jueves, 28 de enero de 2010

EN RECUERO A MI PROFESOR DE FILOSOFIA DON ALONSO GONZALEZ CUELLO


Ya llegaste a lo oscuro, a la nebulosa temida donde la soledad es compañera del olvido.
A nuestra mente ciega llegaron aquella tarde las mismas inquietudes y contagiados de esa duda insoportable que en la vida se cruza algunas veces, iniciamos un debate honesto, serio, profundo.., en el que poyandonos en realidades indubitables, quisimos llegar a conclusiones últimas. Paso a paso, sin especulaciones, ni falsos silogismos, despreciando la apariencia no confirmada y razonando hasta que la ambiguedad invalidaba el razonamiento pudimos darnos cuenta de lo poco que sabiamos de nosotros mismos, de la influencia de las circunstancias en nuestros actos, de los extraños mecanismos que nos obligan a tomar una decisión insospechada, en fín, de la vida misma y como nó, tambien de la muerte cuya incognita supera a todas las demás incognitas porque nadie ha podido aportar experiencias póstumas y solo disponemos de lo que dicen los que manifiestan haber tenido contacto con los muertos y de las interpretaciones que se ha querido dar a infinidad de enigmas que en conclusión no podemos calificar mas que como un compendio de especulaciones que del mismo modo que podrian ser, podrian no ser y que por lo tanto nunca serán dignas de calificarse como verdades absolutas.
Tu ya estás en ese espacio desconocido donde no existe la duda, donde todo aparece ante tus ojos ojos con una claridad meridiana, y estoy seguro que si recuerdas nuestro afán y nuestro desasosiego sonreirás, sencillamente, sin ningún sarcasmo, comprobando que al margen de tu verdad infalible tambien habia algo de verdad en mi afirmación de que nada tiene importancia, ni siquiera la propia eternidad. Y en esta confianza que me permito al haber compartido tanto tiempo, tantas dudas, te pregunto si es preciso con insolencia:
¿Porqué ese afán vuestros tras la muerte de no compartir la riqueza de vuestros recien estrenados conocinimientos? ¿Que impide que mantengamos una comunicación? Y es entonces cuando quizás en respuesta mi razón se esclarece llegando a las siguientes conclusiones:
"Si el hombre procede de Dios ¡por ser obra de Dios es infinito y tambien es infinito su poder de superación!. Nada está por encima del hombre salvo el mismo hombre en cuanto a su trascendencia divina que está por encima de su condición humana. "Dios es la plenitud del Ser, nosotros y todo lo que nos rodea somos Su realidad y si Dios hace lo que quiere y lo que quiere es lo que Es, nosotros que somos porque el quiso somos parte de su ser"
Vagamos pérdidos porque no somos conscientes de lo que formamos parte y nuestra desorientación se debe tan solo a que generalmente nos apartamos de los que iniciaron sus pasos por el buen camino. Esta es mi opinión esperanzada y así la defiendo, porque si con todo el derecho del mundo alguien se atrevé a rechazar mi criterio considerendolo una especulación sin fundamento, a pesar de las razones irrefutables en las que me apoyo, ese alguien tendrá que presentar otra alternativa que le permita demostrar que no se trata de una simple divagación especulativa, porque si no fuera así prefiero quedarme con mis argumentos y mis convicciones que creo sin duda mas dignos y esperanzadores que cualquiera de las teorias ateas que pululan, incluso, a veces, en boca de los mas eminentes y cultos representantes de las ciencias y de las letras, aclarando que de ellos, por suerte, son muchos los que a la hora de la muerte han encomendado su alma a Dios..

2 comentarios:

Io dijo...

Bueno, aquí entramos en el terreno de lo divino y lo sagrado, y en estos prados ya se sabe; cada uno se construye su templo con los matriales que le va dando la vida.

"Nada es importante". Te he visto repetir esta máxima con frecuencia ultimamente. Puede que todo sea importante. Puede que, en cualquier caso, ambas afirmaciones se den la mano. Yo me quedé con otra máxima, algo que leí en un libro llamado "La respuesta del ángel": "Jamás estás solo". Esta frase tiene, al meos para mí, un poder tremendo, aunque para algunos no sea más que un triste consuelo. Mi amiga la médium dice que siempre estamos rodeados de nuestros Seres de Luz. Incluso cuando estamos abatidos, llorando en pleno ataque de desesperación, ellos están ahí. Aunque a veces uno se pregunta qué narices pintan, si ni tan siquiera te acrecan un paquete de kleenex.

Lo que sí creo, es que estamos todos colgados del mismo árbol, que todos pertenecemos a ese ente Superior al que nuestra cultura occidental llama Dios. No lo concibo como a un anciano con barbas, no con la imagen del Dios bíblico que premia o castiga. Yo lo siento y lo veo como una manifestación continua del amor, en todas sus expresiones, y también como una inteligencia que se complace en casualidades, cruces de caminos, sincronías y demás miguitas de pan que vamos recogiendo por este sendero por el que caminamos dando palos de ciego.

A mí, la mayor muestra de esto que digo, me la han dado las personas. Siempre he conocido a aquellas personas a las que necesitaba conocer, siempre han llenado vacíos recién estrenados, siempre me dicen aquello que necesito escuchar. Y en esto veo a Dios, sea lo que sea, hablándome por boca de ellos.

Lo que aquí llamamos muerte no me preocupa en absoluto. Yo creo que regresamos a casa. Puede que por un tiempo. Puede que para siempre. La vida terrenal la veo como un campo de entrenamiento, un lugar que tiene como fin perfeccionar el alma humana, elevar la conciencia, reconocer al Dios supremo y agachar la cabeza ante él: el amor. No existe fuerza más poderosa.

Me ha encantado esta entrada, Juan. Y me ha hecho recordar a Gregorio, mi profe de Filosofía. Qué delicia de tertulias...

Besos!

El Calzado y mucho más.... dijo...

Tengo que reconocer que estás viviendo en "otra galaxia", siempre has sido así, quizás los que te hemos conocido durante tus años de juventud ahora apenas te reconocemos, pero con la edad te vas superando....Don Alonso estaría orgullosos al comprobar que su antiguo alumno, aquel al que trataba de enseñar Filosofía y Latín (dos materias hoy desgraciadamente caidas casi en el olvido), se presenta ante el mundo con un mensaje filosófico digno de aquel gran maestro discípulo de Unamuno que, por el infortunio de una contienda fatricida, tuvo que acabar en un pueblo del Levante español, impatiendo materias de un elevado acerbo moral y aplicando normas de urbanidad, para suerte de los muchos alumnos que tuvimos el honor y la dicha de conocerlo. Quizás tu, amigo Juan, recibistes en la inmortal Salamanca, la sabia de aquellos grandes filósofos y moralistas.
De todas formas nunca te he comprendido.....seguramente será porque no he estado a tu altura.
Un abrazo
Tirapies