miércoles, 13 de enero de 2010

TODAS LAS MAÑANITAS SALE LA AURORA

Cuando de niño acudía con mis padres y hermanos a Las Casas del Señor, aldea de nuestros veranos, cada cual vivía en particular sus mil una aventuras, pero había cosas que se repetían para todos muy a menudo a lo largo de nuestra estancia de cada año y de ellas, entre otras, recuerdo las tertulias bajo el inmenso Nogal de la Huerta de Hipólito que terminaban siempre con un recital de canto en el que más o menos todos participábamos. La canción con la que solíamos terminar la velada, a coro, era la inmortal Habanera de D. Gil de Alcalá "Todas las Mañanitas" y eran también muy frecuentes en el repertorio las inolvidables "Acuérdate de Acapulco" de Agustín Lara y "Fue una Noche que entre Sueños" cuya letra y música surgió de la inspirada mente de uno de los amigos de mis padres, asiduo invitado, cuya sola presencia ya era un deleite para cualquiera que lo tratara. Todos lo conocíamos como Emilio Lechuga, aunque lo de lechuga era solamente un apodo cariñoso.
Los primeros años que acudimos a esa aldea, era tan pequeño que mi madre me acogía en su regazo cuando empezaba a anochecer y hasta que me dormía podía oír el ruidito de los fluidos que circulaban por el interior de su cuerpo y sentir la resonancia de sus palabras cada vez que intervenía en la conversación al igual que las convulsiones de su esófago cuando reía alguna de las gracias de los presentes, mientras yo gozaba del calorcito de su cuerpo, sobretodo en las que ya empezaban a ser frescas noches de Septiembre. El comienzo del canto significaba que entrabamos en la última etapa de la velada, pero hasta que no cantásemos "Todas las Mañanitas" no se llegaba al fin de la misma. Estos entrañables encuentros quedaron gravados en mi mente y en mi corazón, estando las letras de la mayor parte de aquellas canciones impresas en mi recuerdo de tal modo que cada vez que las canto es como si volviera a vivir aquellos momentos, pudiendo sentir incluso los aromas del hinojo y del romero, así como el de la alfalfa y las mieses recién segadas, que para mi eran y siguen siendo unos perfumes embriagadores.
Muchos años después, cuando mi madre, como una bendición, aún estaba entre nosotros, no podía comprender que para mis hermanos, el recuerdo de aquellos tiempos fuera solo pura anécdota, cuando para mi era todo un privilegio y como solo mi madre me comprendía, con ella revivía aquellos recuerdos, especialmente cuando acudía a mi casa con la furgoneta a rebosar de sacos de almendra de la cosecha de aquellos predios, y disfrutábamos como tontos, mientras pelábamos a mano las almendras, utilizando los procedimientos obsoletos de cuando era niño para saborear mejor la remembranza de aquellos tiempos mientras cantábamos aquellas canciones imperecederas.
Hoy le he dicho a mi hija Valery: Te voy a enseñar una canción que encierra muchos recuerdos para mi. Quisiera que la aprendieras y así cuando la cantes te acordarás de mi y de estos tiempos como yo me acuerdo, cuando la canto, de todos a los que quiero. La he empezado a cantar y como siempre me ha transportado a aquella época, pero de quien verdaderamente me he acordado ha sido de mi madre y de las muchísimas veces que con ella la canté, de niño, de joven y ya casi, empezando a ser un viejo, pero esta vez me he dado cuenta que en verdad, mi madre, ya no estaba conmigo y he sentido su ausencia en tal manera que no he podido evitar que resbalasen las lagrimas por mis mejillas, teniendo que apartarme para llorar a solas mientras en el patio, Valery, ese portento de criatura, repetía a todo pulmón, la última estrofa de mi canción ya aprendida: "Canta y no llores, corazón, no llores ¡ay!...; volverá la aurora... y la noche triste... se llevará."

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy linda historia,recuerdos que nunca se borraran y que siempre tendras presente y guardado en tú mente y en el corazón,TÚ no estas solo me tienes a tú lado para consolarte y cuidarte en todo momento en las buenas y en las malas.
TÚ SANTA MADRE DONDE QUIERA QUE ESTE SIEMPRE ESTARA MUY ORGULLOSA DE TENER UNOS BUENOS HIJOS.
TE QUIERO MUCHO.
MILENA.

Txema Rico dijo...

Ay que ver lo que llegan a significar algunas canciones en nuestra vida...Que recuerdos me ha traído a la memoria el relato de las tertulias veraniegas bajo el inmenso nogal...Como pasa el tiempo Juan, comoo pasa...sin darnos cuenta, aunque yo tengo una teoría que intento hacer mi "leit motiv"... SE EMPIEZA A SER VIEJO CUANDO SE TIENEN MAS RECUERDOS QUE ILUSIONES.
Un abrazo desde una fria, ventosa y lluviosa Almafrá Alta.

JuanRa Diablo dijo...

Muy hermoso el relato, y me ha contagiado toda tu emoción pues si por la abuela Paquita siento un cariño inmenso por todo lo que conocí de ella y me transmitió, qué no sentirás tú siendo ella tu madre...
Todo eso queda imperecedero de alguna manera en nuestros corazones.
Sigue enseñando las canciones a Valery, que conociéndola como la conozco sé que tiene memoria y buen gusto como para memorizarlas y saber cantarlas.

PD. Para mí también es tremendamente agradable el olor de los corrales.

Io dijo...

Qué bonito, Juan!

A mí me pasa algo parecido con un tango, "Inspiración", no puedo escucharlo sin llorar recordando a mis padres cuando lo bailaban.

La música tiene el poder de transportarnos a otro tiempo, al igual que ciertos aromas. El olor del chocolate a la taza casero me devuelve, indefectiblemente, a la niñez.

Pero haces bien en transmitirselo a Valery. Cuando ella lo tarareé, os devolverá a la vida a todos, os devolverá al presente, al momento actual. Ya sabes que pienso que la muerte, tal y como la concebimos, no existe, pero también pienso que una melodía o un perfume recordará a quien lo experimenta que estamos ahí, que no nos hemos ido.

Un abrazo!

anahija dijo...

Papá...qué bonitos recuerdos...además.supongo que para tí,aún queda todo más lejos...
Yo también me acuerdo de la abuelita con esa canción,y de tí con el reloj,y eso será así por siempre y para siempre.
Ayer terminé un libro..."la elegancia del erizo" que me encantó...y en este caso me sirve una de sus frases,en la que decía,que aunque halla algo que no volverá jamás,si en su día llegó será para siempre.Busquemos pues los siempres en los jamases,esos momentos tan bellos que aunque no vuelvan siempre lo harán.
Te quiero papá y a veces,sin previo aviso, me doy cuenta de golpe.