Hola, Don Juan Ramón de los Cabreras, ¿qué hacéis? - me dice, mientras a modo de caricia me pone su mano izquierda sobre mi hombro y la derecha sobre mi calva.
- Ya ves, aquí, leyendo, cultivándome ahora en la vejez, cuando ya casi tengo un pie en la tumba.
- Muy bien, bueno..., ya sabes..., me voy a casa de mi madre.
- Ya me lo habías dicho antes, mil veces.
- Lo sé, pero quiero que siempre sepas donde estoy por si me necesitas, ¿me oíste?
Si algo quieres de mí marca el número de "Chepa", que ella me avisa, ¿de acuerdo?
- De acueeerdo.
- El número de Chepa está en el celular, ¿te acuerdas? Te lo dejo tambien aquí, anotado en
la libreta por si acaso.
Cuídate, mi muñeco. Te dejo la puerta cerrada no se te vaya a colar alguna peladita, y no le
vayas a abrir a nadie, mi lindo. Chao, ahí tienes la nevera por si te diese algo de gana. Chao...,
chao, mi amor, cuídate.
- Vale, vale, vale. Cuídate tú también, reina.
A la media hora suena el teléfono.
- Haló?
- ¡Hooola, mi amor...!, ¿Como te encuentras? Acabo de llegar..., me bajo paseando a casa de
Bibiana.
Ya sabes, llamame si algo quieres. Yo regreso enseguida.
- No hace falta que te des prisa. Yo estoy entretenido. Distráete tu también marujeando y luego
me cuentas.
- Por aquí todo está aburrido.
- ¿Aburrido? Pues de a chavo las cosas que después me cuentas. Sin ir más lejos, lo de los dos
sicarios de ayer. Trataron de matar a un motorista a la vuelta de la casa de tu madre. Lo venian siguiendo y allí mismo le propinaron cuatro tiros en la espalda.
- Si, pero cuando yo fuí ya se habían llevado al herido. Dicen que se arrastraba, tratando de subir
a la acera, mientras pedía que le ayudasen.
- Y antes de ayer, ¿no se llevaron esposados a tres jovenes del barrio que estaban borrachos?
- Claro, uno de ellos era el hijo mayor de mi amiga Gabriela. Los pusieron a barrer las calles y
enseguida se les pasó la borrachera, pero aún así los tuvieron barriendo casi hasta las cinco
de la mañana, según me ha contado mi amiga.
- Bueno, déjame ya tranquilo, sino después ya no tienes nada que contarme, estoy bien y no
necesito nada.
- Bueeno hijo..., te saludo y me contestas con dos piedras en las manos.
- No es eso, es que para seguir hablando por telefono, no valía la pena que te hubieses ido.
- Pues entonces me vuelvo.
- No. ¡Te lo prohibo! Si vienes tengo que estar pendiente de ti para que no te aburras. Prefiero
que te distraigas por ahí y así después me coges con más deseo.
- Ya sabes que yo con estar contigo soy feliz.
- Pero yo no puedo ser feliz viéndote a mi lado aburrida y si te atiendo para que no te aburras, no
puedo atender las cosas que tengo que atender.
- Ah, ¿prefieres atender otras cosas antes que a mí?
- No, mi amor, tú eres lo primero, pero ¿no te cansarás quedándote aquí encerrada en la casa?
- Yo no, pero sé que tú sí que te cansarás de mí porque quieres escribir y yo te interrumpo y te
distraigo.
- No mi vida, tú puedes interrumpirme tantas veces como quieras, ya sabes que como mejor
estoy es abrazado a tí.
- Y yo como mejor me siento es viéndote feliz.
- Por eso es por lo que me gusta que salgas, porque así me siento feliz, sabiéndote distraída y tú
me sabes feliz porque pienso que tú lo eres.
- Bueno, entonces... ¿quieres que me quede?
- Si cariño, yo aunque esté ocupado siempre te pienso. Piénsame tú tambien y así los dos felices.
- De acuerdo, mi amor. Cuídate mucho y no me olvides. ¿Qué quieres que te lleve para la cena?
¿Qué te apetece?.
- De momento nada. Tráeme lo que tú quieras.
- Ay..., dame una pista.
- Tráeme un helado.
- Eso no lo puedes comer por el azúcar.
- Tráeme un arroz frito con camarones.
- ¿Y dónde metemos toda esa grasa con tu colesterol?
- ¿Ves, para qué me preguntas? Tráeme lo que tú quieras, que sepas que no me perjudica.
- Bueno, ya lo pensaré.
- Bien, pero piensa tambien en algo para tí.
- No, porque después te da golica.
- Te prometo que no.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- Pues mira, ni para ti ni para mí, nos arreglaremos con lo que haya por allí.
- Lo mejor que puedes haber pensado, vida mia. ¿Ves con un poco de dialogo las cosas que hemos
arreglado?
- Te burlas de mí. Ya no me quieres.
- Espérame en casa de Bibiana y no te muevas. Me voy contigo porque no quiero ni que pienses
que no te quiero. ¿Acaso dudas de que no te cambiaría por nada del mundo?
- Yo lo sé pero a veces me gusta comprobarlo. No vengas, mi vida, te creo amor mio. No quiero
interrumpirte mas. Inventa bonitas historias. Chao... chao.
- Ya ves, aquí, leyendo, cultivándome ahora en la vejez, cuando ya casi tengo un pie en la tumba.
- Muy bien, bueno..., ya sabes..., me voy a casa de mi madre.
- Ya me lo habías dicho antes, mil veces.
- Lo sé, pero quiero que siempre sepas donde estoy por si me necesitas, ¿me oíste?
Si algo quieres de mí marca el número de "Chepa", que ella me avisa, ¿de acuerdo?
- De acueeerdo.
- El número de Chepa está en el celular, ¿te acuerdas? Te lo dejo tambien aquí, anotado en
la libreta por si acaso.
Cuídate, mi muñeco. Te dejo la puerta cerrada no se te vaya a colar alguna peladita, y no le
vayas a abrir a nadie, mi lindo. Chao, ahí tienes la nevera por si te diese algo de gana. Chao...,
chao, mi amor, cuídate.
- Vale, vale, vale. Cuídate tú también, reina.
A la media hora suena el teléfono.
- Haló?
- ¡Hooola, mi amor...!, ¿Como te encuentras? Acabo de llegar..., me bajo paseando a casa de
Bibiana.
Ya sabes, llamame si algo quieres. Yo regreso enseguida.
- No hace falta que te des prisa. Yo estoy entretenido. Distráete tu también marujeando y luego
me cuentas.
- Por aquí todo está aburrido.
- ¿Aburrido? Pues de a chavo las cosas que después me cuentas. Sin ir más lejos, lo de los dos
sicarios de ayer. Trataron de matar a un motorista a la vuelta de la casa de tu madre. Lo venian siguiendo y allí mismo le propinaron cuatro tiros en la espalda.
- Si, pero cuando yo fuí ya se habían llevado al herido. Dicen que se arrastraba, tratando de subir
a la acera, mientras pedía que le ayudasen.
- Y antes de ayer, ¿no se llevaron esposados a tres jovenes del barrio que estaban borrachos?
- Claro, uno de ellos era el hijo mayor de mi amiga Gabriela. Los pusieron a barrer las calles y
enseguida se les pasó la borrachera, pero aún así los tuvieron barriendo casi hasta las cinco
de la mañana, según me ha contado mi amiga.
- Bueno, déjame ya tranquilo, sino después ya no tienes nada que contarme, estoy bien y no
necesito nada.
- Bueeno hijo..., te saludo y me contestas con dos piedras en las manos.
- No es eso, es que para seguir hablando por telefono, no valía la pena que te hubieses ido.
- Pues entonces me vuelvo.
- No. ¡Te lo prohibo! Si vienes tengo que estar pendiente de ti para que no te aburras. Prefiero
que te distraigas por ahí y así después me coges con más deseo.
- Ya sabes que yo con estar contigo soy feliz.
- Pero yo no puedo ser feliz viéndote a mi lado aburrida y si te atiendo para que no te aburras, no
puedo atender las cosas que tengo que atender.
- Ah, ¿prefieres atender otras cosas antes que a mí?
- No, mi amor, tú eres lo primero, pero ¿no te cansarás quedándote aquí encerrada en la casa?
- Yo no, pero sé que tú sí que te cansarás de mí porque quieres escribir y yo te interrumpo y te
distraigo.
- No mi vida, tú puedes interrumpirme tantas veces como quieras, ya sabes que como mejor
estoy es abrazado a tí.
- Y yo como mejor me siento es viéndote feliz.
- Por eso es por lo que me gusta que salgas, porque así me siento feliz, sabiéndote distraída y tú
me sabes feliz porque pienso que tú lo eres.
- Bueno, entonces... ¿quieres que me quede?
- Si cariño, yo aunque esté ocupado siempre te pienso. Piénsame tú tambien y así los dos felices.
- De acuerdo, mi amor. Cuídate mucho y no me olvides. ¿Qué quieres que te lleve para la cena?
¿Qué te apetece?.
- De momento nada. Tráeme lo que tú quieras.
- Ay..., dame una pista.
- Tráeme un helado.
- Eso no lo puedes comer por el azúcar.
- Tráeme un arroz frito con camarones.
- ¿Y dónde metemos toda esa grasa con tu colesterol?
- ¿Ves, para qué me preguntas? Tráeme lo que tú quieras, que sepas que no me perjudica.
- Bueno, ya lo pensaré.
- Bien, pero piensa tambien en algo para tí.
- No, porque después te da golica.
- Te prometo que no.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- Pues mira, ni para ti ni para mí, nos arreglaremos con lo que haya por allí.
- Lo mejor que puedes haber pensado, vida mia. ¿Ves con un poco de dialogo las cosas que hemos
arreglado?
- Te burlas de mí. Ya no me quieres.
- Espérame en casa de Bibiana y no te muevas. Me voy contigo porque no quiero ni que pienses
que no te quiero. ¿Acaso dudas de que no te cambiaría por nada del mundo?
- Yo lo sé pero a veces me gusta comprobarlo. No vengas, mi vida, te creo amor mio. No quiero
interrumpirte mas. Inventa bonitas historias. Chao... chao.
3 comentarios:
Jajajaja. Y qué pareja... ¡caramelo puro! :)
Jajajaja, coincido con Juan. Las conversaciones de ultramar son mucho más pastelosas que las de España. Como decía Celia cruz "Yo le pongo "sasón-son-son le pongo sazón". Aquí en España somos más austeros en palabrss: Estas bién?-sí, y tu?-también- ala pues hasta luego. FRAN.
Qué feliz me hace saber que así transcurre una tarde cualquiera....de tu vida...
me he reído mucho...dale un beso a Milena de mi parte.Dile que la quiero muchísimo...y que gracias por cuidarte así.
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