sábado, 20 de diciembre de 2008

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN


Yo he cometido muchos errores en mi vida, ¿quien no? sobretodo cuando se llega a una edad como la mia en la que piensas que te queda poco tiempo para poder hacer las cosas que en tu subconciente habias deseado y muchos motivos para pensar que no vas a tener demasiadas oportunidades. "D. Juan, a Vd. aún le quedan muchos años", me dicen y claro, además de que la mayor parte no saben que tengo cinco empalmes en las coronarias, una arteritis nodosa subyacente y dos tumores cancerosos extirpados con éxito, sin contar otros achaques, miden mi posible longevidad por los años que suponen que aún podré vivir, mientras yo la mido por los años que potencialmente podria seguir siendo un hombre capaz de enamorar a una mujer, con todas mis atribuciones en activo, y no una momia que aunque razone, ya masca el agua.
Quizás sea por eso por lo que trás mi antepenúltima intervención, a vida o muerte, en la que me injertaron dos baypás; en mi subconciente germinó una maligna semilla que quedó aletargada esperando la ocasión propicia para germinar y digo en mi subconciente porque en mi consciente no habia cabida para nada que pudiera empujarme al mal. Figurense Vds. que trás la intervención de la que hablo desperté con tubos introducidos por todos y cada uno de los orificios de mi cuerpo, mas otros dos agujeros que me abrieron en la barriga para facilitar el drenaje de la supuración y si a eso le añadimos los tubos de los goteos, varios en ambos brazos y en el cuello, pueden imaginar mi patetica figura, ajena totalmente a cualquier deseo que no fuera un mínimo alivio a mis dolores y una necesidad indescriptible de liquido para humedecer mi boca y mis conductos respiratorios, que por aquellos tubos tenia resecos y entumecidos, ansiedades estas que obviamente no pudieron, ni quisieron aliviar los facultativos. A pesar de que mis dolores fueron a más, a los seis, si, digo bien, a los seis días me dieron el alta, empezando un nuevo calvario; veintisiete días pasé en mi casa sin mas alivio que permanecer metido en la bañera con agua caliente y sin poder dormir por el inmenso dolor de mi brazo izquierdo y esa misma zona de mi espalda. Gracias a las reiteradisimas llamadas telefonicas al Hospital conseguí una revisión en la que se descubrió que me habian destrozado el plexo braquial al abrirme el torax, habiendome arrancado de la médula, las ramificaciones de los nervios, radial, cubital y mediano, causa de tan terribles dolores. En este estado de cosas tuve que permanecer en el Hospital durante largo tiempo hasta que consiguieron aliviar mi dolor con cuatro gotas de una solución de morfina que me administraban cada tres horas, además de otros muchos medicamentos. Desde mi llegada al Hospital, al enfermo que habia a mi lado lo cuidaba por la noche una chica de treinta y pico años que como permanecia despierta por su obligación me hacia compañia y atendia por devoción y a lo largo de mis insomnios entre queja y queja, nos contabamos nuestras inquietudes y aspiraciones, creandose entre nosotros un vinculo que con el tiempo se transformó en el mas sublime de los amores, en principio platónico y después irracionalmente apasionado. Este fué, con el tiempo, el motivo de mi divorcio, aunque curiosamente mucho antes de este episodió ya no existia entre esa chica y yo ninguna relación, y aunque insistí hasta la saciedad en que todo era agua pasada, nunca fuí perdonado. Salí de mi casa a instancia de la mi entonces esposa, sin haber transcurrido doce horas apenas de haberme practicado una angioscopia, en la que no recuerdo por qué motivo se me hizo la exploración a través de las dos femorales, izquierda y derecha. Durante la intervención hubo tiempo suficiente para registrar mi cartera donde guardaba el borrador de una antigua poesia comprometedora. Esta noche duermes en casa, pero mañana quiero que desaparezcas de mi vida, me dijo, inmediatamente despues de llegar del hospital y a pesar de mis cuitas fué implacable. Contrariamente al reposo absoluto ordenado, mi largo paseo con la maleta, en las condiciones que estaba, terminó de inflamar y traumatizar mis ingles que se hincharon casi como huevos de paloma, con un dolor intensisimo. Me instalé provisionalmente en un hotel próximo a la autovia, que además de malo era caro y como me presumia que esta situación iba a ser muy larga me trasladé a uno de los pisos que teniamos sin alquilar en Villena, a veintiun kilometro de mi casa, siendo este peregrinar el que terminó dejandome prácticamente extenuado.
La inflamación era monstruosa, el dolor me tenia impedido y para atenuarlo calentaba en la estufa una toalla y despues me la ponia en las ingles encontrando un gran alivio, que solo duraba mientras se mantenia el calor, y así reincidiendo, pasaban las horas. Estuve varios días sin salir y cuando tuve que moverme para comprar viveres fué un verdadero sacrificio, tal era el dolor que me producia dar un solo paso.
Los viveres que compré no fueron mas que para mantenerme con vida, porque comer era para mi otro infierno. No tenia apetito alguno y masticaba cien mil veces antes de tragar. Poco a poco me fué bajando la inflamación, ¡que alivio,!, pero el apetito y las ganas de vivir me habian desaparecido totalmente. A las cinco de la tarde ya estaba metido en la casa y a veces me sorprendia a mi mismo fija la vista en la pantalla de la tele, sin ver ni oir en absoluto nada de lo que se estaba programando. A veces me despertaba pensando que me habia quedado traspuesto en el sillón y comprobaba que eran las cuatro o las cinco de la mañana, por lo que ya no valia la pena acostarse. Poco a poco el pisito se fué transformando en una corraleta sucia y maloliente, pero como por entonces queria morirme, nada me importaba. Empalmaba los días sin salir. Solo lo hacia si me quedaba sin provisiones, cosa a la que le prestaba poca atención ya que seguia sin apetito alguno. Este es un problema que me ha surgido varias veces a lo largo de mi vida, cuando estoy triste pierdo el apetito y por aquel entonces estaba tristisimo, además, se acercaba la Navidad y ya llevaba casi un mes completamente solo. La vispera de Noche Buena, recibí llamada de algún hijo que me sugirió que fuese a su casa, pero no pude aceptar; en esa noche siempre estuvieron juntos todos lo hermanos y sus familias en la que fué mi casa y no iba a ser yo quien los separara.
El día de Navidad recibí una llamada; se trataba de una amiga que conocí en plena via pública. Pasó junto a mí, tan linda, tan atractiva, que la seguí con la vista casi hasta desaparecer, pero luego, pensando que quizás no la volviera a ver jamás, no pude menos que dirigirme a ella. Tuve exito en mi acercamiento, porque escuchó atentamente todos mis parabienes; aceptó el café que le ofrecí, para mientras lo tomábamos conocernos mejor y con muy buen criterio y además evitandome una ridícula declaración me dijo:" Mire señor, me ha sorprendido muchisimo que me parase en la calle y me dijera cosas tan bonitas. Veo que es un hombre con experiencia de la vida y le aseguro que estoy hablando con Vd. porque que en verdad me ha caido simpatico. Yo aquí en Alicante soy una señora, tengo un hijo y he de guardar las apariencias, pero por razones economicas veinte días del mes los paso en Madrid en un Club, en pocas palabras trabajo de puta, pero como lo he visto tan entusiasmado y me ha parecido un caballero, quiero complacerlo, salvo que mi sinceridad le haya decepcionado". Yo escuchaba sorprendido su confesión estre molesto y agradecido pero sin bajar ni en una sola decima la puntuación que, como mujer, me habia merecido. Este encuentro fué el inicio de una sincera y desinteresada amistad. Al margen del interés por su parte y del deseo por la mia, llegamos a ser verdaderos amigos, y es por eso por lo que me llamó para felicitarme la Navidad, no tardando en ponerse al corriente de cual era mi situación. Me hizo a lo largo de la semana varias llamadas tratando de animarme, de convencerme para que pasase la Noche Vieja con ella y con unos amigos, que habian preparado un fabuloso banquete y que nuestra aportación ya le tenia ella pagada. Siempre me negué, tratando de hacerla comprender que estaba pasando una terrible depresión y mi presencia iba a restarle potencial a una celebración tan alegre y desenfadada, haciendole ver que iba a pasarse la noche tratando de resucitar a un muerto y que eso iba a afectar tambien a los demás. Me insistió hasta unas horas antes de la cena y mi no fue rotundo. Yo realmente estaba tristisimo y sin ganas de vivir.
Ni siquiera compré algún extraordinario para la cena, y ya estaba dispuesto a afrontarla en mi corraleta con el laterio de costumbre cuando tocaron a mi puerta; la abrí y alli estaba, encantadora y elegantisima mi querida Rosa que habia dejado una fiesta prometedora y alegre, desplazandose desde mas de ochenta kilometros para celebrar la Noche Vieja con un triste, viejo y enflaquecido amigo por el solo hecho de que no estuviera solo en una fecha tan entrañable. Me riñó como a un niño por mi desorden, limpió y ordenó la casa, fregó los cacharros, cambió las sábanas de mi cama, me obligó a que me bañase, afeitase y perfumase y después me arrastró a la calle en busca de un buen restaurante que encontramos en la Corredera y me invitó a cenar, arrancandome las primeras sonrisas después de tantos sinsabores. Al día siguiente Año Nuevo, desayunamos juntos y se marchó.
Esa misma mujer fué junto a mi hermana Cecilia y mi cuñado Juan, una de las tres unicas personas que fueron a despedirme en mi viaje hacia Las Americas, lloró amargamente en mi hombro, me aconsejó presumiendose lo que me esperaba y volvió a llorar al verme partir. Ella y solo ella, "una puta despreciable". ¡Bendita sea!

8 comentarios:

Silencio dijo...

Creo que me quedé algo corta con mis problemas con los médicos, verdad?

Lo tuyo es más bien de película!

Espero que de verdad las cosas hayan mejorado o al menos se hayan estabilizado.

Un abrazo!

PD: Tengo que releer este escrito. Qué intensidad!

Io dijo...

Ella y sólo ella. A veces, los ángeles utilizan los disfraces más insospechados para caminar por la Tierra.

Me ha impactado profundamente este relato. En algunos momentos de mi vida, me he llegado a sentir terriblemente sola, y sin haber pasado por el calvario tan estremecedor que describes aquí. No alcanzo a imaginar cómo te habrás sentido tú.

Y creo que pagaste un precio alto y despiadado por aquél error. Creo que, en ese sentido, la vida está en deuda contigo, y algún día te lo compensará, que la vida no se queda con nada de nadie y a veces pagamos por adelantado por el bien que está por venir.

Espero que tu estado de salud haya mejorado, o al menos, que se haya estabilizado. Y espero que tu estado de ánimo observe estos tristes acontecimientos desde la distancia, que mires a ese hombre abatido como a un extraño con el que ya no te identificas. Así podrás seguir enamorándonos a todos con tu sensibilidad, tu sinceridad descarnada y esa enorme fuerza vital que siempre te acompaña y que nos contagias a quienes tenemos la suerte de ser testigos de tus recuerdos.

Gracias por abrirnos las puertas de tu vida de par en par.

Un fuerte abrazo cargado de dulzura.

Txema Rico dijo...

Querido Pichiri: Eso sí es estar "Al borde del abismo". Cuida bien a esas tres personas que fueron a despedire. Cuídalas como oro en paño. Gente así escasea. Te lo digo por experiencia propia tras año y medio de varapalos en mi vida personal.Ah, y nunca más vuelvas a "cagarte en la puta"...ja ja ja

Saludos desde Almafrá Alta y FELIZ NAVIDAD.

Io dijo...

Hola de nuevo, Juan:

Pensando en esta magnífica entrada, se me ha ocurrido pensar que tal vez te gustaría leer una antigua entrada mía.

http://reflexionesmediterraneas.blogspot.com/2007/10/ngeles-de-alterne_24.html

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Por razones obvias no voy a profundizar mucho en el análisis de esta entrada. A veces es mejor que se reconozcan los errores cometidos y no intentar profundizar en el tema de si se actuó bién o mal por parte de los demás. Esas Navidades no las pasaste sólo mal tú, las pasamos muchos, y no sólo te sentiste abandonado tú, sino también tu mujer por parte tuya a la que le fallaste anteriormente. Estos temas son difíciles de ver desde un punto neutral. Siento mucho lo que te ocurrió pero también siento lo que le ocurrió a la mamá. No obsatante te quiero como siempre y deseo que pases unas felices Navidades. FRAN

JuanRa Diablo dijo...

Papá, había decidido no contestar a este escrito en concreto por serme extremadamente difícil el hacerlo. Luego he pensado que pudieras interpretar mi silencio de forma negativa y eso tampoco está en mi intención.
Siempre te he considerado un hombre sabio. Siempre he valorado tus consejos. Siempre me has sabido hacer razonar y comprender las cosas pero este punto en concreto de tu vida no llegué a comprenderlo. Pero es que hoy por hoy no me importa si, como dices, te sientes querido y atendido y, dentro de lo que pueda caber, feliz.
Veo que tienes alguna espina clavada en el corazón. Pero no pienses que la tienes sólo tú. Todos la tenemos. También tus cuatro hijos que se encuentran en la mitad de dos personas a las que adoran.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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