Mi amigo Antonio Vidal y yo eramos un par de soñadores recalcitrantes que imaginabamos, programabamos y sobre todo discutiamos, a todas horas, sobre cualquier cosa, incluyendo aspectos de nuestra vida presente y futura. Habiamos hecho un listado de las actividades que podian servirnos de trampolín para lograr mas altas y ambiciosas metas y la verdad es que poco a poco las habiamos ido descartando casi todas. No podiamos destacar en ninguna actividad atletica porque no estabamos dotados para ello, ni tener porvenir en el deporte ya que nosotros mismos conociamos nuestras limitaciones, incluso en materia futbolistica que por aquellos tiempos era una practica generalizada y una salida a considerar. En una palabra, no destacabamos en nada, de nada, de nada, pero habia algo que si nos ilusionaba y que siempre consideramos una posibilidad dentro de nuestras facultades, era algo intrinseco, que solo nosotros conociamos pero que nos sentiamos muy capaces de desmostrar en su momento. Nuestro proyecto, programado con pelos y señales era un soñado viaje a Hollywood, donde naturalmente descubririan nuestro talento interpretativo y pronto llegariamos a la cúspide de la fama. Eran los tiempos en que estaba de moda James Dean y nosotros queriamos emularlo añadiendo a las caracteristicas de su singular personalidad algunos otros matices de otros actores muy admirados por nosotros, así como algunas triquiñuelas de nuestra propia cosecha, fundamentalmente en la forma de andar y de mirar que iban a admirar al mundo entero. Aún recuerdo casi avergonzado de nuestra inocente ignorancia, como ensayabamos con la mas estricta seriedad y sin mas expectación, a Dios gracias, que nosotros mismos, tratando de ser severisimos jueces o entusiastas críticos que juzgabamos con la mayor ecuanimidad los gestos, poses y movimientos que de forma alternativa ibamos interpretando, escuchando atentisimos los consejos que mutuamente nos ibamos dando y así iban surgiendo las caras de amargura, de alegria, de incertidumbre y alguna que otra de bobo que eran las que mejor haciamos.
Me he visto obligado a hacer estos comentarios para que mis lectores tengan una clara idea de la formación, madurez y cordura de las que tanto mi amigo como yo eramos acreedores por aquellos tiempos, pero tambien quiero que no se precipiten en sus juicios y tengan muy en cuenta que nuestra "equivoca" formación era equivoca por la deformación de las formaciones llamemos experimentadas; que nuestra inmadurez era adorable porque era consecuencia de nuestra total ausencia de malicia y que nuestra cordura que aparentemente rayaba en la ignorancia no era mas que una muestra de la mas dulcisima y entrañable de las inocencias. Es decir, que a la edad en que actualmente la juventud ya se siente vieja, nosotros todavia eramos unos verdaderos adolescentes.
Juanito, me dijo un dia mi amigo Antonio, si te atreves, con poco dinero podemos recorrernos toda Francia en Auto-Stop. Yo no sabia exactamente que era eso del Auto-Stop y me pareció maravilloso. Lo de Hollywood era un sueño pero lo de Francia estaba a nuestro alcance. Teniendo en cuenta que no tendriamos mas gasto que la alimentación, solo habia que calcular el costo de un bocata y multiplicarlo por el número de bocatas que nos fuesemos a comer en el tiempo que durase el viaje, teniendo solo que tener en cuenta la diferencia en el costo de los bocatas según fuesen de jamón, de queso, de salchichón o de mortadela, aunque tambien podriamos deducir las existencias que pudiesemos llevar directamente desde casa. Hechos los calculos y comprobando nuestra liquidez aplazamos el viaje hasta primeros de Julio del que creo que fué año 1.960 . Vidal terminaria su ruta de viajante de la fábrica de su padre a primeros de dicho mes en San Sebastian y a mí me venia de perlas para poder ahorrar algo mas y recoger en metalico los regalos de mi santo y cumpleaños que se celebraban el 24 de Junio. Salí el día 1 de Julio de 1.960 con rumbo a San Sebastián donde me reuniria con Antonio en la Pensión..., mi impedimenta era bastante voluminosa y además repartida en tres bultos, lo que hacia mucho mas engorroso su acarreo: Una mochila, con cantimplora incorporada, de aquellas del Ejercito que luego heredó la Falange, grande y pesada con muchisimos apartados y bolsillos que se cerraban con hebillas y correas de cuero y en la que mi madre metió todo lo imaginable para mi desespero y que despues todo, todo, nos fue tan útil y necesario. Recuerdo como importantisimo: Una manta, ya que a pesar de la fecha en que salimos, hubo noches en las que pasamos verdadero frio. Un botiquin del que tuvimos que echar mano en mas de una ocasión, una bota de vino de la que ya hablaremos y un hornillo de alcohol que tan útil me fué para mis labores culinarias, además de la linterna, la botella de alcohol, las latas de conservas y dos fiambreras con tortillas y entremeses variados y dos barras de pan blandito y aún caliente cuando salí. La Tienda de campaña iba metida en dos bolsas de color naranja chillón . En una iban los elementos metálicos, no muy voluminosa pero muy pesada y en la otra la tienda propiamente dicha, no tan pesada pero si muy voluminosa. En pocas palabras un coñazo. Hice un viaje record. En dos días estaba en San Sebastian, habiendo cubirto cinco etapas: Elda- Madrid - Burgos - vitoria - Tolosa - San Sebastian, pero en la Pensión no hubo mas muestras de vida de Antonio que un recado telefonico para el Sr. Cabrera en el que decia que llegaria entre el cinco o seis de Julio. Para mi era prohibitivo instalarme en la pensión. Dejé una nota para vidal indicandole que me dirigia a Hendaya y que plantaria la Tienda lo mas próximo a la Frontera. Tuve que salir hasta las afueras en un taxi. Yo iba viendo el consumo del taximetro con gran desolación porque cualquier gasto extra me desnivelaba. Una vez llegué a un lugar decuado el taxista me pidió el doble de lo que marcaba el taximetro cuyo importe ya era lesivo. Viendo mi sorpresa me dijo que habiamos superado el perimetro de circuito para taxis y que tenia que cobrarme el retorno. ¿Que cara me veria para decirme? :" Se lo debia de cobrar pero no voy a hacerlo, deme solo lo que marca el taximetro". Muchisimas gracias, taxista desconocido, si te sirve, valga mi recuerdo como pago.
Muy pronto me llevaron hasta la misma Frontera, empezando de inmediato a buscar el punto mas adecuado para instalar la tienda. A no mas de doscientos metros se distinguia un lugar bastante frondoso y dado el calor que hacia senti deseo de instalarme alli. Era el cauce de un arroyo seco que tenia la frescura de su frondosidad y que lindaba exactamente con la carretera. Un punto de facil descripcion para que Vidal pudiera localizarme. Instalada la tienda me dirigi al telefono mas proximo para comunicar exactamente el punto en que tenia que encontrarme D. Antonio Vidal. Los que me conoceis podeis haceros cargo de la paciencia que debio tener el recepcionista conmigo cuando le hice repetir paso a paso la informacion que tenia que trasladar al Sr. Vidal, asegurandoos que no me quede tranquilo hasta que le hice prometer solemnemente que trasladaria mi mensaje palabra por palabra.
Ya instalado y con la seguridad de que cuando llegase Vidal a la Pension le darian exactamente nuestro punto de encuentro, me senti tranquilo, seguro y feliz y para celebrarlo abri una lata de sardinas y me prepare un bocata libando de la bota el riquisimo vino que con tanto cariño y acierto me habia pertrechado mi madre y que me supo a gloria. Quizas por el cansancio acumulado o por mis reiterados sobos a la bota o por ambas cosas a la vez, me entro un sopor dulcisimo que me sumio en un profundo sueño. Serian las ocho de la noche cuando desperte. La luz solar estaba muy disminuida pero todavia se veia con cierta claridad y como mi despertar fue tan sosegado como ni sueño pude contemplar, con estupor, que por doquier habian ratas del tamaño de una cobaya que se movian con rapidez inusitada por todo mi entorno. Mis exclamaciones de terror ante tal espectaculo (tengase en cuenta que la rata es el animal que mas me intimida de la creacion) asustaron naturalmente a las ratas que desaparecieron de inmediato, pero yo corri mas que ellas y en unos segundos estaba a gran distancia de la tienda sin importarme abandonar en ella todas mis pertenencias y sabiendome incapaz de volver aunque me hubieran dado todo el oro del mundo.
Ya sabeis que Dios nunca me ha dejado completamente solo aunque a veces se haya mostrado juguetçon conmigo, por eso, hizo coincidir mi aterrada huida con las Fiestas de San Marcial un dia grande por aquellos lares, lo que me permitio alimento y cobijo durante toda la noche, bañada por el chiri miri caracteristico de las latitudes del norte.
Como entraba de tapadillo en las tabernas y el ambiente era tan alegre y cordial no faltaba quien me preguntaba que me ocurria para estar tan aburrido y yo les contaba lo de las ratas que a todos les hacia mucha gracia y me invitaban con picadas de la tierra regadas por los chiquitos de chacolin que entraban como el agua y sabian muy rico. Fue notable el amigable acercamiento, sana la burla por mi temor a las ratas y generosas las invitaciones de aquellos vascos a las que no pude corresponder mas que con la expresion de mi agradecimiento. Ya de madrugada agotado y con los "chiquitos" que ya habian cumplido en mi la mayoria de edad solo deseaba encontrar un lugar donde tirarme a lo largo y sobar la medio mona que arrastraba. Mis pasos me llevaron a la tienda de campaña donde sin encomendarme a ningun santo me deje caer sin importarme un bledo las ratas y quedando dormido como un liron.
Me desperto por la mañana el susurro de una voz que hablaba y silvaba muy quedo, las palabras debian pertenecer al Vasco, ya que no pude reconocer ni una sola, pero si se que sonaban dulces y tranquilizadoras. Abri la cremayera de la tienda y pude ver delante de ella y de espaldas a mi un hombre vestido de forma elegante pero con gran sencillez que sacaba comida de sus bolsillos y la ofrecia a los pajaros. En pocos minutos los pajaros se posaron en los hombros, brazos, incluso cabeza del extraño que los animaba con silvos y palabras que debian significar cosas muy bonitas. Se sento en una piedra, que parecia habia sido instalada alli por el mismo ,quedando de cara a mi. Yo no me atrevia ni a moverme ante algo tan inusitado y sublime, pero el hombre me animo a que me acercara muy despacito y cuando estuve a su altura me dio unos puñados de comida y los pajaros comieron de mis manos y se posaron en mis hombros y en mi cabeza como si me conocieran de toda la vida. Es una de las muchas emociones con las que a lo largo de mi vida me ha premiado la naturaleza y el hombre como parte de la misma.
FIN DA LA PRIMERA PARTE
Me he visto obligado a hacer estos comentarios para que mis lectores tengan una clara idea de la formación, madurez y cordura de las que tanto mi amigo como yo eramos acreedores por aquellos tiempos, pero tambien quiero que no se precipiten en sus juicios y tengan muy en cuenta que nuestra "equivoca" formación era equivoca por la deformación de las formaciones llamemos experimentadas; que nuestra inmadurez era adorable porque era consecuencia de nuestra total ausencia de malicia y que nuestra cordura que aparentemente rayaba en la ignorancia no era mas que una muestra de la mas dulcisima y entrañable de las inocencias. Es decir, que a la edad en que actualmente la juventud ya se siente vieja, nosotros todavia eramos unos verdaderos adolescentes.
Juanito, me dijo un dia mi amigo Antonio, si te atreves, con poco dinero podemos recorrernos toda Francia en Auto-Stop. Yo no sabia exactamente que era eso del Auto-Stop y me pareció maravilloso. Lo de Hollywood era un sueño pero lo de Francia estaba a nuestro alcance. Teniendo en cuenta que no tendriamos mas gasto que la alimentación, solo habia que calcular el costo de un bocata y multiplicarlo por el número de bocatas que nos fuesemos a comer en el tiempo que durase el viaje, teniendo solo que tener en cuenta la diferencia en el costo de los bocatas según fuesen de jamón, de queso, de salchichón o de mortadela, aunque tambien podriamos deducir las existencias que pudiesemos llevar directamente desde casa. Hechos los calculos y comprobando nuestra liquidez aplazamos el viaje hasta primeros de Julio del que creo que fué año 1.960 . Vidal terminaria su ruta de viajante de la fábrica de su padre a primeros de dicho mes en San Sebastian y a mí me venia de perlas para poder ahorrar algo mas y recoger en metalico los regalos de mi santo y cumpleaños que se celebraban el 24 de Junio. Salí el día 1 de Julio de 1.960 con rumbo a San Sebastián donde me reuniria con Antonio en la Pensión..., mi impedimenta era bastante voluminosa y además repartida en tres bultos, lo que hacia mucho mas engorroso su acarreo: Una mochila, con cantimplora incorporada, de aquellas del Ejercito que luego heredó la Falange, grande y pesada con muchisimos apartados y bolsillos que se cerraban con hebillas y correas de cuero y en la que mi madre metió todo lo imaginable para mi desespero y que despues todo, todo, nos fue tan útil y necesario. Recuerdo como importantisimo: Una manta, ya que a pesar de la fecha en que salimos, hubo noches en las que pasamos verdadero frio. Un botiquin del que tuvimos que echar mano en mas de una ocasión, una bota de vino de la que ya hablaremos y un hornillo de alcohol que tan útil me fué para mis labores culinarias, además de la linterna, la botella de alcohol, las latas de conservas y dos fiambreras con tortillas y entremeses variados y dos barras de pan blandito y aún caliente cuando salí. La Tienda de campaña iba metida en dos bolsas de color naranja chillón . En una iban los elementos metálicos, no muy voluminosa pero muy pesada y en la otra la tienda propiamente dicha, no tan pesada pero si muy voluminosa. En pocas palabras un coñazo. Hice un viaje record. En dos días estaba en San Sebastian, habiendo cubirto cinco etapas: Elda- Madrid - Burgos - vitoria - Tolosa - San Sebastian, pero en la Pensión no hubo mas muestras de vida de Antonio que un recado telefonico para el Sr. Cabrera en el que decia que llegaria entre el cinco o seis de Julio. Para mi era prohibitivo instalarme en la pensión. Dejé una nota para vidal indicandole que me dirigia a Hendaya y que plantaria la Tienda lo mas próximo a la Frontera. Tuve que salir hasta las afueras en un taxi. Yo iba viendo el consumo del taximetro con gran desolación porque cualquier gasto extra me desnivelaba. Una vez llegué a un lugar decuado el taxista me pidió el doble de lo que marcaba el taximetro cuyo importe ya era lesivo. Viendo mi sorpresa me dijo que habiamos superado el perimetro de circuito para taxis y que tenia que cobrarme el retorno. ¿Que cara me veria para decirme? :" Se lo debia de cobrar pero no voy a hacerlo, deme solo lo que marca el taximetro". Muchisimas gracias, taxista desconocido, si te sirve, valga mi recuerdo como pago.
Muy pronto me llevaron hasta la misma Frontera, empezando de inmediato a buscar el punto mas adecuado para instalar la tienda. A no mas de doscientos metros se distinguia un lugar bastante frondoso y dado el calor que hacia senti deseo de instalarme alli. Era el cauce de un arroyo seco que tenia la frescura de su frondosidad y que lindaba exactamente con la carretera. Un punto de facil descripcion para que Vidal pudiera localizarme. Instalada la tienda me dirigi al telefono mas proximo para comunicar exactamente el punto en que tenia que encontrarme D. Antonio Vidal. Los que me conoceis podeis haceros cargo de la paciencia que debio tener el recepcionista conmigo cuando le hice repetir paso a paso la informacion que tenia que trasladar al Sr. Vidal, asegurandoos que no me quede tranquilo hasta que le hice prometer solemnemente que trasladaria mi mensaje palabra por palabra.
Ya instalado y con la seguridad de que cuando llegase Vidal a la Pension le darian exactamente nuestro punto de encuentro, me senti tranquilo, seguro y feliz y para celebrarlo abri una lata de sardinas y me prepare un bocata libando de la bota el riquisimo vino que con tanto cariño y acierto me habia pertrechado mi madre y que me supo a gloria. Quizas por el cansancio acumulado o por mis reiterados sobos a la bota o por ambas cosas a la vez, me entro un sopor dulcisimo que me sumio en un profundo sueño. Serian las ocho de la noche cuando desperte. La luz solar estaba muy disminuida pero todavia se veia con cierta claridad y como mi despertar fue tan sosegado como ni sueño pude contemplar, con estupor, que por doquier habian ratas del tamaño de una cobaya que se movian con rapidez inusitada por todo mi entorno. Mis exclamaciones de terror ante tal espectaculo (tengase en cuenta que la rata es el animal que mas me intimida de la creacion) asustaron naturalmente a las ratas que desaparecieron de inmediato, pero yo corri mas que ellas y en unos segundos estaba a gran distancia de la tienda sin importarme abandonar en ella todas mis pertenencias y sabiendome incapaz de volver aunque me hubieran dado todo el oro del mundo.
Ya sabeis que Dios nunca me ha dejado completamente solo aunque a veces se haya mostrado juguetçon conmigo, por eso, hizo coincidir mi aterrada huida con las Fiestas de San Marcial un dia grande por aquellos lares, lo que me permitio alimento y cobijo durante toda la noche, bañada por el chiri miri caracteristico de las latitudes del norte.
Como entraba de tapadillo en las tabernas y el ambiente era tan alegre y cordial no faltaba quien me preguntaba que me ocurria para estar tan aburrido y yo les contaba lo de las ratas que a todos les hacia mucha gracia y me invitaban con picadas de la tierra regadas por los chiquitos de chacolin que entraban como el agua y sabian muy rico. Fue notable el amigable acercamiento, sana la burla por mi temor a las ratas y generosas las invitaciones de aquellos vascos a las que no pude corresponder mas que con la expresion de mi agradecimiento. Ya de madrugada agotado y con los "chiquitos" que ya habian cumplido en mi la mayoria de edad solo deseaba encontrar un lugar donde tirarme a lo largo y sobar la medio mona que arrastraba. Mis pasos me llevaron a la tienda de campaña donde sin encomendarme a ningun santo me deje caer sin importarme un bledo las ratas y quedando dormido como un liron.
Me desperto por la mañana el susurro de una voz que hablaba y silvaba muy quedo, las palabras debian pertenecer al Vasco, ya que no pude reconocer ni una sola, pero si se que sonaban dulces y tranquilizadoras. Abri la cremayera de la tienda y pude ver delante de ella y de espaldas a mi un hombre vestido de forma elegante pero con gran sencillez que sacaba comida de sus bolsillos y la ofrecia a los pajaros. En pocos minutos los pajaros se posaron en los hombros, brazos, incluso cabeza del extraño que los animaba con silvos y palabras que debian significar cosas muy bonitas. Se sento en una piedra, que parecia habia sido instalada alli por el mismo ,quedando de cara a mi. Yo no me atrevia ni a moverme ante algo tan inusitado y sublime, pero el hombre me animo a que me acercara muy despacito y cuando estuve a su altura me dio unos puñados de comida y los pajaros comieron de mis manos y se posaron en mis hombros y en mi cabeza como si me conocieran de toda la vida. Es una de las muchas emociones con las que a lo largo de mi vida me ha premiado la naturaleza y el hombre como parte de la misma.
FIN DA LA PRIMERA PARTE
3 comentarios:
Ésta es otra de esas historias de tu vida que conocía a medias... Recuerdo que cuando empecé a aprender vasco o "euskera" me dijiste que cuando estuviste por allí de paso, sonó muy bién en tus oídos, pero no sabía la historia de los pájaros. Sí que recuerdo que comentaste en ocasiones lo de aquellas ratas. A mí, como a tí, me repugna ese animalucho. De pequeño oí que a veces a los borrachos que quedaban dormidos en callejones las ratas les comían preferentemente los cartílagos de las orejas y a los bebés abandonados también los medio comían vivos. Eso me dejó aterrado hasta el punto de temerlas más que a leones. No sé si hubiera sido capaz de dormir en aquella tienda de campaña. Muy chula la historia. Sigue con el resto del viaje. FRAN.
Jo, papá. Qué bien contado. Cuando me he querido dar cuenta ya había llegado al final de esta primera parte. Me ha entrado como a tí el chacolín de aquellas tierras. Tengo una foto de aquel viaje vuestro a Francia. Te la envío ahora mismo.
Para los que nos gusta viajar en plan mochilero esta primera etapa descrita es el prototipo de viaje soñado...excepto las putas y repelentes ratas...que asco por Dios!!!. Esto me recuerda cuando con tu hijo Juan nos hicimos dos viajes en tienda de campaña a Cazorla, que al poco se incendió, y a Lisboa que, tambien, al poco se incendió. Decidimos dejar de quemar Europa...Ja ja ja...tampoco volvimos juntos a Ayna no fuera que la Suiza Manchega acabarra engullida por las llamas....
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