Frente a la marquesina de la casa donde crecieron mis hijos, todavia existe un limonero con señales inequivocas de senectud. Las cuatro ramas que parten del eje de su tronco, antaño frondosas y sobrecargadas por el peso de sus frutos, fueron resquebrajando su base, que no terminó abriendose como un abanico gracias a mi oportuna intervención, apuntalando y atando sus ramas de forma que unas sostuviesen a las otras y todas entre sí.
Los tensores que apliqué en la base de la resquebajadura detuvieron su progresivo deterioro, pero la parte ya desgajada no conseguí que volviera a soldarse jamás y ahí permanece su tronco abierto por sus cuatro costados como queriendo hacer entrar dentro de si todo el sol que presume no podrá absorver en su longevidad mermada.
Las partes de sus ramas expuestas al cielo, por las inclemencias sufridas a lo largo de los años, están despellejadas y erosionadas, dejando a la vista la madera desprotegida, completamente seca, manteniendose vivo el arbol gracias al pequeño rio de sabia que fluye a través de no más del treinta por ciento del perimetro de sus cuatro brazos carcomidos, mientras el otro setenta por ciento está seco y disminuido, no realizando mas función que la de proteger lo que queda vivo, de las escarchas y granizadas, además de ser esqueleto osteoporosico de su ingente estructura.
A el acuden infinidad de insectos buscando el nectar de sus flores de azahar, blanquisimas , con un aroma embriagador y como es logico, siguiendo la escala ecológica, sus depredadores, los pajaros insectivoros cuyo canto suele ser muy armonioso.
No tiene ya la majestuosidad que tenia en otros tiempos, ni su frondosidad invita a situar la mecedora bajo su sombra, ni sus frutos son tan abundantes ni hermosos como otrora y sus hojas, que recuerdo de un verde oscuro, están ahora, amarillentas, manchadas por extrañas picaduras e impregnadas de una melaza que las hace envolverse sobre si mismas, prendidas de tallos sin porvenir.
Recuerdo una noche de verano, de paz inmensa, en que al encender los focos de la marquesina y la terraza voló su luz sobre la fronda de aquel inmenso limonero, joven, explendido, con sus ramas inmensas elasticas y lascivas, meciendose en la brisa de la noche mientras mostraba, casi entrelazado, el amarillo intenso de sus limones maduros con el blanco inmaculado de sus flores blanquisimas.
Contemplandolo, llegaban a mi, como si compitieran, los aromas del azahar y de los jazmines muy proximos y yo exultante y orgulloso, sintiendome dueño y señor de tanta belleza y esquisitez, me acerqué al arbol y acariciando una de sus ramas le dije: ¡Que bello eres, no creo que haya en el mundo un limonero tan hermoso como tu !
Hoy que sé que aún existes, aunque distante, viejo y mermado, teniendo dudas razonables sobre quien sobrevivirá a quien, antes de que alguno de los dos caiga, te brindo mi recuerdo como lo que siempre fuistes y en mi siempre serás: EL LIMONERO MAS HERMOSO DEL MUNDO.
Los tensores que apliqué en la base de la resquebajadura detuvieron su progresivo deterioro, pero la parte ya desgajada no conseguí que volviera a soldarse jamás y ahí permanece su tronco abierto por sus cuatro costados como queriendo hacer entrar dentro de si todo el sol que presume no podrá absorver en su longevidad mermada.
Las partes de sus ramas expuestas al cielo, por las inclemencias sufridas a lo largo de los años, están despellejadas y erosionadas, dejando a la vista la madera desprotegida, completamente seca, manteniendose vivo el arbol gracias al pequeño rio de sabia que fluye a través de no más del treinta por ciento del perimetro de sus cuatro brazos carcomidos, mientras el otro setenta por ciento está seco y disminuido, no realizando mas función que la de proteger lo que queda vivo, de las escarchas y granizadas, además de ser esqueleto osteoporosico de su ingente estructura.
A el acuden infinidad de insectos buscando el nectar de sus flores de azahar, blanquisimas , con un aroma embriagador y como es logico, siguiendo la escala ecológica, sus depredadores, los pajaros insectivoros cuyo canto suele ser muy armonioso.
No tiene ya la majestuosidad que tenia en otros tiempos, ni su frondosidad invita a situar la mecedora bajo su sombra, ni sus frutos son tan abundantes ni hermosos como otrora y sus hojas, que recuerdo de un verde oscuro, están ahora, amarillentas, manchadas por extrañas picaduras e impregnadas de una melaza que las hace envolverse sobre si mismas, prendidas de tallos sin porvenir.
Recuerdo una noche de verano, de paz inmensa, en que al encender los focos de la marquesina y la terraza voló su luz sobre la fronda de aquel inmenso limonero, joven, explendido, con sus ramas inmensas elasticas y lascivas, meciendose en la brisa de la noche mientras mostraba, casi entrelazado, el amarillo intenso de sus limones maduros con el blanco inmaculado de sus flores blanquisimas.
Contemplandolo, llegaban a mi, como si compitieran, los aromas del azahar y de los jazmines muy proximos y yo exultante y orgulloso, sintiendome dueño y señor de tanta belleza y esquisitez, me acerqué al arbol y acariciando una de sus ramas le dije: ¡Que bello eres, no creo que haya en el mundo un limonero tan hermoso como tu !
Hoy que sé que aún existes, aunque distante, viejo y mermado, teniendo dudas razonables sobre quien sobrevivirá a quien, antes de que alguno de los dos caiga, te brindo mi recuerdo como lo que siempre fuistes y en mi siempre serás: EL LIMONERO MAS HERMOSO DEL MUNDO.
7 comentarios:
Muy linda la historia del limonero.
Recuerdo que en casa de mis padres había una árbol justo casi en el centro del pequeño jardín que había en la parte posterior de la casa. No creo que nadie lo sembrara, simplemente caerían allí unas semillas y salió. Más de uno salió posteriormente de esta manera por todo el jardín.
Pués bien, un día hubo una tormenta con mucho viento y el pobre árbol amaneció práticamente partido en dos. Me dio una pena infinita. Era como si hubieran partido en dos a un amigo del alma.
Nuestro amigo creció torcido y con malas formas. Aguantó hasta que en casa decidieron quitarlo. Ya no describo cuanta pena me dio entonces y más teniendo que ayudar en la ardua tarea...
Un abrazo!
PD: ¿Qué tal ese café con leche?
El limonero sigue allí como antaño, viejo y en el mismo lugar donde vivió nevadas, lluvias generosas, lluvias torrenciales,riadas como la de 1982, granizadas como la del 86, sequías a 40º cent. y heladas a -5º. Nos ha visto crecer a todos, ha sido acariciado en sus frutos por las manos de mis abuelos ya fallecidos y ahora los hijos de los niños que jugaron bajo él juegan ahora en su todavía razonable sombra. Es uno de los personájes arbóreos más importantes de casa junto a los gemelos eucaliptos, el chopo que aguanta estoico tras la casa con nidos de insectos en su tronco, la higuera que tantas brevas e higos nos sigue dando, el pino que plantó tu madre pensando que cuando creciera ya no estaría ella en este mundo y que sin embargo comió bajo su sombra muchas veces y la falsa pimienta que junto a él servía de anclaje a la hamaca de verano y en cuyas ramas Juan creó un santuario de lectura en las alturas. No hay nada mas bonito que una mañana fría pero soleada en el que el aire fresco de la mañana entra en los pulmones cargado de esencias de azahar.Te acuerdas de recolectar las naranjas todos juntos? FRAN
Querido Francisco: Claro que lo recuero hijo mio, es mi vida, que mas que crear nuevas ramas sin porvenir se sustenta en las viejas por las que aunque carcomidas aún circula la savia que me mantien. El riego y el abono que recibo al saber que compartis conmigo los mismos recuerdos me revitaliza haciendo que broten nuevas flores y frutos y que las llagas de tantas inclemencias sean mas llevaderas.
Un beso de tu padre que os quiere.
Pues yo pienso que aun le queda mucha vida al limonero, la verdad es que los limones han reducido mucho su tamaño, pero sigue ahí. A veces pienso que entre sus brazos abiertos algún día saldrá un limonero nuevo. Te manadaremos una foto para que veas como se encuentra.... Besos
Qué bien lo sabes narrar. Para mí tus letras sí son las más hermosas del mundo.
Qué belleza, Juan, has pintado un óleo. Cada frase ha sido una pincelada. Has retratado un símbolo, un árbol que ha sufrido los embates de la vida al igual que tú, y que al igual que tú, a pesar de los años, "hoy sigue en pié, sin esa majestuosidad de antaño", pero ofreciendo el recuerdo de una sombra que cobijó y los frutos dulces y maduros de quien ha sentido tantas estaciones sobre su corteza.
Aquí, en Estepona, tenemos una ingente cantidad de naranjos y limoneros, incluso por las calles. El aroma de sus flores es extasiante. Y cuando la fruta está madura, la gente camina junto a las fachadas de las casas para que no les caiga una naranja en la cabeza, ja,ja.
En mi casa tuvimos un níspero. Comenzó siendo un simple hueso enterrado en una maceta, cuando yo era niña. Después, mi propia hija comió de sus frutos. Aún seguirá ahí, espero, haciendo las delicias de otra familia.
Un enorme abrazo. Siempre que escribes sobre la vida en su más pura esencia haces que me emocione.
Què bonito papà...como es posible que un entorno,en este caso un àrbol,llegue a estrujarte el alma sin a penas ser consciente.porque no me habìa dado cuenta hasta que te he leìdo..que estamos vinculados por un sinfin de cosas que para otros no tendrìan ningùn sentido,pero que nosotros amamos como parte de nosotros mismos.Yo tambièn soy ese limonero,esos eucaliptos,esa higuera,esa falsa pimienta..y me emociona sobremanera reconocer esas emociones en todos vosotros.Os quiero
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