viernes, 3 de octubre de 2008

UN VIAJE INOLVIDABLE - SEGUNDA PARTE



En mi cuarto día de soledad decidí dar una muy rápida escapada a Irún para comprar algunas cosas imprescindibles, pero, sobretodo recabar, via telefonica, cualquier información sobre Antonio. Mi desesperación ya estaba al límite.
Al ir a cruzar un paso de cebras, al otro lado de la calle, ví a Antonio que me observaba sonriente.
Cuando se puso la luz verde corrimos y nos abrazamos como en la mas tierna de las escenas de amor. ¿Serán maricas? imagino ahora que pensarian los que nos vieron.
Vidal habia terminado el recorrido de su viaje pero solo le quedaban setecientas pesetas. Podia mandar un telegrama a su padre para que le enviase un giro postal, pero esto podia retrasar como mínimo tres o cuatro días nuestra salida, por lo que decidimos aventurarnos con lo que disponiamos y trás facturar a portes debidos todas las maletas salvo la de sus objetos personales, recogimos la tienda y nos dispusimos a atravesar la Frontera a pie ya que estaba a doscientos metros del que habia sido mi campamento. Como mejor administrador delegué en Antonio la caja y la intendencia diaria que escatimó con unos resultados impresionantes como ya vereis.
Habia en nosotros un reto que estaba por encima de otras consideraciones. " Queriamos dar la vuelta a Francia aunque tuvieramos que renunciar a saborear paso a paso nuestro recorrido por ciudades y parajes que en verdad merecian la pena. Habia que tener en cuenta que Francia era muy grande y nuestras reservas muy pequeñas.
Llegamos a San Juan de Luz teniendo la suerte de ser recogidos casi de inmediato por unos recien casados que se dirigian a Burdeos y que regresaban de Pamplona donde habian disfrutado de las Fiestas de San Fermín en su viaje de luna de miel. ¡Que bien lo habian pasado y que agradecidos estaban por la acogida que les habia dado el pueblo navarro! Se veia en la forma en que querian corresponder a nuestros compatriotas pamplonicas revertiendo en nosotros todo el agradecimiento que sentian. Nos abrieron las puertas de su casa, nos invitaron a cenar y tambien alli pernoctamos, lo que para nosotros , en nuestras circunstancias supuso un verdadero lujo.
Al querer colaborar mi amigo Vidal cerrando las puertas del garage se aplastó un dedo y su grito de dolor fué el enunciado de los terribles días que pasó y me hizo pasar por el insoportable mal genio que su malestar le provocaba. Yo lo comprendia, pero llegó un momento en que no pude sufrirlo mas y lo abandoné, era la mejor decisión si no queria cometer un crimen, pero cuando mas convencido estaba de que mi actitud era la acertada me acordé que era él el depositario de todo nustro dinero, por lo que tuve que comerme todo mi orgullo y volver.¡Cuanto comprendí en ese momento a las mujeres que aguantan a sus maridos insoportables por el mismo motivo que a mi me movia.
El matrimonio de Burdeos fue genial, no solo nos hizo pasar una velada magnifica sino que además, al día siguiente nos preparó unos bocatas y nos llevó en el coche hasta las afueras para que reemprendiesemos el viaje.
Nos recogió un representante de vinos cuyo coche estaba hasta los topes de botellas y marrajas, teniendo que hacernos un huequecito para que pudieramos apoyar media nalga sobre alguno de los bultos y se empeñó en que entrasemos con el a todas las tiendas, estaderos, bares y chiringuitos que iba visitando y por cierto se fué alejando de la via principal metiendose por puebluchos y aldeas. Pero como en cada visita, para hacer boca , sacaban queso y entremeses con que acompañar el vino, nosotros nos poniamos las botas a pesar de las risas de nuestros anfitriones que comprendian nuestro desmayo y en francés hacian chistes de nuestro voraz apetito. Que lástima tener que abandonar a aquel hombre tan agradable y generoso. Nos regalo un par de botellas y nos despedimos, aunque nos dejó en un sitio que no habia mucho transito. En lo que quedaba de luz practicamente no tuvimos oportunidad; los poquisimos coches que circulaban iban a las aldeas que habian a diez kilometros a la redonda. Plantamos la tienda y preparé la cena. Solia hacer alguna sopa de fideos o de huevo y despues un baso de leche y unos trozos de queso de La Vach qui rit o Camenbert; a veces hacia patatas fritas o un buen bocadillo de sardinas o atún regados por unos buenos tragos de vino. La leche era optativa, ya que era un producto barato, como casi todos los alimentos de primera necesidad.
Al día siguiente tras desayunar sin interrupción ya que por suerte o por desgracia no apareció ningún coche, quisimos aprovechar la sombra de los chopos y la frescura de la mañana, avanzando por la carretera para hacer algo de ejercicio. Ambos lados de la carretera estaban cercados y tras las cercas habian hermosas vacas blanquisimas pastando. En aquella paz y belleza y con el estómago lleno me puse a cantar a todo pulmon: "Amor es gloria, amor es vida. Todo en la vida respira amor, etc." Y de un lado y otro fueron acudiendo las vacas que formando dos nutridos grupos a derecha e izquierda de la carretera nos escoltaron hasta que se me acabó el repertorio. El día iba avanzando de forma alarmante sin que nadie nos parara y el nerviosismo se hacia patente. Anocheció y tuvimos que pernoctar a un par de kilometros de donde nos dejara dos días antes nuestro amigo el enólogo y como al día siguiente en las dos primeras horas seguiamos en el mismo sitio, ante el pánico, decidimos ponernos uno a cada lado de la carretera decididos a tomar cualquier coche que nos parase fuera cual fuese su destino. Si el azar nos hubiese deparado un coche en dirección sur, nuestro recorrido hubiera terminado en las enormes praderas de aquella apacible campiña pero la suerte nos condujo al norte y muy al norte por cierto, nada menos que a París. Un Wolgswagen, nuevecito, conducido por un sueco de unos 35 años, rubio, con el pelo corto a lo militar, con una estatura por encima del 1,80 cms. muy delgado pero con apariencia atletica, introvertido y muy respetuoso tuvo a bien parar a nuestra altura y preguntarnos a donde íbamos. Le contestamos que hasta cualquier punto en dirección Paris y sin mediar mas palabras nos invitó a subir. No nos dió la alegria de comunicarnos su destino hasta que acampamos. Me imagino que no querria involucrarse sin saber que clase de tipos éramos y cuando descuibrió dos almicas de Dios no tuvo la menor duda en compartir su coche con nosotros. Nos consultaba para parar, para reanudar la marcha; para decidir el lugar de la acampada, incluso la hora de salida al día siguiente. Salvo que lo invitasemos, jamás entró en nuestra tienda. Siempre durmió en su coche y que nosotros sepamos durante el tiempo que compartimos el viaje solo se alimentó de croisant, de los que debia tener unas grandes existencias (nunca lo vimos reponer su despensa) y de lo que nosotros le ofreciamos, ya que a pesar de la avaricia impuesta por nuestra necesidad, nos preocupaba tanto su delgadez y su inanicción que temiamos por su salud y le pasabamos con la mayor solicitud bien fuera un par de huevos duros o un vaso de leche, o un buen trozo de queso, incluso a veces un buen bocata de sardinas con los consiguientes tragos de vino que al fín logro beber directamente de la bota. El sueco nos proporcionó la tranquilidad. Estar con el significaba tener resuelto nuestro transporte en casi la mitad de nuestro recorrido programado. Pasamos por ciudades tan importantes como Angulema, Poitiers, Tours, Le Mans, Chartres, Versalles,coronando en PARIS.
En Paris estuvimos casi un día completo. Sin el sueco no hubiesemos visto nada. El nos dió un paseo por Los Campos Eliseos, pudimos ver la Tumba del Soldado Desconocido, Nos llevó a ver Le Sacré Coeur en Mont Matre gozando sin ninguna prisa de toda su panoramica impresionante y sobre todo nos llevó a la Torre Eiffel. Destaco esta visita porque para subir habia que pagar un boleto cuyo importe variaba según la altura a la que que querias llegar. Habia tres tramos y el precio era prohibitivo para nosotros. El sueco ya habia sacado su boleto hasta la cúspide y nos preguntaba si ibamos a subir. Nuestras excusas, aunque rebuscadas, evidenciaban nuestra penosa situación economica y aunque al sueco mas bien no se le veia sobrado, miró con atención el fondo de su cartera, levantó sus ojos hacia el cielo no precisamente para orar y tras alzar y bajar su testa varias veces y tocar con la llema de su pulgar las llemas de sus dedos meñique, anular, corazón e indice por este órden tambien varias veces, hinchando el pecho y con una sonrisa casi de oreja a oreja EN SUECO, pero como si estuviese subtitulado por sus gestos y su alegria nos dijo: VAMOS A SUBIR LOS TRES, YO OS INVITO. Os aseguro que lo comprendí perfectamente porque de inmediato saco nuestros boletos y pudimos hacer algo que jamás volveremos a repetir en nuestras vidas y de lo que siempre hemos podido presumir a lo largo de ella, HABER SUBIDO A LA CUSPIDE DE LA TORRE EIFFEL.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

6 comentarios:

Txema Rico dijo...

Hay que ver lo que te pareces, sí dicho así, a tu hijo Fran en la foto....ja ja ja

JuanRa Diablo dijo...

Pero qué dices, Galvez? Se parece mucho más a mí.
He estado fuera tres dias y al volver me encuentro la segunda y tercera parte ya escritas !! Mejor, me las trago de ua sentá.. No tenía ni idea de la compañía del sueco en aquel viaje.
Voy a leer la última parte.

Unknown dijo...

QUÈ BONICO EL SUECO...Sabìa de tu escapada con Vidal,pero no con tanto detalle.Què deleite...voy a seguir....

Unknown dijo...

Por cierto,los de ahì arriba...la que màs se parece a mi padre...SOY YO.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con José Enrique "Txema" . Cuando he visto la foto me he encontrado muy parecido... Aunque reconozco que hay fotos en el que el parecido es a Juan. De pequeño el parecido es a Ana y actualmente el parecido es más bién a Tomás, por lo que en tus hijos se reflejan todas las épocas de tu vida jajaja. No conocía a ese sueco ¿Por qué no nos hablaste nunca con detalle de este gran personaje? FRAN." Du ar willkommen till mit hus"

Unknown dijo...

Fran,"fesme el favor..."cuando escribas en los muchos de esos idiomas que solo tù y unos pocos conocen....TRADUCCION SIMULTANEA PARA LOS ANALFABETOS.
Muchas gracias.