Es muy aventurado decir lo que uno siente, siempre hay alguien que se siente herido. Aunque no delates tus sentimientos, aunque ahogues tus convicciones, aunque omitas hechos que pudieran inducir u orientar..., aunque te limites a exponer, sin afirmar ni negar, dejando libre el camino para que cada cual saque su propia verdad, siempre habrán discrepancias, porque el hombre rechaza todo aquello que no concuerda con sus criterios preconcebidos que ni "puede" ni quiere desterrar y ante una razonada exposición que solo admite una conclusión, porque no hay argumentos para el debate, si no es coincidente con sus principios, para él, es inadmisible. Siempre habrá un rechazo con fundamento o sin el, una negativa injustificada, una oposición absurda, aunque solo pueda apoyarse poniendo en tela de juicio la fortaleza de los firmes pilares en que se apoya la verdad, aunque sus insidias tambien carezcan de argumentos y cuando esto ocurre, ya perdido en un sin fin de incongruencias criticará la fuente de donde procede esa verdad, aunque esas criticas no vengan al caso. De ahí el que los mas sensatos se limiten a guardar un despectivo y despreciable silencio. Cualquier cosa antes que aceptar la posibilidad de su error aunque sea para sus adentros y así poder predisponerse a ver las cosas desde una nueva perspectiva, desde la cual, quizás pueda descubrir que no estaba equivocado sino simplemente confundido
Nuestro aprecio es global, deseamos el bien de todo el mundo. En eso todos coincidimos, pero cuando particularizamos no podemos evitar nuestros rencores, mirando con desprecio a quien nos ofendió, sin pensar que quizás fuimos nosotros los que primero le ofendimos o siguiendo sin saludar a la vecina del tercero porque aquella tarde no nos devolvió el saludo, aunque es muy posible que estuviera distraida. El solo hecho de que una persona profese otra creencia o exteriorice una tendencia política diferente a la nuestra ya es motivo suficiente para que lo consideremos un pelín retrasado y si las cosas se pusieran serias pasaría a ser ya un enemigo. Esta es la verdad, aceptemosla; a todos nos pasa aunque no nos paremos a meditar en ello. Tampoco sabemos, ni queremos materializar nuestra bondad volcando nuestra ayuda en un individuo por muy penosa que sea su situación. Si nos encontramos con un desvalido que nos infunde lástima buscamos en nuestro bolsillo una moneda y si no la encontramos pasamos de largo; que pocas veces miraremos en nuestra cartera para sacar un billete aunque sea pequeño. Muchos pensamos que moneda a moneda se sacan un buen sueldo ¿y que?, ¿acaso no debia alegrarnos? ¿Seria mejor que no sacasen ni para una barra de pan? ¡ Es que no está en mi mano resolver los problemas del mundo! decimos a veces, pero que mísera es la ayuda que dispensamos al impedido que mendiga en nuestra esquina. No le dés, que se lo vá a gastar en vicio suelen decir, ¡ joder con el profeta !, si así lo hace allá el, yo no se lo doy para eso.
Los que escribimos en un humilde blog, salvando las distancias con muchos que merecerían tener una columna en cualquier periódico, esperamos impacientes encontrar comentarios en nuestras entradas, a veces al tocar algún que otro tema escabroso, sintiendo también el temor de que alguno de los pocos que nos siguen se pueda molestar y sufrimos lo indecible hasta que vemos que nadie nos ha abandonado. Si es que la calidad de los que me siguen está por encima de todos los convencionalismos que he apuntado es una buena muestra de que aún hay esperanza.
No enfoquemos los problemas de forma global, desterremos los convencionalismos absurdos y echando mano a la inmensa sabiduría de nuestro refranero hagamos bien sin mirar a quien tratando de ponernos en la piel de quien nos habla, de quien nos mira, de quien nos pide, viendo en sus hijos a nuestros propios hijos y en su necesidad la estampa en la que no quisiéramos vernos pintados. No conozco ninguna creencia ni doctrina política, ni etnia, ni grupo, ni persona de bien que no deseé el bienestar común, aunque ninguno siga el camino acertado para conseguirlo, pero yo creo que con solo escuchar al que te habla, con solo sonreír a quien te mira y con solo ayudar en la medida de nuestras posibilidades a quien lo necesita estaremos contribuyendo a un mundo mejor.
Nuestro aprecio es global, deseamos el bien de todo el mundo. En eso todos coincidimos, pero cuando particularizamos no podemos evitar nuestros rencores, mirando con desprecio a quien nos ofendió, sin pensar que quizás fuimos nosotros los que primero le ofendimos o siguiendo sin saludar a la vecina del tercero porque aquella tarde no nos devolvió el saludo, aunque es muy posible que estuviera distraida. El solo hecho de que una persona profese otra creencia o exteriorice una tendencia política diferente a la nuestra ya es motivo suficiente para que lo consideremos un pelín retrasado y si las cosas se pusieran serias pasaría a ser ya un enemigo. Esta es la verdad, aceptemosla; a todos nos pasa aunque no nos paremos a meditar en ello. Tampoco sabemos, ni queremos materializar nuestra bondad volcando nuestra ayuda en un individuo por muy penosa que sea su situación. Si nos encontramos con un desvalido que nos infunde lástima buscamos en nuestro bolsillo una moneda y si no la encontramos pasamos de largo; que pocas veces miraremos en nuestra cartera para sacar un billete aunque sea pequeño. Muchos pensamos que moneda a moneda se sacan un buen sueldo ¿y que?, ¿acaso no debia alegrarnos? ¿Seria mejor que no sacasen ni para una barra de pan? ¡ Es que no está en mi mano resolver los problemas del mundo! decimos a veces, pero que mísera es la ayuda que dispensamos al impedido que mendiga en nuestra esquina. No le dés, que se lo vá a gastar en vicio suelen decir, ¡ joder con el profeta !, si así lo hace allá el, yo no se lo doy para eso.
Los que escribimos en un humilde blog, salvando las distancias con muchos que merecerían tener una columna en cualquier periódico, esperamos impacientes encontrar comentarios en nuestras entradas, a veces al tocar algún que otro tema escabroso, sintiendo también el temor de que alguno de los pocos que nos siguen se pueda molestar y sufrimos lo indecible hasta que vemos que nadie nos ha abandonado. Si es que la calidad de los que me siguen está por encima de todos los convencionalismos que he apuntado es una buena muestra de que aún hay esperanza.
No enfoquemos los problemas de forma global, desterremos los convencionalismos absurdos y echando mano a la inmensa sabiduría de nuestro refranero hagamos bien sin mirar a quien tratando de ponernos en la piel de quien nos habla, de quien nos mira, de quien nos pide, viendo en sus hijos a nuestros propios hijos y en su necesidad la estampa en la que no quisiéramos vernos pintados. No conozco ninguna creencia ni doctrina política, ni etnia, ni grupo, ni persona de bien que no deseé el bienestar común, aunque ninguno siga el camino acertado para conseguirlo, pero yo creo que con solo escuchar al que te habla, con solo sonreír a quien te mira y con solo ayudar en la medida de nuestras posibilidades a quien lo necesita estaremos contribuyendo a un mundo mejor.
2 comentarios:
Cualquier muestra de caridad es buena y si la Navidad sirve para que al menos en estas fechas la gente se muestre más caritativa pues, enhorabuena por la Navidad. Ahora que en España la situación económica es tan terrible muchas personas se ven en situaciones verdaderamente desesperantes y muchos inmigrantes se ven abocados a la miseria más absoluta en un clima extremadamente frío. Quiero hacer una especial consideración a la labor que caritas y muchas parroquias estan llevando a cabo con estas personas proporcionandoles comida caliente, ropa y un lugar donde dormir. Sin embargo, a pesar de esa gran labor caritativa, la tendencia parece ser de un rechazo cada vez mayor hacia la iglesia en España. FRAN.
¡QUÉ MARAVILLA!
Todo! Estoy de acuerdo con TODO!
No podemos arreglar el mundo. Nuestro mundo se reduce a los dos km2 más o menos que frecuentamos a diario, y en ese mundo sí podemos intervenir. Sí podemos intervenir en las vidas de esas personas con las que nos cruzamos, en las de los mendigos, en las que se sienten diferentes, en las que se sienten solas, en las que sufren silencios.
Si todo el mundo hiciese algo por mejorar "su" mundo, ese limitado territorio cotidiano, no haría falta que nadie pensase en arreglar el mundo entero.
Juan te has superado a tí mismo, y eso ya tiene mérito.
Un abrazo inmenso.
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