domingo, 5 de octubre de 2008

REGALO DE NAVIDAD


Cuando la empresa Sufeco, S.A., (Sucesores Fernando Corral), promotora y constructora de la Colonia Corral y de los Apartamentos Valencia, de los que yo era Administrador, decidió marcharse de Benidorm, para realizar dos proyectos de gran envergadura en las ciudades de Sevilla y Huelva, concretamente los dos Parques Alcosa, (Alfredo Corral, S.A.), con mas de diez mil viviendas en cada uno de ellos, tanto los cuatro o cinco solares de los que disponiamos, como el stock de materiales de construcción que habia concentrados en uno de ellos, fueron vendidos a una empresa llamada Promotores Reunidos, S.A.

Como no consideraba interesante para mi , desplazarme tan lejos de mi entorno y el Director Gerente de Promotores Reunidos propuso contratarme, no lo pensé dos veces y me quedé con el, obteniendo además una importante mejora de sueldo. Mi Jefe cuyo nombre no voy a citar por cuestiones que algún día comentaré, fué para mi y sigue pareciendomelo una de las mejores personas con las que he tratado en mi vida y como muy buen empresario que era no perdió tiempo y comenzó las escavaciones de lo que iban a ser la Primera, Segunda y Tercera Fases de los Edificios Navasa, cuyo emplazamiento estaba en un solar tambien lindero a la carretera de circunvalación, frente a Los Apartamentos Valencia Bloques I y II. Entre el gigantesco socavón y la carretera se levanto un grandisimo letrero en el que se anunciaba la promoción de las viviendas que se iban a construir y la inmobiliaria de cuya venta se iba a encargar, siendo la Inmobiliaria Luis Polanco, sita en la Avenida de los Almendros la que se hizo cargo de la Exclusiva de Venta.

Se terminó la excavación sin que nadie pasase por la Agencia Inmobiliaria a interesarse por algún aspecto de la obra y mi Jefe todas las semanas se desplazaba a Benidorm, desde Madrid, con la esperanza de que hubiese cuajado alguna venta. El caso es que era un verdadero chollo, las viviendas normalitas se vendia a 499.400,- ptas. con una entrada de 50.000,-, 96 letras de 3.900,- y 75.000,- ptas. a la entrega de llaves. Digo que era un chollo porque además de tener un precio muy asequible, en relación a otras promotoras, la cantidad de amortización mensual 3.900,-ptas. era quizás mas baja que un alquiler. Esto me hacia pensar que la agencia no estaba empleandose a fondo y como me dolia ver la decepción de mi Jefe cada vez que llegaba, rescaté de entre mis papeles viejos una agenda en la que habia ido anotando como Administrador de Sufeco, S.A. los nombres y domicilios de las personas que se habian interesado por negociar la compra de una vivienda a través de nosotros si algún día decidiamos volver a construir y me planteé un programa de ventas. Lo primero fué comentar la idea a mi Jefe que la aceptó con gran beneplácito dada la inoperancia de la Inmobiliaria y a su lógica necesidaz de liquidez. Advertido de que si llamaba por telefono podria no encontrarme en la oficina ya que mis gestiones eran de calle organicé mi fichero y comencé mi labor, con un éxito tal que cuando regresó a la siguiente semana tenia sobre la mesa tres contratos de compra con sus correspondientes letras de cambio aceptadas. ¡Que entusiasmo aprecié en su gesto y con que alegria nos dirigimos a la Agencia para dar la noticia!. D. Luis Polanco noté que se sintió algo humillado pero componiendo el gesto me dijo: Sr. Cabrera, digame que comisión le tengo que pasar por cada venta que Vd. realice. Yo no quise aceptar nada en absoluto por mi condición de empleado de la Promotora, pero me insistió manifestando que a el le quedaban quince mil pesetas por cada venta y no era justo que no participase de ese beneficio en las ventas que yo realizara por lo que dió instrucciones para que en el gráfico de ventas se reflejase la C, inicial de mi apellido, para controlar mis logros y de esa forma asignarme periodicamente la parte de mi comisión que me correspondiese y que según el iba a ser importante. Paralelamente a las ventas que fuí realizando observé que algunas personas no compraban porque no disponian de las cincuenta mil pesetas de la entrada y sin embargo podian pagar una cantidad mas elevada de amortización por lo que propuse a mi Jefe financiar de forma paralela tanto la entrada como las 75.000,- ptas que tenian que pagar a la entraga de llaves, lo que mejoraba nuestros ingresos por papel negociable y los compradores no sentian sobre sí esa Espada de Damocles que suponia tener que afrontar de una vez esos desembolsos. Dicho y hecho. Todos los que se habian quedado dudosos en la compra la acptaron inmediatamente bajo estas nuevas condiciones y mis visitas a la Agencia eran diarias con dos, tres incluso hasta cinco compradores. Pasadas unas semanas los gráficos de la Agencia albergaban tantas Ces que pasaban casi desapercibidas las casillas cuyas ventas habian sido realizadas directamente por la inmobiliaria. Como estabamos acercandonos a la Navidad y el Sr. Polanco no respiraba le comenté que queria hacerle un buen regalo a mi esposa pero que no me atrevia hasta saber que cantidad se me iba a liquidar; muy sonriente y con un cinismo tan solo comparable a los politicos que yo se y me callo por no lastimar susceptibilidades, me contestó que no me preocupase que iba a recibir un muy buen regalo.
El día 22 de Diciembre, estaba comiendo cuando llegó a mi casa el ordenanza de la Agencia con un paquete casi tan grande como el. Le dije que se esperara para darle una propina y abrí la tremenda caja en la que encontré barras de turrón de todos los sabores, tortas imperiales , una botella de wiski y dos de champañ, frutas en dulce a mansalva y no se cuantas cosas mas, pero el sobre que esperaba no apareció por ninguna parte. Le pregunte al ordenanza si no le habia dado nada mas para mi y movio negativamente la cabeza. Saqué una pera en dulce para dejarmela como postre, volví a cerrar la caja y tomando una cuartilla le escribí:

Miré todos los rincones
mas no encontrando el talón
ahí te devuelvo el turrón
metetelo en los cojones.

Este fué el final de una hermosa amistad. A partir de ese momento me retiró el saludo y fuí considerado persona non grata en esa oficina, teniendo por desgracia que acudir a ella a mi pesar por razones de fidelidad a mi empresa. Y lo mas triste es que siempre fué él el que me prometió lo que yo nunca le pedí, por lo que en realidad se traiciono a si mismo y de paso recibí una lección que vale mucho mas que el dinero que pudiera darme.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta que escribas todas estas historias que cuentan tanto sobre tì...Siempre quise que mis hijas las conocieran algùn dìa de tus labios,nunca se sabe..pero me consuela saber que terminaràn conocièndolas,sino de tus labios,sì de tu puño y letra.
Te echo de menos papà.
ANA

Anónimo dijo...

Jamás llegaría a tener yo ese ímpetu tan fuerte en dejar las cosas "tan claras" a lo largo de tu vida cuando lo creías necesario, cosa que ciertamente no sé si me ha beneficiado o perjudicado...posiblemente ambas cosas. FRAN