sábado, 28 de febrero de 2009

LA PRINCESA DE PANAMA

Cuanta verdad hay en el refranero español y que poco caso hacemos de lo que debiamos considerar una guia práctica en nuestro hacer cotidiano. En lo que a mi respecta, antes de salir de España desatendí el que dice " No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" y no sabeis las terribles consecuencias que mi omisión me ha provocado en los tres años que llevo en Colombia; nada menos que siete viajes a Panamá y los que todavia me quedan. El trámite que me hubiera evitado tantas molestias y gastos lo podia haber hecho enValencia (España), pudiendo justificar unos ingresos mensuales fijos superiores a 1.500 dolares, podia haber obtenido una Visa permanente y la residencia definitiva a partir de los cinco años de estancia en Colombia, pero como me daba pereza desplazarme hasta el Consulado Colombiano en Valencia, me auto convencí de que si aquí en España era tan facil conseguir esa Visa, mas facil seria en el propio Colombia, que al fin y al cabo era el país que me la concedia, pero mis consideraciones fueron equivocas. Ya en Colombia me personé en el D.A.S., lo que en España es la Dirección General de Policia, explicando cual era mi pretensión y me dijeron que la competencia para obtener ese documento era a través de cualquier Consulado de Colombia y naturalmente, en Colombia no hay ningún Consulado de Colombia lo que me obligaba a desplazarme a cualquier otro país; no quise una taza de caldo y me tuve que tomar toda la olla. Por ser Panamá el país mas cercano, es el que he venido utilizando para estos menesteres. Y ya me veis en Panamá por septima vez, despues de cuatro viajes, nada menos, en el primer año sin conseguir mis fines ya que siempre faltaba algún documento para últimar el trámite y cuando lo conseguia me pedian que viniera apostillado por el Ministerio de Justicia Español y otra vez a empezar, porque los documentos solo tenian vigencia por tres meses y siempre alguno me llegaba caducado. Ahora ya domino la situación y con la Visa recien obtenida ya son tres las que voy a disfrutar, esperando no tener ningún otro problema en lo sucesivo. No vienen al caso todas estas explicaciones, pero si son buenas para, como ejemplo, haceros ver que las consideraciones que a veces nos hacemos en cosas que aparentemente son obvias, no son mas que las excusas que nosotros mismos nos ponemos, POR PEREZA, para no hacer lo que debieramos y está muy bien que despues nos pasen las cosas que nos pasan.

Las horas se hacen larguisimas cuando no tienes en que ocuparlas; de Panamá ciudad ya no me queda nada importante que ver ya que en los anteriores viajes lo visité todo, no porque sea un apasionado por conocer, sino por matar el tiempo y os aseguro que Panamá no tiene nada que mostrar que valga la pena, incluido su famosisimo canal, por lo que en mis ultimos viajes me limito a pasear, a ver la tele y a dormir fuera de las horas que empleo en realizar el trámite y aunque no son muchas, el horario de los vuelos me impone una permanencia mínima de tres días.

Como es mi costumbre, tras mi llegada a las 6,30 de la tarde aproximadamente, me dirijo al Hotel Venecia que últimamente es mi cuartel general. En los dos primeros viajes, en que me acompañaba Milena, me instalaba en el Paitilla, que es una joya arquitectonica de cinco estrellas, que os aconsejo si en vuestro posible viaje, que no recomiendo, quereis estar bien instalados en un ambiemte de super lujo. Los últimos cinco viajes, salvo en una ocasión, me he instalado siempre en el Venecia, bastante mas futre, pero mas cercano al Consulado y sobretodo muchisimo mas barato. Ya instalado, después de una buena ducha, bajo a cenar a un pequeño restaurante que hay en los bajos del hotel y como cualquier cosa por no acostarme sin cenar ya que nunca jamás tengo apetito y eso me preocupa muchisimo, ya que lo poco que como lo hago con un terrible esfuerzo; despues me pongo comodo en mi habitación y veo la tele hasta quedarme dormido.

No sé que clase de terrible mostruo habré creado, de mi mismo, en algunas mentes por haberme expresado con sinceridad en algunos aspectos de mi vida, sobretodo en lo que se refiere a mi atracción hacia la belleza femenina, que creo que será igual que la que sienten los demás hombres, y si no es así " valga la diferencia". Seria prolijo enumerar la cantidad de anecdotas que me exonerarian de lo malo que pueda tener esa atracción, ya que siempre he sentido un profundo respeto por cualquier mujer y no he hecho nada que me pueda avergonzar, renunciando a todo aquello que iba en contra de mis principios y de mi conciencia a pesar de todos los atractivos que pudiera encerrar el ofrecimiento y lo tuviese al alcance de mi mano. Ya me hubiese gustado ver a quienes se consideran mas integros o, por mejor decir, a los que ocultan sus devaneos, como hubieran reaccionado en casos similares a los que a mi se me han presentado y he rechazado a lo largo de mi vida. La anecdota que voy a contar puede ser un humilde ejemplo, aunque no sea ni la punta del iceberg de las que podia contar y no porque yo las haya buscado, que ahí esta el intringulis de la cuestión, sino porque se me han presentado sin saber el como ni el porqué, incluso en mi propia casa y aunque me siento tentado a comentar alguna de ellas, no lo haré porque prefiero que deis fé a lo que digo, por el solo hecho de que yo lo diga, ya que si soy sincero en lo malo, considerando como malo lo que yo cuento y los demás callan, no debeis dudar de mi sinceridad en lo mucho bueno que tambien hay en mi.

El caso es que siempre que voy a Panamá no hay en mi ni el mas mínimo deseo de llevar a cabo ningún escarceo por los lugares mas apropiados para este tipo de cosas y solamente en un deplazamiento me dejé influir por un amigo del Consulado ante su machacona y reiteradisima insistencia. El caso es que me llevó a un paraiso del sexo y lejos de entusiasmarme por la cantidad y la calidad de tanta belleza "física", sentí cierta repulsión ante aquel mercadeo de cuerpos en el que la primera palabra siempre la tenia nuestro amigo el DOLAR. Para mi no hay nada mas bonito que el encuentro casual fuera de esos ambientes, la mirada que se cruza y se detiene, el pensar la frase que puede servir de inicio a una conversación y todos los entresijos que conlleva una posible conquista, que al fin y al cabo nunca es tuya, porque en definitiva siempre es la mujer la que conquista, pero al menos te hace vivir una incertidumbre, un desasosiego que soslayado tras toda clase de argumentos, premia tu vanidad. Esta es mi verdad y así la expreso. Sin embargo, en este último viaje, sin haber programado nada diferente a los anteriores y sin mas intención que ver discurrir las horas, iba paseandome por el Parque Arruca, próximo al Consulado; sentada en un banco lindero a la acera por la que yo paseaba pude observar, sola, una belleza de los pies a la cabeza, digna de ser la imagen del mejor cuadro de Julio Romero de Torres. Su pelo negro como el azabache, su rostro bellisimo, con unos ojos tambien negrisimos atentos a lo que escribia en lo que parecia un diario, su boca sensual, su nariz griega, todo en ella era una armonia de belleza exquisita; relenticé mi paso para poder observarla con mayor atención aprovechando que ella estaba embebida en lo que hacia y no se habia percatado de mi proximidad. La ropa que lucia se notaba que era de calidad, pero no tenia la pulcritud propia de una dama de su aparente rango. Pasé por delante de ella sin que se inmutara, andé veinte metros y giré en redondo para volver a verla. Habia dejado de escribir y con la espalda apoyada en el respaldo, tenia el rostro elevado como buscando inspiración.
Y aquí aparecio de nuevo ¿mi defecto o mi virtud? Siempre que me he encontrado en situaciones como esta no he podido resistir la tentación de tratar de conseguir un acermamiento; el nó siempre lo he considerado como lo mas probable y a veces me impone, pero me impone mucho mas el recordar después lo que tanto me cautivó habiendo dejado escapar esa oportunidad de mi vida por cobardía o por remilgados convencionalismos.
Me acerqué de nuevo y con mucha educación, tras pedirle disculpas por la molestia, le pregunté donde podia encontrar una cafeteria para desayunar.
Con una delicadeza que iba en consonancia con su porte me indicó hacia donde tenia que dirigirme y aprovechando el que habian varios giros que hacer a derecha e izquierda la interrumpí y le dije: Antes de empezar a buscar ya estoy perdido, ¿por qué no me acompaña y desayunamos juntos?. Titubeó un poco, pero como quien toma una importante decisión se levantó y aceptó mi invitación. Supo de inmediato que era español aunque yo no le habia dicho nada y me preguntó cosas de España; por donde pasabamos llamaba la atención, tal era su belleza. Me habló del lugar donde ella habia vivido hasta hacia un par de días..., y por el nivel de la zona descrita debia haber estado bien situada economicamente. Ya en la cafeteria, que por cierto dejaba mucho que desear, me sorprendió de la siguiente manera: "Yo soy princesa, ahora estoy atravesando un mal momento, todo empezó cuando mi principe me llevó con él a Estados Unidos, yo no podia, ni queria porque mis obligaciones me lo impedian, pero mi obligada sumisión hacia él no me dejó otra alternativa. Posiblemente, por algún asunto de sumo interés, tuvo que partir y me dejó sola y sin dinero; tuve que abandonar el hotel y alimentarme de las sobras de los mercados, sobretodo verduras, hasta que el jefe de Los Camarones Dorados, Cabezas Rapadas, me llevó con él. Cuando nos detuvo el F.B.I. me hicieron muchisimas preguntas y yo les expliqué que estaba allí porque allí me habian llevado, pero la juez, dijo muchas cosas feas de mi, incluso que estaba loca y me llevaron a un psicologo, pero yo sé que no era un psicologo, era un agente de la C.I.A. y aproveché para que me ayudara a volver a Panamá porque soy su Princesa y tengo la obligación de cuidar a mi pueblo. Yo cuido a mi pueblo con mi sola presencia, pero no me pagan nada por eso y donde acudo no me atienden, por eso no dejo de escribir a la Autoridad Mundial para que reconozcan mis derechos. En esta última carta que acabo de escribir le amenazo diciendole que si no me pagan saldré de Panamá a cualquier otro pais y se quedaran sin el apoyo de mi presencia." Como quiera que mientras me relataba sus cuitas, la mirada la mantenia fija en algo que no eran mis ojos y si un imposible infinito en aquel antro y sus explicaciones no dejaban la menor duda de que efectivamente estaba como una cabra, el sentimiento que provocó en mi el deseo de acercamiento se desvaneció, quedandome solo una inmensa tristeza.
Me preguntó si estaba hospedado en algún hotel y si podia venir conmigo aunque solo fuese por una noche ya que no tenia donde alojarse, y no sabiendo como eludir algo que repugnaba a mi conciencia le dije que mi vuelo salia aquella misma tarde, pero le dí cien dolares para que pudiese instalarse en cualquier pensión durante seis o siete días.
Que mal se queda uno cuando se siente impotente ante situaciones como esa, ¿En que manos llegará a caer esa chica?

Por esos hazares de la vida unas horas mas tarde entré en un Sai para hacer una llamada a Colombia y allí, en un rinconcito, frente a la pantalla de un computador, la ví sin que ella se percatase, absorta como estaba ante el teclado, trascribiendo posiblemente la carta que habia escrito en aquel banco, sin duda, dirigida a la Autoridad Mundial, en la que exigiria, con toda la energia y prepotencia que confiere la realeza, el inmediato reconocimiento de todos sus privilegios.

A tí Princesa, errante y destronada,
surgida como un sueño entre las frondas
del olvidado y triste Parque Arruca;
un banco de madera es ya tu trono
y temo que quizás tambien tu almohada;
el contemplarte me alegró la vida
llevando a mis neuronas atrevidas
una inquietud nacida de la nada,
mas luego percibí que estabas sola,
sola y ausente, en un submundo extraño,
sin mas amparo que tu mente herida
que no admite ya mas otra cabida
que una obsesión que a nadie le hace daño.
Cuida de Panamá con tu presencia,
alejate de principes huidizos
y huye tambien del Camaron Dorado
que te involucra en todos sus delitos.
La Autoridad Mundial tiene que oirte,
no pierdas la esperanza y si algún día
el corazón de pena te atenaza,
escribeme una carta sin destino,
yo te aseguro que llegará a mi alma.
Si no es así, en mi proximo viaje
vendré de nuevo a tu trono sin falta.
¿Que habrá sido de ti, oh mi Princesa?
¡Maldito quien ultraje su pureza!
¡Que amargo para mi es recordarla!

lunes, 23 de febrero de 2009

MAR EN CALMA

Te admiro y te respeto, oh mar,

que al sol humillas en cada atardecer,

mientras por tu piel navegan las pupilas

de aquellos que te admiran y te temen.

En el ir y venir de tus mareas

la parva de tus aguas cribas,

tratando de encerrar en las espuertas

tejidas con tus algas diatomeas,

la amarga sal de lagrimas vertidas

por los hombres, con vida o ya sin vida,

que en ti lloraron sus ilusiones muertas.

Eres espejo de luz y es armonia

la cadencia de tus olas al llegar,

todas iguales y todas diferentes,

como nosotros que también seremos mar.

sábado, 21 de febrero de 2009

Y ELLA LO ESPERABA

Rielaba mi amor en el mar

y jugaba en su espuma de nacar,

fabricando espejos

con cada reflejo

del agua bañada de luna.

Con retazos de sueños,

mi amor, fabricó una nave segura,

que el céfiro blando empujó,

huyendo de antiguos recuerdos de bruma.

El amor quiso ser capitán

de aquel velero

para hacer realidad un sueño...

Miró una estrella, orientó su rumbo

y partió decidido a encontrarla

a lo largo del mundo.

En el mar preguntó a las nereidas,

peinadas de plata;

en el bosque, a las dríades,

ocultas, dentro de sus troncos

y al llegar a la caverna tetrica;

consultó a Láquesis y Cloto,

pero eludió a Átropos,

temiendo que esta parca,

hubiese ya cortado

el hilo ovillado de su amada ignota

quedando el sueño roto.

Nunca desfalleció,

henchido su velamen de suspiros.

De equipaje, llevaba solamente,

una imagen sin rostro

y un billon de caricias

y como guia en su postrer viaje

aquel reflejo, gravado en su retina,

que aún mostraba a su amada,

sumida entre la espuma de nacar

de la mar y la luz de la luna.

jueves, 19 de febrero de 2009

AL PAN PAN Y AL VINO VINO

Para empezar, en lo que primero tenemos que estar de acuerdo es en el concepto que tenemos del Amor. El amor ES, NO ADMITE ESPECULACIONES, otra cosa es amar, el amar puede generar tristeza, celos, odio y ni la tristeza ni los celos ni el odio son amor, son sentimientos que pueden surgir del propio sentimiento de amar. El amor no se puede definir en toda su amplitud porque todo lo abarca, cualquier actitud noble lleva la impronta del amor, pero tampoco por ello es amor. Querer al prójimo no es amor, no podemos decir que el amor es querer al projimo; el amor te puede inducir a querer al projimo y eso es una de las infinitas formas de manifestarse, por eso no es acertada la frase en la que decimos "mi amor es esto o lo otro", lo correcto es "mi amor me hace sentir " flotar como un nenufar" por poner un ejemplo. Si hasta aquí estamos de acuerdo la cosa va bien y creo que así debe ser salvo que encontreis una definición que abarque todos los sentimientos o todas las emociones que nos puede infundir el amor, sin adentrarnos en cuestiones tales como la sensibilidad que cada uno tiene para interpretarlo y la intensidad con la que lo experimenta. Esto reafirma mi criterio de que nadie puede decir "mi amor" es, sino que deberá decir "los sentimientos que me inspira el amor son".
Expresado este preambulo, no me queda mas que pedir perdón por no compartir ciertos criterios que aunque no van desencaminados desde un punto de vista artistico en general, si lo estan en cuanto a su medio de expresión.

No dudo que resulta mas rimbombante emplear, para expresar ideas, palabras ostentosas, metáforas y otras licencias lingüiticas que en muchisimos casos realzan y embellecen un texto que resultaria digamos, menos acariciador en una descripción sencilla o menos ostentosa. Eleva menos nuestro espiritu leer como "los patos jugueteaban en la charca entre los juncos" que "los cisnes se deslizaban por el estanque cubierto de nenúfares", por poner un ejemplo. Esto en cierto modo es aceptable dependiendo del texto que estemos desarrollando, pero se complica cuando entramos en el terreno de las comparaciones. Cuando hay conexión entre el fondo de una frase y la forma en que se expresa, aunque no se utilicen las palabras que lisa y llanamente se podian haber empleado, si las utilizadas no se alejan en su similitud del contexto, o si lo hacen perdura una conexión aunque solo sea onomatopeyica, podremos haber salvado la idea que queriamos transmitir en su FONDO, pudiendo haber ganado en la belleza de su FORMA. Es absurdo proceder, con tales acciones, cuando lo que expresado lisa y llanamente hubiera tenido igual o incluso mas belleza y lo que ya es inadmisible es que además de eso, por pretender dar mas belleza a la FORMA se desvirtue el mensaje del fondo, a veces, hasta el extremo de tener que devanarse el seso para encontrar el sentido a las frases, teniendo que ser nosotros mismos los que intuyamos lo que se ha pretendido decir. ESPERO QUE SIGAMOS ESTANDO DE ACUERDO.
El otro día leí una canción muy admirada por personas que me merecen un gran respeto, por lo que quiero aclarar que mi crítica no vá hacia ellas, ni hacia su autor que pienso, que sin duda triunfará; vá dirigida a la canción en si y lo hago en tono festivo porque no tengo ninguna animosidad en contra de nadie y me gustaria que si leyera esta crítica me saque del error en que haya podido incurrir. Me sabe mal tener que emplear ese texto para exponer mi criterio, pero es el único que tengo a mano en el que cuente con tantas doctas opiniones. Lo propio es que lo hiciera con uno mio, pero no seria lógico que mi critica no la revertiera sobre mi propio texto modificandolo para que no fuese susceptible de mis propias críticas. De todas formas no pretendo quitarle meritos a su autor, que según tengo entendido es muy bueno, sino partiendo de este ejemplo hacer hicapié respecto a alguna FORMAS ACEPTADAS Y ADMIRADAS que yo creo que no le hacen mucho favor a la literatura. Paso pues a desmenuzar la citada canción para llegar a su meollo y así ver si coinciden con mi criterio.

"Mi amor flota con nenúfares. Es un estanque de libelulas azules"

Si su amor flota con nenúfares, no puede ser un estanque, podrá ser cualquier otra planta acuatica que flota sobre el estanque pero no el estanque mismo, ya que si su amor es un estanque no puede flotar sobre si mismo, es decir, o es estanque y no flota o es nenufar y entonces no puede ser estanque y viceversa.
¿Es una incongruencia o no?

Comparar su amor con un estanque de libelulas azules para mí desmerece el alto concepto que tengo del amor; un estanque es una charca, la unica diferencia según la Real Academia de la Lengua es que la charca es natural y en la construcción del estanque interviene la mano del hombre y por ello lo define: Balsa construida para recoger el agua con fines utilitarios o meramente ornamentales. La verdad es que comparar el amor con una balsa por muy bien ornamentada que esté me parece una comparación muy pobre y el autor se ha quedado con la palabra estanque porque resulta mas rimbombante aunque resulte artificial y lo de las libelulas, menudo coñazo, sin contar con las terribles plagas de mosquitos que alli se crian. Como se nota que el autor no ha tenido que soportar a este insecto arquiptero odonato, cuando se hace endemico, precisamente en las charcas, que es otro modo de llamar a los estanques solo que al decir estanque suena mejor.

NO SE DEBE COMPARAR ALGO SUBLIME CON OTRA COSA SALVO QUE ESA OTRA COSA SUPERE EN SUBLIMIDAD A LA QUE CON ELLA SE COMPARA Y ESTA COMPARACION NO ES ADMISIBLE Y POR LO TANTO NO LA ACEPTO A PESAR DE QUE SUENE MUY BIEN AL OIDO

"ESTANQUE DE LIBELULAS AZULES" Precioso, pero tambien suena bien
"FOSA ASEPTICA DE MURMULLOS ALADOS" y a nadie se le ocurriria emplear esa frase; la evidencia de lo que es está muy patente, mientras que en la frase anterior, no profundizamos en todo lo que conlleva, que de cualquier manera queda muy por debajo del sentimiento al que se compara.


Despues viene un pequeño párrafo en el que sigue con las comparaciones en las que si profundizamos, no encontramos gran cosa: "tu amor es un trio de golondrinas en un bosque de papel." Una estampa psicodelica que solamente puede crear perplijidad y que no tiene ni por asomo relación al sentimiento amoroso que un hombre pueda despertar en una mujer, ¿ a alguno de ustedes la presencia de tres golondrinas les ha sugerido algún pensamiento de amor?, a mi sí, pero solo habian dos, arrullandose y no creo que "centellas negras atravesando nubes" puedan ser en ningún momento sinónimo de un amor idilico por muy apasionado que llegue a ser; mas bien lo considero un meteoro, por mí hasta ahora desconocido, pero que debe ser impresionante contemplarlo.

Si yo fuera mujer y mi amado me dijera que su amor es agua del vapor de un barco yo creo que no me sentiria muy alagada y si me confesara que consideraba el mio como carboncillo o como pulido anaquel para colgar platos, se me abririan los ojos como idem., aunque me dijera despues que los platos estarian adornados con lindos dibujos de árboles floridos. Lo que ocurriria probablemente despues de tamaña tonteria seria que enamoradisima como estaba, sus palabras me parecerian una dulce canción, aunque mi ingenio no lograra descifrarla y quedaria aún mas prendada por él. Pero la realidad es que ningún carboncillo, aunque sea traido de la luna, ni ningún anaquel, que por cierto es "cada una de las tablas que se ponen horizontalmente en los muros o en los armarios," es comparable si no es de forma peyorativa, al amor de una mujer, por muy bonitos que sean los platos que lo adornen. ACLARO QUE EL AUTOR DICE TU AMOR ES, NO, TU ERES COMO UN ANAQUEL. Si hubiera dicho esto último aún podriamos sacarle algo de punta.

Esperando no me lo tomen a mal y pidiendoles perdón mil veces por la groseria que encierra esta historia VERDADERA que voy a referirles y que les demostrará que cada cual entiende el amor de una manera, en cierta ocasión la abuela de mi ex-esposa requirió a su primer novio para que le dijera cuanto la amaba, este, éxprimió su cerebro para conseguir una frase por la que su novia comprendiese hasta que punto la queria y le dijo "Te quiero mas que a un buen cagar", inmediatamente lo echo a la calle de por vida. Al fin y al cabo le dijo algo que todos apreciamos y en mucho. No sabremos como habria reaccionado la novia si en un día de locuacidad le hubiera ido diciendo " Me subyuga ver en tu breve boca como la flauta reafila virutas de broza de rizos y limaduras. Seguro que habria hecho lo mismo a pesar de haberle dicho que era "broza de rizos," es decir DE PELOS. Pero a lo que no se habria atrevido nunca, ni siquiera para no perder su amor seria a decirle que las limaduras eran de Angel, porque lo habria tomado además por loco y por hereje, ya veis las mujeres de entonces ¡que poca sensibilidad ante algo tan sublime! "virutas de broza de bucles y limaduras de angel"¡Que gran ingenio teneis al traducir estos engendros en cosas verdaderamente sublimes! y hay hasta quien en su comentario ha dicho despues de esta frase "YA VEIS QUE SIMPLE Y NATURAL". ¿Que yo no lo he dicho de la forma que él autor lo ha dicho? de acuerdo, pero tambien es cierto que el autor ha dicho lo que yo he dicho, ahí esta escrito y bien clarito, lo que no está tan claro es que queramos leer en esas frases lo que en ellas no se dice y ese es vuestro mérito, NUNCA DEL AUTOR.

Y llegado a este punto he vuelto a releer algunos comentarios y he terminado de darme cuenta del por qué de vuestra admiración. Ante vosotros ha pasado una exposición de estampas mas o menos psicodelicas y a cada una de ellas le habeis dado el siginificado que en si no encierran, eso si, lo habeis hecho mucho mas bonito que la estampa en que os habeis inspirado, profundizando para sacarle algún sentido a las frases; es, como cuando fijamos los ojos en una pared o en cualquier objeto amorfo con insistencia; si lo intentamos con constancia terminamos viendo figuras, caras, animales que nadie vé y que nosostros lo hemos logrado por un esfuerzo imaginativo. Las frases son bonitas, algunas de ellas dulces y embriagadoras, pero ni su contenido real, ni su significado ATENIENDONOS A LO ESCRITO, EN UN ANALISIS EXHAUSTIVO, responden al espejismo que cada cual ha forjado en su mente. Porque realmente no tienen ningún significado, no teniendo mas coherencia que la de formar en su conjunto un rosario de incongruencias y despropositos.

Es esta, una tendencia, que afecta a la literatura y a la pintura, que trata de imponerse desde hace muchos años, el querer manifestar a través de un arte, lo que le corresponde a otro. El pintor trata de explicar sus mas hondos sentimientos en un lienzo, utilizando la herramienta equivocada, para eso está la literatura; los escritores en cambio tienden a utilizar las palabras como pinceladas, sin darse cuenta de que se estan metiendo en otro terreno. Las palabras pueden formar bellisimas frases, que pueden realzarse de muchisimas formas, pero sin hacerlas ininteligibles, aunque los mas doctos le encuentren un significado que no corresponde a lo que en el texto está escrito, es "la literatura abstracta" a ver si prospera este calificativo.

Pido disculpas, pero así lo veo, escribir es decir y decir mucho, no dejar sobre la mesa un puzle para que cada cual saque una conclusión diferente según su sensibilidad o su estado de ánimo. Cuando un escritor deja una frase con puntos suspensivos, o hay cierta ambigüedad en ella, debe por lo menos haber dejado al lector en el buen camino para que saque el mismo la conclusión porque, esta, es evidente, lo expresado debe ser siempre el conjunto ordenado de una serie de palabras que comunican un mensaje y este debe ser claro y sin ambigüedades. "ES TAN BUEN ESCRITOR QUE CASI NADIE LO ENTIENDE"
creo que esto fué un chiste que salió en la Codorniz cuando yo era jóven,
que atrocidad, ¿Tendremos al final que ver todos el traje del rey? Permitidme que sea por hoy ese niño inocente que se rió porque iba desnudo. No debemos ser transigentes; no debemos pensar "ha querido decir;" lo que tenga que decir que lo diga, que se estruje el magin para decirlo de la forma mas sublime, mas impactante, pero que lo que diga quede dicho y no lo tenga que imaginar el lector. El texto al que nos estamos refiriendo NO DICE NADA, solamente pinta estampas en demasiados casos psicodelicas, incongruentes que además tampoco se interrelacionan de una forma coherente. En fín, cuestión de criterios. En una exposición pictorica las estampas presentadas en esta canción, tendrian muy buena aceptación en un certamen modernista; como literatura no tiene mas valor que el resultado del " yo creo que ha querido decir...."
Sobresaliente a todos por vuestro altisimo grado de imaginación y por vuestra sensibilidad demostrada Y JURO QUE NO DIGO ESTO POR CACHONDEO.

CAMINANDO EN LA NOCHE



Callejuelas escondidas
bañadas por el rocío,
tristes, negras, retorcidas,
pulidas por aires fríos
que transportan el aroma
de jazmines y de lirios.

Rompe en el silencio el gallo,
confundido por el brillo
que desde una ventanuca 
que ha entornado sus postigos,
como un faro que estimula
pare un fulgor amarillo
acompasado de sombras
que hacen intuir idilios.

El ruiseñor en su patio
da un recital imprevisto,
emboscado entre las frondas
del olmo donde hizo nido
y sus notas dulcifican
los pensamientos sombríos.

A lo lejos..., de una cuna,
evocadora de olvidos,
llega estridente y ansioso
el llanto insomne de un niño
y una nana de improperios
le deja el lecho mullido
y ocultos bajo la almohada
propósitos incumplidos.

Ya a todos los sume el sueño,
ya descansan los instintos,
ya no hay virtudes ni insidias,
ya no hay héroes ni proscritos,
ni rencores ni calumnias,
ni mentiras, ni delitos... 

Solo queda un hombre triste,
por esas calles perdido
en busca de alguna aurora
donde amenecer sin frio. 













martes, 17 de febrero de 2009

DEMASIADO TARDE

Esos ecos que guardan nuestras almas de frases nunca dichas,
esas muecas de risas olvidadas que aún brilla en tus pupilas,
esos hondos pesares desgarrados que amargan nuestras vidas,
esas sombras sutiles que nos buscan en nuestras noches frías;
ese extraño silencio que guardado nos pide hablar a gritos,
esa obtusa cautela que nos sume en errores infinitos,
ese plañir que ahogamos, por vergüenza, sin ser jamás oídos,
esa angustia que ahoga y envenena de la que nos nutrimos.

Esta carga imposible de todos estos odios y rencores,
es la rémora hambrienta que se engulló las ilusiones nuevas,
es, el recuerdo implacable y cruel de todos nuestros males,
que destruyó cualquier signo de amor, en la esperanza incierta.
La rémora del odio con fuerza se afianza, el rencor reaparece,
las larvas que aún podrían crecer y culminar, nacieron muertas,
no está la rosa, ni el jazmín, ni el laurel en el jardín de antaño,
no habrán mas despertares entre risas, ni besos, ni abrazos,
para eso...,para salir de este fracaso,
tendríamos que volver, desnudos, al principio del pasado
y comenzar de nuevo.

RELATOS QUE PUDIERON SER CIERTOS n° 8 "PEREGRIN"

Peregrin, nombre por el que se le conocia, después de su aseo personal, lo primero que hacia en la aurora de cada amanecer, era limpiar y asear el pequeño huerto que habia tras la barraca que le servia de cobijo. Este era el precio que pagaba a D. Emiliano, dueño de aquella pequeña parcela, por el disfrute de su rudimentaria vivienda y D. Emiliano a su vez, hombre generoso, compartia con el los frutos de aquella huertecita. Como si fuera la manecilla de un reloj, tanto en la distribución de su tiempo como en la orientación de su recorrido, pasaba después a la alqueria de su vecino D. Melquiades, donde sin mediar mas que un breve saludo, ordeñaba las tres vacas que habia en el establo, lo limpiaba y despues de poner nueva cama a las bestias las aprovisionaba de alimento en sus pesebres. De allí, sin perder un minuto se acercaba a la casa de su yerno que, participe de los beneficios de Peregrin en este quehacer, ya tenia enganchado el carro con el que recogia a los niños y niñas que le esperaban en la plaza de la aldea y los trasladaba al colégio situado en el pueblecito vecino a no mas de seis kilometros de la aldea pero que por tener parte de su recorrido a través de una carretera general imponia a los padres de las criaturas cierto respeto y era Peregrin el que bajo su cuidado evitaba a los niños el cansancio de tan reiterada caminata y los riesgos que pudieran acaecerles dada su corta edad.


Casi a marchas forzadas acudia después a la tienda de D. Gaspar, la única de la aldea, coincidiendo su llegada con las horas de mas movimiento y en ella, mas que atender, acercaba hasta el dueño los productos que pedian los clientes, para no tener, este, que ir de aquí para allá. Tambien movia los fardos mas pesados y los trasladaba a los carros de los clientes aparcados en la puerta y a menudo acompañaba hasta sus casas a las buenas clientas que habian hecho una pesada compra. Esta última actividad le ponia un poco nervioso pero como generalmente le suponia una propina adicional tampoco se rehuia cuando se solicitaba su colaboración. Pasadas las horas de mayor movimiento en la tienda y hasta la hora de recoger de nuevo a las criaturas, repartia las pocas cartas que desde hacia años recogia, tras dejar a los niños en el colegio, de la oficina de correos del pueblo, como cartero rural honorario, lo que le suponia la propina de correos según el número de cartas y la siempre segura moneda de sus destinatarios. Trás esto, empezaba otra vez su recorrido a la inversa con la única diferencia de que en su regreso iba además cobrando las propinas que recibia por aquellos servicios. Nunca quiso Peregrin abrir cuentas ni aceptó aplazamientos y requeria diariamente el pago a sus servicios, generalmente con precio convenido, salvo las propinas que eventualmente recibia por trasladar las compras a determinadas señoras, que eran las que decidian, según su generosidad, la moneda a entragar para su gratificación.


Ya en su casa, aprovechando la fresca previa al anochecido, plantaba para ir renovando la huerta nuevas hortalizas y tras ello, se iniciaba el momento mas feliz para él en cada día. El recuento. Digo el recuento porque era raro que al contar hubiese algún error y salvo alguna propina rara vez olvidada, siempre coincidía el montante con lo que el ya llevaba calculado para sus adentros. Pero no era la cantidad recaudada lo que mas le incentivaba, sino el reparto; el destino de cada una de esas monedas. En una alacena con robustas puertas, selladas por tres robustos candados, tenia distribuidos en cada estante todos sus ahorros. En el frontal de cada balda, había un rotulo de papel pegado con harina en el que podía leerse: "Para mi hija Eulalia cuando yo muera"; "Para mis nietos Juan y Asunción y para los que vengan de igual manera"; "Para cualquier imprevisto, sease por ejemplo una enfermedad"; "Para que no me falte para comer"; Habia una quinta y última balda sin rotulo. Siempre lo había tenido pero como lo había cambiado ya muchas veces debido a que el destino que le había programado una y otras veces, con los años se fue haciendo incompatible con su edad y su predisposición, decidió dejarlo en blanco para llegado su momento aplicarlo a lo que mas pudiese convenir.


Cada anaquel era un primor: estaban apiladas las monedas de forma perfecta, montones de monedas de la misma cuantía hasta donde el equilibrio permitía, formando varias filas que llegaban casi al borde del estante. Los billetes de papel de igual modo, por montoncitos que se elevaban mas o menos según su importe, llegando algunos a cubrir el espacio que había entre dos entrepaños. Tal era la frenética obsesión de ahorro que había tenido a lo largo de su vida.


En la aurora de una mañana de invierno, Peregrin, en vez de saltar de su jergón como un resorte, tal como era su costumbre, sintió la necesidad de quedarse un último minuto más en el calor de aquella cama destartalada, pero consciente de sus obligaciones se incorporó, sintiendo a lo largo de todo su espinazo un frió intenso, casi doloroso; su notable agilidad estaba mermada y sus fuerzas también disminuidas. Se dio un aseo muy superficial; mas que arreglar la huerta la observó y sacando fuerzas de flaqueza se dirigió a la alquería del D. Melquiades. Ordeñó las tres vacas teniendo que apoyar su cabeza en la barriga de los animales, casi extenuado, echó la nueva cama a las reses sin retirar la basura del día anterior y como pudo trasladó a los niños al colegio. Aquel día no recogió el correo y tuvo que excusarse ante Don Gaspar a la tercera vez que quedó traspuesto sentado sobre un saco de trigo. Nunca había estado enfermo, jamás había sentido pereza ante ningún trabajo y ahora solo deseaba tumbarse en su jergón. Recogió a los niños y ante la extrañeza de todos omitió pedir el pago de sus servicios, teniendo que requerirle algunos para que lo tomase y ya en su casa se sentó en el vetusto sillón de mimbre que tenia en el cobertizo, junto a la huerta, en la que fijó su vista ensimismado en no se que pensamientos mientras sus ojos se humedecían; sintió que sus brazos se desplomaban mientras por todo su cuerpo le recorría un frió que le hacia temblar.


Cerró los ojos, meditó un momento y en el segundo intento consiguió levantar su cuerpo del asiento dirigiéndose a la alacena; sus manos le temblaban y abrir los candados fue una empresa agotadora, arrancó una hoja  de un pequeño block, escribió un rotulo y lo pegó con harina al borde de la quinta repisa de la alacena, en el que al día siguiente todos pudieron leer: PARA MI ENTIERRO. 

lunes, 16 de febrero de 2009

RELATOS QUE PUDIERON SER CIERTOS nº 7 - "EL REAL" *(1)

El machacón y monotono zumbido de la prensa, que embotaba sus sentidos, era el pan que alimentaba a su familia. Cada golpe engrosaba su salario, que el patrono con el habia pactado por unidades totales acabadas y a real le pagaba cada tacon prensado. Era extraño advertir como ese hombre sometido a un trabajo tan penoso y monotono podia lucir todavía, en alguna ocasión, una sonrisa, pero lo que mas intrigaba a todos era el movimiento acompasado de sus labios mientras trabajaba y que como si estuviera hablando con una persona, hablaba con aquella máquina infame, cada vez que aquel terrible y estruendoso martillazo golpeaba la peana de acero que le servia de yunque.


Los que miraban a través del cristal de la ventanuca que habia en la pared, que amortiguaba aquel estruendo, especulaban lo que diria en aquella letania inaudita, concluyendo que estaria maldiciendo esa tarea o se estaria acordando de la madre del patrón a pesar de que la pobre era una santa.


Su trabajo además de ser penoso por el infernal ruido, era muy peligroso debido a que el tacón debia situarse, justo en el centro de la base de acero, en perpendicular con el martillo que empujaba el émbolo, ya que de lo contrario el tacón por la presión podia salir disparado con la fuerza de un proyectil con el destino mas inesperado, y como para ello disponia de un tiempo mínino cualquier distracción podia provocar que fueran sus manos las que quedasen prensadas.


Nadie se atrevia a preguntarle que disquisiciones tenia con la maquina a lo largo de su tarea. En verdad era muy introvertido y enemigo declarado de familiaridades; ya lo habia demostrado las pocas veces que habia compartido mesa con los demás a la hora del almuerzo y su caracter mas bien huraño no le hacia blanco de bromas o de preguntas indiscretas. El jefe estaba encantado de la productividad de aquel hombre cuya única extravagancia era el monologo constante desde que iniciaba hasta que terminaba su trabajo y por su parte, aunque tambien intrigado, procuraba que los demás obreros no lo molestasen en lo mas mínimo, creandose a su alrrededor un invisible cerco de protección que todos respetaban aunque no por eso dejara de ser un motivo de charla cuando no podia oirlos.


Pasado el tiempo se forjó una aureola de admiración hacia él, cambiando el criterio general sobre sus monologos y lo que en principio les pareció que debian ser quejas y rencores pasaron a ser hermosisimos textos o poesias preciosas que sabia de memoria y que recitaba al compás de su trabajo para hacer menos monotona y mas gratificante su faena. Algunos incluso dijeron que lo que hacia era rezar porque mas de una vez lo habian visto santiguarse antes de poner en marcha la prensa.


Un tristisimo día, un cambio de intensidad de la corriente aceleró la marcha de la prensa no dandole tiempo a nuestro ya casi idealizado amigo a retirar las manos de la prensa, quedando incrustadas en el tacón la primera falange de los dos dedos indice que eran los que sujetaban y orientaban la parte alta del tacón hasta el centro del martillo; el grito no se pudo apreciar apagado por el estruendo de la maquina, pero se le vió derrumbarse con las manos ensangrentadas y de inmediato se acudió en su socorro.


Se le dieron los primeros auxilios echando mano del botiquin de la propia empresa y sin perdida de tiempo el jefe y uno de los obreros lo trasladaron con premura al hospital. Aquel pobre infeliz en su delirio trataba de desasir sus brazos de las manos del compañero que lo sujetaba y para que no forcejease las dejó libres y lo sujetó por los hombros para que no se diese un mal golpe si se desvanecia pero con gran sorpresa para el y para el jefe que conducia vieron como el accidentado, pobre ignorante que no sabia ni contar, como pudieron comprobar, empezó a extender sus brazos en dirección a la prensa imaginada y tras un onomatopeyico CATACLOW DECIA: UN REAL, CATACLOW OTRO REAL, OTRO REAL, OTRO REAL, siguiendo en su ritmo una cadencia matematicamente cronometrada. A nadie contaron nunca lo ocurrido y cuando se reintegró al trabajo, mermado pero tadavia útil, al reiniciarse los comentarios sobre sus monologos a los que cada vez se les daba mayor relevancia, los dos únicos conocedores de la verdad, Jefe y empleado, muy serios y como si estuvieran completamente convencidos de la veracidad de aquellas especulaciones, MOVIENDO SUS CABEZAS ASENTIAN.

*(1)  Un Real, era una moneda ya desaparecida, que tenia el valor de veinticinco centimos de las ya tambien desaparecidas pesetas. Que yo recuerde eran de niquel, del tamaño de una moneda de dos euros, con un orifio en el centro. Su valor actual equivaldria a algo mas de la sexta parte de un centimo de Euro.

domingo, 15 de febrero de 2009

RELATOS QUE PUDIERON SER CIERTOS nº 6 - " LA ABACERIA DE D. RAMON"N

Desde aquel día en que en la taberna habia habido un conato de pelea que hubiera llegado a mas de no haber sido por la intervención de Don Ramón, dueño de la abaceria situada dos esquinas mas abajo, que por casualidad por allí pasaba, guiados por la gratitud primero y seducidos por el bienestar y comodidad que allí se disfrutaba después, Don Senén, Don Julian y Don Malaquias frecuentaron a diario la Abaceria de Don Ramón que tuvo que abastecerla, muy complacido, de todo lo que ellos normalmente desayunaban, ya que además de un ingreso adicional ganaba una grata compañia. Aunque su horario de encuentro siempre era el mismo nunca llegaban todos a su hora y mientras esperaban los que habian llegado puntualmente, ayudaban a Don Ramón en sus tareas cotidianas, abatojando las legumbres, limpiando los granos podridos de la calagraña, despellejando las mazorcas.... Ya todos reunidos, se sentaban en una mesa camilla junto a un ventanal que daba a la calle y no interferian en lo mas mínimo en el buen funcionamiento de la tienda, atendida por Don Ramón las primeras horas y después por su esposa una vez terminados los quehaceres de la casa, oportunidad que aprovechaba Don Ramón para unirse, de vez en cuando a la tertulia en la que siempre habia algo nuevo que tratar, eso sí, no dejando jamás al margen los temas locales que daban para mucho en todas las tertulias.


Cuando entraba algún cliente bajaban el tono de voz, incluso callaban, según el grado de confianza que les mereciera el intruso, por lo que a lo largo de toda la mañana hasta la hora de la comida, en que se despedian, se intercalaban muchos minutos de silencio absoluto, pareciendose mas aquel rincón una reunión de conspiradores que una charla de amigos.


Doña Blasa, esposa de Don Ramón, que le sacaba punta a todo, a pesar de su voluntad para inhibirse, no podia reprimirse en alguna ocasión y hacia algún que otro comentario, hablando para si misma pero levantando el tono, para que llegase al oido de los contertulios, que ya no le hacian caso, a los que apodaba los sastres por los buenos trajes que cortaban cada día a la victima de turno.


No eran mala gente, incluso en sus críticas eran condescendientes y siempre buscaban alguna escusa para justificar ciertas malas acciones, pero mover la lengua les apasionaba y al fín y al cabo en aquella aldea aburrida y sin nada que hacer por sus ya avanzadas edades, era el único deporte que los gratificaba.


No sé de que forma les llegaria tanta información pero reflexionando llego a la conclusión de que no solo eran ellos los que le daban a la lengua,ni era ese un deporte privativo de la tercera edad, porque para informarse, otros tendrian que haber hablado y siguiendo la pista se deducia que en aquella aldea todos conocian los mas y los menos de cada cual, siendo ese cada cual el único ignorante de las críticas que sobre el se vertian. Mucho peligro tuvieron en otros tiempos este tipo de cosas, porque a veces los bulos dañaron muchas reputaciones y fueron causa de terribles consecuencias, pero en el tiempo al que refiero, mas prudentes, solo se comentaban los casos comprobados que eran casi de dominio público, por lo que en la tertulia de Don Senén, Don Julian y de Don Malaquias, se iba mas lejos que del simple comentario y se especulaba sobre el cuando, como, donde, y por qué, discutiendo posibles implicaciones de terceros o terceras que pudiesen haber influido y que además posiblemente se hubiesen beneficiado, en fín, una distracción como cualquier otra, en la que sin duda, aunque solo haya sido una vez en la vida, me imagino que todos hemos participado y que en algunos casos, expuesto el hecho en tono de humor, nos hemos reido, olvidando el malestar que sufren todos aquellos a los que les afecta.


Como la verdad siempre sale a la luz y en la rueda de la fortuna o de la calamidad todos vamos girando llegó el momento en que Don Senén y Don Julian se enteraron de algo muy grave en la vida de Don Malaquias, que a su vez con Don Julian supieron de D. Senén y este con Don Malaquias de Don Julian, con lo que habia entre los tres un secreto a voces que cada cual conocia de los demás, ignorando cada cual el que los demás conocian de si mismo, por lo que cuando surgia por parte de alguno de ellos un comentario similar al que se imputaba al que hablaba, los otros, se miraban en complicidad y sonreian disimuladamente, dejando a veces perplejo al informante ante la falta de atención de su audiencia en sucesos tan trascendentes, teniendo los contertulios que inventar cualquier escusa para justificar sus sonrisas solapadas. Nadie caia del burro ante esas escenitas reiteradas en las que el turno de perplegidad pasaba de unos a otros casi a diario, hasta que como si todos se hubieran puesto de acuerdo, una noche, buscando en solitario una explicación a la reciprocidad de tanta sonrisita, pensaron cada cual los motivos que se las provocaban a él y eso les vino a aclarar el motivo por el que él se las provocaba a cada cual, por lo que tras esta conclusión, reflexionaron con la almohada y dieron un repaso general a sus vidas, pensando que si algo se sabia de ellos, mejor seria que no se supiese todo lo demás. Al día siguiente ninguno de los tres aparecieron por la abaceria de Don Ramón, que se quedó con los desayunos preparados, abañando simientes con toda paciencia, mientras esperaba la llegada de quienes ya jamás volverian.


viernes, 13 de febrero de 2009

EL TIO MELCHOR Y SU ESPOSA MATILDE


La felicidad vivida en las Casas del Señor, siendo niño, fué un recuerdo constante a través de los años, que pasaron como un soplo. Antes de ser un hombre maduro, volví a recorrer a menudo los parajes que en mi niñez frecuentaba y siempre había contemplado con añoranza la casa donde tantos veranos habíamos pasado, la cual siempre estaba cerrada desde que la adquirió el Servicio Forestal.

Para mi regocijo nada había cambiado y aún podía recrearme contemplando, como cuando era un chiquillo, los corrales situados en la calle Miguel Villalta, que por estar en un plano mucho mas bajo por razones de la orografia, podían apreciarse, desde la Avda. de Monovar, como desde un mirador, con solo bajar la vista, pudiendo observarse, como antaño, en cada corral, alguna que otra cabra, las gallinas y su flamante gallo con su tornasolada pechera y su cresta impresionante, así como las conejas y sus gazapos que alegremente jugueteaban entre la maraña de ramas secas que dejaban al descubierto la blancura amarillenta de sus leños, desprovistos por los incisivos de los roedores, de todo vestigio de la natural verdura de su corteza, pareciendo mas que ramas secas de almendros y de olivos, costillares de reses calcinados. Bajo techo, encerrado en un jaulón, estaba el conejo macho que miraba con lascivia a las hembras que jugueteaban a su alrededor ajenas por completo al sentimiento que ellas le despertaban. En los corrales en los que proliferan los machos, estos, suelen estorbar en demasía el periodo de lactancia de los gazapines y en su frenesí lascivo pueden incluso matar sus propias crías para que la hembra entre de nuevo en celo. De ahí, el que se dé inmediata salida para el mercado a todos los machos antes de que se empiece a apreciar en ellos su natural instinto, dejando tan solo de entre los mejores, al que será padre de todas las camadas, siendo su jaula la cámara nupcial a donde acudirán las hembras, por mano de su dueño, en el momento propicio para que sean cubiertas, permaneciendo el macho encerrado de por vida, que solo durará, mientras mantenga sus atributos de buen semental.
También recorría los parajes que fueron mis preferidos, con sus atalayas, desde las que podía dominar cuanto mi vista abarcaba, eligiendo desde allí el punto de destino de mi siguiente excursión, en las que siempre me prometía que algún día todo aquello seria mio.
Cuando empecé a comprar por aquellos lares sentí el deseo de acercarme a sus habitantes. Yo ya era un cincuentón y por lógica el recuerdo de mi familia solo podía encontrarlo entre los viejos de la aldea que inquiridos en mi afán de renovar y compartir recuerdos, tras facilitarles algunas pistas se acordaban perfectamente de mis padres y de mis hermanos y hasta incluso de mi a pesar de lo pequeño que por entonces era, tal fue el impacto que causó nuestra presencia, durante tantos años, entre las personas de aquella aldea.

Como la casualidad a veces nos sorprende agradablemente fui a dar con el Tio Melchor, anciano de ochenta años de edad, aún muy bien conservado, que vino a ser el pastor que conducía el inmenso rebaño que en mi niñez tanto había admirado, con aquel cabrón blanco inmenso, provisto de unos intimidantes cuernos retorcidos en espiral y aquella barba impresionante, como una enorme caruncula, pero de pelo lacio y áspero que le daba un aspecto infernal. Fue Melchor también, el que aquel día, en que estrené un botijito para acompañar a mi madre a la fuente, me recogió del suelo tras caerme y me quitó con delicadeza las chinitas que habían quedado incrustadas en la piel de mis rodillas heridas
 y tras limpiarlas con el agua de mi botijito las había enjugado con su propio pañuelo. El había sido el que ante mi llanto, mas que por el dolor, por la tristeza de ver que de mi botijito se había despegado el asa, jugó con ella deslizándola por la pendiente como si de una rueda se tratase para aliviar mi pena y ató una cuerdecita desde la orejuela por donde se llenaba de agua hasta el pitorro, indemnes, para que pudiera asir mi preciada carga. ¿Como es posible que ambos pudiésemos conservar tan bello recuerdo?.
A partir de entonces acudí casi todos los domingos a su casa, donde su esposa, La tia Matilde, que llegó a quererme tanto como él, me obsequiaba con sus humildes viandas entre las que nunca faltaba la longaniza semiseca, algunas veces tan seca que habia que apretar la mandíbula para poder mascarla, pero para mí siempre sabrosisima, aunque en mi casa casi no la comiese; ese pan entre blanco y moreno, mantenida su ternura en el interior de una tinaja, algún trozo de queso y sin faltar nunca el porrón de vino de la tierra, magnifico de sabor y de elevado grado.
Supe de sus penas y encontrarón en mi el hijo que ya no tenian a pesar de vivirles cuando los reencontré cuatro todavía, tres varones y una hembra que ni con ellos, ni entre ellos se hablaban si no era para sus adentros y ante los ajenos para maldecirse mutuamente.

Solo uno, quizás por ser el mas necesitado, era el que aún acudia a pasar, a cama y mantel, alguna temporada con sus padres, no equilibrando la satisfacción de su presencia la carga que les suponia yendo como iban tan mermados de medios, pero para colmo murió y no les quedo mas compañia que mis visitas dominicales.
Es curioso como se precipitaron los acontecimientos de la muerte de ese hijo.Le compré los terrenos donados por sus padres y al preguntarle que iba a hacer con ese dinero; me contestó que iba a disfrutar con el todo lo que no habia disfrutado en su vida y al preguntarle que pasaria despues me respondió: "me moriré" y así fué, tres meses despues apareció muerto en el cuarto de una pensión.
Fueron muy reiterados mis intentos por avenir a la familia, cuyo conflicto nacia del desproporcionado reparto de los bienes de los ancianos que según todos habia favorecido a uno en particular. Lo curioso es que ninguno coincidia en cual era la parte mejorada, llegándose a dar la paradoja de que el mas beneficiado según uno era el mas perjudicado según otros y viceversa. En fin, lo propio en estos casos solo que multiplicado hasta el infinito. Lo curioso es que los que todo lo habían dado, estando pasando incluso penurias, eran los mas criticados, hasta llegar a ser vilipendiados no solo por sus hijos sino también por sus nietos.
A veces salia a pasear con el viejo por las tierras que habían sido suyas y que yo había comprado a sus hijos y me llevaba a los sitios, que el conocía, donde podíamos encontrar alguna que otra breva dulcisima o algún albaricoque maduro y mientras los comíamos con fruición, él, con sollozos reprimidos, se complacía de que fuera yo el nuevo dueño.
Un día Matilde enfermó y hubo que hospitalizarla. Las cosas se complicaron y falleció. El viejo había tenido una gran decaída en las semanas en que había quedado solo. No había sido conveniente trasladarlo a Alicante para ver a su mujer porque estaba en coma y no hubiese sido bueno para él verla en esa situación, pero con su muerte fue ineludible darle la noticia. 

Por las casualidades de la vida, era y sigue siendo costumbre hacer la despedida del duelo, precisamente, delante de la casa de uno de sus hijos. Solo este vivía en la aldea, los otros tenian que desplazarse desde Petrel y Monovar respectivamente. A la despedida del duelo solo acudió el abuelo que de espaldas a la casa de su hijo pudo oír y nosotros ver como se cerraban sus ventanas para hacer mas patente su desprecio. Esta escena se repetiría una vez mas pocas semanas después, siendo yo el único que se presentó en representación de la familia. El tio Melchor murió en una habitación del Hospital de Elda, pasando tres días semiinconsciente, entre los estertores de una muerte que no le llegaba. Sabe Dios que recuerdos pasarian por su cabeza antes de morir, pero daria cualquier cosa porque hubieran sido aquellos en los que se viera al frente de su gran rebaño, en los primeros meses de su matrimonio y Matilde, aquella bendita mujer que tanto le queria saliera a recibirle para darle la buena nueva del embarazo de su primer hijo.

jueves, 12 de febrero de 2009

POR TAN SOLO UNA FRASE

Una frase puede ganar un reino,
puede lograr un voto de perdón,
puede invitar a que seamos buenos,
puede dar a la vida una razón.
Puede encerrar una bella plegaria
o romper sin remedio un corazón.

Con una frase cualquier cosa se alcanza,
por una frase, renovas la ilusión
con una frase se comienza el día
por una frase se oscurece el sol.

Una frase nos dá nueva esperanza,
nos alienta nos hace revivir,
nos eleva, nos honra, nos humilla,
nos hiere, nos realza, nos mancilla,
nos ofende o nos deja seducir.

Una frase puede romper el hielo
cuando nada tenemos que decir,
una frase nos puede dar el Cielo
si con fe la decimos al morir.

martes, 10 de febrero de 2009

CUIDADO CON LOS CUENTOS

Si hacemos un atento repaso a los cuentos que han pasado por nuestras manos a lo largo de nuestra vida, refiriendome especialmente a los clásicos, podremos darnos cuenta de que sus personajes principales, cuando se trata de mujeres, son siempre bellisimas. Suelen estar, además, adornadas de todas las virtudes mas esquisitas, incluso a veces, son ayudadas por algún hechicero, generalmente un enano o engendro deformado, que las sacará de algún apuro a cambio de cualquier promesa que, ella, a la larga, tendrá que afrontar ineludiblemente, y que por su ingenio o con la ayuda de terceros incumplira con el beneplacito de todos los lectores.
Suelen presentarse estos personajes en una condición circunstancialmente humilde, aunque a lo largo del relato nos enteramos de que realmente su origen, es elevadisimo, generalmente princesas encantadas o huerfanas, hijas de condes o marqueses, venidas a menos por la maldad de sus madrastras y por la envidia de sus hermanastras, pero aún así su hermosura, que cautiva, siempre al final las pone en el sitio que les corresponde, incluso mejorando su puesto en el escalafón.
Este tipo de historias, aunque menos, tambien puede presentarse a la inversa, pero estas voy a dejarlas a un lado y voy a centrarme en las féminas de cuyo ejemplo, se podrán sacar las mismas conclusiones para los varones.
Lo cierto es que nuestras damas en cuestión, por el azar, que siempre interviene de forma favorable, aparece ante los ojos de su galán, un principe generalmente, que queda prendado de su belleza y de su grácia sin que ya exista para él otra mujer mas que ella, digna de su amor.
Otras veces es la codicia, además de la belleza lo que lo enamora, al tener o creer que hay en ella, ciertos dones por los cuales cada vez que habla brotan de sus labios piedras preciosas o sabe hilar la paja para convertirla en oro, por poner dos ejemplos conocidos. Dones estos que generalmente llegan a oidos del principe por boca del padre de la chica en su afán de engrandecer las virtudes de la misma, poniendo en riesgo sus cabezas con el loco afán de emparentar con la casa real.
Lo que fundamenta generalmente el meollo de estas historias es la bellaza de la dama y en su caso los dones, que de forma cierta o falsa, la adornan. Las otras virtudes que sin duda se tocan de pasada, no intervienen realmente en la decisión del principe enamorado, que generalmente las desconoce ya que nunca se nos habla en dichos cuentos que el principe haya comprobado personalmente los axhustivos trabajos de La Cenicienta, que ella soportaba con la mayor resignación y sin rencor, ni los cuidados maternales y entrañable afecto que Blancanieves dispensaba a los animales y a sus enatitos, por poner otros dos ejemplos.
Hay tambien algún cuento, poquisimos creo, en los que nuestra heroina no es de sangre azul, pero siempre, siempre será bellisima y adornada de los mayores encantos.
Después, para hacer mas bonito el final, si los dones de la dama son ciertos, el principe los olvidará dandonos a enterder el autor que el amor prevalece por encima de la avaricia que lo suscitó. Si los dones no son ciertos, siempre aparecerá el hechicero que de forma incognita resolverá el problema a costa de una promesa que se le incumplirá gracias al rebuscado ingenio de la ya princesa, que ya no será requerida por su principe para repetir tales menesteres porque el amor desvanecerá su codicia - tiempo al tiempo y ya veriamos lo que ocurria - y si no existe ningún dón se descubrirá que la ingenua, dulce y humilde pero siempre bellisima doncella es realmente una princesa, encantada o no, que guarda su anonimato impuesto o voluntario por las causas que la lucubración de su autor ponga al descubierto.
Lo cierto es que en ningún cuento sea de princesas de incognito o de doncellas de alta alcurnia venidas a menos por cualquier razón, incluso en los pocos en que la dama no tiene sangre aristocrata, muy pocos por cierto, siempre la belleza es algo imprescindible e irrenunciable.
Seria bonito haber leido de vez en cuando entre los cuentos clásicos alguno en el que la dama pudiese ser gordita y poco esbelta, pero simpatica y agradable; que fuese querida y admirada a pesar de no ser muy agraciada; que su atractivo estuviera en sus nobles sentimientos, en la dulce limpieza de su corazón, en su adecuado conformismo, en sus justas y asequibles ambiciones, en desdeñar el origen de la sangre, o la riqueza del hombre du sus sueños, estando solo atenta a sus cualidades personales y morales.
No concibo como ningún autor ha podido ser consagrado cuando en su mensaje pretende hacer suspirar a las jovencitas siendo evidente que el amor del principe surje porque la heroina de la historia sabe hilar la paja y convertirla en oro, o ser su boca fuente de piedras preciosas, incluso tampoco es aleccionador ningún amor que, como suele ocurrir en estos cuentos, se apoya exclusivamente en la belleza o en la ambición y me refiero tambien al sentimiento de la dama. ¿Que podrian esperar, incluso que pueden esperar ahora las niñas o niños que leen esos cuentos, si sus almas están ocupando un cuerpo poco agraciado, si sus rostros son del montón o si se sienten acomplejados por algún defecto físico? ¿No hay cabida para ellos en la fantasia? ¿ Es justo que solo les dejara el autor un hueco de comparsa desde el que aplaudir el triunfo de la belleza?. Hay que hacer un repaso y saber las lecturas que ponemos en manos de los niños y no descuidar algunos cuentos por muy clásicos que puedan ser sus autores, cuando estos, han olvidado muchas cosas que debemos valorar por encima de la belleza y la riqueza; tantas cosas olvidaron que ni siquiera aportaron una moraleja que realzace con todo merecimiento los "verdaderos valores" del "amor verdadero" y los pilares en los que hay que sustentarlo para hacerlo imperecedero.

lunes, 9 de febrero de 2009

EN LOS CAMPOS...

Las áridas laderas, pedregales improductivos cuya tierra apelmazada por los cantos calizos que la aprisionaban, fue domesticada tras ser extraídos, descuartizados a golpe de pico por aquellos hombres de paciencia infinita, se transformaron en albar mullido, después de más de cien pasadas del aladro.

Allí, junto a la vid y el olivo, los hombres sembraron su esperanza..., ganada con sudor y sacrificio.

Las plantas, prendieron sus raíces en aquellos secanos macilentos, teniendo que subsistir, como sus dueños, con lo que de forma natural, mas bien escaso recibían, hasta llegar a ser robustas tras haber sobrevivido a pesar de mil calamidades que las hicieron inmunes, a su pobre sustento, a las plagas, a los hielos y a las terribles sequías bajo un sol de infierno.

Aún lucen algunas de sus frondas en la estación florida, siguiendo protegidas las blanquecinas tierras donde se anclan, por la albarrada de sus ribazos, algunos gigantescos, que piedra sobre piedra escalan las pendientes con la sobria belleza, que se realza, al no haber sido ese el fin que se buscaba.

Por esas albinas tierras, robadas al erial socavado, las albarcas del campesino dejaron cien mil huellas en el transcurrir de los años, por el ir y venir tras de su mulo, atento a que las rejas abrieran las besanas anchas, rectas y profundas mientras chisqueaba con cariño inmenso para que avivase su paso el animal, ya cansado, que seguro cuidó mas que a si mismo por ser su compañía, su única ayuda y su mejor aliado.

Y así, como calcado, generación tras generación, las familias cultivaron esas tierras, criaron a sus hijos y murieron con sus manos encallecidas llevando en ellas el visado seguro para su eternidad anónima, cuya presencia aún permanece en los albares, que aún subsisten, sobre los que se muestran los esqueletos de las cepas, los olivos aún vivos y algún que otro almendro que por los milagros de la naturaleza aún retoña.

Ya ha mucho, todo quedó abandonado por los tataranietos de aquellos titanes, "porque los tiempos cambian" y los jóvenes buscan otros horizontes, pero aún siguen y seguirán protegidos los albares por las fieles albarradas, algunas de ellas desplomadas por la desidia, esperando, inútilmente, aquella mano antigua que vuelva a levantarlas.

POR EL AMOR DE UNA MUJER

Entre las páginas 78 y 79 del libro de francés del cuarto curso de Bachillerato guardaba como un tesoro EL PELO LARGO Y RUBIO DE ELENITA. Ella estaba en segundo curso pero a veces coincidiamos en la misma aula. Solia ser en la de D. Luis Marín, Licenciado en Ciencias Exactas que nos impartia las asignaturas de Matemáticas y Fisica y Quimica.
Para mi desgracia esas dos asignaturas no eran precisamente mis preferidas y casualmente tenia que ser en esa aula donde coincidiamos en hora de estudio para los de segundo y como clase de una de esas dos materias para los de cuarto. Mientras cualquier compañero salia a la pizarra para desarrollar la lección yo aprovechaba para embelesarme mirando aquella criatura de doce años que era un primor. Ella, conocedora de mi indisimulable atracción me obsequiaba de vez en cuando con la mas linda de sus sonrisas y yo suspiraba como un moribundo cada vez que lo hacia. El día fatal llegó cuando fuí requerido por D. Luis para que desarrollase el tema correspondiente al día. Yo siempre trataba de preparar bien las clases pero nunca llegué a comprender que menos por menos pudiese ser mas y cosas así, por lo que mi logica me engañaba y los resultados siempre eran desastrosos. Tras mi patente fracaso, colorado como un tizón antes durante y despues del mismo, me senté y no me atreví a volver a mirar a aquella hermosisima criatura en varios días. Un día, calculando por estadistica que me iban a llamar a la pizarra, con el apoyo de un compañero para el que las matematicas era un juego, preparé el tema como si en ello fuera mi vida, pero no porque lo comprendiera sino porque, aunque no lo crean, memoricé todo su desarrollo de tal forma que sin titubear resolví cada una de las ecuaciones, sin importarme que mi lógica fuese incompatible con los planteamientos. Mi afán de borrar aquel fracaso que tanto me avergonzó fué un incentivo que me subió a los primeros puestos de mi curso, llegando a obtener en los exámenes de Junio un Sobresaliente en Matématicas y un Notable en Fisica y Quimica, aunque declaro bajo juramente que nunca entendí ni entiendo por qué menos por menos es mas.

domingo, 8 de febrero de 2009

RELATOS QUE PUDIERON SER CIERTOS nº 5 - " EL CONTRATO"

Entre las paginas de un libro antiquisimo he encontrado un borrador de contrato sin fecha ni firmas, escrito en rojo, cuya tinta yo juraria que es sangre. Me ha llamado la atención además de por su antigüedad y la calidad de su papel ,de un material para mi desconocido, por la forma, el lexico, incluso el estilo tan actual con que está escrito y sobre todo, por su contenido, que por parecerme sumamente interesante quiero compartir con vosotros, convencido de que el ejemplar definitivo, el que cita un anexo de las normas de mantenimiento y que al dorso debe llevar las clausulas en letra pequeña a las que se alude, debió ser firmado no se donde ni cuando ni por quien o solo se debe a las lucubraciones de un pobre loco que en lo que a mi respecta no creo que fuera demasido desencaminado en lo que deberian ser las bases exigibles en cada vida.
Paso por tanto a trascribirlo para ver que opinais.


ESTO DICE EL CONTRATO:


La vida es efímera, un regalo de la naturaleza que hay que devolver, lo cobra la muerte que controla el plazo de la deuda y nada ni nadie puede alterar las condiciones de pago. Es un don que expira, que lleva fecha de caducidad y que además exige unas normas de mantenimiento que se adjuntan y anexan al presente contrato..
Cumplidas las normas de mantenimiento no se exigirá el pago por adelantado.
Si las normas de mantenimiento fueran trasgredidas por el deudor por desidia o mala fé, hasta el punto de que sus consecuencias fueran funestas, la anulación del contrato se consideraria unilateral e irreversible, reservandose el acreedor todos los derechos que le confiere el contrato y perdiendo el deudor la posibilidad de elevar cualquier recurso de reposición.
El disfrute de la vida lleva consigo la obligación de sufrir las consecuencia de los propios errores así como los de los demás, considerandose como una norma de mantenimiento el alejarse o protegerse de todo cuanto pueda afectar a su integridad.
Si la causa de la destrucción de la vida fuera debida a cualquier circunstancia ajena al usufructuario de la misma y se comprobase que ha acontecido a pesar de que este tomó todas las medidas que humanamente eran exigibles, no se le pedirá ninguna responsabilidad, pero de ningún modo podrá seguir disfrutandola a pesar de no haber expirado el plazo por el que se le concedió. Esto no exime de presentar el balance al que se hace referencia en el siguiente párrafo y que corresponderá al periodo de existencia vivida.
El disfrute de la vida exige, tras su finalización, la presentación de un balance cuyo HABER, acredite el buen uso que de se dío a la misma; en este caso, la parte acreedora asegura al deudor una cancelación de contrato sin traumas; por el contrario, si el resultado de su balance diera números rojos el usufructuario deudor pagará las consecuencias consiguientes que se anexan al dorso de este contrato, según el baremo establecido en las clausulas 27 y 28 de la letra pequeña.
Si el usufructuario de una vida se viese involucrado en la destrucción de la de otro, ya sea directa o indirectamente, tendrá que poner en el DEBE de su balance final, la parte proporcional que le pueda corresponder según su grado de responsabilidad, en cuanto al máximo de potencial que su victima pudiera haber anotado en su HABER desde la fecha de su deceso.
La parte acreedora se reserva el derecho de alterar la valoraración de las acciones de sus deudores a la hora de la recepción de sus respectivos balances, ya que la puntuación de cada acto que se valore o que se impute dependerá DEL COMO Y EL POR QUÉ SE REALIZARON así como las circunstancias que concurrieron, pudiendose aumentar o disminuir la valoración, sea positiva o negativa, tras el estudio de estos conceptos.
En cuanto a lo demás el deudor es libre de realizar cualquier acción que no afecte a su logevidad establecida o a la de sus prójimos, entendiendose como tal, además de las obvias, aquellas que puedan atentar contra los demás en cualquiera de sus derechos humanos, ya que estas trasgresiones, ya sea por ACCION O POR OMISION podrian influir negativamente en el desarrollo de acciones dignas de ser anotadas en el HABER de su balance final Y SIN DUDA MERMARIAN SUS POSIBILIDADES DE ACCION A PESAR DE QUE SU LONGEVIDAD QUEDASE INTACTA.
Fuera de estas normas exigibles, la parte acreedora dá plena libertad al usufructuario de la vida en cuanto al uso de la misma, dando como obvio que no serán valorables en el HABER del balance final y si posiblemente imputables al DEBE aquellas dádivas, donaciones o acciones de las que se puedan beneficiar terceros y que se realicen a cambio de mermar su dignidad, menospreciar su trabajo, o conseguir favores, a pesar de que con ello puedan estar contribuyendo a un mejor bienestar de los "beneficiados" o ultrajados según se entienda.
Y en prueba de conformidad a todo lo expuesto, firman las partes contratantes.

viernes, 6 de febrero de 2009

ESTE RELATO ES TOTALMENTE CIERTO

Acababa de conseguir el sueño de mi vida. No habia podido comprar toda la finca, demasiado extensa y fuera de mis posibilidades economicas, pero si el caserón y casi cuatro hectareas, que rodeandolo, formaban un cuadrado casi perfecto. Siempre habia ambicionado tener una casa muy grande que pudiese albergar a toda mi familia, incluso a las esposas y esposo de mis tres hijos y de mi hija, si algún día llegaban a casarse, y de los nietos, que pudieran llegar, que endulzarian mi vejez. Mis hijos, en aquel momento eran demasiado jovenes y ni siquera el mayor tenia novia, pero mis sueños volaban tan lejos del presente que ya me veia rodeado de todo un enjambre de nietos alborotando por doquier. Aún me quedaban muchos años para poder disfrutarla como lo imaginaba, pero ese era mi fín último. De no ser así, nunca la habria comprado, pero esa mala costumbre mia de obligar a Clotos y a Láquesis a hacer horas extraordinarias en su rueca para yo poder tirar sin dificultad del hilo de mi vida, con tal de alcanzar antes mis metas, me empujaba siempre a ir por delante de los acontecimientos, con el natural reproche de mi esposa, incluso de mis hijos, que cuando les mostré el caserón dijeron al unisono: "¿Aqui quieres que vengamos a pasar los veranos''?...Yo no me dejé impresionar por sus rostros de desgana, ni tampoco por los reproches de mi esposa que no se veia bajo el techo de aquella inmensa mole con paredes de piedra de casi un metro de espesor, en la que, en tono de broma y quizás para evitar la tensión, tendria que comprar un megáfono para llamarme; no sabiendo donde encontrame aunque le contestara si no lo hacia a través del mismo medio. Las risas que suscitaron esos comentarios desvanecieron la tensión dando pié para que, mi esposa, de nuevo, me sugiriese con palabras y mis hijos con sus ojos, que vendiese aquel mostruo que parecia un terrible dinosaurio enmedio de aquel inmenso latifundio, que además, por estar dedicado hasta entonces al cultivo de cereales, realmente, incluso para mí, resultaba demasiado desmantelado de vegetación. Ni le dije que sí ni que no, pero por lo perplejo que habia quedado al no ver en ellos el mas mínimo signo de emoción ante lo que a mi me fascinaba, quizás pensó que me habia convencido y ni ella ni yo hablamos mas del asunto.


Aquella noche no pude dormir, por una parte, yo habia comprado aquel caseron para transformarlo en la mansión de mis sueños y disfrutarla con mi familia, pero, a ella, no parecia complacerle en absoluto; nuestros criterios eran completamente antagonicos y mis esperanzas de mantener el lazo familiar en el futuro, teniendo espacio suficiente para estar todos los matrimonios juntos, ellos con sus hijos y yo con ellos y mis nietos poco a poco se difuminaba, viendo como se alejaba una formidable ocasión como esta. De pronto pensé que el motivo de su desagrado se debia a que ellos no habian visto en ese caserón la mansión que yo pretendía. No habian visto en aquellas dependencias oscuras la luz que yo ya veia a través de los grandes ventanales que iba a abrir; no habian imaginado la inmensa sala de juegos que podria albergar aquel pajar destartalado, ni tampoco habian pensado en la belleza de esos techos de vigas de madera centenaria que barnizados y bien pintados serian la envidia de cualquiera que los viese; habian pasado por la amplisima entrada sin darse cuenta de que, bajo su polvo y suciedad, de no se cuantos años, el suelo era una verdadera filigrana, enlosado de piedra encajada al milímetro, ni tampoco se habian percatado de que el suelo de la preciosisima escalera que subia a la primera planta era de ladrillos cocidos formando una verdadera filigrana de figuras y colores que con un poco de limpieza quedarian resplandecientes. No habian observado que los marpinlanes de madera de cada escalón, como el pasamanos de la escalera,de maderas nobles, estaban en perfectas condiciones, solo algo desgastados por el uso a lo largo de los años, pero dispuestos a mantenerse firmes trescientos años más, ni apreciaron el forjado de la barandilla, con sus hierros entrelazados como caminos tortuosos que en tramos se unian para de inmediato separarse, formaban encrucijadas en cuyo centro surgia un roseton, cuyo bajo relieve mostraba una estampa diferente, en cada uno de ellos, representando en tamaño suficiente para poder apreciarlas a simple vista, escenas de caza dignas del mejor orfebre. Después de haber visto las caras de desencanto de mi esposa e hijos, no podia pensar que hubiesen apreciado tampoco, las amplisimas dimensiones del salón, que aunque oscuro, tenia un potencial de luz capaz de herir la vista si se abrian los cinco ventanales ubicados al medio dia, que yo, ya algo decepcionado, ni intenté abrir ante su desden, limitandose a observar tanto el salón como la cocina sin siquiera atravesar el quicio de su puerta.


Todas estas consideraciones me esperanzaron, quedando convencido de que cuando los volviese a llevar, la casa seria una belleza y los alrrededores un vergel. Habria una hermosa piscina rodeada de cesped y una inmensa marquesina de cinco metros de ancho a lo largo de sus dieciseis metros de fachada, cuyo techo, seria una formidable terraza que comunicaria con el salón de la primera planta, identico al de la planta baja, con sus cinco esplendidos ventanales, uno de ellos transformado en puerta de acceso . Estarian sustituidas sus desvencijadas puertas por otras, de madera maciza con cuarterones labrados en consonancia al conjunto y los suelos de ambos salones y de sus siete amplios dormitorios se vestirian con las mejores losetas de cerámica. El jardín situado en el angulo derecho de la casa, cuyas aristas eran los diez metros de fondo de la misma con los siete metros del almacen adosado al muro de su patio interior, mantendria la altisima palmera que lo adornaba así como los tres pinos de su frente junto a la marquesina y el resto quedaria plantado de rosales. Parece que mi pensamiento iba en consonancia con mi acción porque cuando quise darme cuenta, aquel caseron estaba hecho un primor. Además de las mejoras descritas, habia arreglado la fachada y las paredes exteriores y las habia pintado de un verde primavera con cenefas en blanco en las ventanas y en los vertices, que le daban un aspecto alegre y juvenil. En los baños y en la cocina solo faltaba instalar la griferia y los accesorios; en las puertas, las cerraduras y en los techos las lámparas. Los muebles que ya habia comprado estaban ordenados y apilados ocupando casi todo el salón y mi impaciencia por tenerlo todo acabado y poder mostralo a mi familia estaba a flor de piel. Al día siguiente quedaria todo acabado y ordenado y la sorpresa que les iba a dar seria total, ya que nadie mas que yo sabia lo que se habia hecho en esa casa. Madrugué mas que nunca; cuando llegué no habia acudido todavía ningún obrero. Me dirijí a la puerta y la encontré abierta de par en par y al entrar... desolación. Las puertas de cuarterones estaban destrozadas, las herramientas contundentes de los obreros habian sido el instrumento de aquel vandalismo. Todos los cristales, todos, en ambos pisos estaban rotos, los ventanales reventados, la tina golpeada con un pico, llena de agujeros, el frigorifico igual, las lamparas hechas una ruina y los muebles destrozados por las reiteradas descargas de una escopeta de gran calibre con los cañones recortados, lo que se apreciaba por el gran agujero producido a la entrada de los proyectiles y el inmenso boquete a su salida. No quedó un mueble sano. La escayola que habia puesto en los cuartos de baño estaba golpeada y rota por los propios puntales que habiamos utilizado para instalarla y los azulejos rotos o desportillados. Hecho el inmenso balance de daños lloré amargamente como un niño, no por las pérdidas que pudiese haber tenido, sino por la desilusión, por mi impotencia, por no comprender el por qué de de tanto odio. Me senté en un escalón y con los ojos cerrados para no ver ante mis ojos tanta infamia no encontré otro alivio a mi desgracia que buscar la venganza. Despedí a los obreros, conforme iban llegando, dandome muestras de solidaridad y consternación ante aquel horror, pero ninguno pudo hallar una luz que nos condujera a descubrir al culpable o culpables de lo ocurrido.


Aquella noche, esperando que pudieran volver, mejor preparados, guiados por su maldad o por su codicia ya que todavía quedaban algunas cosas que tenian valor, me dirijí a la casa con una escopeta de caza de repetición; dejé el coche camuflado a varios kilometros y a pié en plena noche entré en la casa con sigilo y me instalé junto a un ventanal desvencijado del salón desde donde dominaba la puerta de entrada; me senté en un lisiado sillón, que nunca ya podria estrenar y con la escopeta sobre mis piernas esperé. Mi intención era acabar con aquel o aquellos canallas cuyo placer habia sido tan solo hacerme daño y los odié como a nadie he odiado jamás. Cerré los ojos y me adormecí. De pronto me dió la sensación de que un vehiculo a motor se acercaba, primero como un rumor lejano, despues mucho mas inmediato. Me incorporé y una descarga de adrenalina me recorrió todo el cuerpo. El ruido procedia de un tren que pasaba a varios kilometros pero que en el silencio de la noche se escuchaba con gran nitidez aunque en la distancia parecia mas bien un coche o una furgoneta. Volví a cerrar los ojos hasta que otro tren volvió a despabilar mi aturdimiento y fué entonces cuando me pregunté a mi mismo si llegado el momento seria capaz de disparar para matar a un hombre. Mi odio hacia que me aferrase a la idea , pero algo interior, mucho más fuerte, quizás mi conciencia o mi cobardía me empujaban a salir de aquella casa, haciendome ver que no seria capaz de hacerlo y que incluso, ante mi indecisión, podia ser víctima de ellos con mi propia arma y sin mas preambulos me dirijí de nuevo a mi coche y llegué a mi casa al amanecer.

No me fué muy dificil desprenderme de la finca. La cambié, tras abonar en metálico seiscientas mil pesetas, por un precioso piso a estrenar, grande y céntrico que fué del agrado de toda la familia; que nunca supo, ni de lo que hice ni de lo que perdí en aquella casona de mis sueños, que aún recreo en mi recuerdo con toda la expléndidez de aquel último día de ilusión.

lunes, 2 de febrero de 2009

RELATOS QUE PUDIERON SER CIERTOS nº 4 - "EL PARAISO PERDIDO"

En los tiempos de Maria Castaña, un humilde labriego que habia servido toda su vida, con lealtad fuera de lo común a su amo, recibió de este, como premio, unos predios baldíos linderos a una de sus inmensas fincas. No era muy grande su extensión, pero mas que suficiente para el y su familia si con la bendición de Dios podian ponerlos en cultivo. El dinero que habia podido ahorrar en tantisimos años, trabajando prácticamente por la comida, procedia de las monedas de plata que cada año, en el día de su cumpleaños, el amo repartia entra sus colonos y que el habia ido guardando, una a una, año a año, hasta disponer de una bonita cantidad. Como a pesar de todavia no ser viejo, no podia competir con los jovenes y su labor, según el amo, ya no era lo suficientemente provechosa, éste, le dió libertad para poder marcharse y como esta libertad, por tradición, no era mas que un amable despido, recogió sus cosas y con su familia se trasladó a las tierras recibidas, triste pero esperanzado ante la nueva vida que tenia que afontar, en la que no tenia que cumplir más órdenes que las que le dictase su conciencia. No se habia casado hasta muy pasados los treinta y su esposa le iba a la zaga en la edad pero estaba menos envejecida; sus dos hijos, una hembra y un macho, ambos mozos, ya estaban en el segundo quinquenio para los veinte. Quiso quedarse el amo con las crias pero ni ellos ni los padres accedieron porque, como habian acordado, ya habia sacado buen producto de toda la familia y si en algo tenian que esforzarse en lo sucesivo debia ser en su propio provecho. El amo, dejó partir al mozo con indiferencia y con algo de desasosiego a la joven que en alguna ocasión habia pasado por su seso en las noches de insomnio con alguna que otra apetencia concupiscente, pero como ýa era casi anciano y esos ardores, mas que reales, eran puras lucubraciones transigió ante la contundente negativa de la moza y del resto de la familia.
Lo primero que hicieron, fué conseguir abastecimiento de víveres y herramientas, así como un arado y una acémila que de haber sido caballo bien podria compararse con Rocinante. Ya en sus tierras elegieron el lugar idoneo para levantar una barraca de troncos y barro, materiales que estaban a su mano gracias a los árboles que habia por allí desparramados y a una ciénaga situada al final de sus lindes, en la que por fortuna abundaban gran cantidad de peces que servirian para, junto a las provisiones que habian comprado, matar el hambre por una larga temporada. Como el tiempo iba en su contra y tenian que asegurarse el sustento, los hombres se limitaron a abrir las zanjas y levantar los pilares de la cabaña, teniendo que terminar el resto del trabajo las mujeres, para ellos poder limpiar y cabar un pequeño huerto donde en principio sembrarian las hortalizas que fueran mas rápidas en su desarrollo, imprescindibles para su subsistencia, y despues desmarañar una gran zona en la que sembrarian los cereales ya que la estación era propicia. Con báldes, desde la cienaga, podian acarrear el agua para el riego del huerto, tarea muy penosa pero asequible. Otra cosa seria poder regar los cereales si las lluvias no llegaban a tiempo, cosa que les inquietaba y como para su consumo el agua de la charca tampoco era muy recomendable, terminada la siembra dieron prioridad a cabar un pozo; tarea que podia serles infructuosa si la mano de Dios no les guiaba al lugar idoneo donde debian excavar. Como la vida a veces sonrie tambien a los humildes, no a mucha profundidad, empezaron a sentirse las primeras muestras de que habian acertado en el punto elegido y pocos metros mas abajo surgió el agua que subió hasta llegar a los cuatro metros de los nueve que habian profundizado, siendo buena la calidad del agua y su frescura un regalo adicional.
Ese día abandonaron las labores y se dedicaron a mojarse mutuamente con los báldes que tenian a mano; sus risas, desacostumbradas, parecian mas bien sollozos y solo se distinguian de ellos por la luz que irradiaban sus ojos esplendorosos de tanta felicidad. Ya cansados y jadeantes se sentaron en el suelo. Casi en corro, comentaron las cosas que esa agua les iba a permitir tras construir una noria y casi al unísono, dandose cuenta de su suerte, dieron las gracias a Dios por haberlos bendecido.
Con los años esas tierras báldias se transformaron en un vergel. Las aves que antes solo cruzaban de paso empezaron a anidar en las ramas de los arboles que se multiplicaron; la cienaga, limpia de la maraña de juncos y de hierbas se adornó de margaritas, lirios, jacintos, rosas, calendulas y otras especies que se plantaron, transformandose en un precioso estanque al que llegaban a beber toda clase de animales silvestres, que ante tanto verdor y belleza acudian por doquier y aunque lo hacian con recelo, sin acercarse nunca a la casa ni a los prados, si`podian contemplarse alrrededor de los lindes, dando una nota de mayor belleza en el entorno. La vida sonreia a la familia que vivia en armonia con la naturaleza como si todo fuera un sueño. Cuando la siega, acercaban hasta el estanque la paja de los cereales una vez obtenido su grano y observaban a cierta distancia como comian los hervivoros, llenos de curiosidad y admiración. Poco a poco se fueron reduciendo las distancias, llegando a casi poder acariciarlos. ¿Que mas podia pedirse a la vida?.
Una noche, como si todos se hubieran puesto de acuerdo, los ciervos, las gacelas, los jabalies, los conejos y todos los hervivoros del contorno, no sintiendo ya ninguna inquietud, ante la bondad de aquellos humanos, acudieron a los campos y con una avidez sin límite asolaron la huerta, diezmaron y pisotearon los sembrados y convirtieron el jardín en un erial.
Al amanecer, cuando la familia se levantó, todo su esfuerzo se habia desvanecido; los animales que antes temerosos solo se acercaban hasta las lindes y que ellos contemplaban con tanto amor y complacencia se habian transformado en sus enemigos. A marchas forzadas trataron de volver a sembrar, como último recurso de supervivencia, pero las aves que antes solo se posaban en las orillas del estanque para beber o se repartian por los árboles para anidar y a las que tanto habian admirado y protegido poniendo grano en las inmediaciones de sus nidos, ahora se comian las semillas casi al mismo tiempo que ellos las sembraban y sus intentos para apartarlas se hacian inutiles ante la querencia de aquellas aves que se habian viciado a ese alimento facil, creyendo quizás lo extendian en la tierra para que ellas fueran comiendolo.
Las incursiones nocturnas siguieron perpetrandose a pasar de la vigilancia. Los animales evitaban la presencia humana y entraban por los lugares que no estaban al alcance de la vista de los vigilantes que a veces se sorprendian cuando tras mirar a un lado y otro infinidad de veces hasta donde su vista les alcanzaba en la oscuridad de la noche, terminaban percatandose de que habian sido burlados y los animales deambulaban por el centro de la finca como si caminasen por sus fueros. El agotamiento, tras tantas noches sin dormir, no pudiendo descansar tampoco por el día porque entonces eran la aves las que les perjudicaban, llegó al colapso, no quedando mas remedio que poner trampas, envenenar las aguas del estanque y emplear sus últimos recursos en comprar armas de fuego para poder defenderse de todos los que habian endulzado su vida, tiempo antes, con su sola presencia.
QUE CADA CUAL ELIJA LA MORALEJA.