domingo, 30 de noviembre de 2008

ACUERDATE DE MI DESDE LA GLORIA

Si habeis leido mi historia anterior, recordaréis que hago mención de algunos pluriempleos que tuve que desempeñar, para ayudarme a cumplir mis múltiples compromisos.
Uno de ellos vino a ocupar mis tardes, ya que por mi trabajo en el banco disponia de ellas. Llevaba la contabilidad en un Mesón de carretera a unos veinte kilometros de mi casa. No diré el nombre por razones obvias que comprendereis si seguis leyendo este relato.
El edificio era grandisimo y en él se albergaba, además del mesón, una Residencia de Ancianos muy "sui generis" a la que entraba en muy pocas ocasiones, pero las suficientes como para comprobar su mal funcionamiento.
El cuidado de las viejas, ya que eran solo mujeres las que había, pesaba en casi su totalidad sobre una joven que hacía las veces de enfermera y de la que se desvanecian sus pocos encantos por su aspecto desidioso, su falta de higiene y su desmedida afición al mosto.
La limpieza la hacía una mujer de unos treinta y cinco años que venía solo por las mañanas. Guapa, muy limpia y lozana y con unos atributos ostentosos que en alguna ocasión me brindó, que además ayudaba en lo que podia a la "enfermera" en sus quehaceres con las viejas, que por cierto dejaban mucho que desear.
La dueña se ocupaba de la intendencia, coincidiendo siempre el menú de las pobres ancianas con el menú del día anterior del mesón, lo que daba mucho que pensar. Era además la depositaria de los objetos de algún valor de sus pupilas que con el tiempo pasaba a engrosar su patrimonio. Era ridícula su actitud ante las inquietudes de las viejas cuando alguna de ellas se sentia deprimida, amonestándolas como si de niñas pequeñas se tratara y empleando frases hechas de forma reiterativa que no aportaban la mas mínima luz al desencato de aquellas pobres personas que a pesar de la edad gozaban en su mayoria de una lucidez que en nada les favorecia dadas las circunstancias.
Yo normalmente ocupaba lo que era mi despacho, pero como mis necesidades a veces me obligaban a mas de lo que podia, acepté la propuesta que me hicieron de hacer la vigilancia nocturna de todo aquel edificio de diéz de la noche del sábado a las seis de la mañana del domingo, para que el guarda pudiese disfrutar su descanso semanal. No tuve inconveniente en aceptar porque era un suplemento muy apetecible, y tampoco lo pensé cuando me dijeron que ya que el barman acudia los domingos pasadas las once, podia yo abrir el bar al dejar la vigilancia y atender a los cazadores, cosa que hasta entonces habia hecho muy a regañadientes el dueño del mesón que consideró mi afán de lucro una oportunidad de oro para poder prolongar su descanso del domingo. Como para mi esto suponia otro suplemento a mis ingresos no dudé. Ya me veis, entre semana, en el Banco por la mañana, contable por las tardes y los fines de semana además de vigilante por la noche barman al amanecer hasta el medio día del domingo. Dije que se trataba de una Residencia de Ancianos muy "sui generis" porque era público y notorio entre los clientes del mesón, que en un momento de precisión siempre tenian a su alcance alguna de las habitaciones disponibles de la residencia, y era habitual que algunas noches, sobretodo los sábados, tocasen el timbre buscando alojamiento, parejas de "enamorados" para ocupar las camas libres de lo que tenia que ser una santa institución. Era pues muy frecuente el que se mezclasen los sollozos y suspiros de la viejas con los suspiros y gritos de pasión de los enamorados que en el silencio de la noche no podia evitar oir, habiendo algunos que formaban un verdadero escandalo. Todo este preambulo, que espero no os haya aburrido, no pretende otra cosa que situaros un poco en aquel lugar, para que comprendais mejor el como, el cuando y por qué de mi relato.
Una de tantas noches de aquellos sábados entró una pareja, la mujer era muy joven y el un mastodonte que parecia muy bruto. Los alojé cobrando adelantado como era costumbre y volví al salón para ver un rato la Tele. La ponia muy bajita para no molestar a nadie y poder además oir algún ruido extraño que pudiese ser sospechoso y a pesar del televisor llegaban hasta mi unos gritos ahogados, unos sollozos llenos de dolor y desesperación. Apague la tele para poder apreciarlos mejor y comprobé que se trataba de unos gritos de angustia infinita. Pensé que aquel mastodonte estaba haciendole algo a aquella pobre chica, que ella no queria o no podia soportar y mi espiritu quijotesco me apresuró hasta la habitación para intervenir si era necesario, pero cuando llegue a la puerta comprobé que los sollozos procedian de la habitación de una anciana que me habian dicho que se encontraba muy mal y que estaba completamente ulcerada. Me diriji a la salita donde solia hacer su guardia la "enfermera" y traté de despertarla pero estaba durmiendo una mona terrible que la tenia echada sobre el sofá como un fardo sin siquiera abrir los ojos a pesar de que la zarandeaba. La dejé por imposible y aunque no era de mi incunvencia, un impulso caritativo me empujó a acudir a la habitación de la anciana, encendí la lamparita y allí estaba completamente destapada, la piel sobre los huesos, los ojos se le salian de sus orbitas con una mirada de ansiedad y desesperación que me sobrecogió y su boca entreabierta dando salida exclusivamente a sus sollozos mostraba unos labios agrietados y secos que esperaban con ansiedad la llegada de sus lágrimas para poder humedecerse. Llené un vaso de agua del lavabo y lo acerque a su boca que abrevó con ansiedad. La arropé con la sábana y me senté a su lado cogiendola de la mano. Ella me miraba interrogante era evidente que no me conocia, pero con los ojos me pedia algo que yo no podia acertar y como si alguien me dictara le dije: Solo Dios y usted saben lo mucho que está sufriendo pero esta es una oportunidad que Dios le ofrece para que vaya directamente al Cielo, con su dolor y su desesperación está pagando por todos sus pecados. Cierre los ojos y ofrezcale al Señor todo su sufrimiento para el perdón de sus culpas y le aseguro que pronto estará con El eternamente enmedio de la mayor felicidad sin tener que pasar siquiera por el Purgatorio, bastante está sufriendo ya. Ella apretaba mi mano y se me antoja que incluso me sonreia. Cuando la ví mas calmada le dí un beso en la frente y la dejé con la luz de la lamparita. No volvió a quejarse ni esa noche ni a lo largo de todo el día siguiente, consumiendose poco a poco con una muerte dulce y sosegada.
Acuérdate de mí desde la Gloria.

9 comentarios:

Silencio dijo...

Que tristeza más infinita. Tener que acabar así tus días. En una residencia de mala muerte. Sin que le importes a nadie. Y por si fuera poco, cargada de dolor sin alivio. A Dios gracias quedan personas como tú en este mundo. Espero que cuando me llegue el turno a mi todavía las haya.

Un beso!.

JuanRa Diablo dijo...

Papá, este blog lo deberían conocer todos los directores de cine del mundo. Hay escenas en tu vida que serían dignas de verse en imágenes.
Pobre mujer. Me pregunto si le darías algún consuelo en sus últimos instantes. Quiero creer que si, porque ser consciente de que te mueres y estar sólo debe ser terrible.

pichiri dijo...

Estoy seguro que vió abierto el camino de la Gloria con tanta nitidez, conforme se lo explicaba, que ya en el, no hubo pensamiento ni lacra terrena que le importara.

Txema Rico dijo...

...al menos se encaminó hacia el "otro mundo" habiendo encontrado alguien en sus últimos instantes capaz de despedirla en paz de este mundo, al que seguro aportó mucho más de lo que se llevó...sinceramente, espero morirme de repente, sin tener que sufrir lo que esta mujer sufrió, al menos moralmente, en sus últimos dias... Un abrazo.

Io dijo...

Hola Pichiri:

Vengo a hacerte una visita aconsejada por Mar.

Me ha impactado mucho tu relato. Somos una sociedad en pura decadencia cuando tratamos a nuestros mayores como si fueran basura.

La agonía de aquella mujer, lamentablemente, es algo que está a la orden del día. Sin embargo, siempre se enciende una llama cuando la oscuridad amenaza con devorarnos. Y en este caso la llama fuiste tú.

Cierro los ojos y alcanzo a imaginar toda la paz y el cariño que le transmitiste a ese alma en pleno sufrimiento a través de tu mano.

Ignoro la clase de muerte que me tiene deparada la vida, pero espero poder contar con una mano como la tuya.

Un beso y un abrazo.

C dijo...

Opino como JuanRa Diablo, deberían leerte los guionistas y hacer algo que dé gusto ver en la pantalla con tus historias.

Bueno, la verdad es que quisiera manifestarme más de una vez por mes, pero debido a algunos cambios no había podido, aunque creo que ahora iré apareciendo cada vez más. te agradezco las palabras, siempre, porque a una la reconforta saber que alguien te sigue, que alguien lee y aprecia lo que para alguien que sólo cree escribirse a sí misma.

Hoy he publicado, no lo que hubiera querido publicar, pero sí lo que siento, lo que era imperativo sacar del bote o me iba a destrozar los sesos. En fin, agradezco nuevamente las palabras, el apoyo, los aforismos (jiji) y cada una de las visitas. Además, no puedo dejar de agradecer la invitación a la tierra de mis sueños, y prometo que en cuanto haga los fondos escribiré para informar de una visitilla por esos lados.

Un abrazo muy grande desde este lado del mapa.

Anónimo dijo...

TOMÁS:
Hola Papa! Creo que a partir de ahora podré hacer los comentarios definitivamente. Me alegro mucho porque muchas de las historias que has contado me hubiera encantado decirte algo. Me alegro que dejes mediante este blog constancia de tu paso por esta vida porque muchas de las historias las he recordado vagamente al leerlas, nos las has contado pero muchas de ellas las había (y habiamos) olvidado, y de no ser por dejarlas escritas habrian quedado en el olvido, como si nunca hubieran ocurrido. La historia de esa anciana creo habertela escuchado y ya la había olvidado, me alegro mucho porque a pesar de la dureza de esa agonía en soledad, se que al menos escuchó palabras de cariño que la sosegaron, sintió el tacto de tus manos y calmaste su sed, me siento aliviado al pensarlo, y orgullosos al pensar que lo hiciste tú... Un beso

Anónimo dijo...

Así actúa una buena persona, es decir; comportándose como un buen cristiano, aunque esta frase parezca chirriar en los oídos de muchos que ignoran lo que las palabras más sencillas quieren significar. Esa mujer estaba sufriendo como Jesús con su cruz y tú actuaste como la buena samaritana.FRAN.

Anónimo dijo...

Recuerdo perfectamente a todas ellas,Isabel,Adelina,Antonia...todavìa guardo el pañuelo que me regalò Antonia,una de las poquìsimas pertenencias que tenìa me la entregò a mì,guardàndola en el espacio que sus pechos consumidos dejaban en el sujetador.Recuerdo que ya para entonces Antonia habìa perdido gran parte de su memoria...casi,toda.Ese dìa yo fui por la tarde.Sè perfectamente cual era el proceder de por las mañanas y todavia me resulta increìble que esa mañana Antonia se despertara pensando que ese era mi ùltimo dìa con ellas,y que ese pañuelo,que junto con su bolsito completamente vacìo y sus 2 batitas de ropa,era lo ùnico que le quedaba,era para mì.Lo guardo como si fuera un tesoro,como si fuera no,es un tesoro.Que Dios os guarde en su gloria,me disteis màs a mì,de lo que yo pude daros a vosotras.