lunes, 6 de abril de 2009

Y A PESAR DE TODO AHÍ ESTA NUESTRA GRANDEZA

Después de haber escrito el post que antecede "Tambien son cosas de la vida", en el que mi imagen y con ella la de la mayoria, queda desmitificada hasta el extremo de serme dificil relatar algo que pueda resultar sublime viniendo de humanos, me veo en la obligación y además considero necesario manifestar, que este cuerpo nuestro, que a veces puede por naturaleza ser tan soéz, tiene un alma espiritual portadora de valores eternos, que si se lo propone, aunque deje entrever a veces, reflejado en los biseles de su espejo, todo lo que es inherente a su propia existencia en su vida corporal, material y despreciable, puede tambien ser artifice y responsable, como ya lo ha demostrado a lo largo de la historia, de toda la belleza que el arte encierra; de todas las leyes y postulados en que se fundamenta la sabiduria; de toda la sublimidad con que puedan adornarse nuestros mas marcados instintos; de todas las esquisiteces que solo se pueden desprender de un espiritu que trata de superarse; de toda la bondad que encierra un alma tolerante y como nó, INCONGRUENTEMENTE, de toda la maldad y villania que es capaz de intuir y realizar una mente "inteligente". Y ya con estos antecedentes en los que se puede combinar toda la escala de matices empíricos intuyendose además algunos otros que día a día nos vienen sorprendiendo y nos sorprenderán, voy a volver de nuevo mis ojos hacia el hombre, olvidando sus bajezas y tratando de encontrar, bajo el forro de su alma, que es donde se aglutinan sus verdaderos valores, los resortes que dan rienda suelta a ese sentimiento en el que se fundamenta su grandeza. Y para eso, no he de buscar en los hechos memorables llegados a la historia quizás desvirtuados, bastará con relatar nuestro día a día, lo que nos es familiar y cotidiano; lo que ni nos ensalza ni nos denigra; lo que es la verdadera esencia de la vida y quizás el unico motivo que nos induce a vivirla, en suma lo que mueve los resortes a los que aludia y que no es otra cosa que el amor en cualquiera de sus manifestaciones. Pero no es necesario para ello acudir al sepulcro de los Amantes de Teruel, ni suicidarse con daga o veneno para dejar patente nuestro sentimiento, basta con recordar, humedos los ojos, a la esposa despidiendonos en la estación, en un viaje trascendente o sonreir contemplando la fotografia de nuestros hijos.

Tambien quiero hacer mención a nuestros afanes de dejar constancia de nuestro paso por el mundo y lo mucho mejor que nos sentimos cuanto mas prolongada pueda ser esa postuma presencia, material o espiritual, sobretodo, cuanto mas amplio sea el espectro donde pueda evidenciarse nuestro futuro recuerdo preterito. Pero lo que mas facil me va a ser desmostrar es nuestro deseo de que, esa presencia nuestra, además de ser evidente para propios y extraños, tenga capacidad para poder expandirse, baste fijarse en nuestro afán de escribir, construir, pintar, esculpir y por qué no hacer cualquier cosa que pase a la posteridad, aunque su destino final, con un poco de suerte, solo sea permanecer a lo largo de los años en cualquier rincón o en el estante de algún desván, en una casa que ni siquiera pertenezca ya al clan familiar del que procede su autor, que no sé desde que rincón del eter estará esperando la mano amiga que lo rescate del olvido para pasar a formar parte de nuevo, aunque solo sea por un momento, de la vida de los vivos, desde la perspectiva de algo revivido que nos rescata del mundo de los muertos.

En uno de mis post un personaje recordaba un hecho trascendente de su vida siempre que veia tras la puerta de entrada de su casa la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Estaba atornillando esa imagen en el lugar que aún espero que ocupe, cuando su esposa le comunicó el embarazo de su primer hijo (que por cierto fué niña). Su esposa murió; quizás él tambien. Es posible que tampoco exista la casa, ni la puerta ni la imagen atornillada tras ella, pero todo está en mi pensamiento, tal como un día me lo contó e incoscientemente expandió su recuerdo y su presencia en el espacio y en el tiempo de mi vida y en la de aquellos a quienes se lo conté y al trasmitiroslo a vosotros estoy colaborando a darle mas vida y a darmela tambien yo, si es que algo de lo que os cuento os queda en el recuerdo y algún día al evocarlo recordais que fuí yo quien os lo conté.

En cuanto a mi, mi actitud en este juego inconsciente en el que todos participamos de una forma u otra, he sacado mis propias coclusiones y entre otras cada vez me convenzo mas de lo necerarios que nos somos los unos a los otros y sobre todo ¡Que abismos tan inmensos pueden abrir ciertas ausencias! De mis deseos mejor no hablar pero si me gustaria muchisimo que mi alma tuviese una identidad consistente y mantuviese eternamente el calor al que la tiene acostumbrada mi cuerpo! ¡Me inquieta la supuesta inconsistencia y frialdad del espíritu!¡Necesito calor! a 37º!
¡Espero que las almas tengan sexo, debe ser terrible que en ese amor espiritual del mas allá viniese a enamorarme del alma de "Carrillo", sobretodo ahora que me he dejado de fumar!. A ciertas edades se nos debia repartir un manual de instrucciones para el futuro mas o menos inmediato y no dejarlo todo para última hora, ¿no tendreis alguna abuela bruja que pueda adelantarme algo o me pueda aclarar algunas inquietudes? En todo hay que pagar la novatada, ya lo sé, pero en estas cosas de la eternidad la verdad es que hay algunos aspectos que me intimidan y no quisiera estar pagando la novatada por los siglos de los siglos. Pero no vayais a creer que tengo miedo, lo que no quisiera es pensar por ejemplo que tengo que permanecer en el sitio que me asignen y me toque al lado de algún muermo, ¡Buenisimo o Buenisima! pero un muermo y que yo, ignorante no me atreva a moverme de aquel sitio teniendo plena libertad de trasladarme al huequecito que queda entre Jenifer López y una vecina que tengo que no es famosa pero que está buenisima, por poner un ejemplo Escribo esto como el que escribe el testamento esperando tardar mucho en morirse, pero deseando que alguien le aclare despues las dudas. Siempre es mejor estar preparado y mientras tanto os aseguro que una forma de ser mejores y llegar a ese momento con ciertas garantias es mirar a nuestro semejante implantando en su cuerpo según la edad, el cuerpo de nuestros hijos, de nuestros padres, de nuestros hermanos. Seguro que si intuimos en ellos alguna necesidad desearemos en el alma subsanarla con arreglo a nuestras posibilidades. Creo que esta sensación ya la habreis experimentado en alguna ocasión y espero que os haya surtido el mismo efecto que a mi, por eso os lo recuerdo ó os lo aconsejo, según el caso. Tambien debo aconsejaros que tengais en cuenta si practicais este deporte que a veces puedes estar jugando a favor de alguien que no es de tu equipo y a pesar de tu esfuerzo y sacrificio no tendrá escrupulos en hacer que pierdas el partido. Ya veis, las cosas de la vida son así y solamante puede conocerlas quien las vive, que es tambien, por lo tanto, el unico que puede equivocarse o sentir el inmenso placer de haber sido util al prójimo aunque solo sea una vez en la vida.
Siempre será eso mejor que cualquier crítica, máxime cuando no debemos buscar honores que no merecemos, ni nos debe gustar presumir de lo que podiamos haber presumido. Me encuentro en paz con mi peor enemigo que soy yo mismo y a veces hasta me quiero. Si yo soy capaz de perdonarme con lo exigente que soy, Dios no tiene ninguna otra alternativa, teniendo en cuenta además que Él es Misericordioso, esto me mueve a renunciar al puesto de controlador jefe de la Caldera 5.480 que tenia apalabrada con uno de los responsables del Averno, un tal JuanRa-Diablo; ya sabeis que soy muy serio en mis negocios y quiero presentar la renuncia en tiempo hábil de acuerdo con las clausulas de nuestro contrato. No sé pués de momento, donde me ubicaré en Les Champs Elyséess, que espero sea mi préximo destino, pero si se que me alojaré hasta el transbordo a ese lugar, en un bonito panteón cuyo contrato de compra firmé por fín hace un par de días y que será punto de destino turístico para todos los que quieran visitarme en Barranquilla antes de que lo estrene. Y ya sin querer divagar por mas tiempo para evitar que la longitud del texto haga desistir de su lectura. Quedo de todos vds. su s.s.


sábado, 4 de abril de 2009

TAMBIEN SON COSAS DE LA VIDA

La dieta infame, el kilo y medio de pastillas que me tomo a diario, los remedios caseros que me van aconsejando y que, con la mejor voluntad ingiero antes y después de cada comida y las panzadas de sofá impuestas por el reposo prescrito, me provocaron un desarreglo intestinal que se ha manifestado estos últimos días, sobretodo, en forma de gases nauseabundos que han sido el suplicio de todos los que me rodeaban, ya que por lo reiterados no habia forma de evitar que mas de una de aquellas apagadas explosiones incruentas, provocase el desasosiego de todas las pituitarias adyadcentes, que han venido saboreando con explendidez, por mi parte, todos los efluvios generados en el alambique de mi bendito cuerpo, tan bien dotado de materias primas despreciables, capaces de provocar un tan alto grado de putrefacción en tiempo record. Al principio agradecí la comprensión manifestada, pero después me dió mucha tristeza ver que aquellas sonrisitas condescendientes se iban apagando en unos rostros que acabaron por desmadejarse por completo, pareciendo que los enfermos eran los que me rodeaban y no yo que con un semblante sonrosado saboreaba, según mi estimación, la explendidez de aquellos vapores que a la fuerza debian tener un gran valor nutritivo dado el alto grado de calorias que generaban a lo largo de todo su recorrido intestinal y especialmente, al bañar en su salida, toda la zona que rodeaba mi ojete.
Esta noche, como suele ocurrir, me he dormido viendo la pelicula de la tele. Tambien como de costumbre, mi esposa me ha despertado para irnos a la cama y como por estas latitudes el calor humedo, de 35 a 38º, en las noches de calma chicha se hace insoportable, hemos tenido que poner en marcha el abanico del techo, como es habitual, para poder conciliar el sueño. Lo que ha sido diferente a los días anteriores es la forma en que se han escapado mis efluvios y las consecuencias extrañas que eso ha provocado, por lo que me he visto obligado a salir de la habitación y encerrarme en mi estudio, donde ahora me encuentro escribiendo esta entrada y tratando de evitar la estampida masiva de todos los demás habitantes de la casa, manteniendo de par en par el grandisimo ventanal que dá a la calle mientras, un magnifico ventilador, a toda velocidad, impide que se detenga el aire contaminado, evitando que pueda infiltrarse a través de las ranuras de la puerta como ocurriera la vez anterior.
Los sucesos han acontecido de la siguiente forma: "La verdad es que una vez acostados, nos hemos abrazado porque así solemos dormirnos. En la habitación contigua, de dos camas, duerme nuestra hija Valery y hoy precisamente estaba acompañada de dos de sus primas y en la que sigue se están acostando, provisionalmente, mis suegros dada mi convalecencia, por si en cualquier momento tuvieramos que salir urgentemente. Pues bien, como iba diciendo, al levantar la pierna para pasarla por encima de las de mi esposa en ese abrazo habitual, mi cuerpo, transformado en una autentica y gigantesca gaita ha ido soltando suavemente, pero de forma continuada, los efluvios retenidos durante toda mi siesta, emitiendo una nota que pasaba del grave mas "grave" a la trompetilla del mas agudo dependiendo de que subiese o bajase mi pierna y como quiera que esta situación se mantenia de forma invariable con una constancia que ha provocado mi hilaridad, cada golpe de risa provocaba un efecto de bombardeo nocturno muy parecido a los efectos especiales de esas peliculas antiguas en blanco y negro en las que desde el refugio se oian las descargas aereas de aquellos bombarderos de helice que ya pasaron a la historia. Las helices que no pasaron a la historia y sí estaban presentes y además iban haciendo su efecto, eran las del ventilador del techo, (aquí abanico), que iban empujando a través de las ranuras de la puerta esos efluvios que incluso para mi resultaban pestilentes y pronto inundaron las otras dependencias hasta el extremo de despertar primero a las pobres criaturas y despues a mis suegros, a los que oia culparse mutuamente de aquel olor atroz, mientras que mi esposa sumida en un profundo sueño, sin duda provocado por ese sopor continuo, que la habia dejado anestesiada, solamente daba señales de vida mediante suaves apretoncitos que me daba cada vez que se producia una nueva andanada. Acabados los gases, los retortijones me han llevado al inodoro donde he evacuado todo el veneno que llevaba dentro en tres incursiones urgentisimas que me han dejado en la gloria y ahora aprovechando que casi todo ha vuelto a la normalidad, voy a acostarme dejando constancia de este hecho que es tan real como una puesta de sol y tan edificante como la prueba de amor mas resignada de la convivencia, al margen de la intriga que la historia ha dejando en los propios personajes de la misma, ya que nadie, salvo ustedes y yo, sabe quien es el que mató al mayordomo, porque nunca podrán descubrir que el olor a difunto de sus cuartos pudiera proceder de una habitación que no era la suya y este es un secreto que espero no desvelen. A quien no le haya ocurrido o haya vivido en alguna ocasión algo similar que me arroje la primera piedra.

miércoles, 1 de abril de 2009

SUS MANOS

Estas manos, que aunque no estan lastimadas tienen alguna que otra huella, que el tiempo quiso ir marcando, como recordatorio a tantisimos acontecimientos, fueron ayer las diminutas e impolutas manos que mi padre tomaba entre las suyas los domingos para llevarme a la iglesia a oir la Santa Misa. Lo recuerdo con traje oscuro, camisa blanca con cuello duro y corbata; chaleco; zapatos y calcetines negros; sombrero de ala mas bien ancha y el abrigo sobre los hombros. Puede decirse que mi padre era un hombre elegante y así se le consideraba, pero por encima de ello era un hombre respetado, querido y bueno. Esta estampa indeleble en mi recuerdo, quedó plasmada de forma permanente en una fotografia que tras no se cuantas visicitudes llegó hasta los tiempos de mi madurez y en ella aparecia tambien mi hermana Cecilia. Estabamos los dos, cogidos ambos de cada una de las manos de mi padre, mientras nosotros sosteniamos con la que teniamos libre una palma, señal inequívoca de que era Domingo de Ramos. Mi hermana nueve años menor que yo podria tener no mas de dos años en ese evento. Llevaba unas trencitas pequeñitas, de muñeca y un abriguito ceñido por unos bonitos botones cuyos ojales estaban situados sobre unos relieves de terciopelo negro que hacian juego con un cuellecito redondo de este mismo paño que tambien adornaba sus bolsillos. Veo su mano diminuta pérdida dentro de la de mi padre, mientras la mia descansaba en su suave y mullido lecho siempre tierno y acariciador.
Pero no quiero hablar de esa fotografia en la que aparezco con mi traje de pantalones bombachos, heredado de mi hermano, ni de ese Domingo de Ramos que aún podria ubicar en el tiempo, ni de mi padre que mereceria mas entradas de las que ya llevo escritas, ni de Cecilia que tanto haria por mí a lo largo de su vida, ni de mi mismo ya que lo que pueda decir servirá de bien poco ya que para los demás nuestras vidas serán lo que cada cual quiera imaginar, influyendo casi unicamente para la posteridad lo que esa fotografia a la que aludo y otras muchas mas, muestren de nosotros, dejando al descubierto lo que fuimos en el mismo instante en que quedamos plasmados en el negativo de esas camaras, improvisados testigos presenciales en esos instantes de nuestra vida, que manejadas por una mano incognita consiguieron inconscientemente el hechizo de transformar algo intrascendente de una vida, en la vida misma trascendida a través de un simple papel, que en muchos casos, incluso, nos sobrevirá.
Lo que me ha empujado realmente a improvisar este escrito ha sido el recuerdo de las manos de mi padre, entre las que aún siento calientes las mias, esas manos que a veces me reprimian con amor, pero que nunca fueron una amenaza, esas manos tendidas que me estrechaban y golpeaban mi espalda infundiendome animo, esas manos que siempre se reconciliaban con las mias y me perdonaban y me acariciaban aún sin merecerlo. Esas manos que aún me reconfortan, me alientan, me curan y me alejan del peligro. En definitiva, las manos que me infunden paz y que ahora siento tan apretadas a las mias como lo estuvieron al darme su último adiós.