Me habia levantado a las siete como de costumbre, pero no me dirigí a la Cafeteria de la Gasolinera Idella para desayunar, como solia hacer, porque la víspera, habia quedado citado con mi amigo y proveedor Juan Tartajo para hacer una renovación de existencias en uno de mis Videoclubs de Novelda y queria, antes de salir, retirar de los paneles de mi Videoclub de Petrel algunas películas que ya no tenian demanda. De este modo mataba dos pajaros de un tiro y evitaba a mi buen amigo hacer dos desplazamientos. Tenia tiempo mas que de sobra para todo ya que estabamos citados a las díez de la mañana y entre seleccionar el material a cambiar, empacarlo, desayunar después y trasladarme a Novelda, no podia tardar mas de dos horas, por lo que todavia me quedaba una hora en blanco. De siempre he tenido un concepto de la puntualidad tan arraigado que puedo vanagloriarme de haber sido siempre puntual en mis citas y desde luego no haber faltado jamás a ninguna de ellas. Podré haber cambiado un programa, pero nunca he faltado a un compromiso pactado, fuese de la indole que fuese y a pesar de que en tantisimas ocasiones hayan sido los demás quienes me han defraudado. Por eso, cuando ya lo tenia todo empacado, cargado en mi coche y dispuesto a desayunar tranquilamente y ví aparecer a otro proveedor, mi primer pensamiento fué eludirlo y seguir mi programa, pero tengo otro defecto tambien muy arraigado y es mi consideración por los demás y pensé que era innoble por mi parte permitir que despues de haberse desplazado para verme lo dejase con un palmo de narices, por lo que haciendo un calculo rapidisimo de mis posibilidades, estimé que podria atenderlo rápidamente, renunciando a mi desayuno y utilizando parte de la hora que tenia en blanco. Mis cálculos fallaron y consumí algo mas del tiempo del que disponia. Irremisiblemente iba a llegar tarde a mi cita con Tartajo pero aún dentro de un margen de cortesia aceptable. Traté de ganar tiempo al tiempo dirigiendome a la autovia por las calles menos transitadas, pero al llegar a la Avenida del Mediterraneo, accediendo a ella a la altura del Club de Campo, debido a las obras que por aquel entonces se estaban realizando, solo habia un carril, que por su poca anchura hacia impensable cualquier adelantamiento, y para colmo de mi desesperación delante de mi solo habia un coche, no una fila de coches, si no un unico coche, los que delante de él hubiera habido estaban ya fuera del alcance de mi vista, tal era la parsimonia con la que conducia el que me adelantaba que podia, de ira, levantar a un muerto.Si hubiese entrado en la avenida díez segundos antes la habría encontrado diáfana para mi solo, pero no , la fatalidad habia puesto ante mí ese coche que a pesar de mis pitadas, no para que se apartase, que era imposible, sino para que acelerase su marcha fueron inútiles. Aquel dominguero de pacotilla habia sacado su carnet de conducir en una tombola y con solo ver la silueta de su cuerpo se adivinaba que su lentitud no era debida mas que a su inseguridad. Su cabeza, que no superaba la altura del volante en mas de quince centimetros, iba pegada al mismo como queriendo ver a través del parabrisas lo que sus ruedas iban a pisar, sus brazos cogiendo el volante, formaban un plano, brazo y antebrazo quedaban casi a la altura de los hombros y mis señales auditivas ni lo inmutaban. Podria tener unos cincuenta años de edad y junto a el iba sentada una señora de algo mas de sesenta, corpulenta, vestida de negro y el pelo blanquisimo, recogido formando hondas para rematar en el típico moño que solian hacerse la mujeres mayores antiguamente. Era muchisimo mas corpulenta y alta que el hombre ya que su barbilla coincidia exactamente con el final de la cabeza del conductor. Completaba el grupo un chaval de no mas de ocho años, blanquito, peinado a la raya, muy inquieto, que me saludaba con efusión a través del cristal de la puerta posterior, arrodillado en el asiento y apoyado sobre el respaldo del mismo. La puerta trasera derecha iba descolgada, cerrada, pero como si solo fuese cogida por el primer seguro. Se me hizo interminable aquella cabalgata, tras la princesa que saludaba por doquier, representada en aquel niño que ya empezaba a caerme gordo a pesar de su inocencia. No pude deshacerme de ellos hasta llegar a la autovia, primero por las obras, despues por la raya continua del puente y despues porque en los pequeños espacios que quedaban para poder adelantar coincidió algún vehiculo que venia de cara. Ya en la autovia aceleré a fondo y me alejé de ellos como quien huye del deminio. Llegando a la primera entrada para Novelda, carril que yo tenia que tomar para llegar a mi destino, tuve que reducir considerablemente la velocidad porque habia un vehiculo que lo ocupaba. En principio pensé que estaba parado pero no era así, su velocidad era tan lenta que así lo parecia y antes de terminar mi expresión "otro dominguero" ví con claridad que el vehiculo que de nuevo me impedia el paso era el Renault-6 verde, con su patético conductor, su impresionante matrona y el niño dicharachero que volvió a saludarme desde el asiento de atrás. La puerta seguia descolgada.
Estacioné lo mas pegado posible al accen y mientras el Renault-6 se alejaba lentamente, yo trataba de encontrar una explicación a todo lo ocurrido. Nunca la he encontrado y es una incognita que todavia me inquieta.
Naturalmente llegué tarde a mi cita.
2 comentarios:
Recuerdo perféctamente cómo nos contaste a todos el extrañísimo incidente de aquel día. Vrdaderamente es inexplicable.
Y es curioso que pensaba pedirte que lo contaras en tu blog pero te me has adelantado.
Algún día, si te apetece, cuéntanos aquella heroicidad en Benidorm cuando salvaste a aquella chica de morir desangrada.
Joer, que nivel de estrés de esa ajetreada mañanita camino de Novelda. Sí, aun recuerdo las obras fastidiosas de la Av. del Mediterraneo, ahora da gusto ir por ahí...y que bien te habría venido un "celular" en aquellos momentos, aunque hubiera sido tan arcaico como aquel Normende Azul con que nos sorprendiste mencionando la palabra "Video"....ja ja ja,, cualquier tiempo pasado fue mejor??
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