Es posible que en algunos pueblos pequeños aún quede algún vestigio de lo que fueron sus costumbres y tradiciones. Yo tuve la suerte de vivir las que a mi me tocaron, que creo fueron las mismas que se habian repetido de generación en generación hasta lo que alcanzaba la memoria de todos mis mayores y he sido testigo de la evolución de las mismas hasta verlas quedar práticamente en nada. En pocas palabras, que lo que yo viví de forma natural e invariable, ahora no es mas que una imitación en recuerdo de lo que nosotros vivimos porque así era nuestra vida realmente. Ahora se compran las alpargatas en Pascua porque nosotros las utilizabamos, pero a nadie se le ocurriria salir a la calle con ellas despues de las fiestas, mientras nosotros si las llevabamos como una forma de calzado mas o menos habitual; se compran las toñas porque en esas fechas no habia una sola casa en la que no se hubiesen amasado, pero aquellos comentarios que entonces se escuchaban de que las mejores toñas de ese año habian sido las de Paquita y las de Virtudes y que Lourdes habia llorado cuando vió que se le bajó la masa ya no podrán volver a repetirse porque las toñas se compran en las pastelerias, quedandonos como reminiscencia del de antaño el comentario de que las mejores toñas las venden en el horno de "El Rompe" por poner un ejemplo. Las prendas que utilizabamos para la pascua, camisa, pañuelo y algún que otro adorno nos hacian sentir elegantes y apuestos; ahora los que así se visten lo consideran como un disfraz para el evento, pero fuera de esas fechas serian incapaces de salir con ese atuendo. Todo lo que tabajaba Cupido en esas fechas pasó a la historia; pero como lo que pretendo no es hacer ninguna crítica sino evocar aquellos tiempos pasados que sin duda fueron mejores, voy a relataros mis vivencias para ver si os pongo los dientes largos o para que os riais de mi a carcajadas considerandome un viejo ñoño que no sabe realmente lo que es la vida.
Trás la Semana Santa, en mi pueblo se celebraban tres días de Pascua y la costumbre era que los chicos le pidiesen la merienda a las chicas. Logicamente cada cual se acercaba a aquella por la que se sentia mas atraido, pero los sentimientos podian no ser coincidentes y en esta criba de posibles incompatibilidades siempre aparecia alguna coincidencia que podia ser muy significativa. Si un chico pedia a la chica las tres meriendas correspondientes a los tres días de fiesta, era prueba palpable de que su interés se centraba en ella solamente. Si ella albergaba los mismos sentimientos y aceptaba su petición lo mas probable es que despues de la fiesta quedaran como novios, pero podian producirse muchas variantes ya que la chica podia esperar que le pidiera las tres meriendas y el solo le pidiera una con lo que estaba dejando patente que queria probar con ella pero tenia otras candidatas. Esta situación podia darse a la inversa con lo que el chico sabia que tenia oportunidad pero debia superar a otros rivales. Habia una forma de expresar preferencia pero dejando un puerta abierta a la duda y por qué no a los celos y era pedir o conceder dos días dejando un resquicio de incertidumbre con ese tercero no pedido o concedido. A veces, la que se habia comprometido por uno o dos dias con un chico, esperando que otro, que tambien le gustaba, se le acercara, se percataba de que era inutil esperar más, tras enterarse de que ya se habia comprometido con otras y o bien rectificaba su decisión anterior y sucumbia con el unico que habia demostrado interés hacia ella, lo que estaba muy mal visto, o aceptaba la propuesta de cualquiera que se le acercara para cubrir las apariencias y no quedarse sin pareja, cosa que las aterrorizaba. Este tipo de cosas siempre podia darse a la reciproca, pero lo normal era que los emparejamientos fuesen en consonancia mas o menos con el grado de atracción que cada uno sentia por el otro y los enamorados y enamoradas que quedaban fuera de juego en sus preferencias veian difuminarse sus esperanzas de alcanzar su sueño final, que no era otro que el posible noviazgo con el ser amado. Cubierto el cupo de meriendas de las digamos mas solicitadas, los que aún estabamos en la estacada nos incursionabamos en el grupo de las menos solicitadas que ponian menos remilgos en la elección de sus parejas pero en estos casos la peticion de merienda se hacian de una en una, y tambien así las concesiones, para evitarnos mutuamente el tener que compartir durante tres días consecutivos una compañia que se daba por hecho que a ninguno de ambos nos quitaba el sueño. Aún así, lamentablemente,, siempre quedaban algunos y algunas que ni por esas y despues formaban grupo y compartian las viandas, creyendo recordar que generalmente eran los que mejor lo pasaban, aunque sus corazoncitos sin duda quedaran heridos.
Recuerdo una tarde en la que formaba yo parte de ese grupo y para hacer mas suculenta nuestra cena, con otro par de feos y una guitarra, ibamos recorriendo los rinconcitos donde se alojaban los enamorados y les cantabamos "No venimos a pedir - venimos a suplicar - que echeis en este zurrón - un pedacico de pan. y como metidos en otros apetitos se sentian desganados y no querian que los molestasemos gratificaban nuestra hermosisima canción con las mejores viandas. Cuando acudimos al grupo de desheredados e hicimos recuento de lo recogido en la colecta todos quedaron sorprendidos. Era bonito compartir con la chica que nos gustaba una merienda preparada por ella misma y sentirnos atendidos como si ya de nuestra esposa se tratase poniendo en nuestro plato las ensaladas, los guisos, los dulces y sobretodo aquel atún de zorra y las habas tiernas con las que tan bien entraba el vino, que amorosamente nos racionaban. Y luego el baile, con aquellos pikups que marcaron modernidad, porque antes de aparecer esta innovación, fueron las gramolas de cuerda con su impresionante bocina y sus discos de pasta con polkas, valses de Straus y últimamente canciones de Machin, las que amenizaron nuestros bailes.
Este tipo de guateques solia celebrarse en la finca de alguna de las chicas y los padres que hacian causa común a respetable distancia de nuestro jolgorio se sentian seguros de la integridad de las mismas, pero en alguna que otra ocasión a la hora de retirarnos se notó la falta de alguna parejita, que despues aparecia de entre las frondas con explicaciones tan peregrinas sobre su desaparición que jóvenes y mayores teniamos que tragar saliba para no reir. Después a solas vendrian las reprimendas de los padres de la chica y sin duda por nuestra parte los comentarios insidiosos.
Trás la experiencia convivida durante esos tres días se reafirmaban los sentimientos mutuos o se difuminaban ante la decepción, sintiendonos gozosos algunos de que la chica de nuestros sueños no hubiera sucumbido ante el que equivocadamente habia preferido como eventual pareja y aún quedaban esperanzas de poder entrar en su corazón.
4 comentarios:
Bonitos recuerdos. Desde luego que no quedan ni las sombras de aquellas costumbres que hasta para mí resultan extrañas (imagínate para la juventud actual)
De haberme tocado a mí vivir aquella época me hubiera dado muchísima vergüenza eso de ir a pedir la merienda.
Muchos besos!
La pedida de la merienda era un ritual que facilitaba mucho las cosas al enamorado, porque pedir la merienda era una encubierta declaración, en la que el solicitante estaba manifestando cuales eran sus sentimientos, era decirle "aquí me ves ante tí porque te he elegido de entre las demás. Dame una oportunidad para demostrarte lo grande que es mi amor" y todo eso se concentraba limitandose a decir: " megustaria que me llevases la merienda", claro está que ahora que para declararse, no hace falta ni declararse puede que este ritual tan simple pueda parecer algo incomodo, pero puedo asegurarte que era maravilloso.
No creo que haya nadie que sepa tantas cosas sobre la vida que tù..lo comento por una frase que escribes en tu entrada.Y sì,a mì me has puesto los dientes largos porque todo eso del cortejo he de reconocer que siempre me ha gustado.Me he divertido mucho leyèndolo,me ha gustado conocer esta historia.
Pues a mí me ha encantado tu relato.
Creo que en el juego del amor, lo más fascinante siempre fue la seducción, la seducción lenta y sin prisas, el lenguaje de las miradas, el acercamiento milimétrico día a día, el roce accidental de una mano con la otra, el primer baile, las mejillas ardientes en contacto por primera vez.
Por desgracia eso se ha perdido. Hemos ganado en sexualidad pero pagando el precio del romanticismo. Algunos lo echamos de menos.
Un abrazo.
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