miércoles, 29 de octubre de 2008

NADA DE INTERES


Desde mi llegada a Colombia, con los años y por mi afición, un poco desmedida, mi hermosisima libreria colmó sus estantes hasta verme obligado a instalar otro mueble similar en mi estudio para poder albergar los casi mil libros que apilados por doquier no encontraban su adecuado alojamiento. Actualmente entre las dos librerias tengo aproximadamente dos mil libros y aunque me quedan algunos huecos en los anaqueles creo que me vá a costar llenarlos debido a un suceso que me produjo un pequeño trauma sicologico. Pero antes de comentar este asunto os explicaré cual es el motivo que me ha empujado a acaparar con avaricia tal cantidad de volumenes.


Desde muy pequeño gran parte de mis ahorros los apliqué a la compra de libros. Los queria, los acariciaba y me encantaba su olor. En unas fiestas de Navidad gasté todos mis aguinaldos para comprar "Las Inquietudes de Santhi Andia" de Pio Baroja. Era un afán impropio de un niño, pero a mi me producia un inmenso placer abrir los paquetes que recibia de la Editorial Fontana que periodicamente me enviaba sus Catálogos de libros de resto de editorial que ofrecia a bajisimos precios incluso para mi economia. Mis pedidos no solian sobrepasar las cien pesetas, pero con ellas podia recibir de seis a siete libros completamente nuevos y que actualmente podrian tener mucho valor para coleccionistas . Recuerdo como un ejemplo "La Biografia de la Epoca" toda la historia de aquella trascendental revista que ya habia desaparecido muchos años antes de que yo naciera y de cuya biografia no creo que existan muchos ejemplares. Tambien recuerdo "El General Martinez Campos" libro en el que se describia de forma desgarradora la perdida de Cuba ; Mein Kanf de Hitler, así como su Testamento que seria muy interesante que muchos leyeran para que al menos no jusgaran tan a la ligera a este personaje "paradigma de todas las maldades " pero por qué no tambien quizás Cabeza de Turco de las veleidades de los vencedores, o ambas cosas a la vez. La mayor parte de estos libros pasaron a mi hermano como mi regalo de boda; no tenia nada de mas valor que ofrecerle. Yo tendria por entonces catorce o quince años. Los que me conocen saben que esa afición no decayó habiendo llenado hermosas librerias en la mayor parte de las casas que he tenido, pero aquí en mi etapa americana que es el periodo que estoy relatando, en mi afán de atesorar libros, no solo buscaba roderame de todas las formas del saber con la pretensión de aprender, sino tambien con la intención de aportar. Parece presuntuoso lo que digo, pero sigo creyendo que tengo muchas cosas que decir y hay muchas cosas que rectificar y en la medida que esté a mi alcance seguiré con mis antiguas y nuevas teorias procurando que no mueran conmigo. No quiero referirme exclusivamente a la ciencia en todas sus expresiones, sino tambien al Arte, por lo que aprovecho para manifestar mi humilde opinión sobre la Literatura Universal, que creo que es, de las artes, la que mas me apasiona y de la que me juzgo un crítico muy exigente y en absoluto convencionalista. Muy a menudo me he sentido decepcionado ante las obras consideradas maestras de los grandes monstruos y sigo estandolo. Es por ello por lo que además de acaparar cuanto de ellos ha llegado a mi poder, esperando encontrar el modelo de lo que yo considero una obra maestra no he descuidado nutrirme de infinidad de obras de autores sin importarme su palmarés, buscando en ellos lo que en los otros no encontraba y a veces me ha sido muy grato hallar entre las medianias y en desconocidos "gracias a la critica y a la falta de demanda de su producción" valores que como mínimo podrian estar a la altura de los consagrados, si no en cantidad si por lo menos en calidad, sin que esta manifestación pretenda sobrevalorar a esos desconocidos sino mas bien poner en su lugar a los encumbrados. En pocas palabras, no quiero desmerecer ninguna obra maestra pero si ponerlas al nivel de mi juicio que siempre ha esperado algo mas de ellas.


Y volviendo al pequeño accidente del que hablé, fué que trás estar muchas horas leyendo me quedé adormecido con las primeras luces de la alborada. Se sentia una agradable brisa tras una noche de calma chica tropical. Habia perdido totalmente la conciencia de cuanto me rodeaba y sentia la paz que bien quisiera en el momento de mi muerte, ese duerme vela en el que estás ausente de todo pero que sientes inmensamente tu existencia. Poco a poco el libro que habia estado leyendo se fué escapando de mis manos y aunque yo lo sentia resbalar no me importaba lo mas mínimo. Al caer golpeó mis pies como si una inmensa mole se hubiese desplomado sobre mi. Abrí los ojos sin saber quien era ni lo que era ni si quiera el sitio en que me encontraba, mientras una grandisima mariposa, negrisima, del tamaño de mi mano reboloteaba a mi alrrededor tratando de posarse en mi cabeza. Quien en aquel momento despertó era un amnesico total que sentia una indecible angustia y un miedo atróz a descubrir su realidad intuyendo en las embestidas de esa mariposa un terrible presagio. Ya repuesto pero todavia alucinado por esa sensación indescriptible comprendí que mi alma habia estado ausente en algún viaje astral dandome la oportunidad de comprobar lo desamparado que estaba sin ella. LA MARIPOSA ESTUVO EN LA CASA DURANTE TODO EL DIA. Recobrada la consciencia escribí una poesia que me salió como dictada y que no he querido modificar en lo mas mínimo a pesar de su falta de calidad e intrascendencia, pero que ha sido la causa de que ma haya inhibido en mi afan por comprar mas libros, dice así:





Vencido por el sueño en la alborada


Cuando cerraba mis ojos el cansancio


La mariposa de la muerte me acechaba


Y me arrancó el libro de mis manos.


¿Que libro pudo ser? Uno de tantos


De los dos mil que para mi recreo


He comprado en mis últimos tres años


Y la verdad a comprender no alcanzo


Por qué compre tantisimo al librero


Si no estoy para leer tal como veo


Y aún leyendo por diez no leeria tanto.





Ahora cuando cojo un libro, si a lo largo del primer capítulo no me dice nada lo aparto. Si logra interesarme en cierto modo lo leo hasta que me decepciona. El algunos, llego hasta el final generalmente sin pena ni gloria. Pero si tengo la suerte de que me emocione y veo que hay en el, algo que vale la pena aplazo su lectura para poder saborearlo en su momento, de forma que ya tengo algunos a los que acudo a releer poco a poco sin atreverme a seguir por miedo a que me defraude, releyendo muchas veces los capitulos o los párrafos que tienen garra.

No exijo mucho, me conformo con la grandeza de lo cotidiano, con lo que generalmente pasa al lector desapercibido, con lo que los críticos no encuentran y de lo que ni el propio personaje se percata aunque lo esté viviendo, pero que está ahí latente, esperando que alguien aprecie su carga de sentimiento, de decepción , de esperanza, de amor, de angustia de fracaso ante la incomprensión, de la lucha por la supervivencia sintiendose incapaz de traicinar las convicciones, de apego a una vida sin perspectivas o de depresión ante una decepción que puede empujarte a la muerte cuando nada te falta, todo aquello que se puede expresar haciendonos esbozar una sonrisa mientras sentimos que una lagrima se nos escapa.

No hay duda de que la escena representada será vista a través de un prisma y que cada lector ocupará un vertice diferente según su estado de animo o su propia experiencia pero la realidad, los hechos concretos ahí estarán por siempre escritos a la espera de ser decubiertos.

Traigo el ejemplo de "Aventuras, Inventos y Mistificaciones de Silvestre Paradox" de Pio Baroja, capitulos XIX y XX.

Sin entrar a comentar su estilo, ni la forma de plantear los hechos, trás una infinidad de fracasos que lo han llevado a la mas angustiosa de las miserias, un hombre de bien que en otros tiempos ha sido respetado, ya muy cargado de años se vé encerrado en su cuarto por los acreedores, que creyendo que tiene dinero no lo dejan salir si no paga sus deudas. Es Nochebuena y está hambriento. Su unica posibilidad es escapar a través de un traga luz pero está demasiado alto. Sus intentos para escapar a una libertad en la que solo le espera la miseria y posiblemente la carcel parecen inutiles. Tiene la suerte de estar acompañado en su encierro por un unico fiel amigo que está en su misma situación y que ha compartido su miseria y las últimas pesetas recibidas por los objetos que aún tenian algún valor y que ya habian empeñado mucho antes, están humillados en su amor propio y su dignidad está tan resquebrajada que no dudarian mendigar un pedazo de pan si pudieran, planteandose si lograran escapar donde podrian acudir para que les dieran algo de comer.
Trás las peripecias por conseguir el logro heroico de su fuga y ante la presencia de un mundo del que ya nada pueden esperar solo una luz endulza su amargura, la ilusión de conseguir veintiseis pesetas para poder sacar un billete de tren y dirigirse al pueblo donde nació. Es una nueva e insolita ilusión, volver al pueblo que abandonó porque alli no podia encontrar lo que buscaba, para volver al mismo lugar cincuenta años despues como refugio a su última esperanza.

domingo, 5 de octubre de 2008

REGALO DE NAVIDAD


Cuando la empresa Sufeco, S.A., (Sucesores Fernando Corral), promotora y constructora de la Colonia Corral y de los Apartamentos Valencia, de los que yo era Administrador, decidió marcharse de Benidorm, para realizar dos proyectos de gran envergadura en las ciudades de Sevilla y Huelva, concretamente los dos Parques Alcosa, (Alfredo Corral, S.A.), con mas de diez mil viviendas en cada uno de ellos, tanto los cuatro o cinco solares de los que disponiamos, como el stock de materiales de construcción que habia concentrados en uno de ellos, fueron vendidos a una empresa llamada Promotores Reunidos, S.A.

Como no consideraba interesante para mi , desplazarme tan lejos de mi entorno y el Director Gerente de Promotores Reunidos propuso contratarme, no lo pensé dos veces y me quedé con el, obteniendo además una importante mejora de sueldo. Mi Jefe cuyo nombre no voy a citar por cuestiones que algún día comentaré, fué para mi y sigue pareciendomelo una de las mejores personas con las que he tratado en mi vida y como muy buen empresario que era no perdió tiempo y comenzó las escavaciones de lo que iban a ser la Primera, Segunda y Tercera Fases de los Edificios Navasa, cuyo emplazamiento estaba en un solar tambien lindero a la carretera de circunvalación, frente a Los Apartamentos Valencia Bloques I y II. Entre el gigantesco socavón y la carretera se levanto un grandisimo letrero en el que se anunciaba la promoción de las viviendas que se iban a construir y la inmobiliaria de cuya venta se iba a encargar, siendo la Inmobiliaria Luis Polanco, sita en la Avenida de los Almendros la que se hizo cargo de la Exclusiva de Venta.

Se terminó la excavación sin que nadie pasase por la Agencia Inmobiliaria a interesarse por algún aspecto de la obra y mi Jefe todas las semanas se desplazaba a Benidorm, desde Madrid, con la esperanza de que hubiese cuajado alguna venta. El caso es que era un verdadero chollo, las viviendas normalitas se vendia a 499.400,- ptas. con una entrada de 50.000,-, 96 letras de 3.900,- y 75.000,- ptas. a la entrega de llaves. Digo que era un chollo porque además de tener un precio muy asequible, en relación a otras promotoras, la cantidad de amortización mensual 3.900,-ptas. era quizás mas baja que un alquiler. Esto me hacia pensar que la agencia no estaba empleandose a fondo y como me dolia ver la decepción de mi Jefe cada vez que llegaba, rescaté de entre mis papeles viejos una agenda en la que habia ido anotando como Administrador de Sufeco, S.A. los nombres y domicilios de las personas que se habian interesado por negociar la compra de una vivienda a través de nosotros si algún día decidiamos volver a construir y me planteé un programa de ventas. Lo primero fué comentar la idea a mi Jefe que la aceptó con gran beneplácito dada la inoperancia de la Inmobiliaria y a su lógica necesidaz de liquidez. Advertido de que si llamaba por telefono podria no encontrarme en la oficina ya que mis gestiones eran de calle organicé mi fichero y comencé mi labor, con un éxito tal que cuando regresó a la siguiente semana tenia sobre la mesa tres contratos de compra con sus correspondientes letras de cambio aceptadas. ¡Que entusiasmo aprecié en su gesto y con que alegria nos dirigimos a la Agencia para dar la noticia!. D. Luis Polanco noté que se sintió algo humillado pero componiendo el gesto me dijo: Sr. Cabrera, digame que comisión le tengo que pasar por cada venta que Vd. realice. Yo no quise aceptar nada en absoluto por mi condición de empleado de la Promotora, pero me insistió manifestando que a el le quedaban quince mil pesetas por cada venta y no era justo que no participase de ese beneficio en las ventas que yo realizara por lo que dió instrucciones para que en el gráfico de ventas se reflejase la C, inicial de mi apellido, para controlar mis logros y de esa forma asignarme periodicamente la parte de mi comisión que me correspondiese y que según el iba a ser importante. Paralelamente a las ventas que fuí realizando observé que algunas personas no compraban porque no disponian de las cincuenta mil pesetas de la entrada y sin embargo podian pagar una cantidad mas elevada de amortización por lo que propuse a mi Jefe financiar de forma paralela tanto la entrada como las 75.000,- ptas que tenian que pagar a la entraga de llaves, lo que mejoraba nuestros ingresos por papel negociable y los compradores no sentian sobre sí esa Espada de Damocles que suponia tener que afrontar de una vez esos desembolsos. Dicho y hecho. Todos los que se habian quedado dudosos en la compra la acptaron inmediatamente bajo estas nuevas condiciones y mis visitas a la Agencia eran diarias con dos, tres incluso hasta cinco compradores. Pasadas unas semanas los gráficos de la Agencia albergaban tantas Ces que pasaban casi desapercibidas las casillas cuyas ventas habian sido realizadas directamente por la inmobiliaria. Como estabamos acercandonos a la Navidad y el Sr. Polanco no respiraba le comenté que queria hacerle un buen regalo a mi esposa pero que no me atrevia hasta saber que cantidad se me iba a liquidar; muy sonriente y con un cinismo tan solo comparable a los politicos que yo se y me callo por no lastimar susceptibilidades, me contestó que no me preocupase que iba a recibir un muy buen regalo.
El día 22 de Diciembre, estaba comiendo cuando llegó a mi casa el ordenanza de la Agencia con un paquete casi tan grande como el. Le dije que se esperara para darle una propina y abrí la tremenda caja en la que encontré barras de turrón de todos los sabores, tortas imperiales , una botella de wiski y dos de champañ, frutas en dulce a mansalva y no se cuantas cosas mas, pero el sobre que esperaba no apareció por ninguna parte. Le pregunte al ordenanza si no le habia dado nada mas para mi y movio negativamente la cabeza. Saqué una pera en dulce para dejarmela como postre, volví a cerrar la caja y tomando una cuartilla le escribí:

Miré todos los rincones
mas no encontrando el talón
ahí te devuelvo el turrón
metetelo en los cojones.

Este fué el final de una hermosa amistad. A partir de ese momento me retiró el saludo y fuí considerado persona non grata en esa oficina, teniendo por desgracia que acudir a ella a mi pesar por razones de fidelidad a mi empresa. Y lo mas triste es que siempre fué él el que me prometió lo que yo nunca le pedí, por lo que en realidad se traiciono a si mismo y de paso recibí una lección que vale mucho mas que el dinero que pudiera darme.

sábado, 4 de octubre de 2008

UN VIAJE INOLVIDABLE - TERCERA Y ULTIMA PARTE


El sueco aún hizo algo más por nosotros. Nos sacó de París y nos dejó en la salida a Evry, la más adecuada para nuestro viaje de regreso. Esto se dice muy pronto pero para salir de París y llegar a la carretera tardamos mas de dos horas.

De Evry a Lyón las etapas fueron mas bien cortas. El trayecto mas largo lo hicimos a bordo de un flamante Peugeot 404 recien estrenado en el que viajaban padre e hijo y en el que por primera vez en mi vida vi marcar en el cuenta kilometros velocidades por encima de los 150 km.

Una vez pasados Valance y Orange llegamos a Nimes, allí nos informaron que para ir a Marsella debiamos habernos desviado desde Orange hacia Avignon, pero aún pudimos rectificar por Arlés aunque a costa de hacer algunos kilometros mas. Llegamos a Marsella ya de noche y nos apeamos en el mismisimo Puerto. Como teniamos que preparar la cena buscamos un rincón apartado del transito, que estuviese protegido de la brisa, para que no se nos apagase el hornillo de alcohol y encontramos un recodo en forma de L, cuyo rabo mas largo, en paralelo al mar, se perdia en una oscuridad burlada por la hermosa luna llena que rielaba su resplandor sobre las aguas y nos permitia ver con la colaboración de los destellos de nuestro hornillo no solo nuestros rostros sino tambien las cosas que precisabamos para hacer la cena.

Me dejó Antonio preparando la cena y se fué a explorar aquel malecón que mejor cuidado podia haber sido un precioso paseo junto al mar. Estaban ya casi fritas las patatas cuando llegó con cierto apuro seguido de cerca por dos elementos con no muy buena catadura. Les pregunté en francés que querian y me contestaron con gran desfachatez que solo querian

fuego. Yo por entonces me defendia bastante bien con el francés, aunque ahora lo tango casi olvidado. Les dí fuego y por la forma que arroparon mi mano entre las suyas confirmé mi sospecha de que eran maricones. Cuando vieron las bolsas de la tienda de campaña nos invitaron a pasar la noche en su casa y no pude evitar un escalofrio que me recorrió desde la nuca hasta el último hueso de la rabadilla y con mucha educación decliné la invitación alegando cantidad de estupideces.

Una vez se marcharon, estuvimos mas atentos a las entradas y salidas del malecón, llegando a la conclusión de que se trataba de un amplisimo rincón romántico frente al mar, punto de encuentro de maricas y degenerados por lo que debiamos salir de allí de inmediato si no queriamos correr riesgos irreparables. Cenamos, recogimos e iniciamos nuestro peregrinar por las calles y avenidas cercanas al Puerto que veiamos mas iluminadas, arrastrando casi nuestra impedimenta y con un cansancio tan patente que casi podiamos hablar con el. Oimos música al pasar por una Boit. Era un semisotano decorado de forma sicodelica con una clientela de aspecto superexistencialista y unas francesitas apetitosisimas . Nuestra entrada en aquel antro cargados con la maleta de Vidal, mi mochila y las dos bolsas de la Tienda de Campaña, sin contar con nuestro aspecto, que debia ser deplorable, inquietó a la concurrencia y vino a empeorarse la situación cuando el mozo comentó en la barra que solo habiamos pedido un poco de agua. Regresó el mozo acompañado por el dueño que muy amablemente nos invitó a que abandonasemos el local.

Ya era bastante tarde, los bares estaban cerrados, pero en uno de ellos no habian retirado las mesas de la terraza. ¡Que felicidad poder sentarnos comodamente sin tener que rehuir al camarero!. Aquella felicidad duró unos segundos, tras los cuales apareció un individuo que tenia a su cargo la vigilancia de aquella zona y que con cierta rudeza nos invitó a que siguiesemos nuestro camino. Al ver que eramos españoles se mostró mas complaciente y se sentó con nosotros confesandonos creo que con cierto orgullo que era exiliado por la Guerra Civil. Empezó las criticas con pequeñeces que mas valia ignorar, tal era el cansancio que arrastrabamos, pero poco a poco se fué poniendo mas incisivo, ofensivo y detestable, esgrimiendo mentiras que no pude ignorar. Traté de desmentir sus errores y le invité a que se diese una vuelta por España y comprobaria que estaba equivocado. Pero ante su fanática y reiterada insistencia en defender mentiras evidentes y ante los insultos a España que ofendian mi dignidad, enfervorizado por mi orgullo patrio le dije que era un perdedor, mentiroso y amargado. Vidal, antes de que reaccionara aquel energumeno ya habia recogido la mayor parte del equipo y me arrastraba a trompicones mientras el jodido exiliado miraba a un sitio y otro buscando cualquier objeto que nos pudiera lanzar y despotricaba blasfemias y toda clase de insultos. Comprendo que con la leche que han mamado, los descendientes de tipos como aquel sigan manteniendo ese odio enfermizo hacia la derecha

Salimos de Marsella en un camión de carga de gran tonelaje. El conductor al ver que nos dormiamos nos invitó a que pasasemos a la litera. No os podeis imaginar lo amplia y confortable que era y estaba climatizada. Nos despertó un poco antes de llegar a Narbonne ya que el se dirigia a Toulouse y se apartaba de nuestra ruta a Perpignan. Desde Narbonne hasta la campiña de Perpignan viajamos en una berlina Citroën 2 CV. cuyo conductor, un chaval jovencisimo, demostró que estaba mas loco que una cabra por la velocidad con que tomaba las curvas en las que girabamos con tan solo dos ruedas en el suelo mientras el se reia escandalosamente, pero hay que reconocerle que manejaba aquel coche con tal habilidad que siempre que he subido en uno de ellos, me he acordado de él. Nos apeamos a media tarde en un lugar muy apropiado para acampar. Era una inmensa llanura y junto a nosotros un unico pero frondosisimo Olmo que nos protegia del sol del atardecer. Aunque aún quedaban algunas horas de luz decidimos quedarnos a pernoctar allí porque nos parecia imposible encontrar otro lugar mas apropiado. Bajo el Olmo Vidal se puso a escribir y yo imaginaba la hermosisima casa que podria construirse en aquella llanura inmensa. De pronto Vidal se abofeteo en la mejilla, enseguida ota vez y después otra. A mi tambien me estaban molestando algunos mosquitos que revoloteaban por mi entorno, pero como si de una aparición se tratase, de momento, se levantó relativamente cerca de nosotros una nube negra que se nos acercaba formando unas figuras amorfas y tremulas del tamaño de un gran edificio de diez plantas, para que os hagais una idea, como si fuese un tornado pero igual de ancho por arriba que por debajo. Lo que mas intimidaba era el sonido, murmullo, zumbido, que emitia aquel monstruo para el que no puedo encontrar ninguna onomatopeya que le encaje Cuando quisimos reaccionar ya se podian contar por cientos los mosquitos que nos asediaban, no quedandonos mas remedio que sacar la tienda con la mayor rápidez, abrir la cremayera y meternos de cualquier forma como si de un saco se tratara. No pudimos, sin embargo, evitar el que con nosotros entrasen tambien gran número de mosquitos que gracias a Dios pudimos casi eliminar con mucha paciencia. Estando en estas labores quedamos en la mas absoluta oscuridad, la terrible nube nos habia engullido y el zumbido era tan agudo que dañaba nuestros timpanos mientras sentiamos nuestros cuerpos empujados y apretados por aquel gigantesco enjambre que nos envolvia. Esa noche no cenamos. la mochila y demás bartulos habian quedado fuera de la tienda que no era mas que una gran bolsa en la que estabamos envueltos como dos grandes pedazos de carne, sin atrevernos a abrir ni siquiera para que entrara un soplo de aire fresco ante el temor de que en un segundo pudieran invadirnos miles de mosquitos.

Al día siguiente Antonio estaba hecho un pan de ronchas mientras yo no tenia ni una. ¿Alguien me lo puede explicar?. A pesar de no haber cenado salimos de allí tambien sin desayunar. El susto del día anterior nos empujaba a salir lo antes posible. La suerte nos acompañó y en un par de horas llegamos a Le Boulou. Estabamos desmayados, eran ya casi 24 horas sin comer y al entrar en la Boulangerie yo llevaba la bota de vino en bandolera y noté que el dueño del establecimiento le habia echado el ojo. No habiamos hecho inventario-balance pero suponia que iriamos justisimos para llegar a España sin pasar hambre, así que me dejé querer del dueño e incluso para incentivarlo bebí un trago empinando el codo lo mas alto que pude para que el vino se viese caer desde alto. Hizo efecto la estratagema y de inmediato me pidió que le vendiera la bota. Conseguí mucho mas de lo que me habia costado, además de llevarnos gratis la compra del día y dos bocadillos muy bien surtidos que nos comimos allí mismo, regando nuestro almuerzo con los últimos tragos que dimos de aquella bota de vino que, con tanto acierto, me equipó mi madre y que tan buenos servicios nos prestó.

De Le Boulou pasamos a la Junquera por donde atravesamos la Frontera de regreso a España y ya a la altura de Tarragona nos permitimos el lujo de desviarnos para bañarnos en el Mare Nostrum, en las playas de Salou y Cambrils. Nuestra última etapa de Auto Stop nos llevó a Valencia donde Vidal me sorprendió, demostando lo buen administrador que habia sido, dandonos el lujo de comer en un restaurante y sacar los boletos de regreso a Elda en Autobús, dejando como colofón final la entraga de 150 ptas. equivalentes al 50% de las trescientas Ptas. que aún nos habian sobrado de aquel viaje en el que dimos la vuelta a Francia en 4o días con un presupuesto entre ambos de 1.900 ptas. que nos permitió comer en restaurante, viajar en autobús y repartirnos aún 300 ptas. cuando regresamos. A partir de ese viaje nuestras vidas dieron un giro de 180 grados pero siempre nos quedó abierta esa puerta por la que curiosamente ambos hemos vuelto a pasar mas de una vez en busca de nuestro destino.



FIN DE UN VIAJE INOLVIDABLE

viernes, 3 de octubre de 2008

UN VIAJE INOLVIDABLE - SEGUNDA PARTE



En mi cuarto día de soledad decidí dar una muy rápida escapada a Irún para comprar algunas cosas imprescindibles, pero, sobretodo recabar, via telefonica, cualquier información sobre Antonio. Mi desesperación ya estaba al límite.
Al ir a cruzar un paso de cebras, al otro lado de la calle, ví a Antonio que me observaba sonriente.
Cuando se puso la luz verde corrimos y nos abrazamos como en la mas tierna de las escenas de amor. ¿Serán maricas? imagino ahora que pensarian los que nos vieron.
Vidal habia terminado el recorrido de su viaje pero solo le quedaban setecientas pesetas. Podia mandar un telegrama a su padre para que le enviase un giro postal, pero esto podia retrasar como mínimo tres o cuatro días nuestra salida, por lo que decidimos aventurarnos con lo que disponiamos y trás facturar a portes debidos todas las maletas salvo la de sus objetos personales, recogimos la tienda y nos dispusimos a atravesar la Frontera a pie ya que estaba a doscientos metros del que habia sido mi campamento. Como mejor administrador delegué en Antonio la caja y la intendencia diaria que escatimó con unos resultados impresionantes como ya vereis.
Habia en nosotros un reto que estaba por encima de otras consideraciones. " Queriamos dar la vuelta a Francia aunque tuvieramos que renunciar a saborear paso a paso nuestro recorrido por ciudades y parajes que en verdad merecian la pena. Habia que tener en cuenta que Francia era muy grande y nuestras reservas muy pequeñas.
Llegamos a San Juan de Luz teniendo la suerte de ser recogidos casi de inmediato por unos recien casados que se dirigian a Burdeos y que regresaban de Pamplona donde habian disfrutado de las Fiestas de San Fermín en su viaje de luna de miel. ¡Que bien lo habian pasado y que agradecidos estaban por la acogida que les habia dado el pueblo navarro! Se veia en la forma en que querian corresponder a nuestros compatriotas pamplonicas revertiendo en nosotros todo el agradecimiento que sentian. Nos abrieron las puertas de su casa, nos invitaron a cenar y tambien alli pernoctamos, lo que para nosotros , en nuestras circunstancias supuso un verdadero lujo.
Al querer colaborar mi amigo Vidal cerrando las puertas del garage se aplastó un dedo y su grito de dolor fué el enunciado de los terribles días que pasó y me hizo pasar por el insoportable mal genio que su malestar le provocaba. Yo lo comprendia, pero llegó un momento en que no pude sufrirlo mas y lo abandoné, era la mejor decisión si no queria cometer un crimen, pero cuando mas convencido estaba de que mi actitud era la acertada me acordé que era él el depositario de todo nustro dinero, por lo que tuve que comerme todo mi orgullo y volver.¡Cuanto comprendí en ese momento a las mujeres que aguantan a sus maridos insoportables por el mismo motivo que a mi me movia.
El matrimonio de Burdeos fue genial, no solo nos hizo pasar una velada magnifica sino que además, al día siguiente nos preparó unos bocatas y nos llevó en el coche hasta las afueras para que reemprendiesemos el viaje.
Nos recogió un representante de vinos cuyo coche estaba hasta los topes de botellas y marrajas, teniendo que hacernos un huequecito para que pudieramos apoyar media nalga sobre alguno de los bultos y se empeñó en que entrasemos con el a todas las tiendas, estaderos, bares y chiringuitos que iba visitando y por cierto se fué alejando de la via principal metiendose por puebluchos y aldeas. Pero como en cada visita, para hacer boca , sacaban queso y entremeses con que acompañar el vino, nosotros nos poniamos las botas a pesar de las risas de nuestros anfitriones que comprendian nuestro desmayo y en francés hacian chistes de nuestro voraz apetito. Que lástima tener que abandonar a aquel hombre tan agradable y generoso. Nos regalo un par de botellas y nos despedimos, aunque nos dejó en un sitio que no habia mucho transito. En lo que quedaba de luz practicamente no tuvimos oportunidad; los poquisimos coches que circulaban iban a las aldeas que habian a diez kilometros a la redonda. Plantamos la tienda y preparé la cena. Solia hacer alguna sopa de fideos o de huevo y despues un baso de leche y unos trozos de queso de La Vach qui rit o Camenbert; a veces hacia patatas fritas o un buen bocadillo de sardinas o atún regados por unos buenos tragos de vino. La leche era optativa, ya que era un producto barato, como casi todos los alimentos de primera necesidad.
Al día siguiente tras desayunar sin interrupción ya que por suerte o por desgracia no apareció ningún coche, quisimos aprovechar la sombra de los chopos y la frescura de la mañana, avanzando por la carretera para hacer algo de ejercicio. Ambos lados de la carretera estaban cercados y tras las cercas habian hermosas vacas blanquisimas pastando. En aquella paz y belleza y con el estómago lleno me puse a cantar a todo pulmon: "Amor es gloria, amor es vida. Todo en la vida respira amor, etc." Y de un lado y otro fueron acudiendo las vacas que formando dos nutridos grupos a derecha e izquierda de la carretera nos escoltaron hasta que se me acabó el repertorio. El día iba avanzando de forma alarmante sin que nadie nos parara y el nerviosismo se hacia patente. Anocheció y tuvimos que pernoctar a un par de kilometros de donde nos dejara dos días antes nuestro amigo el enólogo y como al día siguiente en las dos primeras horas seguiamos en el mismo sitio, ante el pánico, decidimos ponernos uno a cada lado de la carretera decididos a tomar cualquier coche que nos parase fuera cual fuese su destino. Si el azar nos hubiese deparado un coche en dirección sur, nuestro recorrido hubiera terminado en las enormes praderas de aquella apacible campiña pero la suerte nos condujo al norte y muy al norte por cierto, nada menos que a París. Un Wolgswagen, nuevecito, conducido por un sueco de unos 35 años, rubio, con el pelo corto a lo militar, con una estatura por encima del 1,80 cms. muy delgado pero con apariencia atletica, introvertido y muy respetuoso tuvo a bien parar a nuestra altura y preguntarnos a donde íbamos. Le contestamos que hasta cualquier punto en dirección Paris y sin mediar mas palabras nos invitó a subir. No nos dió la alegria de comunicarnos su destino hasta que acampamos. Me imagino que no querria involucrarse sin saber que clase de tipos éramos y cuando descuibrió dos almicas de Dios no tuvo la menor duda en compartir su coche con nosotros. Nos consultaba para parar, para reanudar la marcha; para decidir el lugar de la acampada, incluso la hora de salida al día siguiente. Salvo que lo invitasemos, jamás entró en nuestra tienda. Siempre durmió en su coche y que nosotros sepamos durante el tiempo que compartimos el viaje solo se alimentó de croisant, de los que debia tener unas grandes existencias (nunca lo vimos reponer su despensa) y de lo que nosotros le ofreciamos, ya que a pesar de la avaricia impuesta por nuestra necesidad, nos preocupaba tanto su delgadez y su inanicción que temiamos por su salud y le pasabamos con la mayor solicitud bien fuera un par de huevos duros o un vaso de leche, o un buen trozo de queso, incluso a veces un buen bocata de sardinas con los consiguientes tragos de vino que al fín logro beber directamente de la bota. El sueco nos proporcionó la tranquilidad. Estar con el significaba tener resuelto nuestro transporte en casi la mitad de nuestro recorrido programado. Pasamos por ciudades tan importantes como Angulema, Poitiers, Tours, Le Mans, Chartres, Versalles,coronando en PARIS.
En Paris estuvimos casi un día completo. Sin el sueco no hubiesemos visto nada. El nos dió un paseo por Los Campos Eliseos, pudimos ver la Tumba del Soldado Desconocido, Nos llevó a ver Le Sacré Coeur en Mont Matre gozando sin ninguna prisa de toda su panoramica impresionante y sobre todo nos llevó a la Torre Eiffel. Destaco esta visita porque para subir habia que pagar un boleto cuyo importe variaba según la altura a la que que querias llegar. Habia tres tramos y el precio era prohibitivo para nosotros. El sueco ya habia sacado su boleto hasta la cúspide y nos preguntaba si ibamos a subir. Nuestras excusas, aunque rebuscadas, evidenciaban nuestra penosa situación economica y aunque al sueco mas bien no se le veia sobrado, miró con atención el fondo de su cartera, levantó sus ojos hacia el cielo no precisamente para orar y tras alzar y bajar su testa varias veces y tocar con la llema de su pulgar las llemas de sus dedos meñique, anular, corazón e indice por este órden tambien varias veces, hinchando el pecho y con una sonrisa casi de oreja a oreja EN SUECO, pero como si estuviese subtitulado por sus gestos y su alegria nos dijo: VAMOS A SUBIR LOS TRES, YO OS INVITO. Os aseguro que lo comprendí perfectamente porque de inmediato saco nuestros boletos y pudimos hacer algo que jamás volveremos a repetir en nuestras vidas y de lo que siempre hemos podido presumir a lo largo de ella, HABER SUBIDO A LA CUSPIDE DE LA TORRE EIFFEL.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE

miércoles, 1 de octubre de 2008

UN VIAJE INOLVIDABLE PRIMERA PARTE


Mi amigo Antonio Vidal y yo eramos un par de soñadores recalcitrantes que imaginabamos, programabamos y sobre todo discutiamos, a todas horas, sobre cualquier cosa, incluyendo aspectos de nuestra vida presente y futura. Habiamos hecho un listado de las actividades que podian servirnos de trampolín para lograr mas altas y ambiciosas metas y la verdad es que poco a poco las habiamos ido descartando casi todas. No podiamos destacar en ninguna actividad atletica porque no estabamos dotados para ello, ni tener porvenir en el deporte ya que nosotros mismos conociamos nuestras limitaciones, incluso en materia futbolistica que por aquellos tiempos era una practica generalizada y una salida a considerar. En una palabra, no destacabamos en nada, de nada, de nada, pero habia algo que si nos ilusionaba y que siempre consideramos una posibilidad dentro de nuestras facultades, era algo intrinseco, que solo nosotros conociamos pero que nos sentiamos muy capaces de desmostrar en su momento. Nuestro proyecto, programado con pelos y señales era un soñado viaje a Hollywood, donde naturalmente descubririan nuestro talento interpretativo y pronto llegariamos a la cúspide de la fama. Eran los tiempos en que estaba de moda James Dean y nosotros queriamos emularlo añadiendo a las caracteristicas de su singular personalidad algunos otros matices de otros actores muy admirados por nosotros, así como algunas triquiñuelas de nuestra propia cosecha, fundamentalmente en la forma de andar y de mirar que iban a admirar al mundo entero. Aún recuerdo casi avergonzado de nuestra inocente ignorancia, como ensayabamos con la mas estricta seriedad y sin mas expectación, a Dios gracias, que nosotros mismos, tratando de ser severisimos jueces o entusiastas críticos que juzgabamos con la mayor ecuanimidad los gestos, poses y movimientos que de forma alternativa ibamos interpretando, escuchando atentisimos los consejos que mutuamente nos ibamos dando y así iban surgiendo las caras de amargura, de alegria, de incertidumbre y alguna que otra de bobo que eran las que mejor haciamos.

Me he visto obligado a hacer estos comentarios para que mis lectores tengan una clara idea de la formación, madurez y cordura de las que tanto mi amigo como yo eramos acreedores por aquellos tiempos, pero tambien quiero que no se precipiten en sus juicios y tengan muy en cuenta que nuestra "equivoca" formación era equivoca por la deformación de las formaciones llamemos experimentadas; que nuestra inmadurez era adorable porque era consecuencia de nuestra total ausencia de malicia y que nuestra cordura que aparentemente rayaba en la ignorancia no era mas que una muestra de la mas dulcisima y entrañable de las inocencias. Es decir, que a la edad en que actualmente la juventud ya se siente vieja, nosotros todavia eramos unos verdaderos adolescentes.

Juanito, me dijo un dia mi amigo Antonio, si te atreves, con poco dinero podemos recorrernos toda Francia en Auto-Stop. Yo no sabia exactamente que era eso del Auto-Stop y me pareció maravilloso. Lo de Hollywood era un sueño pero lo de Francia estaba a nuestro alcance. Teniendo en cuenta que no tendriamos mas gasto que la alimentación, solo habia que calcular el costo de un bocata y multiplicarlo por el número de bocatas que nos fuesemos a comer en el tiempo que durase el viaje, teniendo solo que tener en cuenta la diferencia en el costo de los bocatas según fuesen de jamón, de queso, de salchichón o de mortadela, aunque tambien podriamos deducir las existencias que pudiesemos llevar directamente desde casa. Hechos los calculos y comprobando nuestra liquidez aplazamos el viaje hasta primeros de Julio del que creo que fué año 1.960 . Vidal terminaria su ruta de viajante de la fábrica de su padre a primeros de dicho mes en San Sebastian y a mí me venia de perlas para poder ahorrar algo mas y recoger en metalico los regalos de mi santo y cumpleaños que se celebraban el 24 de Junio. Salí el día 1 de Julio de 1.960 con rumbo a San Sebastián donde me reuniria con Antonio en la Pensión..., mi impedimenta era bastante voluminosa y además repartida en tres bultos, lo que hacia mucho mas engorroso su acarreo: Una mochila, con cantimplora incorporada, de aquellas del Ejercito que luego heredó la Falange, grande y pesada con muchisimos apartados y bolsillos que se cerraban con hebillas y correas de cuero y en la que mi madre metió todo lo imaginable para mi desespero y que despues todo, todo, nos fue tan útil y necesario. Recuerdo como importantisimo: Una manta, ya que a pesar de la fecha en que salimos, hubo noches en las que pasamos verdadero frio. Un botiquin del que tuvimos que echar mano en mas de una ocasión, una bota de vino de la que ya hablaremos y un hornillo de alcohol que tan útil me fué para mis labores culinarias, además de la linterna, la botella de alcohol, las latas de conservas y dos fiambreras con tortillas y entremeses variados y dos barras de pan blandito y aún caliente cuando salí. La Tienda de campaña iba metida en dos bolsas de color naranja chillón . En una iban los elementos metálicos, no muy voluminosa pero muy pesada y en la otra la tienda propiamente dicha, no tan pesada pero si muy voluminosa. En pocas palabras un coñazo. Hice un viaje record. En dos días estaba en San Sebastian, habiendo cubirto cinco etapas: Elda- Madrid - Burgos - vitoria - Tolosa - San Sebastian, pero en la Pensión no hubo mas muestras de vida de Antonio que un recado telefonico para el Sr. Cabrera en el que decia que llegaria entre el cinco o seis de Julio. Para mi era prohibitivo instalarme en la pensión. Dejé una nota para vidal indicandole que me dirigia a Hendaya y que plantaria la Tienda lo mas próximo a la Frontera. Tuve que salir hasta las afueras en un taxi. Yo iba viendo el consumo del taximetro con gran desolación porque cualquier gasto extra me desnivelaba. Una vez llegué a un lugar decuado el taxista me pidió el doble de lo que marcaba el taximetro cuyo importe ya era lesivo. Viendo mi sorpresa me dijo que habiamos superado el perimetro de circuito para taxis y que tenia que cobrarme el retorno. ¿Que cara me veria para decirme? :" Se lo debia de cobrar pero no voy a hacerlo, deme solo lo que marca el taximetro". Muchisimas gracias, taxista desconocido, si te sirve, valga mi recuerdo como pago.

Muy pronto me llevaron hasta la misma Frontera, empezando de inmediato a buscar el punto mas adecuado para instalar la tienda. A no mas de doscientos metros se distinguia un lugar bastante frondoso y dado el calor que hacia senti deseo de instalarme alli. Era el cauce de un arroyo seco que tenia la frescura de su frondosidad y que lindaba exactamente con la carretera. Un punto de facil descripcion para que Vidal pudiera localizarme. Instalada la tienda me dirigi al telefono mas proximo para comunicar exactamente el punto en que tenia que encontrarme D. Antonio Vidal. Los que me conoceis podeis haceros cargo de la paciencia que debio tener el recepcionista conmigo cuando le hice repetir paso a paso la informacion que tenia que trasladar al Sr. Vidal, asegurandoos que no me quede tranquilo hasta que le hice prometer solemnemente que trasladaria mi mensaje palabra por palabra.

Ya instalado y con la seguridad de que cuando llegase Vidal a la Pension le darian exactamente nuestro punto de encuentro, me senti tranquilo, seguro y feliz y para celebrarlo abri una lata de sardinas y me prepare un bocata libando de la bota el riquisimo vino que con tanto cariño y acierto me habia pertrechado mi madre y que me supo a gloria. Quizas por el cansancio acumulado o por mis reiterados sobos a la bota o por ambas cosas a la vez, me entro un sopor dulcisimo que me sumio en un profundo sueño. Serian las ocho de la noche cuando desperte. La luz solar estaba muy disminuida pero todavia se veia con cierta claridad y como mi despertar fue tan sosegado como ni sueño pude contemplar, con estupor, que por doquier habian ratas del tamaño de una cobaya que se movian con rapidez inusitada por todo mi entorno. Mis exclamaciones de terror ante tal espectaculo (tengase en cuenta que la rata es el animal que mas me intimida de la creacion) asustaron naturalmente a las ratas que desaparecieron de inmediato, pero yo corri mas que ellas y en unos segundos estaba a gran distancia de la tienda sin importarme abandonar en ella todas mis pertenencias y sabiendome incapaz de volver aunque me hubieran dado todo el oro del mundo.
Ya sabeis que Dios nunca me ha dejado completamente solo aunque a veces se haya mostrado juguetçon conmigo, por eso, hizo coincidir mi aterrada huida con las Fiestas de San Marcial un dia grande por aquellos lares, lo que me permitio alimento y cobijo durante toda la noche, bañada por el chiri miri caracteristico de las latitudes del norte.
Como entraba de tapadillo en las tabernas y el ambiente era tan alegre y cordial no faltaba quien me preguntaba que me ocurria para estar tan aburrido y yo les contaba lo de las ratas que a todos les hacia mucha gracia y me invitaban con picadas de la tierra regadas por los chiquitos de chacolin que entraban como el agua y sabian muy rico. Fue notable el amigable acercamiento, sana la burla por mi temor a las ratas y generosas las invitaciones de aquellos vascos a las que no pude corresponder mas que con la expresion de mi agradecimiento. Ya de madrugada agotado y con los "chiquitos" que ya habian cumplido en mi la mayoria de edad solo deseaba encontrar un lugar donde tirarme a lo largo y sobar la medio mona que arrastraba. Mis pasos me llevaron a la tienda de campaña donde sin encomendarme a ningun santo me deje caer sin importarme un bledo las ratas y quedando dormido como un liron.
Me desperto por la mañana el susurro de una voz que hablaba y silvaba muy quedo, las palabras debian pertenecer al Vasco, ya que no pude reconocer ni una sola, pero si se que sonaban dulces y tranquilizadoras. Abri la cremayera de la tienda y pude ver delante de ella y de espaldas a mi un hombre vestido de forma elegante pero con gran sencillez que sacaba comida de sus bolsillos y la ofrecia a los pajaros. En pocos minutos los pajaros se posaron en los hombros, brazos, incluso cabeza del extraño que los animaba con silvos y palabras que debian significar cosas muy bonitas. Se sento en una piedra, que parecia habia sido instalada alli por el mismo ,quedando de cara a mi. Yo no me atrevia ni a moverme ante algo tan inusitado y sublime, pero el hombre me animo a que me acercara muy despacito y cuando estuve a su altura me dio unos puñados de comida y los pajaros comieron de mis manos y se posaron en mis hombros y en mi cabeza como si me conocieran de toda la vida. Es una de las muchas emociones con las que a lo largo de mi vida me ha premiado la naturaleza y el hombre como parte de la misma.

FIN DA LA PRIMERA PARTE