo pasaron a ser piezas de museo por su temprana antigüedad.

Dependiendo de la idiosincrasia de cada cual, nuestra actitud ante estos cambios varíó ostensiblemente, habiendo quienes aceptaron y alentaton con su protagonismo las nuevas tendencias; los que ni las alientaron ni las desmerecieron y los que las criticaton con denuedo, pero al final fie el tiempo el que vino a dar a unos u a otros la razón.

El tiempo nos ha demostrado que lo verdaderamente risible era nuestra actitud, ya que ante los avances de la técnica no hay razón moral que impida el disfrutar de los beneficios que nos ofrece.

 Lo que si son ya mas discutibles son los cambios en cuanto a nuestro modo de ser o mejor dicho los cambios en cuanto a nuestra forma de pensar y de actuar que ha llegado a extremos que en muchos casos a mi me parece indecoroso.

Todos los esfuerzos y cuidados que antes ponían los padres y los maestros para dar a sus hijos o alumnos una formación moral que les permitiese llegar al matrimonio con una pureza prístina, desde ya hace mucho tiempo se encamina a facilitarles los medios de perder su virginidad sin riesgo de un posible embarazo.

No voy a entrar en polémica sobre esta cuestión que sin duda surgió por nuestra incapacidad para hallar una solución mas meritoria, pero si quiero hacer hincapié en que no creo que sea plausible la educación que se imparte a este respecto, cuando lo que se persigue no es evitar la inmoralidad en sí, sino las consecuencias derivadas de dicha inmoralidad. Estando completamente convencido de que el éxito en cuanto al fin, si es que lo hay, no justifica las acciones, que entre otras cosas generan la insana proliferación e invitan a la promiscuidad y no creo que ningún padre se sienta muy feliz porque su hija no salga preñada sabiendo que se está acostando con los mas guapos y menos guapos de la clase o lo que es peor, con aquellos que son generosos en sus obsequios, por no decir con cualquiera.

Lo curioso es que esos mismos jóvenes que presumen de conquistadores, salvo las excepciones que siempre hay que salvar, al llegar al matrimonio son conscientes de que llevan al altar vestida de blanco una dama abortada o como mínimo pasada por la piedra tantas veces que ni ella misma lo recuerda, adoptando una fingida  ingenuidad que se apoya en el principio generalizado de que "lo que importa es lo que ocurra a partir de ahora, refiriendose al momento en que se declaran su amor, sin importar lo que pudiera haber ocurrido antes.

¿Que me dicen de la forma de hablar y escribir en la mayoría de los jóvenes? Cada día hay más ignorancia y pobreza de vocabulario. Ya creo que no se emplean mas de cien palabras y lo grave es que dicen que no les gusta leer, cuando lo que ocurre es que no conocen el significado de la mitad de las palabras que han leído  y les aburre tener que buscarlas en el Diccionario de nuestra riquísima lengua. Lo mismo ocurre por escrito, pero aún peor, ya que además, tienden a eliminar algunas letras de las pocas palabras que conocen para que no les sea tan penoso escribirlas completas, especialmente cuando chatean por Internet, o al trasladarlas al celular si se trata de un mensaje de texto, con el consiguiente deterioro de sus ya poquísimos conocimientos en esta materia.

Meterme con la moda en el vestir es tabú, pero cualquiera que haya vivido esta transición me dará la razón en que aunque nuestros ojos se puedan distraer ante ciertos espectáculos, no dejan de ser una inmoralidad ciertas exhibiciones en calles, playas y hasta en las propias iglesias.

Hablando de otros temas, la relajación en las normas y principios que rigen la conducta de los que nos llamamos católicos, suele justificarse por la repetida frase "Yo creo en Dios, pero no creo en los curas", como si esa expresión fuera un salvoconducto que nos mantuviese incólumes a pesar de incumplir las normas que nos impone nuestro credo y sin tener en cuenta que la opinión que le merece este o cualquier otro cura, buen podría ser también que nazca de la calumnia de algún cafre.

En todas las casas cuecen habas y no dudo que mas de un cura no merece estar investido por la Orden Sacerdotal, pero eso, en esencia, no debe afectar a la colectividad y mucho menos a la doctrina.

Podríamos hablar de tantos temas, (GAYS, LESBIANAS, SUS BODAS, LA ADOPCIÓN DE NIÑOS POR ESAS PAREJAS, ABORTO,  ETC. ETC.), que se haría interminable este artículo, que por demás, jamás logrará hacer rectificar las posturas ya consolidadas que solo cambiarán por un milagro. Por eso cuando me siento abrumado por tanta incongruencia, suelo dar una mirada retrospectiva, volviendo a los días de mi infancia en los que aún huérfanos de los beneficios de las técnicas mas avanzadas y no intoxicados por el "progreso" que la democracia conlleva, el pecado era el pecado, sin adornos ni florituras que lo enmascarasen y el respeto a los demás y a nosotros mismos era la moneda de cambio en una convivencia pacifica, en la que el mayor afán era sentirnos bien considerados por nuestras acciones y por nuestros méritos.

 No pretendo decir que de largo en largo no surgiese alguna excepción que viniera a escandalizar nuestras sencillas y retrasadas mentes, ni quiero eludir el que por haberlas sancionado con rigor ahora seamos criticados. Pero lo que si está bien claro es que esas excepciones a las que aludo, solo se repetían muy de tarde en tarde por el cuidado que todos ponían para no tener que mirarse en el mismo espejo en que se miraron los que recibieron esas críticas y que no es otro que aquel en el que ahora se miran con orgullo y sin ningún pudor los que hacen de aquellas excepciones una práctica habitual, por lo que aún estando convencido de lo que mas convendria, con la mayor tristeza me someto al criterio de la mayoría de acuerdo con las normas que impone LA EXCELSA DEMOCRACIA.

J.R. CABRERA AMAT.


1 comentario:

Tandaia dijo...

Un tanto fuerte el artículo pero, la verdad, supongo que a la generación anterior a la tuya le ocurría lo mismo al mirar hacia adelante... estaban convencidos de que se aproximaba el final de una era.

Aunque, también coincido, en estos momentos es particularmente preocupante la total falta de valores imperante en este planeta.

Un fuerte abrazo, hoy, desde Turquía.